Capitulo 4. Los 7 truenos
El sol del medio dia ba?aba el campo con su resplandor dorado , pero bajo la frondosa sombra de un roble en el patio, el mundo parecía mas fresco y tranquilo. Alexis, con un trozo de carbón en la mano, deslizaba líneas sobre el pergamino con movimientos cuidadosos. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, reflejaban una mezcla de emoción y ansiedad.
Faltaban dos días. Solo dos días mas y tendria la oportunidad de despertar el aura.
Sus dedos apretaron el carbón con mas fuerza de la necesaria, dejando una marca mas oscura en el boceto. Contuvo un suspiro. Era su ultima oportunidad.
Habia estado en el rango D desde que tenia 10 a?os, su formación empezo muy temprano… talvez a los 4 o 5 a?os ya habia agarrado una espada de madera y a lo largo de a?os de entrenamiento a los 10 a?os podía decir que tenia un buen manejo de la espada e incluso podría derrotar a un soldado adulto. Por eso mismo fue elogiado por su abuelo como un genio, incluso el mismo lo creyo. Pero no paso mucho para que eso cambiara.
Si era un genio ?Por qué todavía no pudo despertar el aura?... si las cosas continuaban de este modo, el tiempo pasaría y talvez nunca podría despertar el aura dentro de el. Por suerte o mejor dicho por herencia, el tenia una técnica de respiración que le ayudaría con eso. una herencia de cientos de a?os, una herencia de su familia, la familia “ Yujran”.
Era una oportunidad, asi como tambien podría ser su maldición. La herencia familiar tenia varias cosas, técnicas de espada, técnicas de respiración y lo mas importante una poción sumamente poderosa que obligaba al cuerpo a despertar el aura.
Pero esta poción que era asi de milagrosa, era tambien muy peligrosa.
Los ingredientes para hacer dicho poción requerían de ingredientes sumamente venenosos, por eso mismo desde hace un a?o habia estado tomando píldoras cada mes con el fin de tener cierta resistencia al veneno de la poción. Si esta vez no lograba despertar su aura, nunca lo haría. Sus sue?os de ser caballero, de ser fuerte y de tomar venganza por sus padres se desvanecerían para siempre.
-?Qué estas dibujando?- pregunto una voz suave a su lado.
Alexis levanto la vista y encontró los grandes ojos verdes de su hermana menor, Julie, brillando con curiosidad. La ni?a estaba sentada a su lado, con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. Inclinándose un poco para ver su dibujo.
-Un halcón –respondio Alexis, mostrándole el boceto de un ave con las alas abiertas.
Julie ladeo la cabeza, frunciendo ligeramente el ce?o.- parece un pollo enojado.
Alexis parpadeo y luego solto una risa breve. Era justo lo que necesitaba para calmarse un poco.
-Es un halcón- insistió, dándole un leve toque en la frente con el dedo.
La ni?a inflo las mejillas en un falso enojo, pero luego se rio tambien.
Por un momento, Alexis dejo de pensar en la poción, en el miedo al fracaso en las miradas de decepcion de sus padres si no lograba despertar su aura. Por ahora, solo estaba allí, en la sombra del árbol. Dibujando y riendo con su hermana.
El pergamino se deslizaba bajo sus dedos mientras terminaba los últimos detalles del halcón. Aquel dibujo no era perfecto, pero tenia vida, o almenos eso quería pensar. El arte siempre le habia dado paz, un refugio dentro del torbellino de emociones que lo consumia estos días.
Pero entonces, el viento cambio.
Fue súbito. Un escalofrio recorrio su espalda cuando una ráfaga helada sacudió las hojas del roble y levanto polvo a su alrededor. El sol, que hacia apenas unos instantes ba?aba el campo con su calidez, fue devorado por una sombra oscura.
Alzo la vista y vio como las nubes, blancas y esponjosas segundos atrás, se volvían negras como la brea.
-?Qué..?- susurro Alexis, sintiendo como la piel de sus brazos se erizaba.
Un estruendo lo hizo estremecerse. Un trueno retumbo en el cielo, seguido de otro muy lejano… y otro apenas audible. A su lado Julie, que hasta entonces había estado tarareando una canción infantil, dejo escapar un peque?o jadeo. Sus manitas temblaron y, sin previo aviso, sus ojos se cerraron y su peque?o cuerpo se desplomo sobre la hierba.
-?julie!- Alexis sintió que el estómago se le encogía mientras la atrapaba antes de que golpeara el suelo.
No estaba dormida, pero tampoco estaba consciente. Su respiración era superficial y su piel fría al tacto.el miedo le recorrio la columna. No podía ser una tormenta normal, era algo mas.
-?aguanta julie!- susurro con desesperación mientras la cargaba en sus brazos.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia la casa. El sonido de su propia respiración se mezclaba con los truenos aun resonando en la lejanía.
Al llegar a la puerta, la empujo con fuerza entro sin aliento. Su abuelo ya estaba allí, el rostro palido, los ojos cargados de preocupación al ver como entraba julie en los brazos de Alexis.
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-?Dámela!-ordeno con urgencia, tomando a julie en brazos y revisándola con una mirada experta.
Alexis, aun jadeando sintió su corazón latir con fuerza descontrolada.
-?Qué esta pasando, abuelo?-pregunto con la voz temblorosa.
El anciano, con el rostro sombrio, aparto la mirada hacia la ventana, donde el cielo negro como una noche sin estrellas se desvanecia lentamente. Volviendo a la quietud de antes con un cielo despejado, como si nada hubiera pasado.
-no lose- susurro, pero la dureza en su voz decía lo contrario.
De hecho se le ocurria algunas cosas, podría ser algun mago sumamente poderoso por las cercanías. Pero tambien podría ser un desastre mágico. Negando la cabeza sin querer pensarlo demasiado y con julie en brazos subio las gradas y la llevo a su habitación acostándola con calma en la cama.
*****
tres horas despues.
Despues de tres largas horas Alexis sentado en una silla de madera y a su lado, su abuelo permanecían en silencio, con los brazos cruzados y una mirada severa clavada en la ni?a. No habia dicho nada desde que la acomodaron en la cama, pero su preocupación era palpable.
Entonces, julie gimio.
Ambos hombres se incorporaron de inmediato. Sus pesta?as temblaron y poco a poco abrió los ojos. Pero cuando su mirada se poso en Alexis y su abuelo su expresión cambio.
No fue alivio ni alegría… fue desconcierto.
Su respiración se acelero y su cuerpo se tenso, como si se encontara en territorio desconocido. Sus grandes ojos verdes los recorrieron con vacilacion, llenos de una confusión.
-julie…- llamo Alexis, pero la ni?a no reacciono.
Parecía querer decir algo pero las palabras no salían. Su pecho subia y bajaba de manera errática. De pronto, un dolor la atravesó como una lanza.
-?Ahhh!-julie se agarro la cabeza con ambas manos, retorciéndose en la cama.
Alexis dio un paso adelante, pero Sebastian lo detuvo con un gesto de la mano. Solo observaron sin poder hacer nada.
La ni?a apretó los dientes, su rostro contorsionado en agonía. Los recuerdos cayeron sobre ella como una cascada violenta. Momentos fugaces de su corta vida pasaron ante sus ojos, imágenes, emociones… todo en un instante. Era como si su mente hubiera estado cubierta por una neblina y de golpe el velo hubiera sido arrancado.
Y entonces lo supo.
El chico rubio de ojos verdes era su hermano, Alexis. El anciano de postura firme y rostro demacrado por la edad era su abuelo. Ella era julie… pero tambien era alguien mas.
El dolor se disipo tan rápido como habia llegado. Y mirando a los dos hombres dijo- Alexis… abuelito…- murmuro con voz débil.
Alexis solto un aliento que no sabia que estaba conteniendo y se dejo caer en la silla, sin embargo el abuelo aun tenia la mirada fija como si inpeccionara el cuerpo de la ni?a y por un instante los ojos del anciano brillaron con un tenue color azul, su expresión en ese instante cambio tan rapido que nadie mas lo noto.
-descansa-ordeno, antes de dar media vuelta y salir de la habitación.
Alexis entonces solo miro como su abuelo salía, fue raro el comportamiento de su abuelo pero no dijo nada.
Se acerco a su hermana y la tomo de la mano mientras le entregaba al se?or oso.
*****
El ambiente en la casa estaba tenso Alexis podía sentirlo en el aire mientras se encontraba en la peque?a sala con su abuelo. Hoy era el dia.
Frente a el, sobre una mesa de madera descansaba una peque?a botella de cristal con un liquido de color azul profundo en su interior.
La poción que decidiría su destino.
-es la hora Alexis… ?estas seguro de esto?-volvio a preguntar.
-si-confirmo Alexis.
Solo entonces Sebastian noto la mirada decidida de Alexis que metio su mano en su bolsillo y saco otro frasco, un frasco de color rojo.
-?Qué es eso?-pregunto Alexis confundido.
-es sangre de trol… mas específicamente de los chamanes trolls.
Notando la mirando desconcertada de Alexis, Sebastian continuo- no pensaras que le dimos a ese alquimista la receta completa ?verdad?... ?he!- con una sonrisa en el rostro explico- esta receta tiene el valor de un reino entero… no…- negó con la cabeza.
Fue entonces que Sebastian se puso serio y lo miro a los ojos.
-Joven amo…
Esas palabras no las habia escuchado hace mucho, por lo cual Alexis no pudo evitar ponerse serio.
-la herencia que su padre le dejo, es algo que ni siquiera los Imperio con todo su dinero podría pagarlo. Es algo demasiado preciado.
Solo entonces quito el tapón al frasco rojo y dejo caer una gota sobre el liquido azul, ambos liquidos se entrelazaron, se abrazon como si el destino los hubiera hecho el uno para el otro y se fusionaron cambiando a un tono violeta.
*Gulp*
Alexis no pudo evitar tragar saliva, estaba nervioso. Pero ala vez emocionado, entonces con una mirada desiciva tomo el frasco y sin dudas se lo bebio de inmediato.
-?sientate como te ense?e!-ordeno Sebastian.
Con un asentimiento se sento en el suelo, en la posición de loto que su abuelo o mas bien sebastian le habia ense?ado. Controlando su respiración como habia practicado. Inhalo con la boca y exhalo por la nariz. Era una respiración lenta. Primero fue una sensación tibia… luego, una llama ardiente.
El calor crecio en intensidad expandiéndose como un incendio dentro de su cuerpo. Sus musculos se tensaron, sus venas vibraron. Habia dolor pero era algo que se podía soportar, no quería imaginar como seria el dolor si no hubiera tomado las píldoras para incrementar su resistencia.
Entonces una energía desconocida estaba despertando dentro de el, entonces lo sintió un rio de energía, sutil pero poderoso comenzó a fluir desde su centro.
Era como un torrente de agua caliente deslisandose por sus venas, extendiéndose desde su abdomen hasta su pecho, subiendo por su espalda y bajando por sus piernas. Era extra?o, ajeno, algo como si no le perteneciera y tratara de escapar.
-ya deberías sentirlo recorrer por tu cuerpo… siente por donde se mueve y recuérdalo. No dejes que esa sensación se vaya. ?Tienes que dominarlo!
Atrás de el se escuchaba la voz de Sebastian recordándole lo que debía hacer… ya habia pasado varios minutos pero por mas que tratara de hacerlo suyo, esta energía trataba de escapar por su piel. Buscaba una salida. Fue entonces cuando el dolor se hizo insoportable.
Sebastian tambien estaba mirando a su joven maestro, pero no lo entendia. Tenia que durar a los mucho un minuto en lograr dominar el mana que recorria en su cuerpo. Pero si tuviera poco talento… tardaría 5 minutos.
-10 minutos…- murmuro Sebastian incrédulo.
No podía creerlo, mas bien. No quería creerlo.
La poción en si misma era un milagro, de cien personas solo una podria fallar. Eso solo se daba cuando esa única persona no tenia “talento”… pero no, su joven maestro ?lo tenia!. Pero no fue hasta que un grito lo hizo despertar.
-?AAGHHH!- el grito de Alexis resonó en la habitación.
Con el grito de Alexis la sangre empezo a brotar desde sus oídos, su nariz y sus ojos. Fue entonces que Sebastian entro en pánico y puso su mano sobre la espalda de Alexis e hizo recorrer su propio mana.
-?Alexis suéltalo! ?moriras si sigues reteniéndolo!-grito
-?no!...!tengo que vengar a mis padres!...!NO!-
Si esto seguía pronto los órganos de Alexis explotarían, sintiendo con su mana, que ya no quedaba mucho tiempo con un golpe en la nuca, Sebastian noqueo a Alexis haciendo que este se desmayara. Y controlando su propio mana dirigio el mana retenido en el cuerpo del muchacho hacia afuera.
Soltando un suspiro, miro tristemente a su joven maestro y negó con la cabeza.
-…. Talvez… solo talvez, esto sea lo mejor-dijo con una voz melancolica.