home

search

Rumbo al Torneo

  

  CAPíTULO XVII

  La brisa salada del mar se colaba por las rendijas de las ventanas de madera en la posada, trayendo consigo el aroma a algas húmedas y pescado fresco que impregnaba el aire de la ciudad costera. El sol, ya en su descenso, pintaba el horizonte de tonos dorados y anaranjados, mientras las olas rompían contra los muelles con un murmullo constante que llenaba el silencio entre las voces del grupo. Ren, Shun, Alisse, Fuji y Shizuka estaban reunidos alrededor de una mesa larga de roble desgastado, sus bordes ásperos bajo las yemas de los dedos, cubierta de mapas, tazones de sopa humeante y un volante arrugado que Fuji había traído con una emoción casi infantil.

  El joven de 14 a?os, con su cabello despeinado y sus ojos brillantes como brasas, golpeó la mesa con las palmas, haciendo temblar los tazones. —?Miren esto! —exclamó, su voz resonando por encima del crepitar del fuego en la chimenea cercana. Desplegó el volante con dedos temblorosos de entusiasmo, dejando al descubierto las letras doradas que anunciaban: Torneo Mundial de Peleadores .

  —?Es su oportunidad! ?Podrás demostrar de qué están hechos!

  Ren, de 17 a?os, tomó el volante con cuidado, sintiendo el papel áspero y ligeramente húmedo por el aire salino. Sus ojos recorrieron las palabras, cada una cargada de promesas y desafíos: un evento global para peleadores de 16 a 22 a?os, una competencia sin igual que reuniría a los mejores de cada rincón del mundo. Su corazón latió con fuerza, un tamborileo que resonaba en su pecho, pero también sintió un peso en el estómago, una mezcla de emoción y duda. Había entrenado bajo la guía de Shizuka durante a?os, pero ?sería suficiente? Miró a su maestro, sentado al extremo de la mesa, y sus labios se movieron antes de que pudiera detenerse.

  —Maestro, voy a demostrar mi valía en este torneo. Se lo prometo.

  Shizuka, con su rostro surcado por líneas de experiencia y sus ojos grises como el acero, alzó la vista del mapa que estudiaba. Una sonrisa sutil curvó sus labios, un gesto raro que suavizó su expresión severa.

  —No tienes que prometerme nada, Ren —dijo, su voz profunda y calmada, como el rumor de un río lejano—. El torneo será tu prueba, no la mía. Pero estaré contigo en este camino.

  Shun, de 20 a?os, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. Su cabello oscuro caía sobre su frente, y su mirada era afilada, como si ya estuviera calculando cada movimiento.

  —Un torneo de esta escala no es cualquier cosa —murmuró, más para sí mismo que para los demás—. Dicen que miles se inscriben, pero solo uno queda en pie al final.

  Alisse, de 19 a?os, dejó su cuchara en el tazón y cruzó los brazos, frunciendo el ce?o. El aroma a cilantro y pescado de su sopa aún flotaba en el aire, cálido y reconfortante. —Eso significa que podríamos terminar enfrentándonos entre nosotros —dijo, su voz suave pero te?ida de inquietud—. No sé si me gusta esa idea

  Fuji giró hacia ella, casi saltando en su silla. —?Pero eso lo hace más emocionante! Imagina: tú contra Ren, o yo contra Shun. ?Sería épica!

  Shun soltó una risa seca, sacudiendo la cabeza. —Tranquilo, peque?o. No creo que llegues a enfrentarme. Probablemente te tropezarías con tus propios pies antes de darme un golpe. Además recuerda que aún no tienes la edad.

  Fuji hinchó las mejillas, indignado. —?Oye! ?Soy más rápido de lo que crees!

  Ren sonriente ante el intercambio, pero su atención volvió al volante. Las palabras parecían brillar bajo la luz titubeante de las velas: Torneo Mundial .

  —Maestro —dijo, alzando la vista hacia Shizuka—, ?qué sabe del torneo? ?Cómo funciona?

  Shizuka tomó el volante de las manos de Ren, sus dedos callosos rozando el papel con delicadeza. Se reclinó en su silla, dejando que el silencio se asentara por un momento, como si estuviera desenterrando recuerdos de un pasado lejano.

  —El Torneo Mundial se celebra cada cinco a?os —comenzó, su voz resonando con una cadencia casi hipnótica—. Es una competencia brutal, un caos controlado donde todos los peleadores luchan entre sí en una arena inmensa. No hay equipos, no hay alianzas fijas. Todos contra todos, desde el primer momento hasta que solo uno queda en pie.

  Fuji abrió los ojos como platos, inclinándose tanto que casi volcó su recipiente. —?Todos a la vez? ?En serio?

  Shizuka asintió. —Así es. Imagina una llanura vasta, o un bosque denso, o incluso las ruinas de una ciudad antigua. El terreno cambia con cada edición, dise?ado para probar no solo la fuerza, sino la astucia. Los peleadores deben sobrevivir, adaptarse, usar el entorno a su favor. Puedes esconderte entre los árboles, tiernas emboscadas desde las alturas o bloquear ataques con escombros. Pero al final, solo el último en pie es declarado campeón.

  Shun frunció el ce?o, rascándose la barbilla. —Entonces, no es solo pelear. Es sobrevivir.

  —Exacto —respondió Shizuka—. Y hay reglas estrictas que lo gobiernan todo. No es un ba?o de sangre sin sentido; es una prueba de habilidad y honor —hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran—. Primero, está prohibido matar. El torneo mide tu destreza, no tu crueldad. Si un peleador cae y no puede continuar, los jueces lo retirarán. También está prohibido causar lesiones irreversibles: nada de dejar a alguien en estado vegetativo o sin poder caminar. Cualquier violación resulta en descalificación inmediata.

  Unauthorized tale usage: if you spot this story on Amazon, report the violation.

  Alisse suspir, aliviada. —Eso me tranquiliza un poco. No quiero ver a nadie destruido por esto.

  Shizuka continuó, en tono firme. —El Yu está permitido, por supuesto. Es parte de lo que somos como peleadores. Pero usarlo sin control es un error fatal. Si haces tu Yu demasiado pronto, te conviertes en presa fácil. Gestionar tu energía es tan importante como golpear fuerte.

  Ren sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Recordó las veces que había empujado su Yu al límite en entrenamientos, cómo el agotamiento lo había dejado temblando y vulnerable.

  —Entonces, hay que ser estratégico —murmuró.

  —Muy estratégico —afirmó Shizuka—. No hay límite de tiempo para los combates individuales, pero si el número de peleadores se reduce mucho, los jueces pueden imponer uno para acelerar la final. Y el terreno... ese es otro desafío. Puede ser un campo abierto unas horas, un laberinto de ruinas a las siguientes. Tienes que adaptarte rápido, usar lo que te rodea. Huir, esperar, atacar en el momento justo: todo vale mientras sea honorable.

  Fuji tocó la mesa de nueva, emocionado. —?Eso suena increíble! ?Y qué pasa si alguien hace trampa?

  Shizuka lo miró con gravedad. —Cualquier trampa; sustancias ilegales, ataques fuera de combate, interferencias externas; significa descalificación. El torneo se basa en el respeto mutuo. Si rompe las reglas, no solo te expulsan de esta edición, sino que podrías quedar fuera de por vida.

  Shun ascendió, impresionado. —Es duro, pero justo.

  —?Y el premio? —preguntó Ren, aunque ya lo sabía. Quería escuchar a Shizuka hablar del Eterno Eterion, esa figura que parecía más mito que realidad.

  Shizuka sonrojándose, esta vez con un brillo de reverencia en los ojos. —El campeón recibe un entrenamiento exclusivo con el Eterno Eterion, el más sabio y poderoso de todos los Eterions. Su dominio del Yu es absoluto, un arte que trasciende lo físico y toca lo espiritual. Cada cien a?os, el título pasa a un nuevo guerrero, elegido por su predecesor. El actual Eterno Eterion ha guiado a generaciones, y dicen que su presencia sola puede ense?ar más que mil combates.

  Fuji se inclinó tanto que casi cayó de la silla. —?Imagínate entrenar con alguien así! ?Podrías aprender los secretos más profundos del Yu!

  Ren sintió un nudo en la garganta. —Ser digno de eso... —susurró. Miró a Shizuka, buscando aprobación, pero su maestro solo le devolvió una mirada serena.

  —No se trata solo de ganar, Ren —dijo Shizuka—. Se trata de quién te conviertes en el proceso.

  El silencio cayó sobre el grupo, roto solo por el chisporroteo del fuego y el lejano canto de las gaviotas. Cada uno estaba perdido en sus pensamientos. Shun apretó los pu?os, sus nudillos blanqueándose.

  —Mi padre nunca creyó en mí —dijo de repente, su voz baja y cargada de amargura—. Decía que pelear era una pérdida de tiempo, que debía trabajar en los campos como él. Me fui de casa después de una pelea horrible. Le juré que le demostraría que estaba equivocado.

  Alisse posó una mano en su brazo, su tacto cálido y firme. —Lo haré, Shun. Todos tenemos algo que probar.

  Ren ascendiendo, sintiendo un eco de esas palabras en su propio pecho. —Yo también. A mi familia, a mí mismo... a ti, maestro.

  Shizuka los observó con orgullo silencioso. —Todos ustedes tienen fuego en su interior. El torneo lo avivará o lo apagará. Depende de ustedes.

  La noche avanzó, y el grupo pasó las siguientes horas planeando. El aroma a madera quemada y sopa se desvanecía, reemplazado por el frescor del aire nocturno que entraba por la ventana. Decidieron desde al amanecer hacia la arena principal, una isla remota al este, accesible solo por barco. Shizuka, para sorpresa de todos, anunció que los acompa?aría.

  —No pelearé —aclaró—, pero estará con ustedes hasta el final.

  —Yo tampoco lo haré, no es mi zona de confort —dijo Alisse mientras miraba a sus compa?eros con ojos cálidos y seguros.

  En un momento donde pudieron quedar solos el Sensei y Ren, el anciano le dejó unas palabras concisas que quizás no entendería completamente en el momento.

  ─Para lograr un Despertar Eterion se necesitan muchísimos a?os de práctica y disciplina, pero cuando nace un Despertar tempranero, estos individuos jóvenes tienen un poder inmenso, pero su Armonía es frágil. Sus emociones los dominan, y eso puede ser su perdición... o su fuerza, si aprenden a controlarlo.

  Ren lo miró fijamente, entendía por una parte lo que quería decir, pero no sabía exactamente el porqué.

  Cuando el alba ti?ó el cielo de rosados ??y violetas, el grupo se reunió en el puerto. El olor a sal y madera mojada llenaba el aire, y el sonido de las olas chocando contra los barcos resonaba en sus oídos. Ren ajustó su mochila, sintiendo el peso de sus provisiones contra la espalda. Frente a ellos, un cartel del Torneo Mundial ondeaba en la brisa, sus letras doradas brillando bajo el sol naciente. Una multitud de peleadores jóvenes se agolpaba alrededor, sus voces llenas de nervios y entusiasmo.

  —Miren cuántos hay —dijo Fuji, boquiabierto—, Deben ser doscenas.

  —Cientos —corrigió Shun, su tono seco—. Pero solo uno gana.

  Ren sintió el peso de esas palabras. Miró a sus amigos—Shun con su determinación callada, Alisse con su calma práctica, Fuji con su energía desbordante—ya Shizuka, cuya presencia era un ancla en medio del caos. No estaba solo.

  Encontraron un barco dispuesto a llevarlos a la isla. Mientras subían a bordo, el viento les azotó el rostro, salado y frío, y las velas se desplegaron con un chasquido seco. Ren se apoyó en la barandilla, mirando el mar que se extendía ante ellos, infinito y desafiante. El horizonte parecía llamarlo, susurrando promesas de gloria y peligro.

  —Es hora —dijo, su voz firme contra el rugido del viento—. Es hora de enfrentar nuestro destino.

  El barco se alejó del puerto, llevándolos hacia lo desconocido, mientras el sol ascendía y el mundo se abría ante ellos.

Recommended Popular Novels