Luego de que se confirmara el contacto del proyectil con el edificio, uno de los helicópteros se estaciona en un claro a varios metros de la mansión. Desde dentro, 7 figuras bajan esparciéndose por el claro, intentando asegurarlo. El segundo vehículo, que en la parte de abajo cargaba con un gran constructo de metal cromado conectado a él con abrazaderas debajo de los brazos, flota sobre el mismo lugar por unos segundos y, después de asegurarse de que no va a aplastar a nadie, libera al Golem con un sonoro CLANK. La máquina cae unos metros e impacta fuertemente contra el suelo del bosque levantando una gruesa capa de polvo que se disipa luego de unos segundos.
—Ahí va el sigilo —bromea una mujer vestida con una larga capa roja con bordado dorado; un mechón de pelo rubio se escapa desde debajo de la capucha.
—?De enserio, Albia? Le tiramos un misil en la cara; creo que sabe que estamos aquí —comenta exasperadamente otra figura femenina vestida de manera ligera para la ocasión, su pelo corto y marrón agitándose mientras niega con la cabeza, incrédula por lo que acaba de escuchar.
—Es una broma, Amber, ya sabes, las que hacen reír a la gente, aunque entiendo que no lo entiendas —comenta con vitriol la rubia con una expresión burlona en la cara.
—Yo lo entendí, es muy gracioso —dice la voz de un hombre joven de facciones asiáticas y pelo negro.
—Vamos, hermano, deja de ser un chupamedias, no es el momento de bromas, además no es tan gracioso —dice la mujer a su lado que porta un rostro idéntico al del hombre.
—No soy ningún chupamedias, Carol, solo sé apreciar una buena broma, eso es todo —espeta tartamudeando el joven, claramente avergonzado.
Sin decir nada, la última figura que se bajó del helicóptero comienza a caminar hacia el constructo; cada paso que da impone suficiente autoridad para callar a los demás miembros del grupo. Al llegar al Golem, estira el brazo y se puede notar como peque?os cristales blancos rompen la pálida piel. Tocando el frío metal de la criatura, ella mira hacia arriba, la cara sin facciones devolviéndole la mirada, y con una sonrisa dice—Yossele, busca el ancla y avanza en dirección hacia la casa; estaremos contigo en un momento.
Sin esperar un segundo, este hace lo que se le pide y, dándose vuelta, se estira hasta llegar al helicóptero que todavía estaba flotando sobre ellos. Sus largas manos metálicas se cierran sobre un gran tubo envuelto en una tela y rodeado por cadenas de metal negro como la obsidiana. Sin decir nada, empieza a caminar en dirección del edificio, empujando a través de los árboles, acercándose a la mansión.
La figura mira mientras la criatura de metal se pierde entre la arboleda, su cabeza cortando entre las copas de los árboles y luego, después de unos segundos, levanta el brazo con la mano cerrada en un pu?o. Al ver esto, los helicópteros empiezan a levantar vuelo con la intención de patrullar los alrededores y dar apoyo de ser necesario.
—Carol, Rex, exploren los alrededores, asegúrense de que no haya nadie más en este pantano, muévanse rápido, pero no bajen la guardia, recuerden que los ataques pueden venir de cualquier dirección, en cualquier momento, estén atentos —ordena la mujer a los gemelos mientras mira en dirección a la gran casa colocada en la cima de la colina.
—Enseguida, capitana —dicen en unísono ambos jóvenes y empiezan a caminar hacia dentro de la arboleda en la otra dirección a una velocidad impresionante.
—No entiendo por qué estás siendo tan cuidadosa, Anastasia, creo que el misil impactó justo en el blanco, sé que los arcanistas son duros de matar, pero ni siquiera Amber puede resistir un impacto de esa magnitud —dice un hombre bajando su capucha, mostrando una cabeza pelada. Detrás de él, una mujer con un tatuaje que le cubría la mitad de la cara escaneaba los alrededores en busca de alguna amenaza.
—Primero que nada, Ashton, es capitana Balsin y segundo, las serpientes son más difíciles de atrapar que cualquier otro arcanista; no creo que solamente un misil alcanzara para matarlo —la mujer también se quita la capucha de su capa, mostrando su cabeza, la mitad de su cráneo recubierto en una sustancia cristalina y reflectante que se extendía como hebras de pelo hasta la mitad de su espalda, mirando con ojos de luz fundida al soldado enfrente de ella, una sonrisa retorcida, incluso se podría decir demencial, se forma en sus labios mientras agrega— por lo menos no a este.
El hombre está por decir algo, pero es interrumpido por un brillo del color del oro a su costado. Al girar la cabeza, ve cómo los ojos de Albia emanan un fulgor dorado y el tono de su cara lentamente se vuelve más pálido. Cuando el brillo termina, la mujer desesperada empieza a gritar —Corran, CORRAN— y empieza a correr en dirección de la casa, pero antes de que los demás pudieran moverse, una fuerte explosión sacude el aire cuando uno de los helicópteros impacta contra el otro, ambos cayendo en una bola de fuego.
Todos los demás miembros de Opter empiezan a correr hacia el refugio de los árboles, excepto Balsin, que sin dejar de sonreír dice —Que la caza comience.
El impacto del misil había destruido completamente el estudio, dejando parte del interior de la casa expuesta a los elementos y esparciendo los trozos ardientes del inmueble por el pantano. Lentamente, la fachada del edificio se empezaba a prender fuego, quemando los últimos libros que por milagro se habían salvado de la explosión inicial.
John se encontraba en la primera planta; si bien pudo desviar la mayoría del da?o provocado por la detonación creando portales alrededor de él, el piso había cedido, las conexiones con las paredes habiendo sido cortadas por la fuerza de la explosión, lo que causó que la madera, ya podrida, terminara por desplomarse bajo sus pies.
Quitándose los escombros de encima, intenta analizar su cuerpo y se da cuenta de que, a pesar de algunos moretones, golpes y astillas, aun podía moverse.
—Almacén 1, sección 12, 15 y 8 —dice en voz alta mientras mueve las manos y canaliza Ether; cada movimiento de los dedos está trazado con luz púrpura. Cuando termina, 3 portales se abren enfrente suyo y de ellos saca un AR 16, una Colt, un chaleco táctico que llena con cargadores para ambas armas y varias granadas colocadas en una cinta. Cuando estaba tomando estas últimas, ve el revólver que colocó en la estantería cuando hicieron los sellos; algo dentro suyo le dice que lo tome, que en el futuro cercano le va a ser útil. Esta sensación ya conocida nunca lo defraudó, por lo menos por ahora, así que luego de sacar los explosivos toma el arma, ca?ón todavía humeante, y la coloca en la parte trasera de su cintura, ajustándola con su cinturón.
Una vez equipado usa el resto del Ether que le queda para teletransportarse a hacia el segundo piso, esta vez en un dormitorio en la dirección contraria al despacho de su abuelo, mirando por la ventana puede notar como los helicópteros negros empiezan a elevarse otra vez y sabiendo que tiene que eliminarlos si quiere tener la menor oportunidad de sobrevivir toma una de las granadas que tiene cruzada en el pecho y la arranca con fuerza, quitándole el pasador de seguridad en el proceso, estirando el brazo hacia atrás canaliza otra vez Ether y cuanta hasta tres, al mismo momento que el conteo termina un portal se abre y el lanza el explosivo dentro de este, luego de unos segundos puede ver como uno de los vehículos se sacude y comienza a perder el control cayendo en dirección al otro que al no esperar algo como esto, no reacciona a tiempo y es impactado de lleno provocando que el también empezara a girar sin control mientras comienza a prenderse fuego. John sonríe y aleja la mano de la otra granada que estaba a punto de quitar de la cinta, agradecido por el golpe de suerte. Escaneando el bosque, ve el constructo acercándose y vuelve a abrir otro portal hacia el almacén, esta vez sacando un RPG. Abriendo el tubo, mira a su objetivo y, sin moverse, aprieta el botón al mismo tiempo que otra abertura en la realidad aparece enfrente de él tomando el cohete. Al lado del Golem, un portal se abre lanzando el proyectil que impacta en el flanco de la criatura, sacudiendo el aire con una fuerte explosión. La bestia de metal trastabilla y cae en una rodilla, escondiendo su forma entre los árboles y el humo provocado por la detonación.
Al ver que su ataque impactó en el objetivo, una sonrisa vuelve a aparecer en la cara del hombre, pero esta es rápidamente borrada cuando ve que la monstruosidad no solo se levanta como si nada hubiera pasado, sino que está mirando en su dirección. Lentamente, una gran cantidad de Ether naranja coaliciona en la palma del constructo, formando una esfera que expulsa un calor tremendo hasta el punto en que los árboles alrededor de él empiezan a prenderse fuego, John observa con horror la cantidad insana de energía acumulada en la punta de los dedos del ser, una cantidad que pocos arcanistas pudieran manejar sin romperse. En ese momento, él también empieza a canalizar Ether en su Enki, sintiendo las nefastas intenciones del Golem. Es una carrera contra el tiempo y una prueba para ver qué tan pulido estaba su control sobre el Ether, apurando lo más que puede llenar el órgano mágico lo más rápido que puede mientras observa cómo la esfera naranja empieza a hacerse más peque?a. Un destello de esperanza cruza la mente del hombre; tal vez la criatura falló la canalización, pero la sensación de peligro inminente que se negaba a desvanecerse le hacía imposible aceptar tan conveniente situación y es unos segundos después que el sentimiento es reivindicado cuando desde enfrente del constructo un gran torrente de fuego sale despedido en la dirección del hombre.
Todo empieza a moverse más lento mientras el pánico comienza a correr por la mente del hombre. A medida que el fuego se acerca a él, no puede entender la magnitud del arma contra la que se está enfrentando, pero aun así rápidamente utiliza el Ether que recolectó y abre un portal hacia la planta baja. Si bien logró completar el hechizo, el terror del ataque hace que la imagen en su mente no sea lo suficientemente nítida, lo que provoca que, en vez de terminar en el vestíbulo, termine en la parte de arriba de las escaleras en una posición que lo deja fuera de balance, provocando que caiga por estas. Aunque trata de atenuar la caída, golpea el barandal fuertemente; el impacto quita el aire de sus pulmones y magulla un par de sus costillas, el dolor esparciéndose por su cuerpo y uniéndose con el horror que todavía plagaba su mente. Tiene que escapar, la idea aparece fuertemente en el frente de su mente y claramente tiene razón, no puede ganar contra esa cosa, no estando solo, sin un plan y apenas equipado para enfrentarse a magos de guerra adeptos al combate contra varios tipos de arcanistas, incluyendo a aquellos con habilidades parecidas a las suyas. Mientras más lo piensa, la idea de una retirada estratégica se vuelve cada vez más atractiva, pero antes de que pudiera juntar la mínima mota de Ether para realizar su escape, la pared enfrente de él repentinamente explota; un cilindro de latón corta el aire en su dirección, habiendo atravesado la madera como si se tratara de una hoja de papel. Rápidamente aumenta sus habilidades físicas y rueda fuera del peligro, intenta pararse, pero el dolor en el pecho lo hace trastabillar y caer de vuelta al suelo. Mirando en la dirección hacia el lugar en donde hasta hace unos segundos se encontraba, puede ver, clavado en un ángulo en la escalera, un ca?o largo de bronce con runas púrpuras por toda su superficie que brillaba fuertemente y se juntaban en una esfera en la punta que pulsaba cada pocos segundos, mandando una ola de energía púrpura por los aires que recubría toda la habitación. En un principio, John no entiende lo jodido que está hasta que escucha el sonido de algo pesado avanzando hacia la puerta principal e intenta abrir un portal hacia Santuario. El Ether responde, pero cuando intenta manifestar la puerta, la energía expulsada del extra?o aparato disipa toda la energía acumulada en su Enki, como si nunca hubiera estado ahí. Vuelve a intentarlo, pero el resultado es el mismo; para colmo, los pasos se encontraban tan cerca que el piso temblaba ligeramente con cada pisada del coloso. Arrastrándose hacia una pared, la usa para pararse; las piernas le tiemblan. Intenta circular Ether verde y este sí funcionaba adecuadamente, así que al parecer lo único que afecta el artefacto es la habilidad de controlar el púrpura. En ese momento John se da cuenta de la terrible verdad: lo habían encerrado en una jaula, cortando su única salida.
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Mientras deja que el Ether verde haga su trabajo, su mente se empieza a acelerar intentando encontrar una manera de escapar, pero la intensificación de los temblores le avisa que se está quedando sin tiempo. Mirando otra vez al objeto clavado en el medio de la habitación, se da cuenta de lo estúpido que había sido; si las pulsaciones eran el problema, solo tenía que destruir la fuente, pero antes de que pudiera hacer un paso, un gigante pu?o impacta contra la fachada de la casa, haciendo un gran boquete por donde el frío invernal se empieza a colar.
Sin mucho esfuerzo el Golem termina de destruir la madera podrida y comienza a acercarse con los brazos extendidos, su tremendo peso astillando los tablones debajo de él, John se da cuenta de esto y en vez de escapar pega un salto mientras refuerza su prótesis con Ether naranja, runas del mismo color se prenden en el brazo metálico y al impactar el suelo fuertemente las tablas se parten lanzando fragmentos por el lugar, la creatura metálica se abalanza contra él, ya teniéndolo casi a su alcance pero en ese momento el suelo ya debilitado termina por ceder y el pesado constructo empieza a caer, a pesar de esto su simple mente mecánica hace que no se rinda y antes de desplomarse en la oscuridad intenta atrapar al hombre para llevárselo junto con él pero ni lento ni perezoso John vuelve a canalizar Ether rojo y usando el lado externo de la mano del Golem como apoyo salta fuera de su alcance. Una cacofonía de destrucción acompa?a al gigante en su descenso, que termina en un gran choque que hace temblar toda la casa.
John está parado en el borde del precipicio, mirando la oscuridad abisal que se cierne enfrente de él. No esperaba que el sótano fuese tan profundo; sin embargo, la inmensa figura del Golem había desaparecido sin dejar rastro, lo que suponía varios metros de profundidad. Aliviado por tener un enemigo menos con el que lidiar, el hombre intenta pensar en su siguiente paso a seguir y, respirando hondo, intenta recuperar el aliento, pero antes de que pudiera, un presentimiento de peligro hace que levante la cabeza y, al hacerlo, observa con horror cómo, subiendo lentamente la colina, la figura de Balsin empezaba a acercarse, caminando como si fuera un paseo matinal por su barrio. John levanta el AR-16 y comienza a disparar; las balas vuelan por el aire en dirección de la mujer solo para transformarse en metal fundido a unos centímetros de ella. John frunce el ce?o; él sabía que no iba a funcionar, pero qué otra opción tenía ?quedarse quieto y esperar a que la mujer acabe con él? No, se negaba a caer sin una pelea, así que cargador tras cargador continuaba el fútil intento de herir a la arcanista. Cuando ella estaba a unos metros de la entrada, el hombre intenta cambiar otra vez el cargador solo para darse cuenta de que no le quedan más. A esta altura podía ver claramente la expresión de Balsin con la máscara de cristal que le cubría la mitad de la cara, pero a pesar de las monstruosas facciones, lo que realmente lo aterraba era la sonrisa demencial de la mujer que iba de oreja a oreja.
No teniendo mucho más que hacer, saca la cinta de granadas y retira el pasador de seguridad de una para rápidamente lanzar el resto en la dirección de Balsin. Estas caen a unos centímetros de ella; la mujer se frena, mirando los esféricos explosivos por unos segundos y cuando el hombre lanza la granada activa, ella levanta la cabeza sin perder la sonrisa. Pocos segundos después, una gran detonación se manifiesta enfrente de la arcanista levantando nieve, lodo y polvo por el aire, ocultando su figura. John se queda en silencio mirando expectante la nube que lentamente se va disipando, esperando que la fuerza de la explosión sea suficiente para por lo menos incapacitar a la arcanista, pero nada es tan fácil para el hombre y, antes de que el polvo se asentara, la figura de Balsin lo atraviesa sin siquiera trastabillar.
John saca la pistola y empieza a canalizar Ether púrpura en ella, pero lo que antes surgió como algo casi instintivo, ahora es un reto casi imposible, la energía negándose a acoplarse con el metal. En el tiempo que le tomó entender que era un caso perdido, Balsin había acortado la distancia y ahora se encontraba del otro lado del agujero mirándolo con una expresión de curiosidad sin perder la sonrisa de la cara, la piel cristalina reflejando la luz producida por las lenguas de fuego que empezaban a consumir la casa.
—John, oh, John, como deseaba verte de vuelta —dice la arcanista chasqueando los dedos; chispas naranjas salen despedidas de sus yemas.
Cuando las últimas chispas se apagan, el hombre puede ver cómo la pistola empieza a calentarse hasta el punto en que tiene que soltarla con su mano normal, pero cuando el metal del ca?ón empieza a volverse naranja, decide que no vale la pena terminar explotando por algo que no va a lograr herirla, así que la suelta; el arma, todavía brillando, se pierde en la oscuridad.
John no le quita la vista de encima a Balsin, su cerebro tratando de predecir el próximo movimiento de la mujer, pero seguir las desquiciadas maquinaciones de la mercenaria era un trabajo difícil incluso para un veterano, más aún para el que apenas había pisado el suelo de lo que podía hacer.
—Sabes, en los últimos meses te he estado investigando, hijo de un le?ador y una abogada defensora; tus abuelos paternos son mundanos, pero lo interesante son los de tu lado materno: nadie, no hay ningún legajo, ningún documento, nada que pruebe que alguna vez existieron y, sin embargo, aquí está tu madre, aquí estás tú —dice la mujer en un tono inquietantemente coqueto mientras extiende un dedo en la dirección del hombre.
A pesar de no ver nada, un sentimiento de peligro lo inunda, pero antes de que pudiera reaccionar a lo que está haciendo Balsin, este es levantado en el aire y lentamente flota sobre la grieta, deteniéndose a pocos centímetros de ella.
—Encontrar este lugar fue difícil, pero valió la pena volver a verte. ?Qué te parece mi nuevo aspecto? Te lo debo todo a ti —comenta la mujer mientras pasa un dedo recubierto de cristal por el rostro de John, que es seguido por un corte y el fluir de la sangre. él se agita tratando de liberarse, prefería caer por el agujero y volver a batirse contra el Golem que ser el juguete de la psicótica arcanista, pero lo que lo sostenía firmemente en el aire, hasta el punto de no dejarlo hablar, era más fuerte que el así que no tenía más opción que aguantar y encontrar la oportunidad adecuada de escapar—Mi maestro se ha deteriorado en los últimos a?os, se ha olvidado de algunas cosas, incluso en sus peores días se ha olvidado de mí, podríamos decir que está un poco fragmentado— ella pausa examinando el rostro del hombre con una sonrisa que se cae al ver que el chiste ya sea no es entendido o es ignorado, mirando hacia el costado mostrando sus facciones humanas continúa—Pero no importa el momento, no importa el lugar un nombre siempre se repite, ?sabes cuál es?
Al terminar la pregunta, la fuerza que lo amordazaba se afloja y, con un vitriol intenso, casi escupiendo, responde —Aurelio.
La mujer sonríe y mueve el cuerpo de John fuera del pozo, colocándolo sobre tablones firmes y acercándolo a pocos centímetros de ella, exclama —Exacto, sinceramente me alegra que no intentaras hacerte el tonto, odio perder el tiempo; solo tienes que decirme dónde está tu abuelo y te prometo una muerte rápida, O podemos hacerlo más divertido... para mí.
El aterrado hombre puede ver cómo Balsin levanta su índice, el hueso carcomido pudiéndose ver a través de la piel y carne transparente; este comienza a enrojecerse, un extremo calor emanando del dedo cristalino que empieza a distorsionar el aire alrededor de este mientras se acerca lentamente hacia su ojo derecho.
—Espera, ESPERA, hablaré, solo quita ese dedo de mi cara y bájame, es incómodo hablar mientras me están presionando el pecho —intenta farolear John, esperando que la mercenaria baje la guardia.
—U, qué lástima, justo cuando estábamos empezando a conocernos mejor, pero como sea —dice la arcanista mientras hace un movimiento repentino con la mu?eca que lanza a su captivo por los aires y lo hace golpear fuertemente contra una pared.
John cae al piso, su espalda contra la pared. Afuera nuevas figuras empezaban a aparecer en el horizonte, así que, tomando el revólver desde atrás de su espalda, comienza a canalizar Ether rojo lo más rápido que puede. No sabe lo que el arma hacía hasta hace unos momentos; esto es claramente una apuesta arriesgada, pero tiene que funcionar, es su última opción. En el momento en que el Ether toca el metal, una serie de conocimientos ba?a la mente del hombre, como si el objeto le estuviera ense?ando qué hacer. John sonríe y aprieta el gatillo; una bala recubierta de humo rojo sale disparada del ca?ón, fragmentándose en 8 fragmentos que se mueven a una velocidad apabullante. Los trabajados instintos de Balsin le permiten esquivar la mayoría de los impactos letales, solo recibiendo una herida perforante en el hombro izquierdo y el muslo derecho.
La mercenaria se levanta a duras penas mientras un brillo verdoso emana de las heridas; la sonrisa que portaba hasta ahora había desaparecido bajo un profundo ce?o y gotas de sudor que se deslizan por su cara. Ojos de vidrio fundido se encienden con luz blanca, reflejo de su estado emocional y, con una voz casi rozando el grito, dice— Buen intento, idiota, pero fallaste, tuviste tu oportunidad. Ahora voy a matarte y a hacerle una peque?a visita a tu madre; tal vez ella coopere más.
John mira a Balsin, siendo él el que ahora porta una sonrisa en la cara, lo que desconcierta a la mujer y, casi riendo, dice— No fallé, perra, solo no te estaba apuntando a ti.
En ese momento, la cara de la arcanista se llena de una grave realización y, al girarse, puede ver que en el medio de la esfera central del ancla se colocaba un agujero. La luz que emanaban las runas se empieza a apagar hasta quedar completamente inerte. Balsin vuelve a mirar en la dirección donde se encontraba John solo para ver que ya no hay nadie ahí, su presa volviendo a escapar de entre sus garras una vez más.