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El Secreto de las Runas

  Al día siguiente, Kaelis terminó de acomodar su nueva habitación. No era muy diferente a su antiguo escondite, aunque ahora tenía más espacio y mejor iluminación. Con todo en su lugar, finalmente se dispuso a reparar el artefacto para leer las runas de Raito.

  Gracias a su paciencia y precisión, logró restaurarlo por completo. Ahora solo faltaba la fuente de energía. Afortunadamente, entre las recompensas por derrotar al jefe en la catacumba, encontraron un cristal lo suficientemente grande como para intentarlo.

  Kaelis colocó el cristal en el artefacto, el cual empezó a brillar con intensidad. Raito observaba con expectación mientras la asesina ajustaba los últimos detalles.

  —Bien, veamos qué más podemos descubrir de ti —dijo Kaelis con una sonrisa traviesa mientras activaba el dispositivo.

  El artefacto comenzó a emitir un resplandor intenso mientras analizaba la segunda runa de Raito. A diferencia de la primera, esta brillaba con un fuerte color rojo, pulsando como si tuviera vida propia. Tras unos segundos, el artefacto mostró el resultado: magia de absorción.

  Kaelis cruzó los brazos y asintió con interés.

  —Interesante... ya veremos cómo funciona más adelante.

  Raito observó su mu?eca, sintiendo una ligera vibración en la runa.

  —Pero todavía tenemos que descubrir cómo activar mi poder a voluntad... —dijo pensativo.

  Kaelis le dio una palmada en la espalda con una sonrisa confiada.

  —No te preocupes, lo averiguaremos. Solo hay que encontrar a alguien que sepa más de magia.

  El misterio sobre su poder solo crecía, y con él, la determinación de Raito por descubrir la verdad.

  Raito frunció el ce?o, sumido en sus pensamientos. De repente, recordó a Alder, el ermita?o. Su gran poder mágico, la forma en que había derrotado al coloso con un solo destello... Comparado con lo que él y Kaelis habían pasado en la catacumba, la diferencia era abismal.

  —?El ermita?o! —exclamó de golpe, sorprendiendo a Kaelis.

  —?El qué? —preguntó ella, arqueando una ceja.

  —Alder, un viejo amigo de mi abuelo. Vive fuera de la ciudad y es un mago increíble. Si alguien sabe cómo activar mi magia, probablemente sea él.

  Kaelis parpadeó, intrigada.

  —?Así que conoces a un mago poderoso y recién ahora lo mencionas?

  —Bueno... hasta hace poco no sabía que lo era —admitió Raito, rascándose la nuca—. Cuando fui a visitarlo, salvó su casa de un coloso de piedra con un solo hechizo.

  Kaelis chasqueó la lengua, pensativa.

  —Suena demasiado conveniente. Pero si puede ayudarnos, vale la pena intentarlo.

  Raito asintió con determinación. Si había alguien que podía ayudarlo a entender sus runas, era Alder.

  Con todo el nuevo personal en la biblioteca y en los distintos sectores de la ciudad, partir rumbo al ermita?o fue mucho más sencillo de lo que Raito esperaba. No hubo necesidad de preocuparse por ladrones o por dejar la biblioteca sin atender.

  Subieron al carruaje sin problemas, con Kaelis tomando las riendas. Mientras avanzaban por el camino, Raito no pudo evitar sentir una emoción creciente. Esta vez, no iba a hacer una simple entrega de libros. Iba en busca de respuestas.

  Kaelis, por su parte, mantenía la vista en el horizonte, relajada pero atenta.

  —Espero que este viejo no sea un charlatán —dijo con una sonrisa sarcástica.

  Raito sonrió de lado.

  —Créeme, después de lo que vi, dudo que lo sea.

  El viaje transcurrió sin inconvenientes, con la tranquilidad del paisaje acompa?ando su recorrido.

  Cuando llegaron a la caba?a del ermita?o, la puerta se abrió con rapidez y Alder, el anciano amigo de la familia de Raito, apareció en el umbral con una cálida sonrisa.

  —?Ah, Raito! ?Qué bueno verte! —exclamó mientras lo abrazaba brevemente—. ?Y esta es tu... amiga? —dijo, mirando a Kaelis con una expresión juguetona.

  Raito se sonrojó de inmediato, un poco avergonzado por la pregunta. Trató de responder rápidamente.

  —?No, no! —dijo, con una risa nerviosa—. ?No somos...! Es solo que ella está... ayudándome, nada más.

  Kaelis, por su parte, solo levantó una ceja y sonrió de lado, sin dejar de observar al ermita?o.

  —No te preocupes, no me molestan los rumores —dijo, con un tono ligeramente burlón—. Soy solo una "extra?a amiga", ?verdad?

  Alder rió alegremente, disfrutando del momento de incomodidad de Raito.

  —?Vaya, lo que uno se pierde en su retiro! No te preocupes, Raito. ?Venga, entren! La cena está casi lista.

  Con eso, los tres entraron a la casa, mientras Raito intentaba recuperar su compostura, aliviado de que no le hubieran dado más vueltas al asunto.

  Alder escuchó atentamente las palabras de Raito, su expresión se volvió más seria y profunda a medida que el joven hablaba. Cerró los ojos por un momento, procesando lo que acababa de decir.

  —Es cierto, esas runas son muy antiguas —dijo finalmente, mientras se recostaba en su silla y observaba a Raito con una mirada intensa—. Son runas primordiales, las que dan forma a la magia tal como la conocemos. Cada una está vinculada a un aspecto fundamental de la magia misma. Lo que has descubierto es muy, muy relevante, Raito.

  Kaelis, que había permanecido en silencio, levantó una ceja al escuchar la mención de los "clanes". Aunque su curiosidad estaba piquísima, se limitó a escuchar por el momento, ya que todo aquello le era tan ajeno.

  —Así que tú crees que eres el elegido... el próximo portador, ?no es cierto? —preguntó Alder con calma, sin mostrar sorpresa.

  Raito asintió, sintiendo un peso aún mayor sobre sus hombros al verbalizarlo en voz alta.

  —Sí, pero hay algo más que no entiendo... ?Por qué sólo un portador cada 3500 a?os? Y si, como dices, hay clanes que juran destruir al próximo portador, ?quién me protegerá?

  Alder suspiró profundamente y se levantó, caminando lentamente hacia la ventana. Miró el horizonte, como si estuviera evaluando algo más allá de lo que los ojos de Raito podían ver.

  —Porque, como sabes, las runas no son solo poder. Son decisiones, son la balanza de la humanidad. Las distintas ramas de la magia que mencionas, esos clanes y los elegidos, todos ellos juegan un papel en ese equilibrio. Lo que decida el portador, marcará el futuro de todos.

  Pausa. Alder se volvió hacia Raito y Kaelis.

  —Alguien debe guiarte. Ya sea un aliado o un enemigo, la historia siempre sigue su curso. No te puedo decir cómo terminará esta parte del viaje, pero debes estar preparado para todo.

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  Kaelis asintió, decidida.

  —Sea lo que sea, no estás solo, Raito. Ya lo hemos demostrado.

  Alder observó con atención a Raito, sus ojos mostrando una mezcla de preocupación y fascinación. Se acercó a una mesa llena de pergaminos y viejos libros, y de allí tomó una peque?a piedra que emanaba una leve energía.

  —Esta es la runa de la destrucción —dijo con voz grave—. La he logrado obtener después de a?os de investigación y contacto con algunos de los viejos magos. Es peligrosa, extremadamente peligrosa. Aunque tiene un poder inmenso, también puede consumir a quien la porte. Como mago experimentado, puedo sentir la vibración de su energía, y no es algo que deba tomarse a la ligera. Pero lo que más me intriga son las runas primordiales en su conjunto... Sus poderes son incontrolables, de algún modo, ya que su origen está mucho más allá de nuestra comprensión.

  Raito escuchó en silencio, sus manos apretadas sobre su pantalón. Sentía el peso de las palabras de Alder, y aunque su curiosidad crecía, no podía evitar sentirse inseguro ante el alcance de las runas y el poder que estaban desvelando.

  —Mi preocupación es tu cuerpo, Raito —continuó Alder, con una mirada más suave ahora, como si intentara calmar la tensión del momento—. Este poder es demasiado grande, y aunque lo domines, tu cuerpo podría no resistir la magnitud de su influencia. Necesitas aprender a controlar no solo las runas, sino el límite de tu propia resistencia.

  Kaelis, que hasta ese momento había estado observando en silencio, se acercó a Raito y le puso una mano en el hombro.

  —No te preocupes, Raito —dijo con firmeza—. Todos estamos en esto juntos. Sabemos que tienes lo que se necesita para soportarlo, solo tienes que confiar en ti mismo. Y no estás solo en esto.

  Raito asintió lentamente, pero sus pensamientos seguían en lo dicho por Alder. Destrucción... ese poder podía ser tanto su salvación como su perdición.

  Alder se cruzó de brazos y miró a Raito con una mirada profunda, como si estuviera dándole una última pieza del rompecabezas que había estado tratando de resolver durante a?os.

  —Una de las cosas más extra?as de las runas primordiales —dijo lentamente— es que, de alguna forma, siempre encuentran su camino hacia el portador. No importa lo que haga el elegido, no importa las circunstancias, las runas siempre llegan a él, como si fueran irresistibles, como si estuvieran predestinadas a unirse. Es como si hubiera una fuerza cósmica que las guía hacia su propósito.

  Raito frunció el ce?o, procesando la información.

  —Entonces, no puedo... evitar que lleguen a mí? —preguntó, sintiendo una mezcla de fascinación y temor.

  Alder asintió con gravedad.

  —Exactamente. No importa lo que hagas, las runas siempre encontrarán su camino hacia ti. Como ahora, que ya tienes otra runa en tu poder, junto a la que ya poseías. —Se inclinó hacia adelante y se?aló la mu?eca de Raito—. Esta nueva runa, aunque aún no la has desbloqueado, ya está allí. Es solo cuestión de tiempo hasta que su energía se active por completo. Y con ella vendrá un poder aún mayor, pero también más peligroso.

  Kaelis observó la mu?eca de Raito con una ligera preocupación, pero también con una pizca de admiración.

  —Entonces, no hay forma de detenerlo —comentó, casi para sí misma, más que como una pregunta.

  Alder suspiró, mirando a ambos con una mezcla de comprensión y pesar.

  —No. Las runas siempre llegan, y el elegido es el único que puede decidir cómo usar ese poder... o cómo sucumbir a él. Eso es lo que hace que cada portador sea único. En sus manos, el futuro de todo puede cambiar, para bien o para mal.

  Raito se quedó en silencio, mirando la runa en su mu?eca, preguntándose si realmente estaba listo para lo que eso significaba.

  Alder dio un paso atrás, como si quisiera asegurarse de que lo que estaba a punto de revelar era comprendido correctamente. Su mirada era seria, casi distante, como si las palabras que estaba a punto de decir pudieran cambiar el curso de todo.

  —He estado investigando los registros de los dos últimos portadores, los cuales datan de hace más de 7000 a?os. Y he notado un patrón, algo que no es coincidencia. Aunque las runas siempre encuentran su camino hacia el portador, el destino de cada uno de esos elegidos fue diferente. Sin embargo, ambos pasaron por algo muy similar.

  Raito lo miró con atención, su mente empezando a procesar lo que podría significar eso.

  —?Qué tipo de patrón? —preguntó, aunque ya sospechaba la respuesta.

  Alder suspiró y se cruzó de brazos, como si hubiera visto demasiadas veces el mismo ciclo repetirse.

  —Ambos portadores, sin excepción, comenzaron con un propósito claro, pero al final, fueron consumidos por la propia magia. No solo por el poder de las runas, sino por la presión de ser el elegido. Muchos de los registros hablan de sus intentos por controlar su destino, pero al final, su conexión con las runas los arrastró a una lucha interna. La magia de las runas es tan antigua y poderosa que puede corromper a cualquiera que no sea capaz de manejarla, incluso al portador más fuerte.

  Kaelis frunció el ce?o, mirando a Raito con una mezcla de preocupación y respeto.

  —?Entonces, qué nos dices? ?Que estás destinado a fallar?

  Raito, aunque preocupado, no podía evitar sentir una chispa de determinación en su pecho.

  —No lo sé —respondió con firmeza—. Pero no voy a dejar que esa sea mi historia. Si debo cargar con estas runas, lo haré, pero no voy a perderme en ellas. Encontraré la manera de usarlas sin ser consumido por su poder.

  Alder asintió lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de cautela y aprobación.

  —Eso es lo que los antiguos portadores también pensaron. Pero el peso de las runas es... demasiado grande para ser ignorado. Ten cuidado, Raito. Las runas no solo te otorgarán poder, también pondrán a prueba tu voluntad, tu alma, y tu sentido de justicia. ?Estás preparado para eso?

  Raito miró su mu?eca, la runa brillando débilmente bajo su piel, y asintió con determinación.

  —Lo estaré.

  Alder se quedó en silencio por un momento, evaluando las palabras de Raito. Finalmente, habló con una voz grave, casi como si estuviera advirtiéndole.

  —Entonces, prepárate. Lo que viene no será fácil. Las runas ya han comenzado a marcar tu destino, y ahora, solo tú decidirás cómo se escribirá.

  Alder observó a Raito fijamente, como si estuviera tratando de medir la profundidad de sus palabras antes de compartir lo siguiente.

  —Otro patrón que he encontrado —continuó, pausando por un momento— es que la primera runa que el elegido encuentra tiene una influencia mucho mayor de lo que parece. No es solo el comienzo de su poder, sino que también parece determinar su destino. La primera runa actúa como un ancla, una guía, pero también una carga. Es la que define qué camino tomará el elegido, qué principios regirá en su vida, y cómo manejará las demás runas que vendrán después.

  Raito frunció el ce?o, sintiendo el peso de esas palabras. Recordó la runa que había descubierto primero: la de energía. Esa fue la que lo había despertado a la magia, la que lo había marcado de manera tan clara. No solo en términos de poder, sino también de decisiones y eventos que comenzaron a seguirse tras su aparición.

  —Entonces, si la primera runa determina nuestro destino... ?eso significa que la forma en que usemos la primera runa afectará cómo evolucionan las demás? —preguntó Raito, sintiendo que las piezas comenzaban a encajar.

  Alder asintió con gravedad.

  —Exactamente. Cada portador de las runas ha sido marcado por su primera runa, y esa marca se refleja en todo lo que hacen después. No importa si es la runa de energía, destrucción, o alguna otra. Lo que importa es cómo te vinculas con ella, cómo la usas. Porque lo que hagas con la primera runa puede ser lo que determine qué tipo de portador serás. Y a partir de ahí, el resto de las runas se adaptan a esa visión, a esa elección.

  Kaelis se cruzó de brazos, pensativa, como si quisiera entenderlo completamente antes de hablar.

  —Entonces, si la primera runa de Raito es la de energía... ?eso lo hará más... ?potente?

  —Potente, sí. Pero también peligroso si no aprende a controlarla —respondió Alder sin dudar—. Es la runa que le otorgará poder, pero si no se utiliza con sabiduría, puede ser la que lo consuma. Recuerda, el equilibrio es clave.

  Raito asintió, su mente más abierta que nunca a las implicaciones de lo que acababa de escuchar. La carga de las runas era mucho mayor de lo que había imaginado, pero, por primera vez, sentía que tenía la oportunidad de tomar control de su destino.

  —Entonces, ?cómo me aseguro de que no me consuma? —preguntó, su voz seria y llena de determinación.

  Alder sonrió levemente, como si viera en Raito una chispa que no había visto en los anteriores portadores.

  —Eso es algo que solo tú podrás responder. Pero la clave está en el control, en entender no solo el poder que posees, sino también el costo que viene con él.

  Raito reflexionó por un momento, recordando la primera vez que había sentido la energía de la runa recorrer su cuerpo. Fue un momento extra?o, como si algo dentro de él despertara de un profundo sue?o.

  —Creo que la primera activación fue... instintiva. —Raito se tocó la mu?eca, recordando la sensación. La runa de energía había reaccionado al peligro inminente durante el combate, en el momento más crítico. Sin que él lo deseara, había desatado una energía que lo desbordaba.— Fue como si la runa se activara sola, por necesidad. Cuando vi a Kaelis atrapada por el coloso, el enojo me invadió, y fue cuando la runa respondió. Mi pu?o brilló con esa aura azul, y el golpe... fue más fuerte de lo que imaginaba.

  Alder lo observó atentamente, pensando en cada palabra.

  —Eso tiene sentido —dijo, y luego a?adió con tono reflexivo—. La runa no solo responde a la emoción, sino que también se activa por un impulso del portador. Al principio, no sabes cómo controlarla, pero la runa te guía hacia la acción en los momentos de mayor necesidad. Lo que necesitamos ahora es encontrar una forma de que puedas activar esa energía a voluntad, sin que dependa de tu estado emocional o el peligro.

  Raito asintió, pensando en cómo podría controlar esa energía. Recordó la forma en que había sentido la magia fluir a través de su cuerpo en ese momento, como una corriente eléctrica. Necesitaba entender cómo canalizarla, cómo pedirle a la runa que actuara sin tener que esperar a que el instinto tomara el control.

  —?Y cómo hacemos eso? —preguntó Raito con una mezcla de curiosidad y determinación.

  Alder lo miró fijamente y respondió:

  —Con práctica, paciencia y comprensión de lo que la runa realmente es. Comienza con peque?os ejercicios. Imagina que la runa está dormida dentro de ti, y que solo tienes que despertarla en el momento adecuado. Vamos a trabajar en eso, paso a paso. Para controlar la energía, primero debes conocerla. Y eso no se hace de un día para otro.

  Kaelis, que había estado en silencio escuchando, intervino con una sonrisa juguetona.

  —Parece que tendrás que entrenar mucho, Raito. No quiero ser yo quien te detenga, pero prepárate para que la paciencia sea la clave.

  Raito sonrió, sintiendo por primera vez que estaba tomando el control de algo más grande que él. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba listo para enfrentarlo.

  —Entonces, vamos a entrenar, Alder. Estoy listo.

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