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Forjando el Destino

  Kaelis, observando el progreso de Raito y sintiendo que su propia magia no avanzaba al mismo ritmo, se acercó a Alder con determinación en los ojos. "Alder, ?podrías ense?arme algo para potenciar mis habilidades? Mi camuflaje, velocidad y letalidad... quiero ser más efectiva, más poderosa", le pidió con una mezcla de respeto y deseo de superación.

  Alder, quien ya había desarrollado un vínculo cercano con los dos jóvenes, no dudó ni un instante. Aunque no solía ense?ar a otros de forma regular, había llegado a apreciarlos y comprendía el impulso de Kaelis. "Lo que pides no es sencillo, pero puedo ayudarte. El camuflaje y la velocidad requieren de una conexión profunda con el entorno, así como de un control total sobre tu energía vital. Para mejorar tu letalidad, necesitarás perfeccionar tus reflejos y tus movimientos hasta que se vuelvan instintivos."

  El ermita?o hizo un gesto hacia un rincón apartado de la cueva donde entrenaban, se?alando un espacio despejado. "Comencemos con lo básico. Tienes la habilidad, pero no la controlas del todo. Mi tarea será guiarte en esa dirección."

  Kaelis, agradecida y emocionada por la oportunidad, se preparó mentalmente para un nuevo reto. Sabía que el camino sería arduo, pero estaba decidida a llegar tan lejos como fuera posible. Y con Alder como su maestro, sentía que tenía una oportunidad real de mejorar.

  Alder, con una mirada seria pero alentadora, comenzó a explicar a Kaelis el propósito del entrenamiento. "La magia de sigilo es una de las más poderosas, pero también la más difícil de dominar. Cuando te enfrentas a un número superior de enemigos, la clave está en moverte sin ser vista, en desaparecer entre las sombras y atacar desde lejos sin que nadie se dé cuenta. El sigilo te da la ventaja del factor sorpresa."

  Se acercó a un peque?o altar en la cueva y, con un suave movimiento de las manos, conjuró tres esqueletos de nivel medio. "Estos son tus objetivos. Usarás este arco y estas flechas encantadas, pero lo más importante es que no puedes ser detectada. Tienes que moverte sin hacer ruido, sin dejar rastro."

  Kaelis, que había escuchado atentamente, asintió, comprendiendo que este desafío probaría no solo sus habilidades físicas, sino también su capacidad para concentrarse y mantener la calma bajo presión.

  Alder le entregó el arco con la misma seriedad. "El objetivo no es simplemente derribarlos, sino hacerlo sin que los esqueletos te perciban. Si logras hacerlo, sabremos que tu control sobre el sigilo es lo suficientemente fuerte como para empezar a mejorar tu magia de velocidad y letalidad."

  Kaelis, con la respiración controlada, se preparó para el reto, enfocando su energía en su entorno y concentrándose en la técnica que Alder le había ense?ado. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidida a superarlo.

  Alder, viendo el progreso de Raito, decidió darle una prueba que pondría a prueba no solo su fuerza, sino también su resistencia mental y física. "Vamos a ver hasta dónde puedes llegar", dijo Alder mientras se acercaba con un artefacto de energía que resplandecía con un brillo azul intenso.

  "Este artefacto te ayudará a mantener el control sobre tu energía. Mi conjuro generará esqueletos de nivel alto de manera ilimitada, sin descanso. Tú deberás enfrentarte a ellos, pero hay un truco. No solo se trata de vencerlos, sino de gestionar tu energía. No debes hacer movimientos innecesarios, pues cada acción agotará tu resistencia más rápido. El desafío es extender tu capacidad sin caer en el agotamiento."

  Alder levantó las manos, y de inmediato un círculo mágico apareció en el aire. El conjuro se activó, y en segundos, varios esqueletos de nivel alto surgieron de la oscuridad. Con cada uno que caía, otro tomaba su lugar, y Raito debía enfrentar la avalancha sin detenerse.

  "Recuerda, Raito, lo importante es la economía de tus movimientos. No gastes más energía de la necesaria. Mantén tu concentración y no pierdas el ritmo. Solo cuando logres resistir este flujo incesante de enemigos, sabremos que has dominado el control total de tu energía."

  Raito, sin dudarlo, levantó su lanza, decidido a superar este desafío y continuar con su entrenamiento. Sabía que, a pesar de lo difícil que sería, este era el siguiente paso para alcanzar su máximo potencial.

  Kaelis, con la motivación de ver a Raito enfrentar un desafío tan grande, sintió que debía aumentar la dificultad de su propio entrenamiento. Al terminar con el peque?o desafío que Alder le había impuesto, logró controlar su sigilo y derribar a los tres esqueletos sin ser detectada. Pero al ver que Raito se enfrentaba a múltiples enemigos sin descanso, no pudo evitar pedir más.

  "Alder, quiero aumentar la dificultad", dijo Kaelis con determinación en su voz. "Quiero enfrentarme a algo más complicado. No me detendré hasta superar mis propios límites".

  Alder, sorprendido por su decisión, asintió y comenzó a preparar el nuevo desafío. "Muy bien, Kaelis. Vamos a aumentar la apuesta. El siguiente desafío será incrementar tu velocidad con el arco. En vez de tres esqueletos, habrá cuatro de nivel medio. Tu misión será destruirlos sin revelar tu posición."

  Kaelis aceptó el reto con entusiasmo. Alder invocó los cuatro esqueletos de nivel medio, armados con espadas y escudos. Estos enemigos eran más rápidos y más astutos, lo que ponía a prueba la precisión y la rapidez de Kaelis.

  La joven asesina, con su arco preparado, se adentró en las sombras, sin hacer ruido. Se movía con agilidad, buscando el ángulo perfecto para derribar a los esqueletos sin que pudieran detectar su presencia. Cada tiro de su arco estaba cargado de concentración, pero también de la presión por superar el desafío.

  Al ver la escena, Alder no pudo evitar sonreír. Sabía que Kaelis estaba a punto de descubrir hasta dónde podía llegar, igual que Raito con su propio entrenamiento.

  Pasaron varios días de intensos entrenamientos. Kaelis se encontraba luchando contra sus propios límites. Los esqueletos, cada vez más astutos, se acercaban a su posición con una velocidad impresionante, obligándola a reaccionar rápidamente para evitar ser descubierta. Aunque su habilidad para el sigilo había mejorado, los cuatro enemigos que enfrentaba en su prueba representaban un reto constante. Cada vez que derribaba a uno, los otros tres parecían adaptarse a su estrategia, volviéndose más difíciles de vencer.

  Por otro lado, Raito continuaba superando sus propios límites en el entrenamiento con Alder. Cada día mejoraba más, absorbiendo conocimientos sobre cómo usar su energía de formas más complejas. Aunque su cuerpo seguía agotándose, su determinación era inquebrantable. Alder le había propuesto desafíos cada vez más difíciles, desde conjurar energía para derribar los esqueletos de nivel alto hasta mantener su resistencia mientras enfrentaba oleadas ilimitadas de ellos. Cada vez que sentía que su energía se agotaba, encontraba una nueva forma de activarla y seguir luchando.

  A pesar de las dificultades, Raito y Kaelis seguían progresando, cada uno a su propio ritmo. Mientras Kaelis luchaba por mantenerse oculta y no ser descubierta por los esqueletos, Raito perfeccionaba sus habilidades con la energía, sintiendo cómo cada vez más el control sobre su poder se volvía más preciso y natural. Ambos sabían que, aunque sus caminos eran diferentes, el trabajo en equipo y el esfuerzo mutuo los llevaría más lejos que nunca.

  Al día siguiente, Kaelis se enfrentó de nuevo a los esqueletos con una determinación renovada. Esta vez, había logrado adaptarse a sus movimientos, utilizando el entorno a su favor para mantener el sigilo. Con agilidad y paciencia, eliminó uno por uno a los esqueletos sin ser detectada. Cuando el último cayó, Kaelis respiró aliviada, sintiendo una gran satisfacción por haber completado la prueba.

  Alder, que había estado observando desde la distancia, se acercó y sonrió con orgullo. "Lo has logrado, Kaelis", dijo. "Has mejorado mucho. Como recompensa, encantaremos tu arco."

  Con un gesto de su mano, Alder comenzó a canalizar energía mágica hacia el arco de Kaelis. La madera del arco brilló con una luz suave y luminosa, y pronto se sintió más ligera y poderosa en las manos de Kaelis. El arco ahora se sentía más rápido al tensarlo, la precisión de los disparos aumentó considerablemente y la energía en las flechas era tan potente que incluso los esqueletos de nivel medio caerían con facilidad.

  "Este será un gran avance para ti, Kaelis", dijo Alder. "Ahora tu habilidad como arquera será aún más letal." Kaelis sonrió, sintiendo la energía renovada fluir a través de su arco y preparándose para el siguiente desafío con más confianza que nunca.

  Alder, con una mirada seria, invocó dos esqueletos de nivel alto que aparecieron frente a él con un sonido sordo. Estos eran mucho más rápidos y resistentes que los anteriores, claramente dise?ados para poner a prueba las habilidades de Kaelis en el sigilo y el combate cercano.

  "Ahora, Kaelis, tu desafío será diferente", dijo Alder mientras ajustaba su capa. "Esta vez, usarás una daga, no el arco. El sigilo será aún más crucial. Los enemigos a los que te enfrentes no siempre serán vulnerables a las flechas, y en algunos casos, estarás demasiado cerca o sin recursos para depender de ellas. Necesitarás aprender a vencer a tus enemigos sin ser detectada, a atacar por la espalda con precisión mortal."

  Kaelis asintió, sintiendo el peso de la daga en su mano. Era ligera, pero mortal, dise?ada específicamente para ataques rápidos y precisos en puntos vitales. Alder hizo un gesto, y los esqueletos comenzaron a moverse, observando el entorno con cautela.

  "Recuerda", continuó Alder, "el enemigo no es tonto. No subestimes su agudeza. Y, sobre todo, no olvides que la ventaja de un asesino radica en la rapidez y en la sorpresa."

  Kaelis se deslizó entre las sombras, manteniendo su respiración controlada mientras se acercaba a los esqueletos, estudiando sus movimientos y buscando el momento perfecto para atacar. Sabía que si fallaba, los esqueletos reaccionarían rápidamente, y podría perder su oportunidad. La daga era su única aliada en este combate cercano, y Kaelis confiaba en sus habilidades para evitar ser detectada.

  Con el corazón acelerado, esperó pacientemente el momento adecuado para atacar.

  Raito, completamente absorto en su entrenamiento, había logrado perfeccionar su uso de la energía de la runa a un nivel impresionante. Sus movimientos se volvían cada vez más precisos y eficientes, eliminando cualquier gesto innecesario. Cada golpe de su lanza, cada movimiento de su cuerpo, estaba calculado y ejecutado con una precisión letal.

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  La energía que canalizaba a través de su lanza no solo aumentaba la velocidad y la fuerza de sus ataques, sino que también le otorgaba una resistencia inusitada. Ahora podía luchar durante horas sin sentir la fatiga que antes lo había limitado, su energía regenerándose constantemente gracias al control que había aprendido a ejercer sobre la runa de la energía.

  Este nuevo control sobre su cuerpo y su energía le permitió mantenerse en pie frente a los esqueletos que Alder conjuraba sin apenas un respiro. Cada vez que un esqueleto caía, otro tomaba su lugar, pero Raito no vacilaba, su agilidad y rapidez hacían que el combate se volviera cada vez más fluido. La combinación de su entrenamiento con el control de la energía y su creciente habilidad en combate cuerpo a cuerpo le otorgaban una ventaja definitiva.

  Lo que antes le parecía agotador, ahora era simplemente una parte de su rutina diaria. La sensación de no estar agotado, de seguir en pie sin esfuerzo, le dio una confianza renovada, sabiendo que cada día que pasaba, se estaba acercando más a convertirse en el guerrero que las runas le exigían ser.

  Después de días de frustración y esfuerzo constante, Kaelis finalmente logró lo impensable. Con movimientos rápidos y calculados, se acercó a los dos esqueletos de nivel alto, usando su agilidad para permanecer oculta en las sombras. Con un par de golpes certeros, eliminó a ambos enemigos, aprovechando su destreza con la daga para alcanzar los puntos vitales con precisión mortal.

  Alder, que había observado con atención cada uno de los movimientos de Kaelis, no pudo evitar sonreír al ver su éxito. Había superado su desafío con astucia y velocidad, demostrando su verdadero potencial. Felicitándola efusivamente, le entregó su recompensa: una daga mágica, forjada con runas antiguas. La daga parecía tener una vida propia, su hoja brillando con una luz etérea.

  Al entregársela, Alder explicó: "Esta daga no es común. Tiene la capacidad de ser lanzada a gran velocidad y, como por arte de magia, regresará a tu mano al instante. Será una extensión de tu voluntad, perfecta para el sigilo y los ataques rápidos."

  Kaelis miró la daga con admiración. Sabía que con este nuevo artefacto, sus habilidades como asesina se volverían aún más mortales. Agradecida y decidida, la tomó con firmeza, lista para incorporar esta nueva arma a su repertorio y seguir perfeccionando su magia y destrezas.

  Alder observó a Kaelis con una mirada seria pero también llena de confianza. "Este será tu desafío máximo", dijo, su voz grave resonando en la atmósfera tensa de la sala. "Cinco esqueletos de nivel alto. Puedes usar tanto el arco como la daga, pero la clave será no ser detectada. Si no puedes con este desafío, no podrás enfrentarte a enemigos más fuertes."

  Kaelis, aunque un poco intimidada por el número, asintió con determinación. Sabía que este era el momento para demostrar todo lo que había aprendido hasta ahora. Alder conjuró los cinco esqueletos con un gesto de su mano, y en segundos, los enemigos estaban alineados en la sala, cada uno con sus ojos vacíos y su postura lista para la batalla.

  Kaelis se agachó y se deslizó entre las sombras, utilizando el sigilo que tan arduamente había perfeccionado. Con el arco en mano, disparaba flechas a gran velocidad, derribando a los enemigos uno a uno sin hacer ruido. Sin embargo, los esqueletos comenzaron a reaccionar, adaptándose rápidamente a sus movimientos. Fue entonces cuando Kaelis, sin perder la compostura, cambió de estrategia. Se deshizo de su arco y desenvainó su nueva daga mágica, corriendo hacia el último esqueleto, deslizándose como una sombra.

  La batalla fue feroz. Aunque su mente y cuerpo estaban al límite, Kaelis no dejó de moverse con precisión. Usó sus conocimientos de sigilo para moverse entre los esqueletos, esquivando ataques mientras les asestaba golpes rápidos y letales. La daga regresaba a su mano con cada lanzamiento, y ella continuaba deshaciéndose de los enemigos uno por uno. Finalmente, tras una batalla agotadora, Kaelis derribó al último esqueleto con un hábil movimiento, dejando el campo de batalla en silencio.

  Alder observó en silencio, su expresión seria pero satisfactoria. "Lo lograste", dijo finalmente, su voz llena de respeto. "Eres más que capaz, Kaelis. Has superado el desafío máximo."

  Kaelis respiraba con dificultad, pero su mirada era firme y decidida. Había demostrado que su entrenamiento había dado frutos.

  El abuelo de Raito, después de semanas de manejar la administración de la base de aventureros, se sentía atrapado en la rutina diaria. La emoción de la aventura y la acción, que tanto había disfrutado en su juventud, le faltaba ahora que su vida se centraba en los papeles y las negociaciones. Extra?aba el dinamismo de los viajes, la emoción de conocer nuevos lugares y desafíos.

  Un día, mientras caminaba por los pasillos de la biblioteca, la idea de retomar algo más emocionante le llegó de inmediato. Recordó que aún tenía una tarea pendiente: llevar más libros al ermita?o Alder, algo que había hecho en el pasado y que siempre le había gustado. Sabía que el ermita?o, aunque ya tenía un suministro considerable de materiales, apreciaba los conocimientos más antiguos y raros que él podía conseguir. Además, sería una buena excusa para salir al aire libre y alejarse un poco de las tareas administrativas.

  Rápidamente comenzó a organizar el viaje, asegurándose de que el viaje fuera seguro. Aunque ahora era una persona influyente en Niravell, y sus movimientos eran vigilados por varios de los nuevos guardias asignados, el abuelo no temía. Había vivido tantas batallas y situaciones difíciles en su vida como aventurero que las sombras de la protección moderna no le intimidaban en lo más mínimo. Pronto, con una sonrisa de satisfacción, partió hacia el ermita?o, ansioso por escapar de las largas horas de papeleo y sentir una vez más la emoción de la aventura, aunque fuera por un corto tiempo.

  El viaje prometía ser tan interesante como siempre lo fue para él, con la posibilidad de compartir historias con Alder y sumergirse en las viejas leyendas que tanto amaba.

  El abuelo de raito al llegar no encuentra al ermita?o pero escucha su voz en la sercania en una cueva en donde entrenaban

  Al llegar a la cueva, el abuelo de Raito se detuvo un momento en la entrada, observando en silencio. El lugar estaba iluminado por la luz tenue de algunos cristales que parecían reflejar las sombras de los entrenamientos. Alder estaba allí, con su característica calma, supervisando a dos figuras que entrenaban arduamente.

  A medida que sus ojos se ajustaron a la penumbra, vio a uno de los combatientes moverse con una destreza impresionante. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue la forma en que la figura luchaba: con rapidez, agilidad y una precisión que superaba la de un simple bibliotecario. No podía ser Raito... o al menos eso pensaba. El abuelo recordaba a su nieto como un joven tranquilo, dedicado al estudio y con poco interés en el combate físico. No podía ser él, no después de todo el tiempo que había pasado en la biblioteca, manejando papeles y tomando notas.

  En cuanto a la otra figura, al principio ni siquiera la vio bien. Estaba tan bien camuflada que parecía desaparecer en las sombras. Solo se alcanzaba a distinguir una silueta que, por su agilidad, debía ser alguien entrenado. El abuelo no lograba reconocerla, ya que su visión estaba centrada en la figura que parecía ser Raito, pero esa habilidad en combate le resultaba tan ajena a lo que conocía de su nieto.

  Alder, al notar la llegada del abuelo, se acercó y, con una sonrisa pícara, le dijo:

  "Bienvenido, viejo amigo. Veo que tu nieto te está sorprendiendo. No pensabas que el joven bibliotecario se volvería tan hábil en combate, ?verdad?"

  El abuelo frunció el ce?o, sin estar del todo convencido. "No... no puede ser, Alder. ?Este es realmente mi Raito?"

  Alder asintió y, sin decir más, dejó que el abuelo observase en silencio cómo Raito y Kaelis continuaban su entrenamiento, como si el tiempo hubiese transformado a su nieto en algo completamente diferente.

  El abuelo de Raito, aún sorprendido por lo que veía, asintió lentamente mientras observaba a su nieto, que parecía estar cambiando frente a sus ojos. Alder, con su tono calmado, a?adió: "Deja los libros allí, no es necesario que entres por ahora. Lo que necesitamos es poner a prueba a tu nieto en algo más que en el manejo de textos. Quiero ver qué tan lejos ha llegado con sus entrenamientos. Ma?ana será el día."

  El abuelo asintió, algo confundido, pero también intrigado por las palabras de Alder. Siempre había conocido al ermita?o como alguien serio y meticuloso, por lo que no dudaba que tendría una buena razón para esto.

  "Está bien", respondió el abuelo mientras dejaba las cajas con los libros cerca de la entrada de la cueva. "Pero no espero encontrar un guerrero en mi nieto. Aunque debo admitir, parece que la biblioteca de alguna manera lo ha transformado."

  Con una mirada pensativa, el abuelo se dio la vuelta y se retiró, sabiendo que al día siguiente sería testigo de algo que nunca habría imaginado: el joven bibliotecario enfrentándose a su propio destino, más allá de las páginas de los libros.

  Al día siguiente raito y kaelis se presentan como todos los días a entrenar pero hoy será diferente Derrepente viene el abuelo de raito vistiendo su vieja armadura

  Raito miró a su abuelo, completamente incrédulo al verlo con su vieja armadura, la misma que había usado durante sus días como aventurero, y con una espada recién forjada en su mano. El abuelo de Raito sonrió con una mezcla de nostalgia y determinación. "Hoy no soy tu abuelo, Raito. Soy un ex aventurero, igual que tú serás en algún momento. Y hoy, serás puesto a prueba."

  Raito no pudo evitar mostrar sorpresa, mirando a Kaelis, que parecía tan sorprendida como él. El abuelo siempre había sido una figura sabia y tranquila, pero ahora lo veía con los mismos ojos que cuando era joven, con el destello de un verdadero guerrero. "Pero... ?por qué?" Raito balbuceó, incapaz de ocultar su asombro.

  Antes de que pudiera recibir una respuesta, Alder intervino, su tono serio y lleno de autoridad. "Este es el desafío más grande que has tenido hasta ahora, Raito. Hoy, no te enfrentarás a simples monstruos o conjuraciones. Tu mayor desafío será enfrentarte a alguien con experiencia real, a un ex aventurero que ha recorrido el mundo y ha visto lo que tú apenas comienzas a entender. Esto no es solo entrenamiento, es un paso hacia lo que te convertirá."

  El abuelo levantó su espada con calma, listo para enfrentar a Raito. "Hoy aprenderás lo que significa estar en una batalla real, donde cada movimiento cuenta, y cada decisión puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Prepárate, porque no te trataré con suavidad."

  Raito, aunque desconcertado, sintió una chispa de emoción. Este era el momento que había estado esperando, el momento de enfrentarse no solo a su destino como bibliotecario, sino también al legado de los aventureros que corrían por sus venas.

  La arena estaba silenciosa, el aire denso con la anticipación del combate. Raito ajustó su casco con una mano firme, su mirada fija en su abuelo, que estaba completamente inmóvil frente a él. Sabía que este no sería un entrenamiento común. Este era el verdadero desafío.

  Con su postura de combate perfectamente adaptada, Raito se preparó, su cuerpo vibraba con energía contenida. Por el otro lado, su abuelo, con una calma tan profunda como el océano, se posicionó igualmente, empu?ando su espada con una seguridad que solo alguien con a?os de experiencia podía mostrar. Su mirada era tranquila, pero con un brillo en sus ojos que denotaba la determinación de un guerrero que había vivido muchas batallas.

  Alder observaba desde un rincón, su rostro serio pero con una ligera sonrisa de aprobación. Sabía que este sería un momento clave para Raito, el momento en que todo lo aprendido hasta ahora se pondría a prueba contra alguien que sabía cómo luchar de verdad.

  El abuelo levantó la espada en alto, se?alando que el combate comenzaba. Con un rápido movimiento, Raito dio el primer paso hacia adelante, sus piernas firmes, su lanza lista para el ataque. El abuelo, sin embargo, no se movió inmediatamente. En lugar de eso, Raito sintió la presión en el aire, como si todo estuviera ralentizado.

  En un instante, el abuelo giró con una velocidad increíble, su espada cortando el aire con una precisión mortal. Raito apenas pudo bloquear el golpe, la fuerza de la espada enviándole una vibración por todo el cuerpo, casi haciéndolo perder el equilibrio. "Recuerda", dijo el abuelo con voz profunda y calmada. "La voluntad es tan importante como la habilidad. Sin ella, incluso el mejor de los entrenamientos será insuficiente."

  Raito, con el corazón palpitante y la mente enfocada, respondió a la amenaza. Sabía que tenía que ser más rápido, más astuto. El entrenamiento había sido difícil, pero no suficiente para prepararse para la experiencia de un verdadero guerrero. Con un salto hacia atrás, esquivó un segundo ataque, y en ese momento entendió lo que su abuelo había querido decir.

  Era un combate de voluntad, de resistencia mental y física. Su abuelo no solo estaba probando su habilidad, sino también su capacidad para seguir adelante, para no rendirse ante un desafío imposible.

  Cada golpe de su abuelo era un recordatorio de que la lucha no solo es física. Raito sentía el cansancio comenzar a acumularse, pero también la determinación crecer dentro de él. Sabía que esta batalla no solo era contra su abuelo, sino contra sí mismo, su propia debilidad.

  "Vamos, Raito", dijo su abuelo, con una sonrisa torcida. "Muestra de lo que estás hecho."

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