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DESTINO - BRASIL [Spanish - Español]

  El viaje comienza como un sue?o, pero pronto se convierte en una pesadilla. Después de meses planeando, finalmente llegamos a Brasil. Yo, Héctor, había organizado este viaje junto a mi pareja, Laura, y mi hermano, Carlos. Están enfocados por explorar este país fascinante, lleno de aventura y belleza. Pero para mí, había un propósito más profundo: sorprender a Laura con una propuesta de matrimonio.

  Desde el principio, todo parecia perfecto. Había reservado dos habitaciones en un hotel lujoso que prometía ser un paraíso. Sin embargo, una crítica oscura en las rese?as online decía: "No vengan. Este hotel no es lo que parece". Ignoré la publicidad, un error que lamentaría más tarde.

  El hotel era impresionante, con paredes doradas y candelabros brillantes. Nos trataron como realeza y nos ofrece un tour gratuito por el Amazonas. Todo iba de maravilla hasta que decidimos salir a explorar la ciudad. Al tomar un taxi hacia el Cristo Redentor, el conductor, un hombre con una sonrisa inexplicable, comienza a descargarse del camino principal. Mi instinto gritó peligro, pero ya era demasiado tarde. Con un clic, bloqueó las puertas del auto.

  -Héctor (gritando, con furia): "?Detenga el auto ahora mismo!"

  El taxista no respondió. Laura estaba aterrada.

  -Laura (temblando, abrazada a mí): "No me gusta cómo nos está mirando. Creo que quiere hacernos algo malo."

  Carlos, con su tono arrogante, trató de calmarla, pero incluso él comenzaba a ponerse nervioso.

  -Carlos (inquieto, pero con una sonrisa falsa): "Seguro solo se perdió. Relájense."

  Finalmente, tomé la cámara que llevábamos para tomar fotos del paisaje y la estrellé contra su cabeza. El golpe lo dejó inconsciente y el auto chocó violentamente contra un muro. Salimos tambaleándonos, con el corazón latiendo a mil. El auto comenzó a humear. Rescaté al conductor inconsciente antes de que el auto explotara, pero cuando recobró el sentido, su mirada estaba llena de terror.

  -Taxista (jadeando, entre lágrimas): "Vocês n?o deveriam ter vindo."

  -Carlos (mirándome, confundido): "?Qué dijo?"

  -Héctor (atónito): "Algo así como ‘No deberían haber venido’… Esto no ha terminado."

  Pero no era lo que parecía. Más tarde, entenderíamos que el taxista sólo había intentado tomar un atajo a través de las favelas, un lugar turístico pero a veces algo peligroso y por esa razón había puesto los seguros en las puertas, había tomado esa ruta para llegar más rápido al Cristo Redentor. No hablaba espa?ol, y su expresión rígida era miedo, no amenaza. Lo habíamos malinterpretado. él había tratado de ayudarnos.

  -Laura (fría, calculadora): "Héctor… hay una zanja ahí. Dejémoslo ahí y sigamos. Nadie nos vio. No lo necesitamos."

  -Héctor (horrorizado): "?Qué estás diciendo? ?No está muerto!"

  -Laura (cruzándose de brazos, con mirada de superioridad): "No voy a pasar la noche en la cárcel por culpa de alguien que ni siquiera habla nuestro idioma."

  Carlos la miraba con un desprecio que ya no podía ocultar.

  -Carlos (con tono ácido): "Tú sí que sabes cómo resolver los problemas, ?eh? No sabía que estabas con una psicópata, Héctor."

  -Laura (viéndolo con repulsión): "Y yo no sabía que venías de fábrica con una lengua venenosa, Carlos. Pero ya que estás aquí, podrías dejar de vivir a costa de tu hermano."

  La tensión aumentó. En todo momento, Laura no dejaba de reprocharme el haber traído a Carlos.

  -Laura (manipuladora, acariciándome el rostro): "Amor… no entiendo por qué lo trajiste. ?No ves que arruina todo? Nunca has sabido decirle que no. ?Hasta cuándo piensas mantenerlo?"

  -Carlos (escuchando): "No se preocupen. Si quieren intimidad, puedo hacerme invisible. Como siempre, pero es mejor llamar a una ambulancia para que venga a recogerlo mientras nosotros regresamos al hotel."

  Más tarde, ya en el hotel, Laura y yo intentamos relajarnos. Encendí velas y puse música suave. Por un momento, la oscuridad pareció retroceder. Comenzamos a besarnos, buscando escapar del estrés del día. Laura se deslizaba sobre mí con pasión reprimida, hasta que...

  -Carlos (abriendo la puerta sin tocar): "?Vieron esto en el pasillo? ?Las luces están parpadeando como locas!"

  -Laura (apartándose bruscamente, molesta): "??No sabes tocar antes de entrar, imbécil?!"

  -Carlos (cruzado de brazos): "Tranquila, princesa. Sólo pensé que querrías saber que este lugar se está volviendo cada vez más raro."

  -Laura (levantándose, furiosa): "Ojalá te hubieras quedado en casa."

  La noche se tornó inquietante. Las luces del hotel parpadeaban y los pasillos parecían alargarse interminablemente. Escuchamos susurros provenientes de las paredes. Una figura alta y delgada, con ojos brillantes y una sonrisa aterradora, apareció en las sombras. Era el "Visagen", una leyenda local que se alimentaba del miedo.

  -Laura (se?alándolo, horrorizada): "?Qué es eso?"

  -Héctor (tomándola del brazo): "No lo sé, pero debemos correr. ?Ahora!"

  Carlos, intentando ser valiente, nos instó a escapar mientras él enfrentaba a la criatura. Sin embargo, el "Visagen" comenzó a jugar con nuestras mentes, revelando nuestros peores miedos y culpas. Carlos, quien siempre había sido egoísta, fue el primero en sucumbir.

  -Carlos (llorando, arrodillado): "?Perdón! ?Siempre he sido un egoísta! ?Siempre he odiado a Laura porque sé que te va a destruir, Héctor! ?Te va a dejar solo!"

  El Visagen se alimentó de su arrepentimiento, arrastrándolo a la oscuridad. Laura y yo tratamos de enfrentarlo, pero su poder era abrumador. La figura se desvaneció, dejando tras de sí una risa siniestra.

  Al día siguiente, intentamos actuar como si nada hubiera pasado, pero sabíamos que algo oscuro nos acechaba. Esa noche, las sombras volvieron a moverse y el Visagen reapareció, más fuerte que antes.

  -Visagen (desde la penumbra, con voz rasposa): "No se van tan fácilmente. Hay un precio por el sacrificio."

  -Laura (desesperada): "?Qué quiere decir?"

  -Héctor (decidido): "No lo sé, pero debemos enfrentarlo juntos."

  El Visagen avanzó hacia nosotros, y comprendimos que este ser no era solo una entidad externa, sino una representación de nuestros miedos y culpas. La verdadera lucha no era física, sino dentro de nosotros mismos.

  -Laura (mirándome con lágrimas): "Héctor, si no enfrentamos esto, nunca podremos salir de aquí."

  Tomándonos de las manos, nos plantamos ante el Visagen, decididos a no dejar que se alimentara de nuestro miedo. Pero justo cuando creíamos haber ganado, una risa oscura resonó en el aire.

  -Visagen (desvaneciéndose): "Esto no ha terminado. Siempre estaré en las sombras, esperando."

  El terror en nuestras almas no desapareció. Sabíamos que aunque habíamos sobrevivido, había algo que nunca nos abandonaría: la sensación de que el verdadero horror acababa de comenzar.

  Esa noche, mientras la lluvia golpeaba los ventanales del hotel como dedos ansiosos, Laura se encontraba sola en el ba?o, observando su reflejo. Algo no estaba bien. Su rostro… parecía moverse levemente, como si otra Laura estuviera detrás del espejo.

  -Laura (susurrando, fascinada y aterrada): "?Qué... eres tú?"

  El reflejo sonrió, pero ella no.

  La puerta del ba?o crujió. Héctor se acercó con pasos lentos.

  -Héctor (preocupado): "?Laura? ?Estás bien?"

  -Laura (girando bruscamente, nerviosa): "Sí. Solo… solo necesitaba un momento."

  Pero Héctor la miró fijamente. Algo en ella había cambiado. Sus ojos… ya no brillaban como antes. ?Era el miedo, o algo más oscuro que se estaba gestando en su interior?

  Esa noche, no pudieron dormir. Yo estaba preocupado por Carlos. El hotel parecia respirar. Las paredes parecían moverse, las ventanas gemían. Afuera, las sombras no se quedaban quietas.

  -Visagen (desde el techo, con voz gélida): "Aún falta uno. La deuda no está saldada."

  -Héctor (tomando a Laura con fuerza): "?Qué significa eso? ?Quién falta? ?Te has llevado a mi hermano criatura horrenda, devuelmelo!"

  -Laura (con voz más grave, como si otra presencia hablara a través de ella): "Tú, Héctor, tu eres el que falta."

  La figura de Laura se desdibujó por un instante. Héctor retrocedió, horrorizado. Antes de poder decir algo más, la habitación se cubrió de sombras. Un grito ahogado. Un golpe seco. Y luego, silencio.

  A la ma?ana siguiente, Carlos y Héctor habían desaparecido sin dejar rastro. Ni sus pertenencias, ni sus huellas. El personal del hotel negó haberlos visto.

  Laura salió del hotel vestida sensualmente, con gafas oscuras y labios rojos como sangre. Arrastraba una maleta ligera y una sonrisa maquiavélica cruzaba su rostro. Sus pasos eran elegantes, seguros, como si acabara de dejar un spa. Al cruzar la calle, "accidentalmente" tropezó con un hombre alto, de acento extranjero.

  -Hombre (sorprendido): "Oh, lo siento. ?Estás bien?"

  -Laura (sonriente, seductora): "Claro que sí... aunque quizás necesite que me acompa?es un rato. ?Conoces la ciudad?"

  El hombre rió, encantado. No sabía que algo oscuro lo había elegido. El ciclo estaba a punto de comenzar otra vez.

  Con cada paso, las sombras detrás de Laura crecian. Y en el reflejo de sus gafas, el Visagen sonreía.

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