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Represalias

  Unos días después, el ecosistema político de las matriarcas se vio sacudido una vez más. Representantes del principado de los Estados Unidos Planetarios, que hasta ese momento había sido una entidad independiente, comenzaron negociaciones con los diplomáticos del Imperio Interestelar. Esta alianza no era fruto de la voluntad de la población, sino de las decisiones de sus líderes, que, aún resentidos por la derrota en la guerra, decidieron traicionar a la humanidad. Aunque la PVG intentó intervenir, no fue posible detener la traición antes de que se formalizara la unión de los Estados Unidos Planetarios con el Imperio Interestelar. La humanidad, una vez más, se dividía.

  Los días siguientes pasaron con una paz relativa, que solo era un reflejo de la calma antes de la tormenta. Un día, en la órbita del planeta Lyberty, que anteriormente pertenecía al principado de los Estados Unidos Planetarios, ahora convertido en una colonia imperial, los tripulantes de la fragata imperial observaban con creciente desconcierto cómo una nave terrana se acercaba lentamente.

  — ?Se?or, se acerca una nave terrana! —exclamó uno de los oficiales, con la mirada fija en el panel de escáner, la ansiedad palpable en su voz. — A diez segundos luz y aproximándose.

  El almirante, un veterano de innumerables campa?as, se inclinó hacia la pantalla principal. Su rostro, marcado por a?os de experiencia, mostraba una mezcla de calma y concentración.

  — Intenta establecer contacto de inmediato. Necesitamos saber si vienen en misión diplomática o si son una facción rebelde buscando independencia.

  Los intentos de comunicación fueron infructuosos, resonando un silencio inquietante a través de las pantallas. La nave terrana, aparentemente ignorando las se?ales, continuó su curso y detuvo su aproximación por un breve instante en la órbita superior del planeta. Luego, sin previo aviso, dejó caer una cápsula hacia la atmósfera.

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  — ?Qué demonios están haciendo? —murmuró el almirante, entre confundido y preocupado. — ?Cápsula detectada! Parece ser… un módulo de desembarco.

  Antes de que pudieran reaccionar, los motores de la nave terrana rugieron, desintegrándose en un destello cegador cuando activó su FTL, desapareciendo en un parpadeo. El alivio de los oficiales fue efímero, el temor regresando en forma de nuevas lecturas.

  — ?Se?or! Lecturas inusuales provenientes de la cápsula… parece que contiene… un mineral desconocido… ?está desestabilizado, se?or!

  El almirante no tuvo tiempo de ordenar una respuesta. La cápsula explotó con una fuerza catastrófica, liberando una onda expansiva de energía pura. La fragata imperial fue sacudida por el impacto, las pantallas de los oficiales titilando ante la brutal liberación de poder. Desde la nave, los tripulantes observaron cómo la superficie del planeta comenzaba a fracturarse. Grietas masivas se extendieron como venas luminosas, iluminando el vacío del espacio. Las sombras del planeta se desvanecían, sustituídas por la devastación.

  — ?La detonación tiene una potencia sin igual se?or! ?El planeta está… está colapsando! —gritó el oficial de sensores, su voz un eco de terror ante la magnitud de la destrucción.

  Los gritos de los oficiales resonaron por toda la sala de mando mientras observaban la fragmentación del planeta. El vacío del espacio comenzó a llenar de escombros, convertidos en asteroides incandescentes. La desolación era absoluta.

  El almirante, con el rostro pálido y la mandíbula apretada, murmuró, incapaz de comprender lo que acababa de suceder:

  — ?Cómo… cómo pudieron...?

  El silencio que siguió fue espeso, opresivo. Los oficiales no se atrevían a mover un músculo, observando con horror la catástrofe que se desataba en su pantalla.

  De repente, un mensaje automático, con una voz calmada pero cargada de amenaza, se transmitió desde la nave terrana hacia la fragata imperial:

  — "Tenemos más de estas armas. No duden que las usaremos si es necesario. Este es nuestro único aviso."

  El almirante, ahora completamente desconcertado, escuchó las palabras, su rostro reflejando la magnitud de la amenaza. El planeta Lyberty, una vez parte de la poderosa red del Imperio Interestelar, ahora era solo un recuerdo en forma de fragmentos flotantes. Aquellos "primitivos" que tanto habían subestimado, los humanos, acababan de demostrar que eran capaces de mucho más que solo guerrear: poseían el poder de la destrucción absoluta.

  El espacio se llenó de un silencio mortal mientras el almirante procesaba la magnitud de las palabras recibidas. ?Qué significa esto para el futuro de la guerra? ?Estos seres podrían seguir siendo considerados primitivos?

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