[Planeta Nerya IV – Vertedero de tecnología y metales recuperados]
El cielo polvoriento de Nerya IV tintineaba con nubes metálicas suspendidas por estática residual. Bajo ellas, un vertedero interminable devoraba lo que alguna vez fue tecnología de punta. Desde órbita, una peque?a cápsula descendía como una chispa solitaria hacia ese mar de chatarra.
Lyra aterrizó con brusquedad, guiada por una se?al débil que la Xyran apenas podía captar. Caminó entre restos de naves, torres de piezas corroídas y cables retorcidos, hasta que su escáner se iluminó intensamente.
Enterrado parcialmente entre escombros, un módulo blanco con líneas azuladas brillaba como si el tiempo no lo hubiese tocado. Estaba intacto. Era el Módulo de Navegación Estelar – Astra-01.
Cuando se agachó para retirarlo, una voz ronca le hizo girar de inmediato.
—Hey. ?Qué crees que haces con mi basura?
Un hombre de mediana edad, con un brazo cibernético improvisado y gafas manchadas, la observaba desde una plataforma flotante oxidada. No parecía armado, pero su tono era firme.
—?Tú eres el due?o de este lugar? —preguntó Lyra, sin soltar el módulo.
—Rho Jin-Tao. Lo que encuentres aquí, pasa por mis manos primero.
—Necesito esto. Es importante.
Rho entrecerró los ojos, bajando de su plataforma. Se acercó y observó el módulo con atención. Algo en su expresión cambió… casi imperceptiblemente.
—No puede ser… —murmuró—. Ese dise?o… se parece a la historia que contaba mi abuelo.
Lyra lo miró, sorprendida.
—?Qué historia?
—Una nave blanca, con alma propia. Decía que fue creada para detener el fin de todo, pero nunca llegó a tiempo. Que sus restos estaban esparcidos por el universo… Bah, cuentos de viejo. Nunca pensé que tuviera base real.
—?Sabías de la Xyran?
—Solo el nombre. Un mito de familia. Nunca vi una imagen, ni planos… mucho menos algo así. Pensé que era invento suyo.
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Lyra asintió lentamente, guardando el módulo en su equipo de carga.
—La encontré. Está viva. O casi. Esta cosa es parte de ella.
Rho la observó en silencio mientras ella subía a su lanzadera y despegaba.
[Nave Xyran – Hangar interior]
Dentro de la Xyran, las luces se encendieron suavemente al detectar el módulo. Lyra caminó con cautela, aún ajena a los sistemas de la nave. Siguió las indicaciones de la IA para integrar el módulo… pero no fue suficiente. Conexiones erróneas, pantallas parpadeando, errores de enlace. El sistema rechazó su intento.
—Tch… maldita sea.
Frustrada, dejó sus herramientas, bajó de la nave y volvió a la superficie.
[Vertedero – Horas más tarde]
Rho estaba ensamblando una torre transmisora cuando Lyra regresó, cabizbaja.
—?Ya terminaste de robarme?
—No pude conectarlo. Necesito ayuda —admitió ella.
él la observó, luego sonrió con cierta satisfacción.
—Pensé que un piloto sabría volar y arreglar. Pero bueno… veamos esa cosa.
Juntos subieron a la Xyran. Rho, con mirada experta, inspeccionó los sistemas, murmurando mientras conectaba con precisión.
La nave reaccionó. El módulo se integró con un sonido limpio y claro. Las luces brillaron más intensamente, y una proyección holográfica mostró fragmentos distorsionados:
[Memoria del Módulo Astra-01 desbloqueada] —Fragmento recuperado: “Todo comenzó con una misión noble...”
Aparecieron imágenes: una tripulación antigua a bordo de la Xyran, rostros desconocidos, risas, concentración… y luego, todo se desvaneció en estática.
—Advertencia: Módulos faltantes. Memoria incompleta. Cataclismo no evitado. —Prioridad: recuperación total.
Rho retrocedió un paso, procesando lo que había visto.
—Así que… todo era cierto. Y esto —golpeó suavemente la pared metálica— está pidiendo ayuda.
Lyra lo miró, seria.
—No quiero otra tripulación. Ya perdí una.
—No soy tripulación. Solo soy el tipo que puede hacer que esta cosa no explote —dijo con una sonrisa torcida.
Silencio.
—Si esto es real, si esa historia de mi abuelo tenía algo de verdad… entonces quiero seguirla. Quiero ver hasta dónde llega. —Hizo una pausa—. Deja que me suba a esta locura.
Lyra lo miró, aún dudosa, pero había algo en su voz, en esa mezcla de fe e irreverencia, que le resultaba familiar. Como si el destino la estuviera empujando de nuevo al vacío.
—Está bien, Rho Jin-Tao. Pero esta vez, no prometo sobrevivientes.
—Perfecto. Odio las promesas.