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Primeros Pasos

  

  CAPíTULO V

  Han pasado unas pocas semanas. Los días transcurren entre corridas agotadoras por la costa, ejercicios de resistencia bajo el sol abrasador y sesiones de meditación para conectarse con el Yu. Físicamente, Ren nota cambios: sus músculos están más firmes, su respiración más controlada. Mentalmente, su voluntad se ha fortalecido, pero una inquietud lo persigue: aún no ha encontrado su estilo de pelea, y esa incertidumbre lo carcome.

  Esa ma?ana, el sol apenas despunta en el horizonte cuando Ren y Shizuka se encuentran en el claro habitual. El aire fresco huele a rocío y hierba húmeda. Shizuka, con su serenidad característica, se sienta en una roca y observa a Ren practicar golpes al aire, cada movimiento cargado de una furia contenida.

  —Ren, para un momento —dice Shizuka, su voz tranquila pero con autoridad.

  Ren detiene sus pu?os en el aire, jadeando, y se acerca a su maestro con una mezcla de curiosidad y expectativa.

  —Hablemos de los estilos de pelea —continúa Shizuka, cruzando los brazos—. Ha probado de todo: combate cuerpo a cuerpo, proyección de Yu a distancia, un enfoque equilibrado e incluso una transformación básica. Pero ninguno te satisface. ?Por qué crees que es así?

  Ren frunce el ce?o, sintiendo cómo la frustración se retuerce en su pecho.

  —No lo sé, maestro. Cuando peleo cuerpo a cuerpo, siento que me falta potencia. Cuando proyecto Yu, mis ataques son débiles, como si no tuviera suficiente control. El estilo equilibrado... es mediocre, no destaco en nada. Y la transformación... —Suspira, recordando el dolor y el agotamiento de su último intento—. No sé cómo hacer que funcione.

  Shizuka lo observa con atención, su mirada serena pero penetrante.

  —Cada estilo exige una conexión única con el Yu y contigo mismo. No todos los guerreros encuentran su camino rápido. Algunos a?os tarden.

  Ren aprieta los pu?os, impaciente.

  —Pero yo no quiero esperar a?os, maestro. Quiero ser fuerte ahora. Quiero ser como Nenji y Terrence, quiero mi Despertar.

  Una leve sonrisa cruza el rostro de Shizuka, te?ida de nostalgia.

  —Nenji y Terrence... grandes guerreros, sí. Pero ellos también tuvieron que descubrir quiénes eran. Nenji con su precisión a distancia, Terrence con su fuerza imparable. Sus estilos reflejan su esencia.

  Ren guarda silencio, evocando la pelea que lo marcó. Los Despertares Eterions de Nenji y Terrence eran espectaculares, y ahora comprende que sus estilos definidos fueron clave para desatar ese poder.

  — ?Cómo lo lograron? —pregunta en voz baja—. ?Cómo encontraron su estilo?

  Shizuka se levanta y posa una mano en su hombro.

  —Escuchándose a sí mismos, Ren. No solo entrenaron el cuerpo, sino también la mente y el espíritu. A veces, las respuestas llegan cuando dejas de buscarlas con tanta desesperación.

  Pero esas palabras no apagan el fuego en el pecho de Ren. Para él, detenerse es rendirse. Sin responder, vuelve a sus ejercicios, golpeando el aire con más fuerza, como si quisiera ahogar sus dudas.

  Un entrenamiento lleno de sombras

  Más tarde, bajo el sol del mediodía, Ren insiste en probar los estilos que ha aprendido. Primero adopta una postura de combate cuerpo a cuerpo, lanzando pu?etazos y patadas al aire. Sus movimientos son rápidos, pero torpes; Carecen de la brutalidad natural que requiere ese estilo. Frustrado, cambia a la proyección de Yu, concentrando energía en su palma y lanzando una ráfaga hacia un árbol. El impacto apenas rasga la corteza, y Ren gru?e, apretando los dientes.

  Luego intenta el estilo equilibrado, combinando golpes físicos con peque?as ráfagas de Yu. Pero la transición es lenta, descoordinada, y termina tropezando con sus propios pies. No sirve para esto , piensa, dejándose caer al suelo, sudoroso y exhausto.

  Shizuka, que lo observa desde la sombra de un árbol, se acerca con pasos silenciosos.

  —Ren, estás demasiado obsesionado con encajar en un molde —dice, su tono suave pero firme—. Te estás bloqueando.

  Ren alza la vista, sus ojos brillando con cansancio y determinación.

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  —No puedo parar, maestro. Cada día sin un estilo es un día perdido. Necesito ser más fuerte.

  Shizuka suspira, cruzando los brazos.

  —La fuerza no es solo física, Ren. Viene de la mente y el espíritu. Si sigues forzándote así, te quebrarás antes de encontrar tu camino.

  Pero Ren no cede. Se pone de pie, sacudiendo el polvo.

  —Tengo que intentarlo. No voy a rendirme.

  Esa tarde, mientras el sol comienza a bajar, Shizuka decide cambiar el enfoque. Lleva a Ren a la orilla del mar, donde las olas chocan contra las rocas con un ritmo constante. Se sientan en la arena, y Shizuka empieza a hablar.

  —Cuando era joven, yo también fui un transformista sin rumbo —comienza, su voz cargada de recuerdos—. Quería imitar a los grandes guerreros de mi época, pero nada funcionaba. Hasta que un día, durante una pelea, mi cuerpo reaccionó solo. El Yu fluyó y moldeó mis brazos en garras. No lo planeé, simplemente pasó. Ahí entendí que mi estilo no estaba en copiar, sino en dejar que mi esencia hablara.

  Ren escucha en silencio, intrigado.

  —Y ?cómo supo que ese era su camino?

  Shizuka sonríe, mirando las olas.

  —Porque se sintió natural. No lo forcé. Tú también encontrarás eso, Ren, pero no si sigues peleando contra ti mismo.

  Las palabras resuenan en Ren, pero no disipan su urgencia. En su mente, recuerda la pelea entre Nenji y Terrence: la precisión de uno, la fuerza del otro. Yo también quiero eso , piensa. Quiero ser digno.

  A la ma?ana siguiente, el entrenamiento es más duro de lo habitual. El sol brilla con fuerza sobre el claro donde Shizuka y Ren practican, y el aire está cargado del aroma a tierra húmeda. Frente a un tronco envuelto en cuerdas, dise?ado para soportar golpes potentes, Ren se prepara para el último ejercicio. Respira hondo, concentra el Yu en su pu?o y visualiza la energía fluyendo desde su centro. Con un grito, lanza el golpe.

  El impacto resuena en el claro. El tronco cruje, y una grieta profunda se abre en la madera. Ren retrocede, jadeando, pero una sonrisa se dibuja en su rostro. Es un golpe más fuerte de lo que esperaba, un peque?o triunfo que enciende una chispa de esperanza en su pecho. Tal vez estoy avanzando , piensa.

  Shizuka, que lo observa desde la sombra de un árbol, se acerca con pasos lentos. Su rostro es serio, pero hay un brillo de aprobación en sus ojos.

  —Bien hecho, Ren —dice, cruzando los brazos—. Ha mejorado mucho estas semanas. Tu cuerpo es más fuerte, y tu Yu está más enfocado.

  Ren se endereza, aún sonriendo.

  —Gracias, maestro. Creo que por fin estoy empezando a...

  Pero Shizuka lo interrumpió levantando una mano.

  —No todo es entrenamiento, Ren. Deberías darte un descanso.

  El peque?o frunce el ce?o, la sonrisa desapareciendo como si nunca hubiera estado allí.

  —Un descanso? Pero aún no encontró mi estilo. No puedo parar ahora.

  Shizuka suspira, su tono firme pero cargado de comprensión.

  —Estás tan obsesionado con definirte que te estás bloqueando. A veces, las respuestas llegan cuando dejas de buscarlas con tanta fuerza.

  Ren aprieta los pu?os, la frustración hirviendo en su interior.

  —No puedo permitírmelo, maestro. Cada día sin un estilo es un día perdido. Necesito ser más fuerte.

  Shizuka lo mira fijamente.

  —La fuerza no solo está en el cuerpo, Ren. También está en la mente y el espíritu. Si sigues así, te agotarás antes de encontrar tu verdadero potencial.

  Pero las palabras de Shizuka no calan. Para Ren, detenerse es rendirse. Sin responder, da media vuelta y camina hacia la caba?a, dejando a su maestro solo en el claro.

  Esa noche, el crepitar del fuego ilumina la caba?a mientras Ren empaca sus cosas. Guarde el kimono de Nenji con cuidado, un recordatorio de su propósito y ajuste la mochila sobre su hombro. Shizuka lo observa desde la puerta, su silueta recortada contra la luz de la luna.

  —Vas a la ciudad, ?verdad? —pregunta Shizuka, su voz calma.

  El chico asiente, sin mirarlo.

  —Necesito probarme en peleas reales. Tal vez allí encuentre mi estilo.

  Shizuka se acerca y posa una mano en su hombro.

  —Entiendo tu determinación, pero ten cuidado. La ciudad no es como esta isla. Hay peligros que aún no estás listo para enfrentar.

  Ren se gira, sus ojos brillando con resolución.

  —Volveré cuando sea digno, maestro. Cuando haya encontrado mi camino.

  El anciano sonríe levemente, una mezcla de orgullo y preocupación en su expresión.

  —Entonces, ve. Pero recuerda: la verdadera fuerza no solo está en derrotar a otros, sino en vencer tus propias dudas.

  Ren inclina la cabeza en se?al de respeto y venta de la caba?a. La brisa nocturna lo envuelve mientras camina hacia el bote que lo llevará al continente. Bajo la luz de la luna, rema hacia la ciudad, el sonido de las olas acompa?ando sus pensamientos. Una mezcla de determinación y duda lo invade. ?Es este el camino correcto? Solo el tiempo lo diré. Pero una cosa es segura: no descansará hasta encontrar su lugar como guerrero.

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