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El despertar de la energía: Raito y el dominio de la runa

  Alder se detuvo frente a un claro en el bosque, mirando a Raito con seriedad. El aire estaba tranquilo, pero había una sensación de anticipación en el ambiente. Raito, con la mu?eca descubierta, esperaba con ansiedad, consciente de que el entrenamiento que estaba por comenzar definiría su control sobre la magia.

  —Escucha bien, Raito —dijo Alder, su tono grave y enfocado—. La energía de la runa es poderosa, pero también peligrosa. No solo tienes que aprender a canalizarla, sino a limitarla. Si no eres cuidadoso, la runa absorberá toda la energía de tu cuerpo, y eso te debilitará hasta el punto de no poder moverte. Por eso, primero necesitamos que te concentres en no desbordarte.

  Raito asintió, sintiendo el peso de las palabras de Alder. Se colocó en una posición de meditación, intentando relajarse, aunque su mente estaba llena de dudas.

  —Comienza con algo simple. Imagina una esfera de energía frente a ti, algo peque?o, que puedas controlar. Visualiza su forma y su tama?o, pero sobre todo, imagina cómo la energía fluye a través de tu mu?eca hacia esa esfera. La energía tiene que responder a tu voluntad. No al revés —explicó Alder, observando atentamente cada movimiento de Raito.

  Raito cerró los ojos, respirando profundamente. Intentó vaciar su mente de todo lo que no fuera la tarea frente a él. Sintió la runa sobre su mu?eca, latente, como una corriente de electricidad que esperaba ser liberada. Concentró toda su energía en la imagen de la esfera, visualizando la luz azul que había visto en su pu?o durante el enfrentamiento contra el coloso.

  Al principio, no sucedió nada. Raito frunció el ce?o, sintiendo una ligera presión en su mu?eca. Pero no se dio por vencido. Volvió a concentrarse, ahora más determinado, dejando que la energía se moviera por su cuerpo, guiada por su mente.

  Poco a poco, una peque?a esfera de luz azul comenzó a formarse frente a él. Era tenue, y parpadeaba, como si dudara en materializarse por completo. Raito extendió su mano, guiando la esfera con su voluntad. La sensación de poder aumentaba, pero al mismo tiempo, sentía que la energía empezaba a acumularse más allá de lo que podía controlar.

  —?Límítala! —gritó Alder desde un costado, con voz firme.

  Raito sintió que la esfera se expandía más allá de su control. Fue como si la runa tratara de desbordarse, empujando su cuerpo al límite. Recordó las palabras de Alder: "No dejes que te consuma". Con un esfuerzo, Raito cerró los ojos y visualizó la esfera encogiéndose, disminuyendo su tama?o. La luz azul se estabilizó, y la esfera dejó de parpadear.

  Cuando abrió los ojos, vio la esfera flotando frente a él, del tama?o de una pelota de tenis. La energía brillaba con intensidad, pero ya no estaba fuera de control.

  —Lo lograste —dijo Alder, sorprendido pero satisfecho—. Has manifestado la energía, y has aprendido a limitarla. Ahora, tu tarea será hacerlo sin que te consuma. Controla la energía, no dejes que te controle a ti. Eso es lo que te permitirá usarla con precisión.

  Raito respiró aliviado, sintiendo una mezcla de agotamiento y emoción. Por fin había hecho avanzar un poco más el proceso. Pero sabía que el camino no sería fácil, y que aún quedaba mucho por aprender.

  —Es solo el comienzo —murmuró Alder, mientras observaba la esfera brillar suavemente en el aire—. A partir de aquí, la verdadera práctica comienza.

  Raito, con la esfera frente a él, sintió que había dado el primer paso, pero la energía seguía latente en su mu?eca, esperando más. Alders le había ense?ado a limitarla, pero ahora era el momento de darle forma, de darle una identidad, algo que lo hiciera distinto a solo una simple explosión de luz.

  Raito cerró los ojos de nuevo, esta vez visualizando no solo una esfera, sino una forma específica, algo que fuera representativo de su voluntad. Pensó en las situaciones más difíciles que había vivido, en lo que lo había impulsado a seguir adelante, y en su búsqueda por comprender las runas y lo que significaban.

  Imaginó una espada, una espada que emanaba de la misma energía, forjada a partir de la luz azul que la runa le otorgaba. Una espada afilada y poderosa, pero ligera como el viento, algo que pudiera usar con destreza y precisión.

  Con ese pensamiento, la esfera comenzó a transformarse, se alargó en una figura que lentamente adquirió la forma de una espada. La empu?adura se hizo visible primero, el brillo de la luz se concentró en la parte baja de la hoja, formándose a medida que su voluntad guiaba la energía.

  La espada no era sólida, como una espada común, sino que tenía una textura fluida, etérea, casi translúcida. Sin embargo, su presencia era innegable. La hoja brillaba con un resplandor frío, azul intenso, que parecía pulsar al ritmo del latido de su corazón.

  Raito, con los ojos bien abiertos, observó la creación de su propia energía materializarse frente a él. La espada no era solo un arma, sino una manifestación de su propio poder y voluntad.

  —Lo lograste —dijo Alder, impresionado, al ver la espada flotando en el aire, lista para ser manejada—. Has dado forma a la energía, pero no solo eso, le has dado un propósito. Esta espada no solo es una herramienta, es parte de ti ahora.

  Raito, sin decir una palabra, alzó la espada. La energía parecía vibrar, como si respondiera a su propio deseo, a su conexión con la runa. Sentía la fuerza que emanaba de ella, pero también la necesidad de controlarla. El entrenamiento estaba lejos de terminar, pero este era un gran paso hacia adelante.

  La espada continuó flotando frente a él, su brillo inquebrantable, lista para ser usada de la manera que Raito decidiera. Pero aún faltaba entender cómo mantenerla bajo control sin que se desbordara, y cómo vincularla con las otras runas que pronto adquiriría.

  Entonces, Raito se concentra en la runa de la energía, que es la primera que obtuvo. Mientras Alder lo observa, le recuerda que debe tener cuidado con la intensidad, ya que el control de la energía es fundamental para evitar que se le escape de las manos.

  Raito siente una vibración suave al principio, pero poco a poco la runa comienza a brillar más intensamente. Siente cómo la energía fluye a través de su cuerpo, recorriendo sus venas, pero se da cuenta de que no debe dejar que su emoción lo controle. Al principio, su mente está llena de preguntas, pero se concentra, manteniendo la calma.

  "Respira... visualiza lo que quieres hacer", le dice Alder, con una voz tranquila.

  Raito cierra los ojos, visualizando cómo la energía se concentra en su mano. De repente, una esfera de luz azulada comienza a formarse frente a él, flotando suavemente. La siente ligera, pero poderosa.

  "Lo has logrado", dice Alder, con una sonrisa de aprobación. "El siguiente paso es aprender a manejarlo a voluntad. Es como un músculo, cuanto más lo uses, más fuerte serás."

  Raito asiente, determinado a dominar esta habilidad antes de avanzar hacia las otras runas. Sin embargo, sabe que no será fácil. El camino por delante es largo, pero la confianza en sí mismo comienza a crecer.

  Esta es la primera etapa en su entrenamiento, y aún hay mucho por aprender.

  Al día siguiente, Raito y Kaelis regresan al hogar del ermita?o, preparados para continuar con el entrenamiento. Al llegar, Alder ya los está esperando, con una mirada decidida. "Bien, empecemos", dice con seriedad.

  El ermita?o comienza a conjurar un peque?o monstruo, una criatura de aspecto rocoso y rústico, que se mueve con agilidad a pesar de su tama?o. Alder le coloca una armadura básica y una lanza, y le entrega la lanza a Raito.

  "Hoy aprenderás a infundir tu energía en un objeto, en este caso, en esta lanza", explica Alder, se?alando la arma. "Lo que hiciste ayer fue crear energía pura, ahora necesitarás usarla de manera más precisa. Debes infundirla en el metal, imbuirlo de tu poder."

  Raito observa la lanza, sintiendo la presión de la tarea. La runa de la energía, ahora familiar, brilla suavemente en su mu?eca, como una extensión de su propia voluntad. Se concentra, visualizando cómo la energía fluye de su cuerpo y hacia la lanza. Siente la vibración de la runa respondiendo a sus pensamientos.

  "Recuerda, no se trata de forzar la energía, sino de canalizarla con precisión. Como si la lanza fuera una extensión de tu propio ser", le explica Alder, observando con atención.

  Raito cierra los ojos y se concentra. De repente, una ligera chispa de luz comienza a rodear la punta de la lanza. El metal resplandece, y la energía que Raito ha infundido parece estabilizarse en el objeto, aunque no de manera perfecta. Aún es un intento, pero la lanza brilla con una luz tenue, se?al de que está funcionando.

  "Eso es, lo estás haciendo bien", dice Alder, asintiendo satisfecho. "Ahora, con la lanza cargada de energía, ordena al monstruo que se acerque y demuéstrame cómo te enfrentas a él. Controla tu poder y permite que la energía fluya, pero no pierdas el control."

  Raito asiente, preparándose para el siguiente paso, sabiendo que este entrenamiento será crucial para comprender cómo usar su poder de manera efectiva en combate.

  Los días pasaron y, a pesar de los intensos entrenamientos, Raito comenzó a sentirse frustrado. Cada vez que se enfrentaba al peque?o monstruo conjurado por Alder, el ser parecía ser siempre más ágil, más resistente, y con una destreza de combate que lo dejaba atrás en cada enfrentamiento. Aunque Raito había logrado dominar la técnica de imbuir energía en su lanza, el monstruo siempre encontraba la manera de esquivar o bloquear sus ataques, dejando a Raito con una sensación de impotencia.

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  Alder lo observaba desde la distancia, con una mirada de sabiduría, comprendiendo la frustración de su aprendiz. Sin embargo, sabía que el proceso de aprendizaje era largo y que la verdadera prueba de un guerrero no se medía por la velocidad de los resultados, sino por su capacidad para adaptarse y superar los obstáculos.

  Con el tiempo, Raito notó que su control sobre la energía en la lanza había alcanzado su punto máximo. Ya no necesitaba concentrarse de manera tan intensiva para infundir la energía en el arma; ahora, la runa de la energía respondía de manera casi instintiva a su voluntad. La lanza brillaba con una intensidad que nunca había alcanzado antes, y Raito sentía que su conexión con el poder que emanaba de su propia esencia se fortalecía.

  Pero, aún con todo eso, el monstruo seguía siendo un desafío. En uno de los entrenamientos más recientes, tras haber fallado nuevamente, Raito se detuvo y se quedó observando la criatura, respirando profundamente. "?Qué estoy haciendo mal?", pensó para sí mismo. Fue en ese momento cuando recordó una lección que Alder le había dicho días atrás: "El poder no se trata solo de fuerza bruta. Es la intención lo que guía tu energía."

  Con ese pensamiento en mente, Raito dejó de intentar simplemente vencer al monstruo con fuerza, y comenzó a cambiar su enfoque. En lugar de atacar con cada golpe, decidió escuchar a su cuerpo, controlando la energía con precisión y paciencia. Ahora, en lugar de depender solo de la energía bruta, buscaba cómo fluía, cómo se manifestaba en el combate de una manera más fluida.

  Esa noche, después de días de fallar y fallar, la lanza brilló con una intensidad nunca antes vista, y por fin, cuando el monstruo intentó atacar, Raito lo esquivó con una agilidad renovada, canalizando la energía de su lanza en un único golpe preciso que derrotó al peque?o ser.

  "Lo has logrado", dijo Alder, con una sonrisa satisfecha. "No era la fuerza lo que faltaba. Era el control. La precisión. Y has encontrado eso."

  Raito, agotado pero satisfecho, comprendió que el entrenamiento no solo se trataba de vencer a su oponente, sino de conocer y dominar sus propios límites y la energía que llevaba dentro.

  Alder comenzó a conjurar los tres esqueletos, cada uno con habilidades y tácticas distintas para poner a prueba a Raito. El primero, con espada y escudo, avanzó hacia él con una velocidad y destreza sorprendente. Los otros dos, situados a una distancia estratégica, empu?aban arcos y lanzaban flechas mágicas que dejaban estelas de energía en el aire.

  "Ahora el verdadero desafío comienza", dijo Alder, observando a Raito con atención. "Este ejercicio te forzará a usar tus habilidades de forma combinada. No solo tu lanza, sino también el escudo y tus pies. Cada uno tiene un propósito específico: la lanza para el combate cercano, el escudo para la defensa contra los proyectiles y la velocidad para esquivar. Debes encontrar la armonía entre todos estos elementos."

  Raito asintió, sintiendo el peso de la tarea que tenía por delante. De inmediato, se preparó, empu?ando su lanza con firmeza. El primer esqueleto atacó con furia, intentando asestarle un golpe directo con su espada. Raito bloqueó el golpe con su lanza, pero enseguida sintió las flechas acercándose a él desde los otros dos esqueletos. Rápidamente, activó la runa de energía y empujó su poder hacia el escudo que había conjurado antes, rodeándolo de una capa de energía luminosa. Las flechas impactaron contra el escudo con un sonido metálico y vibrante, pero la defensa resistió, aunque con un leve crujido.

  Sin embargo, Raito no podía detenerse allí. El esqueleto cuerpo a cuerpo continuaba atacando, y las flechas seguían lloviendo hacia él. Con un rápido movimiento de pies, Raito se deslizó hacia un lado, esquivando una flecha que estuvo a punto de alcanzarlo. El movimiento fue ágil, pero no lo suficientemente rápido como para evitar completamente el siguiente ataque. Una flecha rozó su hombro, lo que le recordó la necesidad de mayor velocidad y concentración.

  Alder, viendo la dificultad de Raito, le gritó desde lejos: "Recuerda, la energía debe fluir. No se trata solo de defensa y ataque, sino de moverte con el combate. El escudo, la lanza y tus pies deben ser una extensión de ti mismo."

  Raito ajustó su postura y, con un esfuerzo renovado, empezó a integrar sus movimientos con mayor fluidez. A medida que los esqueletos atacaban, se movía entre ellos con una velocidad cada vez mayor, activando el escudo solo cuando era necesario y utilizando la lanza de forma más precisa. La sincronización de sus movimientos empezó a mejorar. Podía bloquear las flechas, desviar los ataques del esqueleto cuerpo a cuerpo, y esquivar con agilidad cada vez más natural.

  Tras un intenso combate, Raito logró derrotar a los tres esqueletos, sudoroso y agotado, pero con una sensación de satisfacción al ver cómo, por fin, su entrenamiento empezaba a dar frutos.

  "Bien hecho", dijo Alder, con una mirada aprobatoria. "Ahora ya sabes cómo combinar todas tus habilidades. No es solo poder, es control, y lo has demostrado hoy."

  Muy bien ma?ana tendrás q hacer lo mismo pero con todo activo al mismo tiempo

  Raito, todavía respirando con pesadez por el esfuerzo, asintió con determinación. La sensación de haber completado su primer verdadero desafío le dio un impulso de confianza, pero al mismo tiempo, la idea de enfrentarse a los tres esqueletos nuevamente con todos sus poderes activos al mismo tiempo lo hizo sentirse algo abrumado.

  "Lo entiendo", dijo Raito, con una sonrisa cansada. "Puedo hacerlo."

  Alder lo observó por un momento, su expresión seria pero satisfecho con el progreso de su discípulo. "Recuerda, el control de la energía es clave. No es solo activar la lanza, el escudo y tus pies al mismo tiempo, sino también saber cuándo y cómo usarlos. Cada acción tiene una consecuencia. Ma?ana, tendrás que ser más rápido, más preciso y, sobre todo, tener un dominio total sobre tus habilidades."

  Raito asintió nuevamente, con el peso de las palabras de Alder resonando en su mente. Ma?ana sería aún más difícil, pero sentía que estaba en el camino correcto para dominar el poder de las runas.

  "Nos vemos ma?ana", dijo Alder, dándole una última mirada antes de entrar en su refugio.

  Raito, por su parte, se quedó allí por unos minutos más, respirando profundamente, tratando de calmar la adrenalina que aún corría por sus venas. Sabía que el entrenamiento solo se pondría más intenso, pero también estaba seguro de que, con el tiempo, dominaría esas habilidades con la misma facilidad que había aprendido a manejar su lanza.

  Esa noche, Raito descansó con una mente llena de pensamientos sobre lo que le esperaba al día siguiente.

  Al día siguiente raito y kaelis vinieron nueva mente Alder dice antes de empezar quiero recompensar te por tu progreso dame tu lanza la encantará será la más afilada,más resistente y la más veloz y letal lanza

  Raito se acercó a Alder, quien con un gesto firme y decidido le pidió la lanza. Con una leve sonrisa, Raito se la entregó, sintiendo una mezcla de orgullo y curiosidad por lo que Alder podía hacer.

  Alder sostuvo la lanza con una mano, su expresión enfocada. Murmuró algunas palabras en un idioma antiguo, su voz cargada de poder, mientras la lanza comenzaba a brillar con una luz tenue. El aire alrededor de ellos parecía volverse más denso, como si la magia misma tomara forma en el espacio.

  La lanza comenzó a vibrar levemente en las manos de Alder, y de repente, el brillo se intensificó. La madera de la lanza parecía pulirse por sí misma, tornándose más sólida, mientras el metal de la punta adquiría un brillo afilado, como si estuviera forjada en un fuego celestial.

  "Ahora, esta lanza será mucho más que un simple arma", dijo Alder, entregándosela de nuevo a Raito. "Es más resistente, más afilada y más letal. Cada golpe que des será más certero, y su velocidad será impresionante, pero debes mantener el control. La magia que está en ella es tan potente como tu voluntad."

  Raito sintió el peso de la lanza cambiar en sus manos, más ligera, pero a la vez más fuerte, como si una nueva fuerza residiera en su interior. Su empu?adura era cómoda, y la punta parecía cantar al contacto con el aire.

  "Esta lanza reflejará tu habilidad", continuó Alder. "Así que, ahora más que nunca, debes concentrarte. Recuerda que el control es lo más importante."

  Raito asintió, observando la lanza con nuevos ojos. El entrenamiento estaba a punto de volverse aún más desafiante, pero ahora, con su nueva arma encantada, sentía que tenía más posibilidades de dominar su poder.

  Raito levantó la lanza encantada con determinación. El aire a su alrededor parecía cargarse de tensión mientras los tres esqueletos se alineaban frente a él, listos para atacar. El primer esqueleto, armado con una espada oxidada, avanzó con rapidez hacia él, su mirada vacía pero decidida.

  El entrenamiento había sido largo, pero Raito ahora se sentía más seguro. Inmediatamente activó la energía en sus pies, notando cómo la runa de la energía aumentaba su velocidad. Con un movimiento ágil, esquivó el primer ataque del esqueleto y aprovechó el impulso para golpearlo con la lanza. La punta afilada penetró la armadura ósea con facilidad, destruyendo al esqueleto en un solo golpe.

  Los otros dos esqueletos, uno con arco y otro con una lanza, atacaron simultáneamente. Raito vio las flechas mágicas venir hacia él y, rápidamente, activó energia en su escudo. Las flechas se estrellaron contra él, pero el escudo brilló, absorbiendo el impacto sin que se rompiera. No obstante, el esfuerzo fue considerable, y Raito sintió un peque?o agotamiento por mantener la energía concentrada en la defensa.

  Con la lanza en alto y la energía fluyendo por sus pies, se lanzó hacia el segundo esqueleto con arco, saltando hacia un lado para esquivar otro disparo. En el aire, le dio un giro a su cuerpo, girando la lanza con rapidez y precisión. El impacto fue certero, y el esqueleto con el arco cayó al suelo hecho pedazos.

  Finalmente, el último esqueleto, el que portaba una lanza, se acercó con cautela. Raito activó la energía en sus pies una vez más, deslizando su cuerpo hacia el costado del esqueleto. Al mismo tiempo, cargó su lanza con toda la energía disponible y, con un solo movimiento, la clavó en el esqueleto con una velocidad abrumadora. El impacto fue tan fuerte que el esqueleto se desintegró al instante.

  Raito, respirando con algo de dificultad, se quedó de pie, observando los restos de los esqueletos en el suelo. La lanza brillaba en sus manos, y aunque estaba exhausto, sentía una sensación de logro. Había dado un paso más en el dominio de su poder.

  Raito regresó al campamento con los músculos cansados, pero una sonrisa de satisfacción iluminaba su rostro. Aunque el entrenamiento había sido agotador, sentía que su control sobre la runa de energía había mejorado considerablemente. Kaelis, caminando a su lado, notaba la diferencia en su actitud: más confiado y con una nueva determinación. Aunque Raito intentaba disimular el cansancio, no podía evitar hacer una mueca cada vez que un músculo se tensaba al caminar.

  Al llegar a la base, Kaelis le dio un leve empujón en broma, diciendo que no se podía rendir tan fácil después de tanto esfuerzo. Raito le respondió con una sonrisa fatigada, agradeciendo la compa?ía y su paciencia. Aunque exhausto, se sentía más preparado que nunca para lo que viniera.

  El casco que Alder le entregó a Raito era una pieza impresionante. Hecho del cristal más resistente que existía, parecía desafiar las leyes de la física con su translucidez casi etérea, reflejando la luz de manera única. La larga cinta que se encontraba en la parte superior del casco fluía suavemente con el viento, dándole un toque guerrero al estilo espartano. La máscara desplegable en la parte inferior, que cubría su boca y nariz, estaba dise?ada para ofrecerle una respiración cómoda incluso en los climas más extremos, como si pudiera adaptarse a cualquier entorno sin dificultad.

  Alder sonrió al ver la mirada de sorpresa en los ojos de Raito, que claramente apreciaba el esfuerzo y la utilidad del regalo. "Este casco te servirá tanto en combate como en situaciones que pongan a prueba tu resistencia", explicó el ermita?o mientras lo entregaba. Raito, con una sonrisa agradecida, lo tomó y lo colocó sobre su cabeza, ajustándolo a su tama?o. Sintió la protección adicional que le ofrecía, mientras el casco se sentía como una extensión de sí mismo, listo para ser probado en su entrenamiento y en futuras batallas.

  El joven raito asistente de biblioteca se había convertido en todo un guerrero

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