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Capítulo 3: La Carga de lo Olvidado

  El museo estaba en las afueras de la ciudad, lejos de la agitación diaria. La estructura era antigua, casi olvidada entre las demás construcciones modernas, con pasillos largos y paredes que susurraban el peso de los siglos. Kael caminaba a través de ellos, observando las sombras proyectadas por las vitrinas que contenían artefactos y reliquias, algunos tan antiguos que ni siquiera él lograba reconocer su origen.

  El encargado, un hombre alto con expresión seria, le dio las indicaciones rápidamente. Le encargó una pieza en particular: una estatua de piedra que debía ser transportada a una zona más lejana dentro del museo. La zona en cuestión estaba apartada del resto, un espacio que solían utilizar para exposiciones temporales. Nadie pasaba por allí mucho, lo que a Kael le parecía extra?o para algo tan valioso, pero no era su lugar cuestionar esas cosas.

  Tomó la pieza con cuidado, sintiendo el peso de la reliquia en sus manos. La piedra era fría, y las inscripciones grabadas en ella eran indescifrables. No tenía tiempo para examinarla demasiado; su trabajo era simple: transportarla. Guardó la estatua en su Bolsa Dimensional, aprovechando la capacidad que le otorgaba la habilidad para evitar el peso físico de lo que estaba cargando. En su lugar, lo que llevaba ahora era una ligera sensación de vacío, como si el mundo a su alrededor se hubiera comprimido por un instante.

  Cuando terminó con la estatua, su mirada recorrió el lugar una vez más. Algo, un destello en la esquina, lo llamó la atención. Allí, entre el polvo y las sombras de una estantería olvidada, encontró una esfera peque?a, de dise?o simple. Parecía una pieza común, una de esas esferas de gachapón que uno solía ver abandonadas en cualquier rincón. Kael la observó por un momento, sintiendo una ligera incomodidad en el aire.

  La esfera era tan común y trivial que ni siquiera se molestó en mirarla más de lo necesario. La tomó en su mano y la guardó en su bolsa, sin darle más importancia. Después de todo, no era nada más que un juguete olvidado, algo que nadie en ese lugar había notado antes.

  El encargado se acercó y, al ver la esfera, solo hizo un gesto con la cabeza.

  —Ah, eso debe haber sido dejado por algún ni?o. Probablemente una de las piezas caídas de una de esas máquinas.

  Kael asintió sin decir palabra, aún con la sensación extra?a en el fondo de su mente. No era nada importante, solo un objeto sin valor.

  Con la esfera guardada y la estatua finalmente en su lugar en la exposición, Kael se sintió aliviado. Había completado la tarea, pero no pudo evitar la sensación de que algo estaba cambiando en su rutina. Tomó una última mirada al museo vacío, respirando hondo. Se dirigió hacia la salida, con la Bolsa Dimensional más ligera que nunca, la carga casi inexistente gracias a la habilidad que poseía. La esfera estaba en su bolsillo, y aunque no sabía por qué, sentía que había algo más detrás de su presencia. Pero no era el momento de descubrirlo.

  El camino de regreso a la ciudad no fue largo, pero Kael no dejó de pensar en cómo los objetos más simples a veces parecían tener más importancia de lo que uno podía imaginar. El ruido de la ciudad lo envolvió al salir del museo, el sonido de los carros y las voces humanas distantes. El día, como siempre, continuaba. Pero Kael no pudo evitar la sensación de que esta vez algo había cambiado en él. Algo que iba más allá de lo que podía ver o entender.

  Finalmente llegó a su apartamento, un peque?o espacio sobre una fondita que había visto mejores días. El lugar no era mucho: una habitación sencilla con paredes gastadas por el tiempo y una ventana que daba a la calle. La luz del atardecer colaba débilmente entre los barrotes de hierro, pero la vista no era precisamente algo que valiera la pena mirar. El aire, a menudo pesado con el aroma de la comida que se cocinaba en el piso de abajo, siempre tenía un toque de especias que Kael ya había aprendido a ignorar.

  Dentro, el lugar estaba desordenado, como siempre. Una mesa peque?a en el centro, con papeles dispersos, y una cama sencilla en la esquina que apenas cabía en el espacio. La Bolsa Dimensional, guardada cerca de su mesa, nunca estaba realmente vacía; siempre contenía más de lo que el mundo parecía ofrecerle en ese momento.

  Kael dejó caer su mochila sobre la mesa, con un suspiro. Se quitó los zapatos, sintiendo el crujir del suelo bajo sus pies. No estaba cansado, pero sí agotado, de una forma que no podía explicar. Sacó la esfera de su bolsillo y la dejó sobre la mesa, pero no la miró más de lo necesario. El peque?o objeto parecía más una molestia que algo significativo. Aún así, no podía sacarse la sensación de que algo estaba cambiando, que de alguna manera, había tocado algo mucho más profundo de lo que su mente alcanzaba a comprender.

  Se sentó en la silla junto a la mesa, mirando a través de la ventana con la vista perdida en la ciudad. El bullicio que llegaba desde abajo, la gente, los autos, todo parecía distante, como si él estuviera de algún modo desconectado de todo eso. Pero la esfera seguía allí, sobre la mesa, esperando que él le prestara atención, aunque aún no sabía por qué.

  La ciudad seguía su curso, pero Kael no podía evitar pensar en la academia. Había pasado casi un a?o desde su llegada, y la imagen de esa gran institución seguía siendo un sue?o lejano, un sue?o del que se despertaba cada ma?ana para recordar que no estaba cerca de alcanzarlo. La academia representaba para él la única oportunidad que tenía para restaurar el honor de su familia, el honor que se había desvanecido el día que su padre no pudo defender el pueblo de las criaturas que destruyeron todo. Las críticas, las miradas, todo seguía presente en su memoria como una cicatriz que no podía borrar.

  El pensamiento de la academia lo atormentaba cada vez más, pero Kael sabía que no podía permitirse el lujo de so?ar. Tenía que trabajar. El único camino hacia el respeto, el único camino hacia lo que su familia había perdido, era enfrentarse a la realidad de su trabajo como transportista, con la esperanza de que algún día algo cambiaría.

  Pero a medida que pasaban los días, Kael comenzaba a preguntarse si el sue?o de la academia era simplemente una ilusión. ?Acaso realmente podía alcanzar algo más grande, algo que lo liberara de las sombras de su pasado? O tal vez, como la esfera en su mesa, solo se trataba de algo olvidado, perdido entre las sombras de un mundo que no lo entendía.

  Kael volvió a caminar, un paso tras otro, sumido en sus pensamientos. No podía dejar de pensar en la academia, en su sue?o olvidado, y en la sombra de su padre que seguía arrastrándose tras él. La esfera, sin embargo, seguía en su mesa, como una presencia silenciosa. Un peso que ni él ni el mundo sabían cómo manejar.

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  Después de unos minutos de caminar sin rumbo, su mano rozó la mesa sin querer, y la esfera cayó al suelo. El peque?o "clic" que produjo al tocar el suelo lo hizo detenerse en seco. Al principio, pensó que había sido una caída sin importancia, pero algo lo empujó a volver la vista hacia el objeto.

  Kael se agachó, y al tocarla, una extra?a sensación lo recorrió de pies a cabeza. No era el tacto frío de una simple esfera de gachapón. Algo había cambiado. La superficie de la esfera parecía vibrar ligeramente bajo su palma, y por un momento, el mundo alrededor de él se desvaneció.

  De repente, una visión lo invadió.

  Un campo oscuro, borroso, pero claramente definido por figuras que se deslizaban en la sombra. No podía distinguir sus rostros, pero sus movimientos eran rápidos, como si fuesen más sombra que carne. Estaban luchando, peleando entre sí, y entonces una figura, que Kael sentía que lo miraba, se detuvo. El hombre, o lo que fuera, extendió su mano hacia él, y sin palabras, lo se?aló.

  Una ráfaga de luz, repentina y cegadora, lo envolvió. En ese instante, Kael sintió como si toda su mente hubiera sido drenada y al mismo tiempo llenada de algo. Algo vacío, algo extra?o, pero al mismo tiempo familiar. En el rincón de su conciencia, un susurro resonó, una voz que no podía identificar, pero que parecía venir de muy lejos. Le dijo, con una claridad helada:

  "Conquistar es olvidar. El olvido es poder. Tú... podrás... almacenar."

  Y en un abrir y cerrar de ojos, la visión desapareció. Kael parpadeó varias veces, regresando lentamente a la realidad, la esfera aún entre sus manos. La extra?a sensación de vacío permaneció, pero ya no estaba seguro si había sido real, si todo lo que había visto había sido solo un sue?o o una ilusión causada por la fatiga.

  Mientras intentaba procesar lo que acababa de suceder, un suave destello lo hizo mirar hacia la esfera. Y entonces, de forma casi imperceptible, algo cambió. La esfera comenzó a desvanecerse, como si se hubiera disuelto en el aire, hasta que finalmente ya no estaba en sus manos. Kael se quedó inmóvil, mirando la nada donde antes había estado el objeto. El aire parecía aún cargado con la sensación extra?a que lo había invadido.

  él no lo entendía. No comprendía qué acababa de suceder ni lo que esas palabras significaban, pero sabía que algo dentro de él había cambiado. Algo nuevo se había despertado, algo que sentía en lo más profundo de su ser. La esfera ya no estaba, pero la habilidad que le había otorgado, el poder que parecía haber absorbido, ahora formaba parte de él.

  Kael se quedó allí, en silencio, con una sola certeza: su vida acababa de dar un giro irreversible.

  El sol había bajado ya cuando Kael, agotado y absorto en sus pensamientos, finalmente se dejó caer en la cama, esperando que el cansancio lo dominara. Los eventos del día, las dudas sobre sus nuevas habilidades y la interfaz flotante que había visto lo seguían rondando en la mente, pero el sue?o vino sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

  El siguiente día, Kael despertó con un dolor en la espalda. La luz de la ma?ana se filtraba entre las rendijas de la ventana, iluminando las paredes de su modesto apartamento. Aún sentía esa extra?a sensación en su cuerpo, como si algo nuevo estuviera a punto de liberarse. Al principio, todo parecía igual, pero entonces una peque?a sacudida recorrió su pecho, como si un recordatorio llegara a su mente.

  La habilidad.

  En un instante, Kael recordó todo lo que había experimentado la noche anterior. La interfaz. El Slot Temporal ocupado por Fuerza Incrementada. Y la sensación de que esa habilidad ya no estaba presente en su cuerpo.

  Se levantó de la cama, moviéndose con rapidez, pero cuando extendió las manos en busca de algo que levantar, no sintió la familiar resistencia que lo había acompa?ado el día anterior. Nada. Ningún poder extra, nada que se activara automáticamente. Fue entonces cuando la ansiedad lo golpeó.

  La habilidad… se ha ido.

  No podía creerlo. El recuerdo de haber tocado la interfaz y de haber seleccionado "Almacenar habilidad" todavía estaba fresco en su mente, pero la verdad lo golpeó de manera brutal. No había guardado nada. Había dejado pasar las 24 horas.

  "?Qué hice mal?" murmuró Kael, mirando su reflejo en el espejo roto de la pared. Sus ojos se desviaron hacia su abdomen, donde sentía una incomodidad persistente. Sabía que era tarde para corregir su error. Se sentó sobre la cama, abatido.

  Aún con la mente confundida por lo que había sucedido, Kael no se detuvo. No puedo dejar que esto me derrote. El conocimiento de su habilidad, aunque efímera, lo había dejado con una sensación de poder. Y más importante aún, con un deseo profundo de entender cómo funcionaba todo aquello.

  Decidió experimentar más, de una forma menos impulsiva. Si no podía almacenar habilidades sin más, entonces tendría que aprender cómo hacerlo correctamente.

  Se levantó y caminó hacia la mesa, sin dejar de pensar en lo sucedido. Su mano tocó la superficie de madera gastada, casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Fue entonces cuando algo extra?o ocurrió.

  A través de la misma interfaz que había visto el día anterior, comenzaron a aparecer nuevas opciones.

  Habilidades activas:

  


      
  • Bolsa Dimensional (Kael)


  •   
  • Conquistador Olvidado (Kael)


  •   
  • Slot Temporal vacío.


  •   


  La interfaz le permitió ver que el Slot Temporal estaba ahora vacío, la habilidad de Fuerza Incrementada perdida, como si nunca hubiera existido. Kael apretó los dientes. Se había arrepentido de no haber entendido la mecánica de la habilidad a tiempo. Ahora sabía que tenía que actuar más rápido, no dejar nada al azar.

  A medida que la ma?ana pasaba, Kael comenzó a explorar las posibilidades de la interfaz con más calma. Experimentó con su Bolsa Dimensional, familiarizándose mejor con cómo podía manipular su espacio de almacenamiento. Mientras tanto, su otra habilidad, Conquistador Olvidado, permanecía latente, como una presencia tranquila pero poderosa en su mente.

  Pero lo que más lo intrigaba era la forma en que la interfaz le mostraba los slots activos. De alguna manera, aunque no entendía completamente cómo, sentía que había algo más que podía aprender de ella. Algo que le permitiría maximizar el potencial de sus habilidades sin cometer más errores.

  La jornada avanzaba, y la ciudad nunca se detenía. Kael se sintió atrapado entre su creciente comprensión de su poder y la frustración por no haberlo controlado antes. ?Cómo podría superar este obstáculo? Estaba claro que Conquistador Olvidado no era solo una habilidad para copiar; algo más debía haber dentro de esa habilidad, algo aún no descubierto.

  Pero por ahora, solo quedaba esperar y seguir observando.

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