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Capitulo 19: "Cuando el Misterio Se Convierte en Realidad"

  La respiración de Erik seguía agitada por el esfuerzo, y el mareo aún nublaba levemente sus sentidos. Apenas comenzaba a recuperar el aliento cuando sintió los brazos de Mika envolviéndolo con fuerza, aferrándose a él como si quisiera asegurarse de que realmente estaba allí, vivo ya salvo.

  El temblor sutil en su cuerpo y la forma en que escondía el rostro en su cuello le hicieron entender cuánto miedo había sentido por él.

  Y entonces, de forma arrepentida, Mika lo besó.

  Los labios de Mika eran cálidos, temblorosos pero firmes contra los suyos. Erik quedó paralizado al principio, sorprendido por la acción arrepentida. Pero en cuanto la sensación lo envolvió, algo en su pecho se alivió por completo.

  La abrazó con más fuerza, sin soltarla, y cerró los ojos mientras le correspondía el beso. En ese instante, el dolor en su cuerpo quedó en un segundo plano, al igual que la fatiga de la pelea. Solo podía sentir el calor de Mika, la suavidad de su boca contra la suya y la emoción indescriptible que lo invadía al darse cuenta de que ella estaba bien.

  El beso fue breve, pero intenso, lleno de un sentimiento que ninguno de los dos podía explicar con palabras. Mika, perdida en la sensación, se dejó llevar unos segundos más… hasta que su mente finalmente reaccionó.

  Sus ojos se abrieron de golpe. Su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Su respiración se entrecortó cuando se separó apenas unos centímetros de Erik, aún sintiendo la calidez de sus labios sobre los suyos.

  — Y-Yo… —su voz tembló, completamente abrumada por lo que acababa de hacer.

  Erik la miró con suavidad, sin soltarla todavía. Sus ojos reflejaban sorpresa, sí, pero también algo más… algo que la hizo sentir aún más avergonzada.

  Mika aún sentía su corazón desbocado, su respiración agitada mientras evitaba la mirada de Erik. No podía creer lo que había hecho. Había besado a Erik sin pensarlo, sin medir las consecuencias, y ahora su pecho se sentía tan apretado que apenas podía hablar.

  — Lo siento… no debería hacer eso —susurró, llevándose una mano a los labios.

  Erik la miró con suavidad, su expresión tranquila, pero con una emoción intensa en sus ojos.

  —No te disculpes…

  Mika alzó la vista de inmediato, sorprendida.

  — ?Q-Qué…?

  él respiró hondo, como si tomara fuerzas para decir lo que tenía guardado.

  — Porque yo siento algo por ti.

  El tiempo pareció detenerse. Mika lo miró con los ojos muy abiertos, incapaz de reaccionar.

  — No digas tonterías —intentó reír nerviosa, bajando la cabeza—. Mejor olvida lo que pasó, fue un error.

  Erik frunció levemente el ce?o y, con delicadeza, tomó su rostro entre sus manos, obligándola a mirarlo.

  —Mika . —Su voz era firme, pero llena de calidez—. Eres muy importante para mí.

  Mika sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Su pecho ardía, su mente estaba hecha un caos, pero antes de que pudiera decir algo más, Erik cerró la distancia entre ellos y la beso nuevamente.

  Esta vez, no fue un beso arrepentido o impulsivo. Fue profundo, intenso, lleno de todo lo que ambos sentían, aunque aún no supieran cómo llamarlo. Mika se quedó rígida por un segundo, pero pronto cerró los ojos y se entregó al momento, correspondiéndole sin dudar.

  Sus manos temblorosas se aferraron a la piel ya desgastada de la camisa de Erik, mientras él la sostenía con firmeza, con una ternura que la hizo estremecer. Fue un beso mucho más largo que el primero, uno que hablaba más que las palabras que ninguno de los dos se atrevía a decir en voz alta.

  Mika dejó que ese momento se grabara en su memoria. El calor de Erik, la firmeza con la que la sostenía sin apresurarla, el simple hecho de que él la aceptara y la abrazara sin rechazar lo que había surgido entre ellos.

  Cuando finalmente se separaron, ambos jadeaban suavemente, con los rostros enrojecidos y sus miradas atrapadas la una en la otra. Mika sintió que sus piernas temblaban, su corazón latiendo frenético contra su pecho.

  — Tonto… —murmuró, con la voz aún temblorosa.

  Erik suena levemente, sin soltarla.

  - Lo se.

  Y en ese momento, ambos supieron que ya no podían fingir que nada había pasado.

  El viento susurraba entre los árboles, y en medio de la inmensidad del valle, solo estaban ellos dos y el eco de ese momento grabado en sus corazones.

  El silencio que siguió al beso fue tan intenso que Mika pudo escuchar su propio corazón latiendo con fuerza. Aún sentía el calor de Erik en sus labios, su respiración contra su piel, el leve cosquilleo de su abrazo envolviéndola con sutileza.

  Mika se apartó un poco para que Erik intentara ponerse de pie, pero al dar los primeros pasos sintió un dolor punzante recorrer su cuerpo. Sus músculos aún resentían el peso de la bestia que había caído sobre él, y cada movimiento le recordaba la fuerza con la que había tenido que luchar para salir de debajo de ella.

  Mika notó su dolencia y frunció el ce?o.

  — No te esfuerces, si aún debes descansar solo hazlo Erik.

  Erik exhaló con frustración y se dejó caer nuevamente sobre el suelo, apoyándose en una roca cercana.

  — Tienes razón… pero no podemos quedarnos aquí demasiado tiempo.

  Mika miró a su alrededor y luego a él.

  —Podemos descansar un poco. No quiero que te lastimes más por querer apurarte.

  Erik soltó un suspiro y se acercó. Se quedó en silencio unos instantes, sintiendo su respiración más calmada mientras miraba el cuerpo sin vida de la bestia.

  Ella bufó, pero su expresión era más relajada. Fue entonces cuando, al sentarse junto a él, notó las manchas en su ropa.

  — Tsk… mira esto.

  Erik siguió su mirada. Sus ropas estaban cubiertas con manchas rojizas, sangre de la bestia. Mika también tenía varias manchas en su piel y su ropa, que había obtenido por abrazar a Erik y al darse cuenta, frunció el ce?o con disgusto.

  — Tch… no me había dado cuenta.

  — Bueno, al menos sabemos que no es nuestra sangre —bromeó Erik, aunque su voz sonaba cansada.

  Mika suspir, luego se giró para ver el cielo, notando que la luz comenzaba a cambiar de tono.

  — Nos quedaremos aquí un poco más… pero apenas puedas caminar mejor, volvemos.

  Erik sonrió de lado.

  — Sí, sí… gracias, Mika.

  Fue entonces cuando Mika decidió preguntarle lo que tenía en la mente desde hacía rato.

  — Erik… cuando escuchaste ese sonido tan feo y fuerte, reaccionaste como si supieras lo que era. Y antes de aparecer, me dijiste que subiera al árbol sin dudarlo, como si ya conocieras a esta criatura.

  Erik suspir. Sabía que Mika no dejaría pasar el tema tan fácilmente.

  — Es una historia larga —dijo finalmente, mirando hacia el bosque como si buscara las palabras adecuadas.

  Mika frunció el ce?o, cruzando los brazos mientras recargaba la espalda contra la piedra junto a Erik.

  — Entonces cuéntamela —insistió con determinación—. No me gusta no entender lo que pasó.

  Erik mantuvo la mirada fija en dirección al bosque prohibido que estaba cerca de los límites del valle, mientras su mano, casi de manera inconsciente, se deslizaba hacia su pecho, poniéndola sobre la cicatriz que llevaba allí desde hace mucho tiempo.

  — No es la primera vez que veo y escucho a uno de esos —dijo en voz baja.

  Mika, que aún esperaba su explicación con los brazos cruzados, parpadeó con sorpresa.

  — ?Qué?

  — Hace como un poco más de un a?o, cuando exploraba una zona del bosque prohibido, me topé con uno —continuó Erik—. Pero no estaba solo… tenía una cría con él.

  Mika frunció el ce?o, intentando imaginar la escena.

  — ?Una cría?

  — Sí —asintió Erik—. Creo que le estaba ense?ando a cazar… y yo fui su presa.

  La gravedad en su tono hizo que Mika sintiera un escalofrío.

  — ?Cómo te escapaste?

  Erik sonriendo con cierta ironía y se?aló la zona de su cicatriz en su pecho.

  —Apenas lo logré. Me persiguieron durante minutos interminables. Fue como un juego para ellos. La cría me lanzaba zarpazos, como si estuviera practicando con cada golpe, pero nunca para matarme al instante, sino para cansarme… Como si estuvieran disfrutando de la cacería.

  Mika sintió un nudo en el estómago al imaginarlo.

  — ?Y qué hiciste?

  —Corrí . Corrí hasta que no pude más… y cuando ya no tenía salida, trepé un árbol. Fue lo único que se me ocurrió ese instante.

  — ?Y la bestia no te siguió?

  — La madre no, pero su cría sí.

  Los ojos de Mika se abrieron con sorpresa.

  — ?Subió al árbol?

  —Sí . Me estaba acorralando. Sus garras se hundían en la corteza mientras subía cada vez más rápido. Cuando se acerco lo suficiente cerca, fue cuando me lastimo el pecho con una de sus garras. Yo no tenía mis armas, ni fuerzas para seguir huyendo, así que hice lo único que se me ocurrió en el momento.

  Mika inclinó la cabeza.

  — ?Qué hiciste?

  — Había unas frutas en las ramas, de un árbol cercano. No sabía si eran venenosas o no, pero no tenía muchas opciones. Las arranqué y se las lancé para tratar de distraerlo.

  Mika arqueó una ceja.

  — ?Y funcionó?

  Erik asintió lentamente.

  — Al principio solo gru?ó y siguió subiendo, pero una de las frutas cayó directo en su hocico. La mordió sin querer… y, para mi sorpresa, apenas la tragó, sus movimientos empezaron a volverse torpes.

  — ?Estaba durmiendo?

  —Sí . Fue como si el efecto fuera inmediato. Trató de seguir subiendo, pero sus patas resbalaron… y cayó desde lo alto del árbol.

  Mika exhaló lentamente, asimilando la historia.

  —?Y murió?

  Erik se quedó en silencio unos instantes, su mirada perdida. Su mano seguía en su pecho, sobre la zona de la cicatriz que le había dejado aquel encuentro.

  Mika, impaciente, se inclinó un poco hacia él.

  — ?Qué pasa? ?Por qué esa cara?

  Erik dejó escapar un suspiro y la miró con seriedad.

  — Creo… que el animal que nos atacó hace rato era la madre.

  Mika le hizo el gesto de despedida.

  — ?La madre? ?La misma de aquella vez?

  Erik asintió lentamente.

  — Es la única explicación que tiene sentido. Esa bestia no nos atacó por hambre, ni por defensa. Yo estaba cazando. Y si era la madre… entonces lo hizo por venganza.

  Mika sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

  — ?Venganza?

  —Piensa en esto —continuó Erik—. Hace más de un a?o, escapé de ella haciendo que su cría cayera de un árbol después de morder una fruta que la dejó inconsciente. No sé si sobrevivió o no… pero si murió, la madre lo habría recordado. Y si no murió, entonces la madre aprendió a asociar a los humanos con el peligro.

  Mika tragó saliva.

  — Entonces… te estaba persiguiendo.

  — No te pierdas. Me reconocí como amenaza. Y si no hubiera estado lastimada de la pata…

  Se detuvo, su expresión ensombreciéndose.

  Mika estaba sentada a su lado, sus ojos fijos en Erik mientras él relataba lo ocurrido con el animal. Cuando mencionó lo de la pata herida, algo en su pecho se encogió, como si un peso invisible se hubiera posado sobre ella. Sin pensarlo, se inclinó hacia él, acercándose más, y en un movimiento suave pero decidido, lo abrazó, rodeando su torso con sus brazos.

  Su abrazo fue apretado, como si al aferrarse a él pudiera asegurar que todo estaría bien, que nada malo le sucedería.

  Erik quedó inmóvil por un momento, sorprendido por su gesto. Sintió la calidez de su cuerpo cerca del suyo y, a pesar del cansancio, una chispa de consuelo al sentirla tan cerca. Sintió su respiración temblar ligeramente sobre su piel, y eso lo hizo darse cuenta de cuán importante era para ella.

  — No tienes que preocuparte —dijo Erik, aunque sabía que sus palabras no podían deshacer el miedo que había encadenado su corazón.

  Mika, aún aferrada a él, acercándose contra su pecho. Podía sentir el latido de su corazón a través de su cuerpo, y eso, de alguna forma, la tranquilizaba, aunque aún quedara ese nudo de miedo en su garganta.

  — Es que… si te hubiera pasado algo... no sé qué haría —susurró, su voz más quebrada ahora.

  Erik acarició suavemente su espalda, intentando calmarla, aunque sus propias emociones aún estaban revueltas.

  — Nada de eso va a pasar. Estoy aquí, y no voy a irme tan fácilmente.

  Mika no respondió de inmediato, solo permaneció allí, abrazada a él, disfrutando de esa cercanía y sintiendo que, de alguna forma, estar cerca de él la hacía sentirse segura, incluso en medio de tanta incertidumbre.

  Mika se separó un poco, lo suficiente para mirarlo a los ojos. Su mirada estaba llena de una mezcla de sinceridad y emoción, algo que nunca había experimentado antes con tanta claridad. No podía seguir ocultando lo que sentía, aunque no entendiera del todo lo que eso significaba.

  — Erik… —comenzó, su voz suave pero firme—, eres muy importante para mí. Y aunque no sé bien lo que siento… Algo que no había sentido nunca, pero que está aquí —dijo, se?alando su pecho con una mano, como si quisiera explicar lo que no sabía cómo poner en palabras.

  Erik la miró con una intensidad que lo descubrió a él mismo, como si esas palabras la conectaran de una manera profunda con él. El corazón de Mika latía más rápido al ver la forma en que él la observaba, tan cerca y tan lejos a la vez, pero con una comprensión mutua que los unía.

  — Mika… —su voz también tembló, aunque lo había intentado ocultarlo—, tú también eres muy importante para mí.

  Ambos se quedaron en silencio por un momento, las palabras colgando en el aire, pero no hacía falta decir más. Ambos sabían lo que sentían, y lo que eso significaba. La cercanía, la forma en que sus respiraciones se entrelazaban, todo se sentía perfecto, como si todo lo demás hubiera desaparecido.

  Erik bajó la mirada hacia sus labios, y en un movimiento lento, sin apartar la vista de los ojos de Mika, se acercó. Ella, al ver su gesto, no dudó. Cerró los ojos con suavidad, preparándose para lo que ambos querían en ese momento, sin más dudas.

  Cuando sus labios finalmente se encontraron, fue un beso lento. Un beso que decía tanto, sin tener que explicarlo. Al separarse, sus rostros quedaron tan cerca que podían sentir el aliento del otro, y ambos sonrieron tímidamente, sabiendo que lo que había sucedido entre ellos no era solo un impulso, sino algo más profundo.

  Erik, sonriendo levemente, acarició su rostro con ternura.

  Mika sintió un peque?o estremecimiento cuando Erik acarició su rostro con ternura. Su cicatriz, esa marca que casi le había costado su ojo izquierdo, la hizo sentirse extra?a por un instante. Aunque ya había sanado con el tiempo, no podía evitar sentir la incomodidad que le generaba saber que no tenía buena vista en ese ojo.

  Erik, sin embargo, no parecía notar la cicatriz o, si lo hacía, no le importaba en absoluto. Con una mirada suave, la supervisará como si no hubiera ninguna imperfección. Al contrario, parecía apreciar aún más cada detalle de ella.

  — No tienes que preocuparte por tu cicatriz —dijo Erik con una sonrisa, tocando suavemente su rostro—. Te hace ver más ruda… y más bella al mismo tiempo.

  Mika, sorprendida por sus palabras, se sonrojó ligeramente. Aunque la cicatriz le recordaba constantemente lo que había perdido, en ese momento sintió que Erik la veía de manera diferente, como si esa parte de ella la hiciera aún más especial. Era extra?o, pero al mismo tiempo reconfortante.

  — Gracias… —respondió Mika, sin saber cómo expresar lo que sentía en ese momento.

  Con una sonrisa cálida, Erik se acercó un poco más, pero parecía estar pensando en algo más, como si quisiera compartir algo personal.

  — Sabes... —empezó, con voz un poco vacilante, antes de a?adir—, este es mi primer beso con una chica. Nunca lo había hecho antes, así que...

  Mika lo miró sorprendida por su sinceridad, pero al mismo tiempo, comprendió lo que intentaba decir. Había algo tan genuino en su confesión que la hizo sentir una conexión más profunda con él.

  — Oh… Yo también. Este es mi primer beso. —respondió ella suavemente, sin poder evitar una ligera sonrisa.

  Ambos se quedaron en silencio por un momento, compartiendo la rareza de esa experiencia, algo nuevo para los dos. Mika sintió cómo su corazón latía con fuerza, pero también de manera tranquila, porque de alguna forma, estar ahí con él le hacía sentir que todo tenía sentido.

  — Entonces —dijo Erik con una sonrisa más confiada, como si se hubiera aliviado al compartir esa parte de sí mismo—, parece que somos nuevos en esto.

  Mika sonando también, un poco nervioso pero a la vez segura de que, en ese momento, no quería estar en ningún otro lugar que no fuera a su lado.

  — Parece que sí —respondió ella, con una sonrisa traviesa, y un leve rubor en las mejillas.

  En ese instante, ambos sabían que no importaba lo que les esperaban, porque compartían una conexión que los había unidos de una manera inesperada.

  Ya era más de medio día, y el sol comenzaba a brillar con más intensidad. Erik, después de un par de horas descansando, intentó pararse con cautela. Sus músculos aún estaban algo resentidos, pero la sensación de alivio era palpable. Probó dar unos pasos, y aunque su cuerpo no estaba completamente recuperado, el dolor había disminuido considerablemente.

  — Creo que ya puedo caminar mejor —dijo Erik con una ligera sonrisa, aunque aún se movía con algo de cautela.

  Mika, al verlo, se levantó rápidamente y le ofreció su apoyo, pero Erik levantó la mano, asegurándole que no lo necesitaba. Se sintió lo suficientemente bien como para moverse por su cuenta.

  — Ya estoy mejor, pero gracias Mika —agregó Erik, haciendo un leve mueca, consciente de que aún le quedaba un poco de cansancio en el cuerpo—. Vamos a sacar la carne del animal. No podemos dejar que se desperdicie.

  Mika ascendió, comprendiendo que había mucho trabajo por delante y las horas del día no esperaban. El animal era grande, y aunque estaban lejos de la aldea, no podía dejar que su esfuerzo se fuera a perder. Necesitaban llevar la carne de vuelta.

  — ?Crees que podemos cargar todo? —preguntó Mika, mirando hacia el animal, que aún yacía en el suelo. Sabían que era una tarea ardua, pero la idea de desperdiciar tanta carne les parecía impensable.

  Erik la miró con determinación, y aunque sintió que todavía le faltaba algo de fuerza, decidió que no podía dejarlo todo allí.

  — Lo haremos —respondió con firmeza, aunque el cansancio seguía en sus ojos—. Sacamos toda la carne que podemos llevar y la piel también Lera estará muy contenta con esta nueva piel. No quiero que se desespera.

  Juntos, empezaron a trabajar en el animal, Mika sostenía lo que podía sacar, Erik se encargaba de cortar con precisión, usando un cuchillo y herramientas que habían traído.

  La carne era abundante y de buen tama?o, lo suficiente como para alimentarlos por varios días, y la idea de regresar a la aldea con una carga tan valiosa los motivaba a seguir trabajando sin descanso.

  Mientras tanto, las pasaban horas, pero la sensación de lograr algo importante los impulsaba a seguir adelante. Aunque aún sentían algo de fatiga, sabían que no podían detenerse hasta tener todo listo.

  Finalmente, después de un largo esfuerzo, Erik y Mika lograron extraer la carne y la piel del gran animal, asegurándose de cargar todo lo que podrían llevar. El trabajo había sido duro, pero sabían que todo valdría la pena. Al empacar la carne con cuidado, la idea de lo que significaba para la aldea los mantenía motivados.

  — Esto es lo que necesitábamos —dijo Erik, observando la carne que habían recolectado—. Arlea podrá preparar un gran festín para la fiesta de Suri. No podemos dejar que falte nada para el día especial. Y la piel será muy buena como alfombra.

  Mika asintiendo, con una sonrisa satisfecha. Sabía que todo lo que habían hecho no solo era por su propio bienestar, sino también por el de la aldea. La fiesta de Suri fue solo dos días, y todo tenía que estar listo para ese momento tan importante.

  — ?Sí! Esta fiesta tiene que ser especial —respondió Mika, alzando la mirada hacia Erik—. Vamos a asegurarnos de que Arlea tenga todo lo que necesite. Y Lera trabaja con esta piel que parece muy calentita y duradera.

  Con las provisiones listas, comenzó a preparar su regreso a la aldea. Aunque aún sentían el agotamiento en sus cuerpos, sabían que no podían perder tiempo. Si quisieran que todo estuviera listo un tiempo para la fiesta de Suri, debían regresar lo antes posible.

  — Espero que podamos llegar pronto —dijo Erik, sintiendo el peso de la carne en su espalda en una mochila para que puedan cargar más fácil las cosas. Aunque estaba más recuperada, la carga seguía siendo significativa—. Si tenemos suerte, llegaremos antes de que caiga la noche.

  Mika, observando a Erik y la carga, le sonriendo con cari?o. Sabía que todo lo que hacían lo hacían por la aldea, por Suri, y eso los unía aún más.

  — No te preocupes, lo lograremos —dijo ella, optimista—. Arlea va a estar muy feliz de ver todo lo que trajimos y Lera también.

  Mientras caminaban de regreso a la aldea, Erik y Mika avanzaban con cautela, aún atentos a cualquier posible peligro. El peso del enfrentamiento aún pesaba sobre sus cuerpos, pero ahora que la adrenalina había bajado, la incomodidad de la ropa manchada de sangre y el sudor se hacía más evidente.

  Fue entonces cuando estando a medio camino de la aldea, encontraron un río de aguas cristalinas, con la corriente fluyendo suavemente entre las piedras.

  — Podemos lavarnos aquí y la ropa también —sugirió Mika, se?alando el agua.

  Erik ascendió, mirando su propia ropa que estaba más manchada de sangre y tierra que la de Mika.

  —Sí , lo necesitamos. No quiero que los demás se asusten y me vean llegar hecho un desastre.

  Mika no esperó más y se acercó a la orilla. Se empezó a desvestir y la dejó a un lado, quedándose solo con una piel que usaba como ropa interior inferior mientras se inclinaba para empezar a lavarse y también sus prendas manchadas.

  Mika notó cómo Erik evitaba mirarla directamente mientras se quitaba la ropa para lavarla. Aún no estaba acostumbrada a verlas descubiertas, y aunque ella no sentía vergüenza con él cerca, entendió su nerviosismo.

  — Está bien, Erik —dijo con calma mientras restregaba su ropa en el agua—. Si lo prefieres, puedes ir detrás de esa roca grande para limpiar tu ropa y tu cuerpo. Yo me quedaré aquí.

  Erik, que aún dudaba en moverse, se acercaba con algo de alivio.

  — Sí… creo que eso sería mejor.

  Mika esbozó una peque?a sonrisa al verlo tan rígido y nervioso. A pesar de todo lo que habían pasado juntos, Erik seguía respetando demasiado su espacio.

  — No tardaré mucho —dijo él antes de dirigirse hacia la gran roca cercana.

  Mika lo vio, se alejó y suspiro suavemente. No podía evitar localizar nivel en cierto modo. Aún le quedaba mucho por acostumbrarse a la vida en la aldea.

  Con sus cuerpos y sus ropas ya lo más limpias que pudieron hacer y algo húmedos, Erik y Mika retomaron el camino de vuelta a la aldea. La brisa fresca ayudaba a secar los restos de agua en sus prendas mientras avanzaban en silencio entre los árboles.

  Mika, con la mirada distraída en el sendero, no podía dejar de pensar en lo que había pasado entre ellos. Se había besado con Erik. Y él… él le correspondió. Su corazón latió más rápido al recordarlo.

  Pero ahora venía lo complicado. ?Deberías contarles a las demás?

  Sabía que todas sentían algo por Erik, aunque ninguna lo decía abiertamente. ?Cómo reaccionarían si se enteraban? ?Hada la molestaría? ?Arlea se pondría triste? ?Y Lera…?

  Mika no podía evitar que su mente se desbordara con pensamientos. El beso... pensaba en él, y en cómo todo había sucedido tan rápido, casi sin que pudiera detenerlo. Recordaba la sensación de sus labios contra los suyos, su abrazo, su calidez, y cómo, a pesar de su propio nerviosismo, él la había correspondido.

  Había sido algo natural, algo que no había esperado pero que ahora no podía dejar de pensar. Su corazón latía más rápido al recordar el momento.

  Las palabras de las mayores volvieron a su mente. Habían hablado sobre el amor, sobre cómo ellas nunca habían tenido la oportunidad de sentirlo de esa manera hacia un hombre. Ahora que ella lo había experimentado, ?debía contarles lo que había pasado con Erik?

  El peso de la incertidumbre se volvió aún más grande al pensar en las demás, en su amistad con ellas, en cómo todo eso podría cambiar la dinámica entre ellas. Aunque Mika no quería que las cosas entre ellas se volvieran incómodas, no sabía cómo explicarlo si las otras chicas llegaban a enterarse.

  Mika apretó los labios, insegura. Tal vez lo mejor era guardárselo por ahora. No porque se sintiera culpable, sino porque ni ella misma sabía qué significaba exactamente ese beso para ellos dos.

  Erik, caminando a su lado, parecía tranquilo, aunque de vez en cuando la miraba de reojo. Mika preguntó si él también estaba pensando en el beso.

  Sin darse cuenta, soltó un peque?o suspiro.

  — ?Estás bien? —preguntó Erik al escucharla.

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  Mika parpadeó y le dedicó una sonrisa rápida.

  — Sí, solo estoy algo cansada.

  Erik asintió, aunque no parecía muy convencido.

  Mika miró al cielo anaranjado por el atardecer. Aún tenía tiempo para decidir qué hacer.

  Mientras caminaban de regreso a la aldea, Mika revisó su ropa y frunció el ce?o. Aunque habían logrado limpiar la mayor parte de la sangre, aún quedaban manchas oscuras en algunos puntos.

  — Tsk… no salió del todo —murmuró, estirando su parte superior de piel para examinarlo mejor.

  Erik miró su propia ropa y notó lo mismo.

  — Parece que algunas manchas no se irán tan fácil —dijo, soltando un suspiro.

  Mika resopló y sacudió la cabeza.

  — Lera sabrá qué hacer. Es buena quitando manchas difíciles.

  — Eso espero… no quiero ir por ahí oliendo a sangre seca —comentó Erik con una leve sonrisa.

  Mika soltó una risa suave.

  — Tranquilo, antes de que eso pase, Lera te sumergirá en algún brebaje suyo con olor horrible.

  Erik atrapó un escalofrío.

  — Preferiría que solo limpie la ropa.

  Ambos rieron con complicidad mientras seguían su camino, dejando atrás el río y acercándose a la aldea.

  Mika miró a Erik de reojo, mientras caminaba junto a él, llevando la carne que habían conseguido de la bestia y ella la piel y la carne de los ciervonejos . él parecía estar tan concentrado en el camino, ajeno a sus pensamientos, y eso la hacía sentirse un poco más tranquila. Tal vez no sea tan complicado. Tal vez no haya que decir nada ahora mismo pensado, al menos por el momento.

  Decidió no hablar de eso todavía, al menos no hasta que pudiera aclarar sus propios sentimientos. Pero había algo dentro de ella que sabía que no podía seguir escondiéndolo para siempre. Cuando el momento llegue, tendría que ser sincero con los demás. Solo esperaba que, sin importar lo que pasara, las cosas no cambiaran entre ellas y Erik.

  Por ahora, sólo debo concentrarme en regresar a la aldea y en lo que aún nos queda por hacer , pensó, tratando de calmarse mientras avanzaban hacia la aldea. Pero en lo más profundo, sabía que sus sentimientos ya no serían los mismos.

  El sol comenzaba a descender en el horizonte mientras Erik y Mika caminaban de regreso a la aldea, mientras cargaba la carne que habían conseguido en la caza. El aire de la tarde se sentía más fresco, pero Erik apenas lo notaba. Su mente estaba llena de pensamientos, pesada como la carga que llevaba en la espalda.

  El recuerdo de la bestia aún estaba fresco en su mente. Aún podía sentir el peso del enorme animal sobre su cuerpo, la desesperación al luchar por su vida. Si la bestia no hubiera estado herida... no habría salido con vida. A pesar de que lo habían superado juntos, el peligro que enfrentaron lo hacía pensar en lo frágil que podía ser su existencia en ese mundo.

  Luego estaba Mika. El beso. No fue un accidente ni una confusión del momento. Ella lo besó porque así lo sintió, y él... él la correspondió sin dudarlo. Ahora, mientras caminaba a su lado, podía ver cómo su cabello corto danzaba con el viento y cómo su expresión se mantenía serena, aunque de vez en cuando sus ojos se desviaban en su dirección, como si también estuviera perdida en sus pensamientos.

  Erik suspir. Amaba a Mika, eso lo sabía. Pero no era solo ella. Cada una de las chicas de la aldea había encontrado un lugar en su corazón. Suri con su dulzura y energía, Becca con su determinación y valentía, Hada con su pasión y rebeldía, Lera con su ingenio y creatividad, Arlea con su ternura y amabilidad. Todas eran parte de él. Cada una despertaba en su interior algo diferente, algo especial.

  Pero, ?Qué significaba eso? En su mundo, amar a varias mujeres a la vez era algo extra?o, complicado. En cambio, en la aldea, las chicas nunca habían conocido a un hombre, y todas sentían curiosidad por él. ?Era justo para Mika? ?Para los demás? Había sentido la intensidad del momento con Mika, el cari?o y amor en su beso, pero también sabía que los demás sentimientos en su interior no se apagaban. ?Cómo afectaría esto a todas?

  Miró de reojo a Mika, que seguía caminando a su lado, con la mirada en el horizonte. Parecía pensativa también, pero no dijo nada. Erik quería preguntarle qué pensaba, pero temía la respuesta. Aún no estaba seguro de lo que significaba todo esto.

  Mientras avanzaban por el sendero, Erik sintió el peso de sus pensamientos volverse más grande que el de la carne en su espalda. Había muchas cosas por resolver, muchas emociones que entender, pero por ahora, lo más importante era volver a la aldea.

  El resto, lo enfrentaría cuando llegara el momento.

  A medida que se acercaban a la aldea, la preocupación de ambos cambiaba. Sus ropas aún estaban manchadas de sangre y no querían asustar a Suri. Se miraron mutuamente, sabiendo que debían decidir qué decir.

  — Si Suri nos ve así, se asustara y se preocupará —dijo Mika, frunciendo el ce?o—. No podemos contarle todo ahora.

  — Podemos decir que fueron algunos ciervonejos que intentaron escapar y nos salpicaron —sugirió Erik—. Cuando Suri se vaya a descansar, podremos contarles la verdad a los demás. Cuando estaban cerca de la caba?a de Erik decidieron dejar allí la piel de la bestia para entrar al centro solo con la carne.

  Cuando llegaron al centro de la aldea, ya casi caída la noche, el aire estaba cargado de un fresco que contrastaba con el calor de la jornada. Al ver a Erik y Mika con la ropa salpicada de sangre, las mujeres se acercaron rápidamente, sorprendidas y preocupadas. Suri, al igual que los demás, los observaron con expresión alarmada.

  — ?Qué ha pasado? —preguntó Suri, su tono reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad.

  Mika, tratando de mantener la calma, fue la primera en hablar.

  —No es nada grave, Suri. Tuvimos un peque?o incidente con algunos ciervonejos, esos animales, ?sabes? —dijo, suavizando su voz para evitar más preguntas—. Estábamos cazando cuando intentaron escapar y… bueno, salpicaron algo de sangre en nuestras ropas. Eso es todo.

  Erik, al ver la expresión de Suri aún preocupada, decidió apoyar la historia para evitar que la alarma se extienda.

  —Sí , es cierto. Nada de qué preocuparse. Nos costó un poco atraparlos, pero no fue nada serio —a?adió con una sonrisa tranquilizadora, tratando de aliviar cualquier temor que pudiera surgir. —Por ahora solo sabemos que estamos bien.

  Suri observó a Erik y luego a Mika, como si estuviera buscando alguna se?al de que algo no estuviera bien, pero al ver la calma en sus rostros, avanzaba lentamente. Al parecer, la historia de los ciervonejos tenía sentido para ella.

  — Entiendo —dijo Suri, aunque todavía algo intranquila.

  Becca y Lera se dieron una mirada entre ellas, comprendiendo que Mika y Erik no estaban diciendo toda la verdad. Pero también entendieron que lo hacían para proteger a Suri, así que decidieron no insistir… por ahora.

  Lera observó a Mika con atención. Su ropa de pieles estaba con manchas de sangre, y aunque la historia de los ciervonejos había calmado a Suri, no podía evitar sentir que algo más había sucedido. Aún así, no hice preguntas. En cambio, sonriendo de lado y se cruzó de brazos.

  — Mika, ven conmigo un momento —dijo, tomando su mano sin esperar respuesta.

  — ?Eh? ?Adónde? —preguntó Mika, desconcertada.

  —A cambiarte. Ya no puedes seguir usando esos pieles, y tengo algo mejor para ti.

  Sin darle oportunidad de negarse, Lera la arrastró hasta su caba?a. Una vez dentro, fue directo a un peque?o montón de telas cuidadosamente dobladas.

  — Justo estaba esperando el momento perfecto para dártelas —comentó con una sonrisa de satisfacción mientras desplegaba las prendas—. Creo que ahora es una buena oportunidad.

  Mika miró la ropa con algo de duda. Le había pasado una polera corta algo ajustada sin mangas para que no le incomode al usar su arco, y unos pantalones que le llegaban hasta la mitad de las pantorrillas, así la protegerían las piernas cuando camine por arbustos y ramas bajas. Era un estilo muy diferente al que estaba acostumbrada.

  — ?Esto es para mí? —preguntó, levantando la polera con cierta desconfianza.

  Lera asintió con orgullo.

  —Sí . He estado probando distintos cortes con la tela, y pensé que este dise?o te vendría bien. Es ligero, cómodo y te permitirá moverte con facilidad. Además, ya era hora de que dejaras esas pieles gruesas y anticuadas.

  Mika sospechó. Sabía que Lera tenía razón. Se quitó la ropa de pieles, y se puso las nuevas ropas, sintiendo la diferencia de inmediato. La tela se ajustaba a su cuerpo con suavidad, sin estorbar sus movimientos.

  — ?Qué tal? —preguntó Lera con los brazos en las caderas.

  Mika se observó en el reflejo de un recipiente con agua y levemente.

  —Se siente… extra?amente bien.

  Lera asintió, satisfecha.

  — Entonces es hora de que los demás vean lo bien que te queda.

  Tomando aire, Mika salió de la caba?a con Lera, lista para afrontar las miradas curiosas de todas.

  Cuando Mika y Lera llegaron, todas las miradas se posaron en ella. Las chicas detuvieron lo que estaban haciendo y la observaron con sorpresa.

  —?Mika ! —exclamó Hada, con los ojos muy abiertos—. ?Qué estás usando?

  — ?Eso también es de tela? —preguntó Becca, acercándose para mirar mejor.

  Las chicas la rodearon, admirando el dise?o de las ropas que resaltaban su figura atlética. Jerut, con una mano en la barbilla, vigilada con interés.

  — Se ve muy diferente a las pieles que solemos usar… pero parece cómodo.

  Erik y Arlea estaban terminando de guardar la carne en uno de los espacios frescos de la aldea cuando escuchaban algunas risas y murmullos cerca. Al girarse para ver qué sucedía, Erik sintió que el aire le faltaba por un momento.

  Mika estaba ahí, de pie bajo la luz tenue del atardecer, con su nueva ropa de tela. Su atuendo era completamente distinto a las pieles gruesas que siempre usaron. La polera sin mangas resaltaba la fuerza y ??delicadeza de su figura, mientras que los pantalones, hasta la mitad de sus pantorrillas, mostraban más su figura atlética, de lo que Erik estaba acostumbrado a ver cuando usaba las pieles gruesas.

  Se quedó completamente paralizado. Su mente tardó en reaccionar ante lo que veía, y su corazón pareció dar un salto inesperado en su pecho. Mika siempre había sido fuerte y decidida, pero ahora… ahora había algo más. Algo que no podía describir con palabras.

  Arlea, que estaba a su lado, notó su expresión y alzó una ceja con diversión.

  — Vaya… parece que alguien quedó sin palabras —comentó en voz baja, divertida por la reacción de Erik.

  Mika se acercó con una ligera sonrisa, algo consciente de la mirada fija de Erik en ella.

  — ?Qué te parece? —preguntó, dándose una peque?a vuelta para que pudiera verla mejor.

  Erik tragó saliva y sintió cómo el calor subía a su rostro. Se frotó la nuca con torpeza antes de finalmente responder:

  — T-te ves… muy linda —dijo finalmente, sin poder evitar que el sonrojo subiera a su rostro.

  Mika parpadeó un par de veces y luego, sin poder evitarlo, su rostro también se ti?ó de rojo. No esperaba una respuesta tan directa.

  — B-bueno… es diferente, y se te ve bien —intentó explicar Erik, rascándose la nuca y desviando la mirada.

  Las chicas se miraron entre sí, intercambiando sonrisas cómplices, mientras Mika, todavía sonrojada, desviaba la vista hacia otro lado.

  — Gracias… —murmuró, sin saber cómo responder a su cumplido.

  Lera, con una gran sonrisa, le dio un leve codazo a Mika.

  —Te dije que te quedaría bien.

  Las chicas se quedaron en silencio por un momento después de la inesperada respuesta de Erik. Mika aún tenía un leve rubor en las mejillas, y Erik, visiblemente nervioso por haber hablado tan directo, evitaba las miradas inquisitivas de los demás.

  Pero en sus mentes, cada una reflexionaba sobre lo que acababa de pasar.

  Becca cruzó los brazos y ladeó la cabeza, analizando la situación. Así que Erik piensa que Mika se ve linda con la ropa nueva… No podía negar que la ropa de tela tenía un atractivo diferente a las pieles de siempre. Se preguntó si cuando ella tenía su propia vestimenta nueva, Erik reaccionaría de la misma manera.

  Hada, con una peque?a sonrisa juguetona, miró de reojo a Mika, quien aún parecía procesar lo sucedido. Si Erik piensa que Mika se ve linda… ?Qué dirá cuando me vea con algo diferente? La idea le provocó curiosidad.

  Arlea, con su mirada tranquila pero analítica, notó que no solo Mika había reaccionado, sino que todos estaban pensando en lo mismo. Erik no es como nosotras… él ve la belleza de otra forma. Quizás el hecho de que lo haya dicho sin pensarlo mucho significaba que realmente lo sentía.

  Lera, satisfecha de haber logrado que Mika estrenara la ropa nueva de tela, observó a Erik con interés. Si esto es lo que puede hacer una simple prenda nueva… ?Cómo reaccionará cuando todas tengan su propio atuendo?

  Suri se acercó rápidamente a Mika con una gran sonrisa en el rostro. Su emoción era evidente mientras observaba la nueva ropa de su amiga con admiración.

  — ?Mika, te ves increíble! —exclamó, dando un peque?o giro sobre sí misma para mostrar su propio atuendo.

  Suri también con su ropa nueva de tela, que le permitía moverse con facilidad. Estaba encantada con su nueva vestimenta y, al ver a Mika con algo similar, su emoción solo creció.

  — ?Ahora somos dos con ropa nueva! —dijo con entusiasmo, agarrando la mano de Mika con alegría—. ?Espero que pronto todas tengan la suya!

  Mika, aún algo sorprendida por la reacción de Erik, levemente al ver a Suri tan feliz. No podía evitar sentirse contagiada por su energía.

  — Sí, creo que sería bueno que todas estrenaran algo nuevo —respondió, mirando de reojo a Lera, quien había sido la responsable de confeccionar las prendas.

  Las demás chicas, que aún procesaban la reacción de Erik, intercambiaban miradas. Tal vez Suri tenía razón. Si Mika se veía así con ropa nueva y Erik había quedado sin palabras… ?Cómo reaccionaría cuando todas tuvieran sus prendas nuevas?

  Mika, aún sintiendo el peso de las miradas, bajó la cabeza y suspir. No le molestaba que Erik la viera así, pero… algo en su pecho le decía que no sería la única que recibiría ese tipo de cumplido.

  Mientras las jóvenes regresaban a sus actividades, cada una guardó en su interior la misma idea: Cuando llegue mi turno… quiero ver si Erik también dirá que me veo linda .

  Cuando el cielo se oscureció y la brisa nocturna refrescó el ambiente, todos se reunieron alrededor de la peque?a fogata como cada noche. La luz del fuego iluminaba sus rostros mientras compartían historias y risas, disfrutando del calor reconfortante de la reunión.

  Erik, como ya era costumbre, tomó asiento en el mismo lugar de siempre, con Suri acomodándose a su lado sin dudarlo. Sin embargo, esta vez hubo un cambio inesperado: Mika se sentó justo al otro lado de Erik, más cerca de lo habitual.

  Algunas de las chicas intercambian miradas discretas. Mika siempre solía sentarse un poco más alejada, manteniendo su distancia como si no quisiera mostrarse demasiado cercano a Erik. Pero ahora, sin decir una palabra, se había colocado a su lado con naturalidad.

  Becca arqueó una ceja y miró a Hada, quien también se percató del detalle y le dedicó una sonrisa divertida. Lera, por su parte, no dijo nada, pero su expresión mostraba un brillo de curiosidad. Jaia y sus hermanas observaron la escena en silencio, sin hacer comentarios, pero con una comprensión silenciosa en sus miradas.

  Suri, ajena a cualquier significado oculto, simplemente apoyó su cabeza en el brazo de Erik y cerró los ojos por un momento, disfrutando de la comodidad del momento.

  La noche transcurriría como de costumbre, pero para algunos, había un nuevo detalle que daba mucho en qué pensar.

  Mientras la conversación fluía alrededor de la fogata, Lera, que había estado observando a Erik con atención, sonriendo con picardía y se inclinó un poco hacia él.

  — Tarde o temprano, también tendré que hacerte ropa nueva —dijo con tono divertido—. Tu pantalón ya es más parches que tela.

  Erik bajó la mirada hacia su atuendo y no pudo evitar soltar una risa baja. Era cierto. Entre los remiendos improvisados ??y el desgaste del tiempo, su ropa estaba en un estado lamentable.

  — No lo voy a negar —admitió, encogiéndose de hombros—. Pero ?también me harás algo como lo de Mika? —preguntó con una sonrisa ladeada, se?alando la nueva vestimenta de la chica.

  Lera cruzó los brazos y fingio pensar.

  — Mmm… Talvez. Pero creo que necesitarás algo un poco distinto. Ya veré qué se me ocurre.

  Las demás chicas, que habían estado escuchando, rieron suavemente. Mika, aún sentada junto a Erik, miró de reojo su ropa gastada y comentó con un tono más relajado de lo habitual:

  — Sí, ya es hora de que te veas como alguien de la aldea y no como un extra?o perdido.

  — ?Eso quiere decir que ya no soy un extra?o? —bromeó Erik, mirándola con diversión.

  Mika desvió la mirada, pero no pudo evitar que una leve sonrisa se dibujara en su rostro.

  — Tal vez —murmuró.

  La noche había avanzado y la fogata crepitaba suavemente, iluminando los rostros de las aldeanas con su cálido resplandor. La conversación era tranquila, con risas suaves y comentarios sobre la jornada, hasta que Suri dejó escapar un peque?o bostezo.

  — Parece que alguien necesita descansar —comentó Alisha con una sonrisa maternal.

  Suri parpadeó varias veces, tratando de disimular su sue?o, pero su cuerpo la delataba al inclinarse ligeramente contra Erik.

  — No estoy… tan cansada… —murmuró, aunque su voz sonaba adormilada.

  — Claro que no —dijo Alisha divertida, poniéndose de pie—. Vamos, peque?a, ma?ana será otro día.

  Pero antes de irse, Suri se giró y se acercó a Erik y Mika. Primero miró a Erik con sus grandes ojos curiosos, luego a Mika, y finalmente los abrazó a ambos, apoyando su rostro contra sus hombros.

  — Sé que mienten sobre los ciervonejos… —murmuró en voz baja, lo suficiente para que solo ellos la escucharan—. Pero no me importa. Me alegra que estén bien.

  Erik y Mika se quedaron inmóviles un segundo, sorprendidos por sus palabras. No había reproche en su voz, solo alivio y ternura.

  — Suri… —susurró Mika, pero la ni?a ya se había separado y sonreía con suavidad.

  — Descansen —dijo simplemente antes de tomar la mano de Alisha y alejarse con ella.

  Erik y Mika intercambiaron una mirada, sintiendo un peso en el pecho. Aunque intentaron proteger a Suri con su mentira, ella era más perceptiva de lo que creían.

  Y con su simple gesto, les había dejado claro que lo único que realmente le importaba… era que ambos estuvieran a salvo.

  — Bien —dijo Becca, cruzando los brazos—. Ahora que Suri no está… ?nos van a decir qué pasó realmente?

  La pregunta dejó un breve silencio entre ellos. Mika y Erik se miraron por un instante, como si estuvieran decidiendo cuánto contar. Finalmente, Erik tomó aire y comenzó a hablar.

  — Nos encontramos con una bestia —dijo con seriedad—. Era grande, algo rápido y muy agresivo. Casi nos atrapan desprevenidos.

  Hubo un murmullo entre las chicas. Hada frunció el ce?o.

  — ?Qué tan grande?

  — Del tama?o de tres de tus ovejas, tal vez más —explicó Mika, apoyando un codo en su rodilla—. Y con una piel gruesa, difícil de atravesar.

  — ?Y cómo la vencieron? —preguntó Lera, inclinándose hacia adelante.

  Erik y Mika intercambiaron otra mirada antes de que Mika respondiera.

  —Con mucho esfuerzo. Erik la enfrentó primero y logró resistir y esquivar sus ataques, yo lo ayudó desde el alto de un árbol con mis flechas, pero Erik terminó dando el golpe final en su corazón.

  — Así que por eso llegaron con la ropa manchada de sangre —dijo Jaia con tono pensativo.

  — Sí… —Erik avanzando—. No queríamos alarmar a Suri, así que decidimos no contarle todo.

  Becca lo observó con atención, con los ojos entrecerrados.

  - Mmm…

  — ?Qué? —preguntó Mika, arqueando una ceja.

  — Nada… —respondió Becca, aunque en su expresión había algo de sospecha—. Solo que tengo la sensación de que no nos están contando todo.

  — Exacto —secundó Lera, mirando a ambos con astucia, como artesana sabia que algo en su historia no cuadraba, Mika nunca estuvo cerca de la bestia, entonces como se mancho de sangre sus ropas de pieles —. Como si hubiera más en esa historia.

  Erik sintió un poco de sudor frío en la espalda. Aunque habían decidido contarles la verdad sobre la caza, había algo que definitivamente no podía mencionar: el beso.

  — Ya les dijimos lo importante —intervino Mika rápidamente, con su tono firme habitual—. Nos encontramos con la bestia, luchamos y los vencimos. Aleta.

  Las chicas no parecían del todo convencidas, pero no insistieron más. En su lugar, simplemente las observaron con una mezcla de curiosidad y duda.

  — Bueno… —dijo Hada finalmente, apoyándose en sus brazos—. De todas formas, fue muy arriesgado que estuviera tan cerca del bosque prohibido.

  — Sí… —Erik avanzando, sintiéndose aliviado de que el tema estuviera desviándose—. Deberíamos pensarlo mejor antes de acercarnos por esas zonas.

  El fuego chisporroteaba suavemente mientras algunas de las chicas seguían murmurando entre ellas, procesando todo lo que Erik y Mika habían contado.

  Erik exhaló largamente y pasó una mano por su cuello, sintiendo la tensión acumulada en sus músculos. Aunque el dolor ya no era tan intenso como cuando la bestia cayó sobre él, su cuerpo aún resentía el impacto.

  — Creo que por hoy ya es suficiente para mí —dijo con una leve sonrisa, poniéndose de pie con algo de esfuerzo—. Mi cuerpo sigue grabando el peso de ese bicho.

  Algunas se rieron con suavidad, pero Mika lo miró de reojo con preocupación.

  — Si te duele, deberías decirlo. No tiene sentido que finjas que estás bien —murmuró.

  — No es nada grave, solo necesito descansar —respondió él, alzando una ceja ante su tono serio.

  Mika lo observó de reojo, notando la rigidez en sus movimientos. Sabía que no admitiría si algo le dolía de verdad, así que cuando lo vio comenzar a alejarse hacia su caba?a, sin pensarlo demasiado, se puso de pie con la intención de seguirlo.

  — Voy contigo —dijo en voz baja, pero justo cuando dio un paso, Lera la tomó suavemente del brazo.

  — Mika… ?puedo dormir contigo esta noche? —preguntó con una sonrisa inocente, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y picardía.

  Mika la miró en silencio por un momento y luego suspir. Sabía lo que eso significaba.

  — Vas a hacer uno de tus experimentos olorosos otra vez, ?verdad?

  Lera rió entre dientes y asintió.

  — Solo quiero probar una mezcla nueva. No haré nada muy oloroso, lo prometo.

  Mika miró de nuevo hacia donde Erik se alejaba, dudando por un momento. Quería asegurarse de que llegara bien, pero también sabía que no quería que la vieran siguiéndolo como una sombra. Finalmente, soltó un leve resoplido y cruzó los brazos.

  — Está bien… pero te advierto, si terminas oliendo horrible como la ultima vez, mejor ni entres a mi caba?a. Duermes afuera.

  Algunas chicas que aún estaban cerca rieron ante la advertencia, mientras Lera levantaba las manos con una expresión de fingida ofensa.

  — ?Confiarás en mí algún día!

  — El día que hagas algo que no apeste, tal vez —respondió Mika con una leve sonrisa.

  Con eso, todas comenzaron a dispersarse hacia sus respectivas caba?as, el cansancio del día finalmente reclamando sus cuerpos. Mika lanzó una última mirada hacia la caba?a de Erik antes de irse a su caba?a y esperar que Lera no llegue apestosa por sus experimentos.

  Erik al llegar a su caba?a, puso la piel de la bestia afuera y detrás de su caba?a extendiéndola para que el aire de la noche la refrescara, que la llamo Jaboso por recordarle a dos esos animales, después entró a su caba?a con un suspiro. El cansancio pesaba sobre sus hombros, y ahora que estaba solo, podía sentirlo con más claridad.

  Al ver su ropa aún manchada con la sangre del Jaboso, frunció el ce?o. No quería ensuciar su cama, así que, sin pensarlo mucho, se despojó de ella, quedándose solo con su ropa interior. La dejó a un lado para lavarla mejor ma?ana.

  Se acercó a su cama, un colchón de lana que, aunque sencillo, era sorprendentemente cómodo. Al acostarse, sintió la suavidad bajo su cuerpo y dejó escapar un suspiro de alivio.

  Antes de dormir, tomó una de las mantas que Lera había fabricado con su tela mezclada. La textura era distinta a las pieles a las que estaba usando antes, más ligera y suave, pero aún así cálida. Se cubró con ella, disfrutando de la comodidad inesperada.

  Cerró los ojos y, casi al instante, el agotamiento lo venció, sumiéndolo en un sue?o profundo.

  Mientras tanto Mika estaba recostada en su cama solo cubierta por las mantas de tela, sus ropas nuevas estaban dobladas y colocadas cerca de su cama, estaba mirando el techo de su caba?a mientras la luz tenue de una vela de resina. Se sintió inquieta, incapaz de relajarse del todo.

  Sabía que Lera vendría en cuanto terminara sus experimentos, pero por ahora estaba sola. Y en esa soledad, sus pensamientos la llevaron de vuelta a la cacería… a Erik… y al sentimiento que ocasióno el beso que se dio.

  Se mordió el labio, recordando la sensación de sus labios contra los suyos. No había sido solo un roce; Había algo más, algo que había hecho que su piel se erizara y su corazón latiera con fuerza. Se llevó una mano al pecho, sintiendo el leve temblor que aún la recorría.

  — ?Por qué se sintió así? Nunca antes había experimentado algo parecido. Su cuerpo reaccionaba de una forma extra?a, como si un calor suave y desconocido se expandiera dentro de ella.

  Su respiración se hizo un poco más profunda mientras cerraba los ojos. La imagen de Erik, su mirada intensa, el calor de su cuerpo tan cerca del suyo…

  Mika se revolvió en su cama, molestando consigo misma. No entendía qué le pasaba, pero una parte de ella deseaba volver a sentirlo.

  Se cubrió el rostro con las manos, intentando calmarse.

  — Tonta… —susurró para sí misma, sintiéndose avergonzada.

  Y aún así, su corazón seguía latiendo con fuerza al recordar los besos y abrazos que se había dado.

  No era solo el beso en sí lo que la inquietaba, sino el hecho de que, en ese instante, había sido ella la que lo dio. Ahora que la calma de la noche se hacía presente, la culpa comenzaba a envolverla.

  — “ ?Por qué lo hice?” Pensó, aunque no lamentaba el beso en sí mismo, sino el hecho de que había sido ella quien dio ese paso, sin considerar lo que eso significaría para los demás.

  Sabía que no era solo ella la que sentía algo por Erik. Las miradas furtivas, las risas tímidas, las sonrisas que se intercambiaban cuando él no las veía. Todas ellas, cada una a su manera, había comenzado a sentirse atraída por él. Era imposible ignorarlo. — “Todas sentimos algo por él. No solo Lera, no solo yo... ?Qué van a pensar las demás cuando lo sepan? ?Lastimaré? No quiero ser la culpable de que se sienta n rechazadas. "

  Pensó en la distancia que había entre ellas y Erik, cómo sus sentimientos, aunque compartidos, parecían tan lejanos e inalcanzables. Era como si ella, sin querer, hubiera adelantado a los demás.

  — “ ?Debería haber esperado?” se preguntó, dándose vuelta en la cama con un suspiro. La culpa apretaba en su pecho. Sabía que no podía ocultarlo, pero tampoco quería que su impulso fuera visto como algo egoísta o como un rechazo hacia los demás.

  — “ No quiero que los demás piensen que lo hice porque... porque soy la única que se atrevió a acercarse primero.” Se sintió atrapada entre el deseo de ser honesto y el miedo de causar dolor a los demás .

  Respiró hondo, mirando el techo una vez más, y se dio cuenta de que, aunque su corazón seguía latente por lo que había ocurrido, su mente necesitaba encontrar la paz. — “Cuando Lera llegue, tengo que hablar con ella. No puedo seguir guardando esto. Los demás también lo sienten. No solo yo. Solo espero que, de alguna forma, lo entiendan. Que no cambie lo que somos.”

  Lera se encontró en su caba?a, rodeada de frascos y jarras con diferentes ingredientes. La resina que Erik había encontrado estaba en varios recipientes, y Lera estaba determinada a lograr que cambiara su densidad. Pensó en cómo los demás, al caminar descalzas sobre terrenos rocosos, sufrirían las consecuencias. Pero si podía hacer algo como las suelas de los zapatos de Erik, algo resistente pero flexible, podría ayudar a todas ellas.

  — “ Si esto sale bien, podríamos tener algo para proteger nuestros pies. Como los zapatos de Erik…” murmuró, mientras a?adía peque?as cantidades de aceites y otros líquidos que había recolectado. Al principio, la mezcla parecía ir bien, pero pronto, al agregar más sustancias, los aromas empezaron a volverse tan intensos que Lera tuvo que apartarse un poco, frunciendo el ce?o.

  Primero fue el dulce y terroso olor de la resina mezclada con el aceite, pero cuando le agregó un poco de más líquidos, los vapores comenzaron a mezclarse, creando una nube espesa de olores tan penetrantes que Lera no pudo evitar sentir un mareo creciente. La mezcla se espeso, liberando un aroma tan fuerte que la caba?a parecía volverse un espacio peque?o y asfixiante. Los olores se sintieron como si le quemaran las fosas nasales, llenando cada rincón y haciéndole girar la cabeza.

  — “ ?No puedo soportarlo más!” Pensó, cubriendo la nariz con el brazo. El mareo aumentaba, y varios recipientes seguían suaves y más líquidas, pero ya no podía concentrarse. Con el corazón acelerado y la sensación de pesadez en el pecho, se apartó de la mesa rápidamente, corriendo hacia la entrada con dificultad, en busca de algo de aire fresco.

  — “ Debería dejarlo por ahora . El aire de la caba?a está cargado… y no creo que pueda soportar mucho más.” Sin fuerzas para seguir

  Lera salió de su caba?a tambaleándose, aún mareada por los fuertes olores que había creado al mezclar la resina. El aire fresco del exterior no era suficiente para despejar la sensación de pesadez en su cabeza. Mientras caminaba hacia la caba?a de Mika, su mente comenzaba a despejarse lentamente, aunque el mareo persistía.

  Cuando llegó a la entrada de la caba?a, de repente recordó algo que Mika le había dicho. — “Si llegas apestosa, mejor no entres…” Pensó en las palabras de Mika con una sonrisa tonta en los labios, pero al mismo tiempo se detuvo. Fue entonces cuando, al olfatearse de manera inconsciente, se dio cuenta de que el olor de las mezclas de las resinas y los aceites, había quedado atrapado en sus ropas.

  —“ ?Vaya… sí que huele!” Lera pensó, tapándose la nariz. No quería que Mika tuviera que soportar el olor y mucho menos que se sintiera incómoda por su presencia. Decidió que lo mejor era quitarse la ropa antes de entrar.

  Lera comenzó a despojarse de sus ropas. Mientras las dejaba caer sobre el suelo, el alivio de desprenderse de los olores intensos se sintió inmediato. Con toda su ropa cerca de la entrada de la caba?a, respirando profundamente para despejarse un poco más antes de entrar.

  — “ Bueno, ya no hay vuelta atrás”. Susurró, y luego de unos segundos, se levantó y entró cuidadosamente, sin hacer ruido, para no despertar a Mika.

  Al entrar, el frescor de la caba?a la envolvió de inmediato, y con una sonrisa tímida, se acostó sobre la cama y se tapo con la manta de tela. El ambiente allí dentro era reconfortante y acogedor, y la suavidad del aire la hacía sentirse mucho más tranquila.

  —“ Tal vez ma?ana sea un mejor día para probar nuevas mezclas nuevamente…” pensó antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el sue?o, mientras las preocupaciones del día comenzaban a desvanecerse.

  El sol comenzaba a alzarse lentamente sobre la aldea, iluminando las caba?as y los senderos con su luz dorada. Becca, Hada y Suri estaban sentadas cerca de la fogata apagada, disfrutando del aire fresco de la ma?ana mientras conversaban sobre los quehaceres del día.

  — “ Anoche, lograron oler algo”, comentó Becca. — “Esta vez no pude oler nada como antes, y eso que mi caba?a no está a tan lejos de la de Lera.”

  Hada soltó una risa. — “Yo también. Supongo que esta vez no fue tan grave como antes .”

  Suri se acercó con un leve gesto, aunque parecía distraída.

  Becca miró alrededor y notó la ausencia de Mika y Lera. — “Hablando de eso, ?Dónde están esas dos?”.

  Hada se encogió de hombros, apoyando la barbilla en su mano. — “Seguro se quedaron hablando hasta tarde y terminaron durmiéndose.”

  Justo en ese momento, Mika apareció caminando hacia ellas, estirando los brazos con evidente cansancio. Sus ojos aún reflejaban algo de sue?o, y su cabello corto estaba un poco despeinado.

  —“ Ah, ahí está Mika ” , se?aló Becca. Cuando la chica se acercó lo suficiente.

  La había mirado con curiosidad.

  —“ ?Y Lera? Pensamos que seguían durmiendo juntas. "

  Mika frunció ligeramente el ce?o y suspir. —“ No lo sé. La esperé anoche, pero nunca llegó. Me quedé dormida pensando que llegaría después.”

  Las tres se miraron entre sí con extra?eza.

  —“ ? Entonces dónde pasó la noche? ” Preguntó Suri.

  Hada cruzó los brazos. —“ Si anoche estaba en su caba?a con sus experimentos con la resina, y Mika no la vio después… ?será que se quedó dormida ahí? "

  Becca suspiro. —“ Seguro aparece en cualquier momento. "

  Suri, quien hasta ese momento había permanecido pensativa, se puso de pie de repente. —“ Voy a ver cómo está Erik. Anoche n ecesita ba descansar bien para recuperarse. "

  Becca y Hada asintieron, y Mika, aún algo confundida por la ausencia de Lera, decidió acompa?arlas.

  —“ Vamos todas ” , dijo Becca, levantándose también.

  Hada alarmantemente y se puso de pie, sacudiéndose las manos. —“ Sí, además, así nos aseguramos de que Mika no se duerma parada.”

  Mika bufó, pero no discutió.

  Las cuatro comenzaron a caminar juntas hacia la caba?a de Erik, con la duda de dónde estaría Lera todavía flotando en sus mentes.

  A medida que se acercaban a la caba?a, algo en el suelo llamó la atención de Hada.

  —“ Oigan… ?eso no es la ropa de Lera? "

  Las chicas se detuvieron al ver el montón de prendas cerca de la entrada.

  —“ ?Por qué estaría aquí su ropa? —murmuró Becca, frunciendo el ce?o.

  Con cierta inquietud, Mika entró suavemente por la puerta y todos entraron con cautela, sin saber qué esperar.

  Lo que vieron dentro las dejaron completamente en shock.

  Lera estaba dormida junto a Erik en la cama, cubiertos solo por una manta de tela. Con su ropa afuera de la caba?a, lo que dejaba claro que debajo de la manta ella estaba completamente desnuda. Erik también estaba debajo de la misma.

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