Pyra tenía unas manchas rojas y peque?as en su piel. No sé si llegaban a ser granos, porque bajo los árboles no había mucha iluminación, pero era extra?o que tuviera algo así, ya que hasta hace unas horas ella estaba normal.
"?Y esas marcas en tu piel de qué son?" Pregunté, se?alando con la cabeza.
?Estará enfermando de repente? ?Será algún tipo de alergia?
"Tch... Es solo algo pasajero", murmuró, sin mirarme.
"No es nada grave, humano entrometido".
"?No es nada grave? ?En serio? ?Y por qué te pasó eso?"
Ella estaba a punto de responder cuando de repente hizo un salto hacia delante luego de mirar hacia arriba.
"?Ayyy!"
Parecía haber esquivado una gota de agua que había caído de una de las hojas.
Ese simple gesto ya me dejaba claro que la lluvia, o específicamente el agua, le hacía mal. Seguramente no iba a morir ni nada, pero claramente le molestaba más de lo que quería admitir.
"Pyra".
"?S-Sí...?"
"El agua te hace mal, ?no?"
Ella parpadeó un par de veces. Su mirada se encontró con la mía por un instante, antes de volver a desviar la vista con incomodidad.
"Supongo que eso es un sí".
"?Claro que no!"
"Pyra, no hace falta que te hagas la fuerte conmigo. No soy de esos que se burlan de las debilidades ajenas.
En realidad, no suelo burlarme de nadie, a no ser que se burlen primero de mí o que estemos en mucha confianza".
"No es… eso", dijo en voz baja.
"Es solo que… el agua es mala conmigo".
?Cómo carajos hacía para ba?arse entonces?
"Debe ser por tu magia, o por tu cuerpo caliente, que no resiste el contacto con el agua".
"?P-Pero eso no me hace más débil!"
"?Acaso yo dije eso? Todos tenemos debilidades, Pyra. Yo tampoco soy invencible".
Ella se quedó en silencio, tal vez un poco asustada, mirando hacia arriba y hacia los costados. La lluvia seguía cayendo, y yo no quería que siguiera mojándose, así que me puse a buscar materiales rápido. Primero arranqué un trozo de madera del tronco de un árbol, luego arranqué un par de hojas grandes.
"?Qué haces?"
"Fabricando una cosa que se llama paraguas", respondí sin pausa, concentrándome en moldear la madera con mi magia para que adoptara la forma de un mango y un soporte que rodeara toda la circunferencia superior con uniones hacia el medio. Después usé más magia para fijar las hojas en la parte superior, entre la madera, para crear algo que al menos sirviera para cubrirnos de la lluvia.
Levanté mi creación con satisfacción y la puse arriba de mi cabeza, aunque la vegetación me impedía un poco moverla con libertad.
"Listo, algo improvisado que nos puede funcionar".
Pyra observó el paraguas con una expresión de sorpresa que trató de disimular rápido con una pregunta en tono serio.
"?Qué es un paraguas?"
"Es esto que acabo de hacer. Sirve para protegernos de la lluvia".
Pyra se cruzó de brazos, todavía con sus ojos alertas.
"Hmpf… Supongo que no está tan mal tu magia".
"?Te gusta mi magia?"
"No te pases de listo, humano entrometido. Solo me refería a que es útil en algunas cosas, nada más".
"Ya veo..."
Empecé a caminar hacia la playa.
"Vamos, tenemos que ir con los demás".
"?Con los demás...?"
Noté que empezó a correr detrás de mí.
"?O-Oye! ?Espérame!"
Al salir de nuevo al exterior, puse el paraguas arriba de nosotros, aunque no sé si ella estaba captando su utilidad, porque a los pocos minutos empezó a susurrar cosas y a fruncir el ce?o.
"Deja de chocarme con tu brazo", dijo finalmente.
"?Chocarte? Estoy caminando normal a tu lado".
"No voy a permitir que un humano me toque", insistió, alejándose apenas unos centímetros, lo justo para que al salir del área cubierta por el paraguas su top rojo se mojara en la parte del hombro.
Obviamente, volvió a su posición anterior al instante, actuando como si no hubiera pasado nada.
"Si me alejo más, te vas a mojar, como acaba de pasar ahora".
"?Yo no me mojé!"
"?En serio?"
"S-Sí..."
"Entonces, si no te mojaste, podés alejarte vos misma, así no te toco sin querer".
"?Ah, pero qué listo! ?Pues entonces no sería mejor que movieras más esta cosa de mi lado?"
La miré de reojo, incrédulo.
"?Ah, sí? ?Y yo qué? ?Me mojo yo ahora?"
"?Eres tú quien hizo esta cosa!"
"Te dije que se llama paraguas... ?Y te lo estoy compartiendo!"
Ambos nos detuvimos un momento, mirándonos con el ce?o fruncido. La lluvia seguía golpeando el suelo a nuestro alrededor, y en el fondo el sonido del mar acompa?aba nuestra discusión absurda.
"Bah... Qué tontería todo esto".
?Cómo habrá hecho la loca esta con el agua del tsunami? Me la imagino saltando los charcos y todo.
Por cierto, su cuerpo estaba emanando calor. No quiero preguntarle ahora eso, aunque es algo extra?o que suceda si no usó magia hace poco.
Creo que era hora de hablar de lo importante.
"Pyra, ?qué pasó con el cuerpo del Rey Demonio?"
Si me dice que no lo encontró, me muero.
Ella giró su rostro hacia mí, apenas levantando el mentón con arrogancia contenida.
"Lo quemé", dijo con frialdad, como si fuera algo sin importancia.
"?Lo incineraste por completo?" Repetí, sorprendido.
"?Que lo quemé!"
"?Pero si es lo mismo!"
"?Ay, qué raro hablas!
?Y para qué preguntas algo que es obvio?"
"Solo para... saber".
"Obvio que lo quemé. No iba a dejar que su presencia hiciera más da?o a esta isla", agregó, como si la sola mención del cadáver le diera asco.
"Además, no quedaba nada que valiera la pena conservar".
"Básicamente, lo hiciste porque yo te lo dije, porque la primera vez pasaste de largo".
Ella chasqueó la lengua.
"Solo tuviste una buena idea, nada más que eso".
Al menos sigue reconociendo las cosas buenas que hacen los demás. Eso es bueno.
"Supongo que… gracias por encargarte de eso", dije, sincero, mientras seguíamos caminando.
"De nada".
Por dentro, mi mente estaba pensando en lo que sucedió antes. ?Qué carajos era esa cosa con la que peleé?
Me dio un peque?o mareo al recordar los ojos vacíos, el aura antinatural y esa sensación sofocante que me apretaba el pecho cada vez que se acercaba. Si el verdadero cuerpo del Rey Demonio había sido destruido por Pyra, entonces… ?Cómo era posible que existiera un clon tan perfecto por fuera, pero vacío por dentro?
Yo ya no entiendo nada. Lo único que quiero es que ya no aparezca ningún cadáver en vida, ni del minotauro, ni del hombre pájaro, ni de nadie que sea malvado. Solo quiero paz y seguir creando cosas que ayuden a avanzar este mundo.
La voz de Pyra interrumpió mis pensamientos.
"Deja de chocarme con el brazo. ?Cuántas veces tengo que repetírtelo?"
Parpadeé, desconectado por un segundo de la conversación.
"?Eh?"
"?Te dije que no me toques, humano entrometido!"
Se alejó de nuevo, solo para que su cabeza rozara el borde del paraguas y se empapara al instante. Su expresión cambió a una mezcla de molestia y frustración mientras regresaba a su posición original bajo el refugio.
"Si no te acercás a mí, te vas a mojar, Pyra", expliqué con calma.
"Además, no estoy tocándote. Solo camino normal, el espacio es reducido, ?qué esperabas? Tenés cada arranque más raro vos".
"??Podrías hablar normal por solo un momento?!"
"No. Yo hablo así y punto. Es como si yo te dijera que ya no grites tanto. ?Lo vas a hacer solo porque yo te lo digo? Obviamente que no".
Era un poco entretenido verla intentar mantener su dignidad mientras la lluvia le acechaba desde cada gota que se escapaba del borde del paraguas.
"Si no fueras tan tonto, habrías creado dos paraguas y no hubiera tenido que gritar, ?sabes? Es tu culpa que yo grite".
Empezó a caminar cruzada de brazos. El gesto le hizo parecer una ni?a malcriada, aunque seguramente ya tenía sus varios a?os viviendo.
Y... es interesante que haya pensado en esa solución.
"Es cierto, pero así es más divertido... Solo quería... despejar la mente de algunas cosas".
?Acaso seguía refugiándome en Pyra para cambiar el chip? ?Para hacer de cuenta que todo a mi alrededor no era un caos?
Ella no contestó.
El sonido de la lluvia golpeando las hojas era un murmullo constante, como un concierto musical de fondo que no tenía intención de detenerse. Cada gota parecía arrastrar conmigo un poco del peso que se me había ido acumulando desde que todo esto comenzó.
Pyra caminaba a mi lado, pero sus pasos ahora eran más suaves, menos tensos. El silencio entre nosotros empezó a sentirse menos como una guerra y más como una tregua.
De repente, su tono cambió, apenas un susurro que contrastaba con su usual agresividad.
"?Por qué viniste a este lado de la isla, Luciano?"
?Es esta la primera vez que me llama por mi nombre?
No pude evitar suspirar. Iba a contárselo.
"Porque salí a buscarte y me terminé encontrando y peleando con alguien. Alguien que ya no debería existir".
Ella giró levemente el rostro, sin detenerse, pero claramente interesada.
"?Alguien como quién?"
Ya veo... No escuchó mis gritos.
"Era como el Rey Demonio. Un reflejo perfecto, como si estuviera… vivo otra vez".
Las palabras me salieron cada una pesando más de lo que debía.
"Pero no era él. No podía ser él. No después de que yo lo matara y vos… lo quemaras".
Su expresión se endureció por un instante, pero esta vez no por enojo.
"?Estás seguro?"
"Sí".
"No entiendo muy bien lo que quieres decir... ?Acaso volviste a luchar contra el Rey Demonio? ?Y también ganaste? No tiene sentido, si ya sabemos que lo matamos".
"Eso es justamente lo que no entiendo, porque el que acabo de vencer estaba vacío por dentro, Pyra. Vacío. Y eso es lo que no puedo entender".
"No sé... No parece ser algo que pueda suceder".
"Podés ir vos misma al lugar y fijarte si no es cierto que estuve luchando contra alguien".
Ella ahora me miraba de reojo.
"Luciano, tú en serio no mientes, ?verdad? Quiero decir... ?No eres un humano mentiroso?"
No sé por qué, pero me dio la sensación de que había un segundo significado en su pregunta.
"No. O sea, no me considero mentiroso, pero tampoco puedo negar que cada uno tiene sus secretos que no quiere contar, y eso no me parece mal, siempre y cuando no interfiera en la vida de otra persona".
"?Entonces es verdad lo que dijiste del Rey Demonio?"
"?No era que no me creías?"
"Solo responde y ya".
"No miento, en serio. De alguna manera apareció ante mí para atacarme, pero cuando lo vencí, noté que su cuerpo estaba vacío por dentro y luego desapareció. Así como te lo digo, desapareció sin dejar rastro".
Pyra me observó con una expresión que no esperaba de ella: neutral, sin rastro de burla o irritación. Solo una mirada directa.
"Está bien, te creeré... por ahora", murmuró, como si sus palabras estuvieran ba?adas en cierta duda.
"Vamos a tener que tener mucho cuidado si vuelve a suceder algo así".
"Sí..."
Seguimos caminando, con el sonido de las olas chocando contra la arena a nuestra izquierda. La lluvia no había cesado, pero bajo el paraguas improvisado que sostenía, solo algunas gotas se filtraban en los bordes, golpeando mi hombro ocasionalmente, porque ahora lo había movido un poco más hacia Pyra.
The tale has been taken without authorization; if you see it on Amazon, report the incident.
Bajé la mirada por un instante. La arena húmeda había quedado marcada por la suela de madera de mis ojotas en el camino de ida, y fue entonces cuando me di cuenta de una cosa: Pyra iba descalza, como siempre, pero el ver sus pies hundiéndose ligeramente en la arena mojada me hizo preguntarme algo absurdo: ?no le hacía da?o la humedad y las peque?as gotas del suelo? Después de todo, había dicho que el agua le hace mal… Aunque ella no parecía ni un poco incómoda al caminar.
Mis ojos se quedaron fijos en sus pies por un rato más de lo necesario. Realmente su cuerpo estaba tan bien delineado que me hacía acordar demasiado a Sariah.
"?Qué tanto miras mis pies, humano?"
"?Te molesta que te mire?"
Me dio un peque?o golpecito con su pie contra mi tobillo.
"Solo responde y ya".
Así que también agrede físicamente, ?eh? Bueno, mientras no sea tan fuerte, no me molesta.
"No es lo que pensás. Solo estaba pensando en si el agua del suelo no te haría mal. Estás descalza y la arena está mojada. No sé, por algún motivo me pareció raro que no te duela o algo así".
Ella se quedó en silencio por un momento, como si la pregunta la hubiera tomado por sorpresa.
"Siempre ha sido así. Nunca supe por qué, pero el agua nunca me hizo da?o en la parte de abajo de los pies".
Me arriesgué a mirarla de reojo. Parecía sincera, aunque con Pyra nunca se podía estar completamente seguro.
"De la parte de abajo de los pies te sale lava cuando usás magia. Al menos la otra vez pasó eso, y yo pienso que ese podría ser el motivo por el que no sufrís dolor ahí".
"?Eso no va a volver a pasarme! Solo fue un error de mi magia, ?sí? Yo no voy... volver a... lava".
"?Eh?"
"?Entrometido!"
Definitivamente está loquita esta mujer. Por ser una creación de Sariah, seguro que le debe haber faltado un poco de afecto maternal.
Pasaron unos segundos hasta que sus ojos se desviaron rápidamente hacia mis pies. Se ve que estaba buscando algo con qué vengarse.
"Ahora que lo pienso… ?Y tú? ?Por qué no tienes u?as en los pies?"
Uy... Justo pregunta eso después de la conversación de antes, donde dejé en claro que no era un mentiroso... Y ahí estaba, a punto de hacerlo.
"No es... gran cosa", murmuré, forzando una sonrisa casual.
"Las perdí en la pelea contra los hombres pájaro. Fue un enfrentamiento complicado y, bueno, no salí del todo ileso".
Ella se detuvo, lo que me hizo detenerme a mí también, con los ojos abiertos bien grandes. Sus ojos eran demasiado rojos como para no quedarse observándolos con detenimiento.
"?Tú… los venciste? ?A todos? ?Y a él también?"
"Sí", mentí con el peso de la culpa apretándome el pecho, pero la mentira salió con sorprendente facilidad.
"Fue difícil, pero Mirella y Aya estaban ahí, así que lo hicimos en equipo... Bueno, realmente Mirella se encargó de matarlos a casi todos".
Por un momento, su expresión se quedó congelada. Sus labios estaban entreabiertos, y tenía esa mirada que no estaba llena de desprecio ni arrogancia, sino de… ?Respeto? Algo raro viniendo de ella, aunque hizo una expresión similar cuando le dije que había matado al Rey Demonio.
"Vaya..."
Bajó la mirada.
"Supongo que no eres tan débil como pensé".
Sinceramente, no supe cómo sentirme al respecto. Aun así, no puedo decirle la verdad de todo esto, de Sariah y las reencarnaciones.
"Mis compa?eras tampoco son débiles".
Volvimos a caminar.
"?Sabes…?" Comencé diciendo, rompiendo el silencio que había quedado tras su supuesta muestra de respeto.
"No sos tan insoportable como pensé al principio. De hecho, sos una persona bastante peculiar, que solo necesita entender mejor a los demás y a sí misma".
"?Eso que dices se supone que es algo bueno, humano?"
?Y ahora me dice humano de nuevo!
"Puede ser que así sea.
Lo que intento decir es que podríamos ser amigos".
"?Amigos?" Repitió la palabra como si fuera un concepto ajeno, como si no pudiera creer que alguien pudiera sugerir algo así con sinceridad.
"?Otra vez con eso?"
"Sí, amigos. Digo, no me parece que seas mala persona… Solo sos medio complicada".
Me encogí de hombros, tratando de mantener la naturalidad.
"Y bueno, me caés bien. A tu manera rara y violenta, claro".
Por un momento, pensé que me iba a prender fuego con su magia, pero en vez de eso, soltó un peque?o resoplido.
"Haz lo que quieras. No me interesan esas cosas".
Una peque?a sonrisa se dibujó en mi rostro. Puede que para cualquier otro esas palabras hubieran sonado despectivas, pero viniendo de Pyra, era casi lo más cercano a un 'sí' sincero que iba a obtener.
"Bueno, gracias por aceptar mi amistad".
Ella chasqueó la lengua... ?Cuántas veces iba a hacerlo en una conversación?
"Entonces, como buenos amigos…"
Me incliné un poco hacia ella para que me prestara atención, bajando la voz.
"?Podrías mantener en secreto lo que te conté recién? Lo del Rey Demonio que me encontré".
Al menos logré que me mirara.
"?Estás bromeando? Eso es peligroso. Los demás deberían saberlo; podrían estar en riesgo".
Sabía que diría eso. Después de todo, ella se autoproclamó la guardiana de esta isla, y seguro que en el fondo le preocupa mucho que alguien salga lastimado.
"Yo confío en que no volverá a aparecer algo así. En todo caso, parece que solo me buscaba a mí.
Y siendo sinceros, no creo que haga falta alarmar a todos ahora. Bastante han pasado últimamente como para que tengan que cargar con otro problema más".
“?Y si sí vuelve a pasar? ?Qué harás entonces, confiarás en que mágicamente desaparecerá otra vez?”
"No va a pasar".
"?Y cómo puedes estar tan seguro?"
"Tengo una teoría", comencé respondiendo, viendo que ya nos faltaba poco para llegar.
"Si alguien mandó a esa cosa, seguro que decidió que el Rey Demonio era la opción más fuerte para matarme, y viendo que yo lo derroté tan rápido. Seguro que pasará bastante tiempo hasta que consiga a alguien mejor".
Ella entrecerró los ojos, claramente no convencida, pero antes de que pudiera abrir la boca, solté mi carta maestra.
“Además… si llegás a decir algo…”
Me incliné un poco más cerca, bajando la voz hasta convertirla en un susurro casi cómplice.
"Le diré a todos que tuve que salvarte de la malvada agua de lluvia”.
Su rostro se quedó congelado en una expresión de puro desconcierto. Pero en lugar de explotar en furia, soltó un gru?ido casi imperceptible.
“?Te atreves a amenazarme con eso?”
“?Amenazar? Yo prefiero verlo como un trato justo entre amigos”.
Ella me fulminó con la mirada, pero sus mejillas, para mi sorpresa, se ti?eron de un leve rojo más intenso que sus ojos y giró su cabeza hacia el otro lado.
“?Amigos? Para mí más bien eres... despreciable”.
“Y, sin embargo, seguís caminando a mi lado”.
No hubo respuesta de su parte, solo levantó los hombros.
El viento cambió de dirección, trayendo consigo el aroma del mar. Por un momento, me pregunté si este extra?o momento de paz entre nosotros dos duraría mucho más. Con las cosas que habían estado sucediendo últimamente, era cuestión de tiempo antes de que la calma se rompiera otra vez.
Al fondo ya se veían mis padres y Aya; parecían estar recogiendo el desastre que había dejado el tsunami contra nuestra casa, llevando trozos de madera del bosque hacia un punto central. Trabajaban a pesar de estar mojándose. Aunque bueno, la lluvia ya solo eran simples gotitas que caían dispersas por el lugar. Solo le estaba haciendo el aguante a Pyra para que no se mojara.
"Yo me voy aquí", dijo ella de repente, deteniéndose y acomodándose hacia atrás un mechón de pelo que se le había quedado encajado entre los cuernos.
Yo también me tuve que detener.
"?Pero no vas a conocer a mi familia y amigos?"
Pyra me dio la espalda.
"Será... en otra ocasión".
Al menos no dijo que no lo haría.
"Bueno, está bien. Si creés que todavía no es el momento para hacerlo, no voy a meterme en eso. Además... no todos están de ánimos como para estar conversando con una nueva persona".
"Solo cuídate, ?sí?"
Sin mirar atrás, caminó a paso rápido la poca distancia que nos separaba del bosque.
"?Esperá, Pyra!" Grité, acercándome hacia ella bajo los árboles.
Ella se giró y yo aproveché para extender el brazo, ofreciéndole el paraguas que todavía sostenía en mi mano derecha. La parte superior estaba empapada, pero aún podía protegerla de las gotas traicioneras que seguían cayendo desde las hojas.
"Tomá, mejor quedátelo vos".
"Era obvio que ibas a dármelo", murmuró, casi como si me estuviera desafiando.
Sus dedos delgados tomaron el mango del paraguas con delicadeza, como si no quisiera admitir que le agradaba el gesto.
"?Y por qué te preocupa tanto si me mojo o no?"
?En serio me preguntaba eso luego de estar como media hora cuidándola con un paraguas?
"Porque somos gente que se cuida entre sí".
A todo esto, ella ya no tenía las marcas rojas en la piel.
"Bueno, supongo que eso es bueno, pero no necesito de tu ayuda todo el tiempo".
"Espero que te sirva. Yo me voy también; espero que nos veamos pronto".
Si le decía algo más, iba a alargar la conversación innecesariamente.
Ahora solo quedaba comer un poco, separar las maderas para que más tarde se secaran al sol y, a la noche, contarles mi plan de escape.
***
Estábamos todos sentados sobre la piedra de la base de la casa, alrededor de la fogata que habíamos encendido hace unos minutos. A pesar de que ya habíamos comenzado a comer, casi ninguno de nosotros cruzó palabras, solo alguna que otra frase corta sobre si ya estaban cocinados los pescados o si alguien necesitaba ayuda en algo.
Ante tal escenario, ni siquiera me dieron ganas de armar una mesa y sillas improvisadas; simplemente estábamos viviendo como lo hacíamos en mis primeros a?os de vida en este mundo.
Qué feo...
Todos lo sentíamos. Sentíamos esa soledad de no tener a nuestro lado a alguien en nuestras tareas diarias, y a todos nos dolía darnos cuenta de que ella ya no volvería, y tal vez Tarún tampoco quisiera saber nada de nosotros.
Y, sin embargo, nadie dijo nada al respecto, nos lo guardamos para nosotros mismos, con las cabezas gachas y las miradas perdidas.
Si había una buena noticia en todo esto, era que la cantidad de comida que teníamos era bastante grande. Diría que hay frutas y carne como para una semana entera o más. Nos ayudó mucho que hayan encontrado un árbol de na?as tirado sobre el suelo, uno que se ve que no habíamos encontrado antes.
Y con respecto a Fufi, Mirella me dijo que toda su familia se había escondido en la cima de un árbol gordo de la selva. Tiene sentido, porque recuerdo que uno de los huevos de esos animales lo encontró Mirella hace mucho tiempo en la copa de un árbol.
A mi izquierda tenía justamente a Mirella, que me miraba atentamente mientras comía, y a mi derecha estaba Rundia, que no había comido ni un cuarto del pescado, y eso que era peque?o.
?Estaba bien si les decía también lo de la maldición? ?O era demasiado sumarles otro problema más?
Por lo pronto, nadie se dio cuenta. Debe ser porque me hice hace poco este nuevo corte de pelo.
"Oigan..." Dije de repente, y creo que solo Aya y Lucía me miraron, aparte del hada.
"Quería saber si tenían ganas de que les explicara mejor lo que les dije, lo de salir de esta isla".
El silencio que reinaba alrededor de la fogata se sintió aún más pesado cuando todos levantaron la cabeza para mirarme.
Fue Lucía quien rompió el hielo primero; sabía que solo lo hacía para ayudarme a avanzar en la conversación.
"?En serio? ?De verdad podemos, hermano mayor?"
Terminé de tragar el último bocado de mi pescado antes de responder.
"Sí, podemos".
"A ver, cuéntanos".
"?Cómo lo haremos, exactamente?" A?adió Aya.
"El agua debe ser demasiado grande como para cruzarla así como así".
Mierda, recordé que no hablé con Aya con respecto a su miedo al agua... Aunque no noté nada raro en ella desde que salimos de la cueva, y eso que estamos en la playa, al lado del vasto océano. Sumado a eso, acaba de hacer un comentario de lo más normal, como si antes no hubiera pasado ni dicho nada.
"Justamente vos vas a ser la que nos ayudará a lograrlo, Aya", me arriesgué a responder.
"?En serio? ?Y cómo puedo ayudarte yo en eso?"
"Tu magia es de hacer barreras, ?no? Bueno, yo me di cuenta de que cada vez las hacés más potentes y claramente pueden soportar varias cosas por encima de ellas si es que las ponés acostadas, por decirlo de alguna manera".
"?Como cuándo...?"
No pudo terminar la pregunta y agachó la cabeza.
"Sí... Aunque no quiero que..."
"Perdón, no quiero hablar de eso ahora", dijo de repente, cortando mis palabras y girándose hacia el lado opuesto a la fogata.
"Uhm..."
El crepitar de la fogata ahora parecía más fuerte, llenando el vacío de las palabras no dichas, las heridas que seguían abiertas y que nos dolerían por toda la eternidad.
Entendí que no debía presionarla. No ahora. No después de todo lo que había pasado.
Aya me había preguntado si ahora íbamos a poder vivir una vida normal, aunque claramente se nota que nada va a ser como antes.
Suspiré, dejando que el aire escapara de mis pulmones con un dejo de frustración que intenté disimular.
"Bueno... podemos dejar esta charla para más adelante. No tiene sentido planificar si no estamos listos".
"Está bien, Luciano", dijo Mirella.
Nadie más respondió.
Luego de darle varias vueltas a todo esto, decidí que necesitábamos un lugar mejor para dormir, porque la idea de pasar una noche en nuestra anterior cueva me resultaba insoportable; era como un recordatorio constante de todo lo que habíamos perdido.
Apagué la fogata a los pisotones y apoyé mis manos en el suelo, comenzando a extraer piedra para formar paredes a nuestro alrededor.
Antes de que pudiera terminar, Rundia se acercó a mí.
"Hijo, ?no vamos a dormir en la cueva?"
"No, mamá. Esta es nuestra casa, y decidí que no voy a renunciar a ella, no hasta que nos vayamos de la isla".
"Está bien, solo que no quiero que te presiones mucho con todo esto. No hace falta que intentes hacer todo por tu cuenta".
"No te preocupes, mamá, me siento bien".
Sin mediar más palabras, terminé de moldear la habitación cuadrada con tres ventanas y un marco de puerta. Claramente no era un hogar, pero al menos nos protegería del viento fresco de la noche y una nueva posible lluvia.
Ni siquiera me hizo falta decirle a Mirella que pusiera una bola de luz, porque lo hizo al instante.
"?Ya vuelvo, traeré hojas grandes para todos!" Gritó Mirella, saliendo volando por una de las ventanas, sin darnos tiempo a responder.
Mi mirada se desvió hacia Aya, que ya se había sentado en una de las esquinas, con la cabeza gacha y sus orejas blancas casi caídas por completo hacia delante, como si llevaran el peso de toda la culpa del mundo.
Me acerqué despacio y me senté a su lado. No dije nada al principio, solo dejé que el silencio se acomodara un poco entre nosotros.
Finalmente, hablé en voz baja.
"?Sabés qué creo, Aya? Creo que está bien lamentarse, pero no eras la única que pudo haber hecho algo más. Yo también estuve ahí, y tampoco llegué a tiempo... Creo que ya te había dicho algo similar".
Ella apretó las manos con fuerza sobre la tela baja de su yukata.
"Yo... debí haberlo hecho mejor. Para eso tengo este poder, Luciano. Para protegerlos".
"Y aun así, no podés protegernos de todo, porque nadie es perfecto en esta vida.
Sé que es raro que te lo diga un ni?o, pero aprendí que la vida es así, injusta y cruel a veces".
Hice una pausa, acomodándome un poquito más cerca de ella, hasta chocar de costado nuestros brazos.
"Ahora, si dejás que esto te detenga, si dejás que la memoria de Anya se convierta en una pesadilla en lugar de una razón para seguir adelante... entonces realmente habremos perdido más de lo que creemos".
"?Y eso qué significa?"
"Que nos levantaremos y seremos más fuertes por ella, y también por nosotros, porque no podemos permitir que algo así vuelva a suceder".
No respondió, solo se quedó mirando sus piernas estiradas.
Lentamente, apoyé mi cabeza en su hombro. No había nada más que decir. A veces, simplemente estar ahí era suficiente.
Pasados unos segundos en esa posición, el cansancio me golpeó con fuerza, haciéndome sentir como si mi cuerpo se hundiera en la tristeza y todos los sentimientos que había intentado contener durante todo el día. Mis párpados empezaron a ceder poco a poco.
Justo cuando estaba a punto de quedarme dormido por completo, una voz aguda rompió la paz.
"?Ya te olvidaste de mí tan rápido?"
Parpadeé, aturdido, mientras Mirella flotaba delante de nosotros.
"No es eso…" Murmuré.
Mirella bajó su vuelo lentamente hasta posarse justo frente a mí. Al bajar la vista, pude ver que había varias hojas grandes esparcidas por el suelo.
"Entonces, ?qué es?"
"Solo tenía sue?o, nada más".
"?Ah, sí?"
En un movimiento rápido y decidido, se acomodó entre nosotros dos, apoyando su cabeza entre medio de nuestros brazos.
"Bueno, entonces no te voy a dejar solo. No esta noche".
"?Y qué noche me has dejado solo?"
"No lo sé..."
"La verdad es que preferiría dormir sobre el suelo..."
***
Abrí los ojos con pesadez, y lo primero que noté fue el brillo de la luz mágica de Mirella flotando cerca del techo improvisado. La piedra que había moldeado anoche seguía allí, intacta, como una promesa silenciosa de refugio. Pero lo que realmente me sorprendió fue la calidez que me rodeaba.
Las hojas grandes que Mirella había recogido estaban perfectamente distribuidas bajo nuestros cuerpos, formando una especie de nido. Y allí, en ese peque?o refugio, todos se habían acercado mientras dormía. Lucía estaba abrazada a mi costado, con su carita tranquila apoyada en mi brazo. Incluso las gemelas y mis padres estaban cerca, compartiendo el mismo calor que el resto.
Me quedé así, inmóvil, durante largos minutos, observándolos a todos. Cada respiración, cada movimiento leve en medio del sue?o, me recordaba por qué seguía adelante.
Al mismo tiempo, no podía ignorar la ausencia que se sentía como un agujero en medio de la habitación; faltaban Anya y Tarún.
Ella… había desaparecido para siempre, arrebatada por un destino que ninguno de nosotros pudo evitar. él... bueno, su partida fue una decisión consciente, pero igual de dolorosa. El hecho de que Tarún decidiera quedarse con su padre debía de ser lógico desde su punto de vista, pero no desde el mío. Era otro vacío, otra voz que ya no estaría junto a la fogata.
Con cuidado, para no despertar a ninguno, me levanté y salí en silencio afuera. El sol recién comenzaba a salir, aunque el clima parecía seguir nublado.
"Mierda, al final me dormí sentado y ahora me duele la espalda y el cuello..."
Me paré en la arena húmeda, dejando que el viento fresco de la ma?ana me despabilara. También me lavé la cara con el agua de la costa.
La gran pregunta que me hacía ahora era si realmente podríamos dejar esta isla.
?Y si el mundo afuera era aún más cruel que este peque?o pedazo de tierra en medio del océano? ?Y si todo lo que venía después solo traía más pérdidas?
Me había prometido protegerlos, a todos. Pero la realidad era clara: había fallado. Y aunque todos los otros seguían a mi lado, el grupo ya no era el mismo.
Anya había muerto; ese era mi gran fracaso.
Sin poder evitarlo, una lágrima solitaria rodó por mi mejilla. No fue una explosión de llanto, no hubo sollozos ni gritos ahogados, solo ese peque?o hilo de agua que marcaba la verdad de lo que sentía en lo más profundo de mi ser.
Y el futuro... No tenía idea de lo que nos esperaba del otro lado del agua.
Quizás habría más pérdidas. Tal vez los días por venir serían incluso más duros que todo lo que habíamos enfrentado hasta ahora. O, con algo de suerte y esfuerzo, encontraríamos un nuevo hogar, nuevas personas, nuevos seres mágicos, un lugar donde las heridas pudieran empezar a sanar de verdad.
Lo único que sabía era que se venían tiempos de cambios, y debía estar preparado para ello.
----------- FIN DEL VOLUMEN 4 -----------
Cualquiera es bienvenido a mi patreon. De hecho, los suscriptores gratuitos tienen la posibilidad de participar en un chat grupal para hablar de la historia y otras cosas. Por ahora solo somos 3, pero yo confío que en un futuro seremos más.