Biel avanzaba por los amplios pasillos del palacio, sus pasos resonaban con un ritmo firme y decidido. Su mente, sin embargo, estaba inquieta. No pudo evitar recordar el beso de Keshia y, sin contener su curiosidad, contactó telepáticamente con Noor.
"Dime algo, Noor... ?Era necesario el beso para establecer la conexión telepática?", preguntó Biel en su mente mientras observaba las antorchas titilantes en las paredes.
Noor río suavemente antes de responder. "Para nada. Solo tenía que tocar tu frente, pero mi amiga es así. Siempre ha sido extrovertida desde que éramos peque?as. No hay malicia en ella, simplemente... disfruta de esas muestras de afecto."
Biel suspiro. "Ya veo...". Guardó silencio por un instante antes de continuar. "Dime algo, ?Qué tan fuerte es Domia?"
El tono de Noor cambió, volviéndose más serio. "Mi hermana es extremadamente fuerte. No puedes confiarte con ella. Su capacidad para manipular a las personas es única... y peligrosa".
Biel frunció el ce?o. "Ya me enfrenté a alguien con una habilidad similar. Manipulaba a las personas e incluso a una diosa. Se llamaba Maelista, pero fue derrotado por la Reina de los Espíritus".
El silencio de Noor fue evidente. Después de unos segundos, su voz sonó con una leve vacilación. "Maelista... ?Estás seguro de ese nombre?"
Biel se detuvo. "?Lo conoces?"
"No del todo", admitió Noor. "Solo había leído sobre él en un libro. Según ese libro, Maelista era un libertador".
Biel alarmantemente con amargura. "?Libertador? De libertador no tenía nada."
Mientras hablaban, Biel llegó a la gran sala donde el rey lo esperaba. Las puertas se abrieron con solemnidad, revelando al monarca sentado en su trono con una expresión severa. Al verlo, el rey alzó una ceja.
"Yerno, ?Qué sucede? Te noto tenso."
Biel se acercó sin rodeos, con una mirada firme. "Rey, Domia atacará Lunarys hoy mismo. Necesitamos que la ayuda esté lista. Tenemos solo tres horas para llegar".
El rey cruzó los brazos y asintió con calma, como si ya hubiera anticipado la noticia. "Era de esperarse de Domia. Por eso di la orden de que todos estuvieran preparados. Además, envié un mensajero a Lunarys con la noticia de que la ayuda estaba confirmada y que debían estar listos. A esta hora, el mensajero ya debe haber llegado. Sabía que Domia podría adelantar sus aviones."
Biel sintió una chispa de alivio en su pecho y dejó escapar una leve sonrisa. "Es perfecto. Con esto tendremos una oportunidad real de derrotarla".
En ese momento, Vaer se acercó con paso firme. "Biel, ya todo está listo. La capitana Berty ha reunido a las tropas".
Biel, aún en su mente, preguntó a Noor: "?Sabes cuántos nobles tiene Domia en su ejército?"
Noor respondió con precisión. "Aproximadamente 1500. Lunarys no es tan grande como para llevar más."
Biel arqueó una ceja. "?1500 nobles te parecen poco? Es una cantidad considerable."
Dirigiéndose a Vaer, preguntó: "?Cuántos combatientes llevaremos a nosotros?"
Vaer no titubeó. "1000 soldados de infantería, 5000 caballeros, 2000 magos de curación y 3000 arqueros".
Biel sonriendo con determinación. "Es un número formidable. Además, mis amigos son increíblemente fuertes. Con esto será suficiente."
El aire en la sala estaba tenso, cargado de anticipación. La guerra estaba a punto de comenzar, y cada segundo contaba.
El gremio de Lunarys estaba en plena reunión. Alrededor de la gran mesa de madera maciza se encontraban el rey de Lunarys, el jefe del gremio Niccolò y los amigos de Biel: Charlotte, Yumi, Sarah, Xantle, Raizel, Acalia, Easton, Ryder y Gaudel. La tensión flotaba en el aire, como la calma antes de la tormenta.
De repente, la puerta se abrió de golpe y un mensajero irrumpió en la sala, su respiración agitada y su rostro cubierto de sudor. "?Tengo un mensaje para el rey de Lunarys!" exclamó, inclinándose levemente. Todos giraron la cabeza hacia él, expectantes.
"El rey de Claiflor ha decidido apoyar la batalla contra Domia. Ha preparado 1.000 soldados de infantería, 5.000 caballeros, 2.000 magos de curación y 3.000 arqueros".
Un silencio se apoderó de la sala por un instante antes de que Niccolò se pusiera de pie de un salto. "?Eso es perfecto! ?Al parecer Biel lo consiguió!" exclamó con una sonrisa triunfal.
El rey de Lunarys, sin embargo, no compartía el mismo entusiasmo. Miró a Niccolò con una expresión sombría y suspiro. "Ojalá Biel no me odie..."
Niccolò frunció el ce?o. "?Por qué lo odiaría?"
Antes de que el rey pudiera responder, el mensajero, con una expresión algo tensa, carraspeó y a?adió: "Además, el compromiso de Biel con la princesa ha sido concretado".
El efecto fue inmediato.
Charlotte, Yumi, Sarah, Xantle, Raizel, Acalia, Easton, Ryder y Gaudel escupieron al unísono lo que estaban bebiendo. La sala se convirtió en un caos de tosidos, exclamaciones y miradas de incredulidad.
Acalia fue la primera en reaccionar. "??Cómo que compromiso?!"
Yumi se puso de pie de un salto, con fuego en los ojos. "?ESE PERRO INFIEL!"
Charlotte, recuperándose de la impresión, se quedó en carcajadas. "Vaya, hermanito… ?Has despertado a las bestias de tus pesadillas!"
Raizel, Sarah y Xantle seguían en estado de shock, con la boca abierta y sin palabras.
Easton, por otro lado, rompió el silencio con una carcajada estruendosa. "?Biel, tú sí que eres un genio! Jajajaja. ?Quién iba a pensar que acabarías comprometido de esta manera!"
Ryder se cruzó de brazos, asintiendo con una sonrisa burlona. "Por eso se fue solo... Ahora todo tiene sentido".
Gaudel se llevó la mano al rostro y negó con la cabeza. "No sé si admirarlo o golpearlo cuando vuelva."
Niccolò, aun procesando la noticia, miró al rey con incredulidad. "Rey… ?Por qué hizo esto? ?Sabe que Biel es un buen tipo!"
El rey suspiro, masajeándose las sienes. "Era la manera más rápida de asegurar la ayuda de Claiflor… Me disculparé con él cuando regrese."
La sala volvió a sumirse en el caos. Acalia parecía debatirse entre incendiar algo o ir a buscar a Biel para exigirle explicaciones. Yumi murmuraba entre dientes insultos dignos de un libro prohibido. Charlotte seguía riéndose como si hubiera encontrado el chiste del siglo.
La noticia del compromiso de Biel había caído como un relámpago en plena tormenta… y las consecuencias prometían ser legendarias.
El ambiente en la sala del gremio había cambiado. Tras la tormenta de caos y risas nerviosas por la noticia del compromiso de Biel, ahora reinaba una seriedad impenetrable. El rey de Lunarys, Niccolò y el grupo de Biel estaban reunidos alrededor de un mapa extendido sobre la gran mesa de roble, trazando estrategias con urgencia.
Niccolò apoyó ambas manos sobre la mesa, su expresión era grave. "Tenemos que mantenernos alerta. La gran élite de nobles será la primera en moverse. Ellos abrirán paso al ejército de Domia".
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Easton, con los brazos cruzados y una sonrisa confiada, asintió. "Hace tiempo ya nos enfrentamos a dos de ellos... Shalok y Cliver. Eran monstruos. Pero nosotros tampoco somos los mismos de aquella vez. Hemos entrenado, nos hemos vuelto más fuertes".
Acalia entrecerró los ojos, recordando el combate. "Y no olvidemos que Domia podría haberles dado más poder. No podemos subestimarlos."
Yumi tocó la mesa con el pu?o, sus ojos brillaban con determinación. "?Que vengan! No pienso perder esos contra arrogantes otra vez."
Raizel observó el mapa con atención. "La barrera de Aine nos dará tiempo, pero no durará para siempre. Si Domia ataca antes de lo prometido, significa que confía en que puede aplastarnos. Debemos estar listos para romper sus expectativas."
El rey de Lunarys exhaló pesadamente. "Domia es astuta. Sabía que atacaríamos en algún momento, pero quiere tomar la iniciativa. Eso significa que tiene algo más preparado".
De pronto, un estruendo sacudió la sala. El suelo tembló y el sonido de un impacto brutal resonó desde la muralla exterior. Polvo cayó del techo y las llamas de las antorchas parpadearon con violencia.
La puerta se abrió de golpe y un aventurero entró jadeando. "?Han atacado la barrera!"
Los ojos de todos se abrieron en shock. Niccolò frunció el ce?o. "Al parecer, el mensajero tenía razón. Domia ha comenzado el ataque antes de lo pactado. Se suponía que teníamos quince días y solo han pasado una vez..."
Charlotte se llevó una mano a la cadera y sonriendo con ironía. "Siempre supe que esa bruja no tenía palabra."
Gaudel desenfundó su espada, el filo reflejaba la luz parpadeante de las antorchas. "Entonces, ya no hay más tiempo para aviones. Nos toca pelear."
Ryder chasqueó a los nudillos. "Vamos a demostrarles que Lunarys no es un blanco fácil."
Otra explosión retumbó en el aire, seguida de un rugido inhumano. A través de las ventanas, se podían ver destellos de magia impactando contra la barrera de Aine, que temblaba como una cúpula a punto de estallar.
Easton entusiasmado con ferocidad. "Es hora de darles la bienvenida a estos bastardos."
El aire vibraba con la anticipación del combate. En las afueras de Lunarys, la imponente figura de Domia se alzaba, su capa ondeando con el viento gélido que soplaba desde las monta?as cercanas. Con una voz llena de autoridad, ordenó:
"?Empiecen el ataque ahora mismo!"
Un grupo de nobles conjuró poderosos hechizos arcanos y los lanzó contra la ciudad. Relámpagos y bolas de fuego surcaron el cielo como meteoros furiosos, pero, antes de impactar, la barrera invisible de Aine reaccionó. Como un espejo cruel, devolvió los ataques con una fuerza aumentada.
El resultado fue un espectáculo macabro: más de cincuenta nobles fueron incinerados, despedazados o congelados por sus propias magias. Gritos de agonía llenaron el campo de batalla mientras los supervivientes miraban, aterrados, los cuerpos de sus compa?eros desmoronándose como mu?ecos rotos.
Domia entrecerró los ojos con incredulidad. "?Qué está pasando? ?Cómo es posible esto?"
Cliver, con el ce?o fruncido, dio un paso adelante. "Mi se?ora, al parecer hay una barrera que repele los ataques y los devuelve con más potencia."
Domia apretó los dientes. "?Qué dices? No tenía idea de que Lunarys contara con alguien capaz de hacer algo así..." Luego, una sonrisa sádica curvó sus labios. "Interesante. Si esa barrera quiere jugar conmigo, la haré pedazos con mi propio poder."
Pero, antes de que pudiera actuar, un rugido helado surcó el aire. Una ráfaga gélida y destellos dorados se fundieron en un ataque devastador que descendió desde la monta?a como la ira de los dioses. Era una combinación letal de magia Glaciar y Astreo.
Los nobles reaccionaron con rapidez, creando una barrera de energía, pero el impacto fue brutal. La explosión de hielo y luz los envolvió y, cuando el polvo se disipó, otros cincuenta nobles yacían en el suelo, sus cuerpos destrozados. El ataque había sido repelido en el último momento por Selene, quien emergió entre las filas con el rostro sombrío.
Domia lanzó una mirada de desprecio a sus tropas. "??Qué demonios les pasan?! ?Son un montón de inútiles! ??Cómo pueden dejarse aplastar por un ataque tan simple?!"
Shalok, aún con la respiración agitada, negocia con la cabeza. "No, mi se?ora… ese ataque no era simple. Si Selene no lo hubiera repelido, nos habría aniquilado. Al parecer, los que enfrentamos aquel día se han vuelto mucho más fuertes. Pero es imposible. Han pasado solo quince días desde que los vimos y, en aquel entonces, apenas eran amenazas menores... Especialmente ese mago de hielo. Además, la otra habilidad que usaron... No la reconozco. ?Será que alguien más se les unió?"
Domia chasqueó la lengua y afiló la mirada. "Ya veo... Con que son ellos otra vez." Sus ojos brillaron con un destello peligroso.
Mientras tanto, en la cima de una monta?a cercana, seis figuras observaban el campo de batalla con la mirada afilada. Sarah, Xantle, Raizel, Ryder, Easton y Acalia contemplaban el caos que habían desatado. El viento azotaba sus capas y cabellos mientras analizaban el ejército de Domia.
Easton entrecerró los ojos con una sonrisa confiada. "Parece que lograron detener nuestro ataque."
Xantle cruzó los brazos y esbozó una sonrisa feroz. "Sí… pero mira bien. Ahora podemos ver con claridad su formación. No fue en vano."
Acalia, con los ojos brillando como llamas azules, levantó la mano y se?aló al ejército. "La distracción funcionó. Ya tenemos una visión clara de sus números y posiciones. Es hora de contratar."
Raizel sonriendo con una calma glacial. "Hagámosles saber que Lunarys no caerá tan fácilmente."
Ryder sacó sus dagas y las giró entre sus dedos. "Vamos a devolverles el favor... con intereses."
Las sombras de la monta?a se cernían sobre ellos como heraldos de la tormenta que estaba por desatarse.
Los nobles observaban con desdén a los seis individuos apostados en la cima de la monta?a. Uno de ellos, con una sonrisa arrogante, alzó su espada y exclamó:
—?Hijo solo seis! ?Acabemos con ellos de una vez!
—?Esperen, no sean idiotas! —gru?ó Shalok, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Pero sus advertencias cayeron en oídos sordos.
Raizel, con una expresión serena pero letal, desplegó sus cuatro alas doradas, que resplandecieron bajo la luz del sol como una bendición divina y una sentencia de muerte al mismo tiempo. Alzó una mano y su voz resonó como un eco celestial:
—Lanzas divinas.
El cielo se iluminó de inmediato con incontables proyectiles de luz que descendieron como una tormenta de juicio. Los nobles apenas tuvieron tiempo de gritar antes de ser atravesados ??sin piedad. El aire se llenó del hedor a carne chamuscada y el sonido sordo de los cuerpos desplomándose sobre la tierra.
Shalok chasqueó la lengua y apartó con un rápido movimiento una lanza que estuvo a punto de alcanzarlo. Sujetándola con fuerza, la hizo girar entre sus dedos y sonriendo con desdén.
—Se los advertí… pero nunca escuchan. —Su mirada se clavó en los seis guerreros y su sonrisa se ensanchó—. Bueno, supongo que es mi turno de divertirme.
Sin más preámbulos, desapareció en un parpadeo y reapareció frente a Acalia y los demás, su mirada cruel analizándolos uno a uno antes de fijarse en el vacío.
—Y ?Dónde está su amiguito? ?Cómo se llamaba? —Se llevó un dedo a la barbilla en fingida contemplación—. ?Ah, cierto! Biel. ?No está aquí? ?Acaso le tiene miedo a la batalla? —Río con una burla venenosa—. Ah, no, ya recuerdo… se encuentra en otro reino pidiendo ayuda. Qué lástima, para cuando regreses ya será demasiado tarde.
Acalia lo encaró sin dudarlo, sus ojos brillando con una furia contenida.
—Ya veremos quién llega demasiado tarde.
Shalok arqueó una ceja y aparentemente con arrogancia.
—Ja.
Mientras tanto, en el reino de Claiflor, Biel ya estaba listo para partir. Su mente enfocada en la batalla, se dirigió al rey, inclinando la cabeza en se?al de agradecimiento.
—Gracias por la ayuda.
El rey excitante con complicidad y le dio una palmada en el hombro.
—No des las gracias… después de todo, ahora eres mi yerno.
Biel sintió un tic nervioso en la ceja al escuchar esas palabras. En su mente, maldijo al rey de Lunarys por haberlo comprometido sin su consentimiento. 'Esto es culpa suya', pensó con fastidio.
De repente, apareció Keshia, avanzando con elegancia y una expresión radiante.
—Yo también iré con mi querido Biel —anunció con una dulzura que no admitía discusión.
El rey se mostró satisfecho.
—Me parece perfecto. Además, eres fuerte, tu presencia nos será útil.
Biel suspiro y mir a Keshia con el ceo fruncido.
—No deberías venir. Es peligroso.
Keshia río suavemente, colocando una mano en su cadera.
—No te preocupes, mi amor, mi poder mágico es más que suficiente para cuidarme sola.
Biel iba a protestar, pero en ese momento, Berty se acercó con una expresión determinada.
—Biel, ya estamos listos. Kircle ha preparado el hechizo de teletransportación, partiremos en cuanto des la orden.
Biel miró a todos los soldados y aliados a su alrededor. Sus corazones ardían con la determinación de proteger Lunarys. No había más tiempo que perder.
Apretó los pu?os y listo para lo que se avecina.
—Es hora de ir a la batalla.