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suplente en la biblioteca y el Gran Proyecto

  Raito despertó lentamente, abriendo los ojos con dificultad. La luz suave del día entraba por la ventana, y, al principio, no pudo ubicar bien dónde estaba. Al darse cuenta de que se encontraba en su cama, un leve suspiro de alivio escapó de sus labios. Aunque aún sentía el agotamiento recorriéndole el cuerpo, ya no era el mismo cansancio abrumador de la noche anterior.

  Se incorporó con cuidado, notando la suavidad de las sábanas y el calor que lo rodeaba. Los recuerdos del día anterior regresaron rápidamente a su mente: el golpe que había dado al coloso, el resplandor de la runa, y la fatiga que lo había dejado fuera de combate. Recordaba también a Kaelis, quien lo había cuidado mientras él se desplomaba, pero no recordaba mucho más.

  —?Kaelis? —murmuró, buscando con la mirada en la habitación.

  Al no verla en el primer vistazo, Raito comenzó a levantarse, aunque el cansancio aún pesaba en sus músculos. Su mente comenzaba a procesar lo que había sucedido.

  Justo cuando se levantaba, la puerta de su habitación se abrió suavemente, y Kaelis apareció en el umbral. Su rostro mostraba un aire tranquilo, pero con una ligera preocupación al ver a Raito de pie.

  —Te sientes mejor, al menos, ?verdad? —preguntó, entrando a la habitación y acercándose a él. Sus ojos se posaron en la mu?eca de Raito, donde la runa brillaba tenuemente.

  Raito asintió con esfuerzo, frotándose la cabeza. Aún se sentía algo mareado, pero definitivamente mejor que antes.

  —Sí... aunque sigo un poco cansado. Pero... ?qué pasó ayer? —preguntó, mirando a Kaelis.

  Ella suspiró, cruzando los brazos con una expresión pensativa.

  —Usaste un poder muy fuerte, Raito. El golpe que diste al coloso no fue algo común. Las runas que tienes en tu mu?eca están respondiendo a algo, y eso te agotó muchísimo. No es solo magia, es más complejo que eso. Pero, al menos, ahora sabes lo que eres capaz de hacer, ?no?

  Raito miró su mu?eca, donde la runa aún brillaba débilmente, y asintió.

  —Sí... aunque no entiendo bien qué está pasando conmigo... ?por qué todo esto me está sucediendo?

  Kaelis lo observó por un momento antes de responder.

  —Porque estás conectado con algo mucho más grande de lo que imaginas, Raito. Este poder... las runas... están relacionadas con algo antiguo, y, al parecer, tú eres el único capaz de dominarlas.

  Raito se quedó en silencio por un momento, procesando sus palabras. Tenía tantas preguntas, pero algo dentro de él le decía que aún no estaba listo para todas las respuestas. Tendría que seguir su camino y descubrir por sí mismo lo que significaba todo eso.

  Kaelis le dijo q tenía de recuperarse por completo Pero raito dijo que quien hiba a atender la biblioteca de su abuelo Entonces kaelis de dijo q ella lo haría

  Kaelis le dedicó una mirada cálida, como si ya hubiera anticipado la pregunta de Raito.

  —Te recuperarás más rápido si te tomas un tiempo. Y respecto a la biblioteca... no te preocupes. Yo me encargaré de atenderla mientras te recuperas —dijo con una sonrisa confiada, como si fuera lo más natural del mundo.

  Raito la miró con incredulidad, sin estar seguro de si se trataba de una broma o si realmente estaba dispuesta a hacerlo.

  —?Tú? ?Atender la biblioteca? —preguntó, todavía algo sorprendido. No era que no confiara en Kaelis, sino que el lugar estaba lleno de libros antiguos, y no sabía si ella sería capaz de manejarlo de la misma manera que su abuelo lo hacía.

  Kaelis, sin embargo, no parecía tener dudas.

  —Lo haré bien. No será tan complicado. Y, además, me interesa saber más sobre esos libros. Puede que encuentres algo útil en ellos cuando estés listo para seguir con nuestra misión —respondió con una mezcla de humor y seriedad.

  Raito aún estaba algo renuente, pero no quería insistir. La situación lo había dejado sin muchas opciones. Después de todo, Kaelis tenía sus propias habilidades, y probablemente era capaz de manejar más de lo que él pensaba.

  —Está bien, pero... prométeme que no romperás nada —dijo Raito con una sonrisa irónica, queriendo aliviar la tensión.

  Kaelis se rió suavemente.

  —Te lo prometo. Además, si rompo algo, te lo pagaré... aunque lo dudo —respondió mientras se levantaba, alistándose para ir a la biblioteca.

  Raito asintió, aceptando la ayuda de Kaelis. Sabía que necesitaría tiempo para procesar todo lo que había sucedido, pero por ahora, debía concentrarse en descansar y recuperarse por completo.

  Con Kaelis a cargo de la biblioteca, Raito se acomodó de nuevo en su cama, cerrando los ojos mientras sentía que, aunque había mucho más por descubrir, al menos por un momento, podría encontrar algo de calma.

  Kaelis, aún sin perder su aire sarcástico y confiado, recibió a la se?ora con una sonrisa. No era la primera vez que lidiaba con personas inesperadas, pero el ambiente de la biblioteca era nuevo para ella. A pesar de sus habilidades como asesina, Kaelis no estaba del todo segura de cómo manejar los libros y la paciencia que requerían los clientes del lugar.

  La se?ora, una mujer mayor, miró a Kaelis con cierta desconfianza, observando la forma en que vestía, tan diferente a la de Raito. Sin embargo, tras escuchar que el joven estaba enfermo, pareció suavizar su expresión.

  —?El joven Raito está enfermo? Qué lástima... —dijo, suspirando. —él siempre ha sido tan amable. Pero... ?quién eres tú, si no es mucha molestia?

  Kaelis mantuvo su sonrisa, ahora un poco más amplia, mientras se acomodaba detrás del mostrador.

  —Soy una... amiga del joven Raito. Me pidió que lo reemplazara mientras se recupera —respondió con suavidad, intentando sonar lo más convincente posible. —?En qué puedo ayudarte hoy?

  La se?ora parecía un poco desconcertada, pero al final, pareció aceptar la respuesta de Kaelis y decidió continuar con su visita.

  —Bueno... vine en busca de un libro de recetas. He probado todo tipo de platos, pero estoy buscando algo especial para una ocasión —dijo la se?ora, mientras revisaba su bolso en busca de algo más específico.

  Kaelis frunció ligeramente el ce?o. A pesar de ser una persona de acción y rapidez, el mundo de los libros y la cocina no era precisamente su especialidad. Sin embargo, recordó lo que Raito le había contado sobre las estanterías de la biblioteca y, tras una pausa, se levantó de su asiento.

  —Recetas, ?eh? Claro, dame un segundo. Estoy segura de que tenemos algo para ti —dijo con un tono amable pero con una ligera ironía, mientras se dirigía a las estanterías.

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  A pesar de su falta de experiencia, Kaelis comenzó a buscar por los pasillos, abriendo libros al azar, buscando algo que pudiera ayudar a la se?ora. Aunque no entendía del todo la pasión de la mujer por la cocina, algo en la misión la hizo sentir que, de alguna manera, debía hacerlo bien.

  En poco tiempo, Kaelis encontró un libro que parecía adecuado y regresó con él.

  —Aquí tienes. Este debería servir para lo que buscas. Aunque, debo advertirte, no soy la mejor en esta área —dijo con una sonrisa astuta, entregándole el libro.

  La se?ora miró el título y luego a Kaelis, agradecida pero con una ligera sonrisa.

  —No te preocupes, querida, me bastará. Gracias por tu ayuda. —Y con eso, se dirigió a la salida, sin sospechar del caos que podría haber estado a punto de desatarse en la biblioteca.

  Kaelis observó cómo la se?ora se marchaba. Aunque su misión parecía sencilla, no podía evitar sentirse un poco fuera de lugar en ese ambiente tan pacífico. Pero, al menos, había cumplido con su parte, y eso le permitió pensar que tal vez podía ser más versátil de lo que creía.

  Con la se?ora fuera de la biblioteca, Kaelis volvió a su puesto, echando un vistazo a los libros alrededor. Sabía que este era solo el principio de un trabajo que podría volverse mucho más complicado de lo que había anticipado. Pero, por ahora, era un paso en la dirección correcta.

  Kaelis, aunque cansada por el día de atención a los extra?os clientes, se sintió satisfecha al ver que la biblioteca volvía a su calma habitual. A pesar de sus métodos poco convencionales, había logrado hacer el trabajo, aunque con algunos inconvenientes. En un par de ocasiones, la se?ora de las recetas le había pedido una receta demasiado avanzada para sus conocimientos, y un par de ni?os no dejaban de hacer preguntas sobre los libros de magia, lo cual la hizo sentirse algo incómoda, pero al final, todo parecía estar bajo control.

  Al caer la tarde, Kaelis decidió que era el momento adecuado para salir a hacer las compras. Raito aún estaba profundamente dormido, lo que le dio un respiro para ocuparse de algunos asuntos sin tener que preocuparse por los detalles de la cena. Sabía que el joven no necesitaba preocupaciones adicionales mientras se recuperaba, y le pareció una buena idea preparar algo delicioso para él cuando despertara.

  Antes de salir, echó un último vistazo a la habitación donde Raito descansaba. La luz suave de la tarde se filtraba por la ventana, iluminando su rostro sereno. Kaelis suspiró suavemente, pensativa. A pesar de su actitud fría y distante, no podía negar que algo en la situación le hacía sentir una ligera preocupación por el joven. Quizá era la cercanía que había ido desarrollando, algo que ella misma no se atrevía a reconocer completamente.

  Después de un momento, sacudió la cabeza y se centró en lo que tenía que hacer. Se puso en marcha hacia el mercado local para comprar los ingredientes que necesitaba para la cena, asegurándose de que todo estuviera en orden para cuando Raito despertara.

  Al final del día, con la cesta llena de productos frescos, Kaelis regresó a la biblioteca y preparó todo lo necesario. Había sido un día largo, pero al menos había cumplido con su objetivo. Y, aunque no lo admitiría en voz alta, se sentía un poco satisfecha al ver que había hecho bien su tarea.

  Mientras Raito seguía descansando, Kaelis se permitió un momento de tranquilidad, sabiendo que todo estaba listo para cuando él despertara.

  Raito, todavía algo aturdido por el cansancio, se levantó lentamente de la cama y salió al pasillo, buscando a Kaelis. No la encontró de inmediato, pero al seguir el aroma de la comida recién preparada, llegó hasta la cocina, donde la vio con una leve expresión de concentración mientras terminaba de colocar la cena en la mesa. Aunque Kaelis estaba claramente agotada, había logrado preparar un platillo delicioso, algo que sorprendió a Raito, quien no esperaba que alguien como ella tuviera una habilidad tan destacada en la cocina.

  Decidió no interrumpirla, y con una sonrisa leve, regresó a su cama, sintiéndose algo mejor pero aún con el cuerpo algo pesado. La energía del día anterior aún no lo dejaba, pero sabía que necesitaba descansar.

  Al poco tiempo, la puerta de su habitación se abrió suavemente. Kaelis apareció en el umbral, sosteniendo una fuente con comida en una mano y una peque?a mesita en la otra. Su rostro mostraba una expresión tranquila, pero Raito no podía dejar de notar la ligera fatiga en sus ojos. Sin decir una palabra, Kaelis colocó la mesa junto a la cama y le ofreció la comida.

  "Comerás aquí. No me importa si te sientes cansado, pero necesitas recuperar fuerzas", dijo con una voz suave, casi maternal, que contrastaba con su usual tono serio y distante.

  Raito la miró por un momento, sorprendido por el gesto. Aunque le costaba aceptar la amabilidad, no pudo evitar sentirse agradecido. "Gracias, Kaelis", dijo finalmente, sin saber muy bien cómo responder.

  Kaelis asintió levemente y, sin más palabras, salió de la habitación, dejándole a Raito la oportunidad de comer en paz y descansar por completo.

  El ruido de las carretas arrastrando pesadas ruedas sobre el suelo despertó a Raito y Kaelis casi al mismo tiempo. El sonido era inconfundible: el traqueteo de al menos cinco carretas llenas de objetos que se deslizaban por el camino de tierra. Ambos se levantaron al instante, y cuando Raito asomó la cabeza por la ventana, vio una escena curiosa: el abuelo Eldric regresando de su viaje a la capital. Las carretas estaban repletas de cosas, aunque la visibilidad era limitada debido a la cantidad de cajas, barriles y rollos que cubrían la carga.

  A pesar de su cansancio, Raito sintió una oleada de emoción al ver al abuelo regresar después de tantos días. Sabía que Eldric solía ser una persona muy organizada, pero la cantidad de cosas que traía consigo parecía exagerada. Las carretas se detenían frente a la biblioteca, y Eldric, con su característico andar lento pero firme, comenzó a supervisar la descarga.

  "?Raito! ?Ya estoy de vuelta!" llamó desde la entrada mientras movía algunas cajas a un lado para despejar el camino. "Ayúdame con esto, muchacho. No quiero que todo se quede aquí afuera."

  Raito no pudo evitar sonreír, a pesar de la fatiga que aún sentía. Con un rápido vistazo a Kaelis, quien también parecía intrigada por lo que el abuelo había traído, se levantó y se preparó para ayudar a descargar. Sin duda, había algo interesante en ese cargamento, pero antes que nada, lo más importante era que su abuelo había vuelto sano y salvo.

  Al día siguiente, el bullicio fuera de la biblioteca era mucho mayor de lo habitual. Dos carretas más habían llegado, esta vez acompa?adas de un grupo de trabajadores que se disponían a realizar grandes cambios en el lugar. Raito, aún medio dormido, observó desde la ventana cómo una docena de personas se movían rápidamente entre las carretas, descargando materiales, herramientas y todo tipo de equipos.

  Su abuelo Eldric, con la energía que siempre lo caracterizaba, estaba al centro de toda la actividad, dirigiendo a los artesanos, herreros, carpinteros, cartógrafos y alquimistas. Parecía que estaba en su elemento, organizando todo meticulosamente.

  "Esto es solo el principio", le había dicho Eldric el día anterior con una sonrisa de satisfacción. "Tengo grandes planes para esta biblioteca, Raito. Lo que hemos estado haciendo hasta ahora es solo un avance. Quiero que este lugar se convierta en un centro para aventureros, un sitio donde puedan encontrar todo lo necesario para sus viajes, desde equipo hasta conocimientos."

  Raito no podía evitar quedarse impresionado con la rapidez y eficacia con la que todo se estaba llevando a cabo. Mientras tanto, Kaelis, quien había decidido quedarse a ayudar, observaba con cierta sorpresa cómo su anfitrión no perdía tiempo en hacer realidad su visión.

  Con la llegada de los carpinteros y herreros, pronto comenzaron a levantar nuevas estructuras. Raito podía ver cómo los muros de la biblioteca se expandían, se levantaban columnas y pasillos, y nuevas habitaciones se formaban a medida que los artesanos trabajaban sin descanso. Los cartógrafos comenzaban a llenar el lugar con mapas antiguos y nuevos, mientras que los alquimistas comenzaban a preparar brebajes y soluciones mágicas que serían útiles para cualquier aventurero que pasara por allí.

  "Vamos a tener que repensar todo el sistema de organización", murmuró Raito, observando cómo el lugar cambiaba ante sus ojos. "Esto será mucho más que una biblioteca."

  "Y mucho más que un simple refugio", respondió Kaelis, quien ya se había acostumbrado a la idea de que Eldric tenía un plan mucho más grande. "Será un lugar que reúna a los más valientes y a los más sabios. Y, si todo va bien, tú estarás en el centro de todo esto, Raito."

  A pesar de la magnitud del proyecto, el joven no podía evitar sentirse entusiasmado, aunque un poco abrumado por los cambios. ?Realmente estaría preparado para gestionar todo esto? ?Y qué más implicaba ser parte de este ambicioso plan de su abuelo?

  Eldric, al ver la expresión de su nieto, se acercó con una sonrisa y le dio una palmada en la espalda. "Sé que esto parece mucho, pero tienes más de lo que crees, Raito. Juntos, lo haremos funcionar."

  El resto del día transcurrió entre planos, instrucciones y la organización de los materiales. En pocas horas, la biblioteca de Eldric se había convertido en un auténtico centro de operaciones. Raito sentía que su vida iba a dar un giro aún más grande, pero al menos no estaría solo en todo esto.

  Mientras los trabajadores continuaban su tarea y los planes seguían su curso, Raito se encontraba frente a la nueva estructura de su hogar, donde comenzaban a sentarse las bases de lo que podría ser una gran aventura para él y para todos aquellos que cruzaran las puertas de lo que ya no solo era una biblioteca, sino un refugio para los que se atrevieran a enfrentarse a lo desconocido.

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