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Capítulo 5: "Los Sincolor"

  Apoyándose en el respaldo del asiento de madera, el nictibio, aunque sea apreciando un poco el calor de la chimenea, que un alivio le brindaba. Mirando hacia arriba, tomó aire y suspiró, recordando las palabras que Vaedrith le propinó hace apenas unos minutos. No tantos como para echarse una siesta, más para darse un peque?o descanso en un acogedor sitio, con una calidez que ya quisieran muchos, y la calma incomparable era tal, que la mente de Kettei pudo ordenar sus pensamientos, los cuales esparcidos por lo largo y ancho de su mente se encontraban, pasando por su mente todas las imágenes que podía acordarse sobre la masacre; algo que simplemente no se quiere ir.

  En eso, unos segundos de una cama rechinando perturbaron su rememoramiento, y poco después, una voz dulce y un tanto preocupada llamó su atención, aunque no parecía estar fatigada ni un poco. él se volteó, solo para observar cómo la Valkiria estaba sentada en el borde de la no muy cómoda cama. Con las manos apoyadas en los bordes, esta no despegaba la mirada del guerrero. Sin su casco que recubría su mirada, preguntó: "?E-están preparando una emboscada?"

  El nictibio acercó la silla hacia ella sin decir una sola palabra, solo para intuir que esta escuchó todo lo que hablaron. A lo que ella negó, indicando solo las últimas palabras que había relatado el líder de los "Sincolor", acerca de una emboscada a la tierra velmoriana, y nada más. Kettei parecía suspirar aliviado ante estas palabras, quién sabe la razón. Ambos callaron por unos segundos, apartando la mirada del otro hacia cualquier lado, hasta que la guerrera rompió el hielo, indagando si quizá sea factible confiar en sus palabras. El nictibio encorvó un poco la postura y suspiró, confesando que incluso él no creía mucho en su voluntad. Sin embargo, muchas opciones no tenían. Ya estaban aquí, y la historia que él escuchó mientras la guerrera "descansaba" detrás del castigo que recibieron de los gobernantes los hacía estar de su lado.

  Ciel admitió estar de su lado; sin embargo, su voz lenta y titubeante la delataba un poco. Kettei, sin dudarlo, afirmó que no era necesario que esta lo acompa?ara, ya que él muy bien podría haber avanzado solo a través de las secciones hasta llegar a la sección común, y no haber arriesgado otra vida. Aunque, por supuesto, la Valkiria se negó a creerle, ya que ella no le mostró el camino de los vestigios porque le pareció alguien agradable, mas creyó que quizá buscaban lo mismo.

  Bajando la mirada, el nictibio pensó por unos segundos, solo para darse la vuelta en tanto que la valquiria esperaba su respuesta, mas solo obtuvo silencio, o quizá un leve gru?ido por parte de él. Justo después de que Kettei le indicara que lo siguiera, una luz brillante cubrió la habitación cuando el guerrero se decidió a abrir la puerta de la caba?a. Ciel se levantó con calma del aposento, y tras posar los pies en la tierra exterior, un escalofrío corrió por todo su cuerpo, mas lo que sintió fue la nieve enfriar todo el calor que había acumulado dentro de la caba?a.

  De esa manera, y en unos pocos minutos, sus mejillas se tornaron rojizas por el azote del viento helado, y la respiración se le volvió visible. El cielo, antes opacado pero sereno, ahora era una masa turbia y giratoria de nubes grises, que parecían pelear entre sí por quién derramaría más nieve. Kettei, con los brazos rígidos, con pu?os endurecidos, junto a su bufanda ondeando en direcciones erráticas, no pronunció palabra alguna. Apenas la miró de reojo, antes de comenzar a avanzar con pasos firmes hacia una fogata que, a pesar de parecer casi imposible, se avivaba enardecidamente. A medida que caminaba, quebraba la nieve endurecida bajo sus botas. Ciel lo siguió sin cuestionar, aunque el retumbar de la tormenta le sacó un peque?o susto.

  No era solo la tormenta o el frío aquello que le resultaba tan extra?o; era el hecho de que esa brisa era muy distinta a las que ya había presenciado, siendo esta un tanto asfixiante al momento de respirar. El sendero que antes conocían había desaparecido, cubierto por un manto blanco y espeso. No había más huellas, ni rastros de paso. Solo un horizonte difuso, donde incluso las formas de los árboles parecían fantasmas atrapados en la ventisca, y solo el fuego que los llamaba a la distancia les indicaba el camino.

  Fue entonces, entre la cortina de nieve, que Ciel alzó la mirada y vio una figura... no del todo corpórea. Alta, flaca, cubierta por una túnica rojiza rota que flotaba como si el viento no la afectara. No tenía rostro y, sin embargo, parecía observarla. Un parpadeo bastó para que desapareciera. Ciel no tardó en comentárselo al nictibio, quien, al intuir un poco lo que le ocurría, solo le instauró ignorar cualquier tipo de ilusiones, que solo sigan el rastro de algo que ambos puedan ver y estar seguros de ello, si no es que la tormenta nevada juegue con sus mentes.

  Escucharon unas voces a la lejanía, proviniendo del origen de aquella llama que se hacía cada vez más notoria a medida que se acercaban. Estas voces proferían el mismo lenguaje abstracto e inentendible que era característico en los Sincolor, así como también Vaedrith se encontraba allí. Prueba indiscutible era la túnica roja que se podía denotar a unos metros de distancia; no fue inesperado que el líder se percatara de la presencia del dúo. En eso, se dio la vuelta al escuchar unos arbustos y le insistió en acercarse a compartir el fuego de una llama que no parecía apagarse a pesar de los fuertes vientos. En efecto, estaban reunidos allí algunos pueblerinos de los Sincolor, quienes al verlos con otros ojos, el par de guerreros extranjeros intuyeron que el líder de esa raza ya se había encargado de aclarar un poco más las cosas. Incluso, se les fue ofrecida una sopa artesanal. Aunque a esta última se le resultaba extra?o el hecho de que contara con carne de cerdo, así como también contaba con papas, zanahoria, arroz, incluso pimientos verdes y rojos.

  Vaedrith se acercó con una calma un tanto inquietante; sin embargo, su tono de voz ya no era aquel que imponía el terror en quienes visitaban aquella tierra, ya no más. Y al escuchar aquellas especulaciones sobre la sopa que intrigaba a ambos guerreros debido a que no creían que haya sido hecha bajo métodos normales como cultivarlos y cosecharlos.

  "Escuchad, guerreros. Esta sopa que os ofrecemos no es fruto del azar, sino la encarnación de nuestra memoria y de la tierra que aún nos sostiene en este exilio espiritual. Durante siglos, hemos conservado ritos antiguos, heredados de un tiempo en el que la vida florecía, y en los que el cerdo, símbolo de abundancia y fertilidad, se unía con el humilde fruto de la tierra".

  Relató con cautela, mientras sus palabras parecían acariciar la llama, la cual no abrasaba su brazo, mas le hacía sentir una relajante calidez.

  "Las zanahorias, papas y pimientos en esta receta representan la diversidad vital, la resistencia de lo peque?o y lo insignificante, que aun en la oscuridad, se rehúsan a marchitarse". Concluyó.

  Los ojos de aquel comandante, cuales solo eran huecos profundos de una oscuridad que no parecía tener fin, les instigaban a acercarse a aquella llama, la cual, amigable, no abrasaba a quien su mano acercara. Y en cuanto lo intentaron, cerrando la visión al mundo, se quedaron tiesos por unos segundos, al denotar que, en efecto, aquel fuego les brindaba una calidez aunque sus brazos entraran por completo.

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  --------—Cuando la Llama Eterna arde en nuestro centro, se cree que su fuego purificador puede devolver el color a lo marchito, transformar la oscuridad en luz. Sin embargo, la niebla que recubre el lago es el velo que hemos de romper para que la esperanza regrese a Velmória. Este alimento es, pues, un recordatorio de que, aunque estemos condenados a vagar en una dimensión de sombras, aún conservamos el espíritu de la vida terrenal. Es un legado de lo que fuimos y lo que aún aspiramos ser. ------promulgó sabiamente Vaedrith, quien con una postura encorvada se dirigió al costado de los guerreros.

  Estos últimos, quienes al haber probado la enigmática sopa, cuyo origen había sido más abstracto de lo pensado, no había causado más que asombro en ambos, incluso para Kettei, quien solo relataba estar maravillado. Y a pesar de que su expresión no revelase mucho, al momento en que la calidez de aquella receta provocó que un hormigueo en sus papilas degustara algo que no sentía hace mucho, desde incluso antes del fatídico evento: la calidez de un sabor exquisito.

  Esta vez, los Sincolor observaban atentamente al fuego eterno, sin ser capaces de despegar la mirada, ya que en ellos aún habita ese profundo deseo de libertad que tanto a?oran, y que las palabras del líder de la túnica roja rectificaban. Este último se levantó, dejando que la luz titilante de la fogata destacara los matices rojizos y dorados en su túnica. Con una calma que contrastaba con el eco de voces lejanas que repetían fragmentos de nuestro idioma olvidado, continuó.

  ----------Aquí, en este lugar, donde incluso las esporas del bosque murmuran antiguos secretos, os ofrecemos esta sopa para que recordéis que la vida posee una dualidad inexplicable: en medio del exilio y la desolación, puede hallarse tanto la perdición como la posibilidad de renacer. Dejamos que estos sabores os conecten con la esencia de la existencia, aunque confundan la razón, para que, cuando llegue el momento de enfrentar la niebla, no solo os guiéis por la fuerza, sino también por la memoria de lo que significa ser verdaderamente humano. ------- Promulgó de nuevo. Y estas últimas palabras llamaron la atención del nictibio, quien se levantó lentamente apenas escuchó la palabra "niebla", cuestionando a lo que el se refería.

  El lider calló por unos segundos, como si recordase algún evento que aún tardase en asimilar. Y en cuanto se sintió listo, procuró que todos estuvieran sentados alrededor de la llama eterna. Las voces lejanas se extinguieron como ecos en retirada, y solo el crepitar de la fogata parecía vivir. Vaedrith, aún de pie, posó sus manos juntas frente al pecho y, en un susurro que resonó con la firmeza de un trueno contenido, respondió a las dudas del nictibio.

  ----------La “niebla” —-----explicó—----- no es un velo cualquiera: es la manifestación misma de nuestra condena. Cuando nosotros, los Sincolor nos negamos a participar en la colusión contra tu raza Nictibia, los gobernantes, enfurecidos, invocaron un rito prohibido para expulsarnos de la carne y atarnos al Limbo. Aquella noche, la magia rasgó el velo entre los mundos y nos arrojó a este plano espectral.------a?adió, y continuaba explicando con maestría, aunque sus rasgos no denotaran una satisfacción al hablar de esto, ya que en ciertos momentos se tomaba unas pausas para pensar en que decir, o mejor dicho, como decirlo.Con la atención de todos en el, prosiguió.

  ----------Antes de la Gran Guerra, nuestros ancestros fueron designados como guardianes de un santuario ancestral, oculto en lo más recóndito de un paraje que hoy llamamos “Bosque de Ramas Bajas”. Allí, la vida se abrasó en un infierno de esporas malditas que despojaron de su cordura a quienes vivían en aquellas tierras. Desde entonces, a sus moradores se les conoce como los "Psicóticos" (1).------relató. Aunque en ese momento, al pronunciar él la palabra, los ojos de Ciel se iluminaron al escuchar la mas mínima mención de aquellas personas. Cuyos nombres eran: "Vail y Erydnis".

  "Madre e hija pertenecían a esa sección, pero la peste de locura las obligó a huir y buscar asilo en la sección común de Velmória. Ambas portan aún la semilla de esa enfermedad, aunque sus síntomas fueron menos letales que los que consumieron a nuestros antiguos vecinos. Lo comúnmente se dice es que la Psicosis corrompe el espíritu, retuerce la mente y convierte al afligido en un ser irreconocible… al menos, eso era lo que yo creía."

  Reanudó aquella memoria, llegando a la parte en la que afirmaba que en en aquel territorio reposaba la "Flor de Loto Escandinava" (2): un capullo luminoso, fragante y delicado que absorbía el dolor de la Tierra y restablecía el balance entre carne y espíritu. Mas cuando los herreros de las forjas infernales abrieron la brecha con el Infierno, profanaron aquel manantial de vida. En lugar de sanar, la Flor desgajó las almas de los cuerpos de su raza, condenándolos a aquel limbo de nieblas y susurros. Ahora la uníca en la que podían recuperar sus cuerpos y salír del infierno monótono en el que fueron condenados a vivir desde antes que comenzó la Gran Guerra, era recuperar esta flor, y eso implicaba adentrase en lo profundo de la sección prohibida.

  Por suerte, aquella sección tambien fue confinada al Limbo, así que por mar podrían llegar hasta allí. Sin embargo, si era tan facil llegar, ?por que no lo habían intentado en las decenas de a?os en las que fueron encerrados?. Esto preguntó Kettei, intuyendo que quizá los iban a utilizar para cumplir un capricho de ellos, y que había sido por mera pereza que no lo habían intentado. Ante esto, El nictibio se levantó del suelo, dandole la espalda a Vaedrith, sin embargo, al escuchar la razon por la cual debían ir el par de guerreros, era porque los Sincolor al no contar con un cuerpo físico, les era imposible poder acceder, ya que ante un intento de la raza en querer la Flor de Loto Escandinava en su poder para recuperar lo que les pertenecía, se les fue impedido debido a una runa de protección, llamada "Runa Primigenia", la cual requería cierto coeficiente de fuerza mental y fisica para acceder a la seccion. Justamente los Sincolor carecían de esta última.

  Al escuchar con atención, y afirmar que creyó escuchar lo correcto, preguntó antes de decidir si aquella "Flor" iba a limpiar la niebla negra que impedía el acceso a Velmória. Vaedrith calló por unos segundos, para despues confiar en que si podría llegar a tener aquel efecto. A fin de cuentas, las maldiciones se podían ver disipadas gracias a aquella flor. Fue en eso que Kettei se encomendó la tarea de recuperar la flor, junto a Ciel, quien tambien decidida a responder sus preguntas sobre las Valkirias ausentes, aceptó a ir junto al nictibio. Este ultimo cuestionó al lider, insinuando que no iban a necesitar nada mas que la Flor de Loto, puesto que en la caba?a, el le ofreció ayudar a los Sincolor en las armas para la defensa y contraataque, no obstante el lider aseguró que la Flor iba a ser ayuda suficiente para ellos.

  Aunque antes de que pudieran dar un paso, el lider los detuvo, incitandolos a que en un cuenco pusieran al fuego de la llama eterna ambos brazos. Dudaron por unos segundos, aunque en el momento en el que sus manos se posaron sobre el fuego, a la vez una runa de anti-protección se marcó en los dorsales de sus manos izquierdas. Vaedrith afirmó que esta runa no se podía aplicar sobre otro Sincolor, y que mucho tiempo deseaban usar aquella runa que fabricaron y forjaron durante tantos a?os, en busca de poder romper aquella runa de protección que aguardaría la sección prohibida.

  Fue una sensación que provocó un ligero escalofrio en ambos, pero de allí nada mas que eso, un escalofrio. Y en tanto estos se alejaron lo suficiente en direccion al bote en el que llegaron, Ciel se dio la vuelta para divisar a los Sincolor por ultima vez, sin embargo, no pudo divisar ni la túnica roja caracteristica de Vaedrith, ni la llama que prometía ser eterna, pero que se apagó en tanto estos dos se alejaron de allí. Se extra?o ante esto, mas no había tiempo, y se dirigieron al bote, donde tendrían que viajar a una tierra corrupta y muerta, donde buscaran no convertirse en parte de la maldición que eternamente persigue a esta tierra; "El Bosque De Ramas Bajas"

  (1): Fueron aquellos quienes cayeron ante la enfermedad que abunda en el Bosque de Ramas Bajas, llamada Psicosis, la cual consiste en una desconexión total de la realidad, y convierte a las personas en seres irreconocibles como ya es mencionado.

  (2): La Flor de Loto Escandinava es un relicario vivo de un antiguo pacto entre espíritu y materia: según las leyendas, brotó en el corazón del Bosque de Ramas Bajas como ofrenda de los ancestros de los Sincolor para absorber el dolor de la Tierra y restaurar el equilibrio entre la carne y el aliento vital; su luminosidad y su perfume embriagador encarnaban la esperanza de toda Velmória, hasta que los herreros de las forjas infernales profanaron su poder al abrir la brecha con el Infierno, maldiciendo la esencia misma de la Flor para desgajar las almas de los cuerpos y encerrar a los Sincolor en la dimensión espectral; desde entonces, recuperar esa Loto ha sido la única vía para recomponer la forma física de los exiliados y disipar la oscura niebla que asfixia el lago, pues solo quien posea un cuerpo de carne y un corazón íntegro puede liberar su fuerza restauradora.

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