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Capítulo 8: Presentación en estado crítico.

  Al final hicimos el pacto y salió bien, al menos por ahora.

  Lo único que cambió desde aquella vez es que ahora no tengo cinco u?as y me siento incómodo. ?Cuánto tiempo voy a durar hasta que alguien se dé cuenta?

  Mamá... No, Rundia y Rin llegaron de su recolección; parece que no les fue nada mal. Mientras tanto, Mirella observaba desde la lejanía, sobre la rama de un árbol.

  Me acerqué a ellos y, sin decir nada, les mostré la almohada primitiva hecha de plumas.

  "?Qué es esto, hijo?" Preguntó ella mientras la investigaba de arriba abajo.

  Luego se la dio a Rin para que la vea.

  "Se siente suave..."

  La aplastó con sus dos manos... Así es como a esos doctores les hubiera gustado aplastarme la cabeza para que no causara más problemas, ?no?

  No, ya basta. Basta de pensar en lo que pasó antes. Tenés que volver a tu cruda realidad, Luciano... Respirá hondo...

  Tengo que concentrarme; ellos dos son mis padres y así va a ser por el resto de mi vida. Calma. Tengo que cambiar el chip, pensar en lo que viene y seguir actuando normal.

  "Es un invento que se me ocurrió, lo llamé almohada y sirve... para apoyar la cabeza mientras duermes".

  Cuando lo dije sonó medio estúpido. Sin embargo, por primera vez había traído algo de mi conocimiento previo a este mundo; me siento renovado. Si es que se le puede decir así.

  "Me la quedo", exclamó Rin.

  "??Eh?!"

  Caradura de mierda... Me aguanté las ganas de insultarlo en voz alta. Obviamente, no podía.

  Rundia soltó una carcajada mientras el ladrón de almohadas la apretaba con más fuerza.

  "Vaya, Luciano. Esto es raro. Supongo que ahora podré descansar mejor después de los largos días de recolección. Gracias".

  Bueno, al menos me dio las gracias. Tal vez fue mi culpa al no decirles que era algo para mí. Ya fue.

  "Luciano, tienes que ense?arme cómo hacer una de esas cosas para mí también".

  "Claro... mam-mamá".

  Me costó, pero lo dije.

  El simple hecho de que algo tan básico como una almohada pudiera sorprenderlos a los tres me recordó lo diferente que era este mundo de mi vida pasada. De alguna manera, traerles estos peque?os inventos me hacía sentir que no todo estaba perdido, a pesar de lo que había vivido últimamente.

  Mirella, desde su posición en la rama del árbol, seguía observándome con sus ojos brillantes y llenos de curiosidad. En este momento solo yo podía distinguirla gracias a sus partículas amarillas y brillantes que revoloteaban a su alrededor.

  Se balanceaba levemente, haciendo que su peque?o vestido celeste ondeara con la brisa, mientras yo seguía reflexionando sobre la confesión de Sariah acerca de su origen. La simple idea de que alguien la hubiera creado a partir de energía divina me hacía sentir una especie de vínculo extra?o con ella, aunque ahora era aún más complejo. ?Qué tanto de lo que decía y hacía era realmente producto de su propia voluntad? La duda me quemaba, pero a la vez, no podía tratarla de manera diferente solo porque ahora sabía más. Tampoco podía decírselo, claramente.

  No me quedó del todo claro lo que dijo Sariah sobre que su esencia es ser atraída hacia mí o algo así; no entendí muy bien si tenía doble sentido la frase o qué. Pasa que ella nunca habla del todo claro y no responde todas mis preguntas por completo.

  Y así terminó el día en el que mi propio padre me robó mi primer 'invento'.

  ***

  Saltemos varios días. Ya hice las paces conmigo mismo y con el mundo.

  Papá me despertó muy emocionado.

  "Hijo, hoy es un día especial. ?Ya te diste cuenta? ?Tu pelo creció hasta la altura de tus hombros!"

  Claro, lo dice el se?orito que ahora se cortó el pelo él mismo gracias a que me vio haciendo travesuras con una piedra filosa hace mucho tiempo. ?Más te vale que también me dejes cortarme el pelo en un futuro!

  "Ah, es verdad", respondí.

  "?Eso significa que ya eres lo suficientemente grande como para salir a explorar fuera de la cueva! ?No es emocionante?"

  Entonces no sabe que ya salí mil millones de veces fuera mientras ellos no estaban. Mirella se debe estar cagando de risa allá fuera. Bah, si es que está despierta.

  "?Entonces puedo salir a buscar comida con ustedes?"

  Llevo un buen tiempo comiendo las na?as y ya no paso tanta hambre. Lo ideal sería llevarlos a explorar hacia ese lado.

  Ah, las na?as son las cosas verdes comestibles que encontramos, así las llamé.

  "Claro, vas a salir con mamá y papá y te ense?aremos las cosas básicas que hay que hacer para conseguir comida".

  Mamá nos hacía se?as desde la salida de la cueva para que vayamos.

  "Vamos, Luciano. ?Salgamos fuera!"

  ?En serio me toca fingir todo esto? Qué pereza...

  "?Sí! ?Voy a salir afuera!"

  Rundia me agarró de la mano para que vayamos juntos.

  Vi de reojo que Mirella seguía durmiendo. Espero que no haga ninguna tontería mientras está sola. Es capaz de buscarme hasta en el mismísimo infierno solo para reprocharme que la dejé ahí sin avisarle. Ahora ella era así. Nada que ver con cuando nos conocimos.

  Mis padres tomaron la dirección hacia el claro del bosque mientras me iban explicando algunas cosas sobre las plantas, cosas que no se debían comer y demás. Relativamente ya sabía todo; las mandarinas eran la fruta que más predominaba en la zona y los conejos y pescados eran los animales que más se cazaban.

  Al llegar al claro en el bosque, estaba Anya con algunas mandarinas en las manos.

  "?Qué sorpresa, trajeron al peque?o Luciano!"

  Rundia tomó la palabra luego de darle un abrazo.

  "Sí. Como puedes ver, ya le creció el pelo hasta los hombros. Ahora es todo un muchacho".

  "A ver..." Dijo Anya mientras se ponía en cuclillas para verme mejor.

  "Estoy segura de que serás un chico inteligente y muy apuesto".

  Jijiji. Si lo dice la hermosa Anya, entonces debe ser verdad, ?no? Me sonrojé un poco, no pude evitarlo aunque intenté disimularlo mirando hacia otro lado y jugando con una ramita en el suelo. Anya siempre ha sido cálida y amable con nosotros.

  De pronto su mano se acercaba hacia mi cabeza. ?Tengo que hacer algo rápido!

  Me aferré a sus piernas. Después de todo el sufrimiento, no iba a poder soportar esa maldita sensación de electricidad de nuevo.

  "?Gracias, Anya, te quiero mucho!"

  ?Ay, qué linda la inocencia de los ni?os!

  Anya se quedó sorprendida por el gesto repentino, pero no pudo evitar reírse. Pude ver su rostro de cerca, aunque cualquier movimiento en falso iba a hacer que mi pelo rojo y largo terminara chocando con alguna parte de su cuerpo.

  "Vaya, tan cari?oso. Debo decir que me has tomado por sorpresa, Luciano".

  Esta vez me acarició la espalda, menos mal.

  Mamá rodó los ojos con una sonrisa.

  "Luciano siempre sabe cómo conquistar corazones".

  ?Y eso? ?Lo dice también por ella misma?

  A todo esto, ?también sabe los órganos del cuerpo humano? No recuerdo si ya habían nombrado alguno antes.

  "Toma esto, peque?o. Es un regalito para que sigas creciendo mucho más", dijo Anya, parándose y estirando su mano para regalarme una mandarina. Luego les dio otra a Rundia y a Rin.

  Me voy a terminar poniendo anaranjado de tanto comer esta fruta. Aunque tampoco es como si me molestara el simple hecho de verla, o sea, mi color favorito es el naranja.

  "Gracias, Anya. ?Sos muy amable!"

  Si bien seguía fingiendo ser un ni?o, lo que dije sí era verdad. Anya siempre es muy amable. Y sí, puedo repetir lo mismo mil veces más para que quede claro.

  "Rundia, ?no crees que Luciano tiene una forma muy particular de hablar?"

  Uh, ?lo dice por el voseo? Es imposible no hacerlo, ya estoy acostumbrado de toda la vida.

  Esta se?orita es bastante directa, me gusta su actitud.

  Rundia sonrió, tal vez un poco sorprendida por el comentario de Anya.

  "Sí, a veces me pregunto de dónde saca esas expresiones. Pero bueno, los ni?os siempre tienen sus maneras curiosas de hacer las cosas, ?verdad?"

  "Supongo que sí. Es parte de lo que los hace tan especiales".

  ?Dónde estará Tarún? Tal vez lo deja solo como a mí me dejaban solo hasta hace un día.

  Recuerdo que ella dijo que en su familia eran solo dos, ?y su pareja? ?Dónde está el papá del ni?o?

  Mientras ellos hablaban, me dediqué a pelar la mandarina que Anya me había dado. El aroma cítrico llenó el aire a nuestro alrededor.

  Anya nos acompa?ó un rato en nuestra expedición, y no pude evitar notar cómo la complicidad entre ella y mi madre hacía todo más ameno. Era agradable ver cómo compartían sus experiencias y anécdotas, mientras yo intentaba concentrarme en lo que decía mi padre. él me ense?aba cómo identificar las huellas en el suelo, qué árboles daban cierta fruta y cómo movernos sin hacer ruido para no espantar a los animales.

  Mi teoría de que estamos en una isla tropical sigue vigente. La mayoría de los árboles en la costa parecen ser del estilo de una palmera y, mientras más te adentres en la espesura del bosque, se comienza a parecer a una selva. El clima es siempre cálido y hay pocas lluvias. También estamos rodeados de agua donde en el horizonte no se ve nada de nada, aunque eso de que estamos rodeados de agua todavía tengo que confirmarlo más adelante, cuando empiece a explorar más.

  Ellos se quedaron hablando un rato mientras yo miraba hacia los alrededores. Luego de un tiempo, papá me dijo que nos volvíamos.

  "?Eh? Pero si no encontramos casi nada".

  "Pero... es porque es tu primera vez, no deberíamos tardarnos mucho".

  "?P-Pero por allá vi algo!" Grité, se?alando en dirección al lugar donde está el árbol de na?as.

  "Vamos, amor. Solo por esta vez, ?sí?" Dijo Mamá, intentando convencerlo a su modo.

  "Bueno, pero solo porque me hiciste esa cosa que sirve para dormir mejor..."

  "?Sí!"

  Festejé y salí corriendo, pensando en que al menos esa almohada sirvió de algo.

  "?Espera, hijo! ?No puedes salir corriendo así!"

  Miré hacia arriba, se?alando las cosas verdes que colgaban del árbol alto. En realidad, no las veía, solo sabía que era en ese árbol.

  "Eso debe poder comerse. ?No crees, papá?"

  "No veo nada... Aunque parece que hay un olor diferente. No entiendo cómo encontraste algo así tan rápido. Voy a intentar subir".

  A los segundos, mamá llegó corriendo, agitada, mientras papá trepaba el árbol con agilidad, sorprendiéndome con su habilidad.

  "Es increíble que hayas... encontrado esto... Luciano", dijo mamá, faltándole el aire.

  Desde las ramas altas, él comenzó a recoger las na?as, lanzándolas con precisión a mamá, la cual no agarró ni la mitad de las frutas, así que algunas se destruyeron en el suelo.

  De alguna manera, ella siempre se agita rápidamente al correr. Esto ya lo había visto antes. ?No será asma?

  Capaz que estoy exagerando.

  Anya se acercó a los segundos, recolectando con curiosidad las na?as que se habían caído al suelo.

  "?Cómo se llaman estas frutas? Nunca las había visto antes. Debe ser porque están muy arriba".

  "?Son riquísimas!" Gritó Rin, probando una desde lo más alto del árbol.

  "Podrían llamarse..."

  Le puse un poco de suspenso a mis palabras, haciéndome el que pensaba cómo llamarlas.

  "Na... Na?as!"

  Papá y mamá rieron con el entusiasmo de la nueva palabra.

  "Na?as... Me gusta. Es un nombre pegajoso", exclamó mamá, mirándome con una sonrisa de aprobación.

  Anya también sonrió, aunque su mirada reflejaba una mezcla de curiosidad y diversión.

  "Entonces, desde ahora llamaremos na?as a estas frutas. Gracias por el descubrimiento, Luciano".

  Ese nombre que le puse, hace poco tiempo, fue porque me hacen acordar a las ca?as de azúcar, ya sea por color como por lo que llevan dentro. Es probable que acá también existan las ca?as de azúcar, ya veremos.

  Me acerqué para regalarle una a Anya, devolviéndole el favor. Luego ella se despidió de nosotros y se fue en dirección a su cueva.

  A los minutos se empezaron a escuchar gritos y llantos a lo lejos. Estaba seguro de que eran las voces de las gemelas.

  "Mamá, ?escuchás esos gritos? ?Vayamos a ver si podemos ayudar!"

  "Está bien, es posible que sean las nietas de Kuri... Espero que esté todo bien".

  Agarró firmemente las na?as bajo el brazo mientras comenzamos a caminar rápido junto a papá.

  Por alguna razón, el bosque empezó a sentirse más difícil de cruzar; los pies me dolían mucho más que las anteriores veces y los quejidos de agitación de mamá tampoco es que ayudaran mucho.

  Mientras más nos acercábamos, los gritos se escuchaban más fuertes.

  "?Abuela! ?Abuela, despierta!"

  Cuando finalmente llegamos, vimos el peor escenario. Kuri estaba tirada en el piso con el torso contra una de las paredes de la cueva, aparentemente muerta, mientras las dos ni?as lloraban desconsoladamente a su lado.

  Rundia tiró la comida al piso e inmediatamente corrió a ver qué sucedía. En ese momento ya no le importaba si del cansancio no podía hablar bien o si se tambaleaba al caminar. Ella tenía que socorrer a las ni?as.

  "?Chicas... qué... le pasó? ?Por qué... Kuri está...?" Dio una pausa, intentando asimilar la escena.

  "No puede ser... Lo siento mucho..."

  Lamentablemente, Kuri ya había fallecido. Pude confirmarlo al acercarme un poco y tocar su mu?eca.

  Ver a las gemelas llorar sobre el cuerpo inerte de Kuri me llenó de una sensación extra?a en el pecho. Mi mente, por un segundo, intentó negar lo obvio. Kuri, la abuela que en su momento quiso ayudarnos, a su manera, con aquella herida de Rundia y que había estado el día de mi nacimiento, ya no estaba. Me quedé congelado, observando a Suminia y a su hermana, que todavía no sé el nombre, mientras se aferraban al cuerpo de su abuela.

  ?Qué se supone que debo hacer? ?Qué puedo decir en este momento? Sentí un nudo en la garganta, pero al mismo tiempo no me salían las palabras ni siquiera en mi mente.

  "Mamá..." Susurré.

  Rundia estaba inclinada junto a las ni?as con su rostro tenso, tratando de ofrecerles consuelo, pero se notaba que tampoco sabía qué decirles.

  A pesar de haber visto muchas muertes en mi peque?o regreso al planeta Tierra, no hay comparación al ver a dos ni?as llorando por la muerte de, al parecer, la única persona que las cuidaba.

  ?Ahora cómo iban a vivir?

  No las conocía muy bien a las tres como para entristecerme tanto por lo sucedido. Aun así, el verlas llorar me hizo ponerme a lagrimear. Siempre me pasa; no puedo evitar llorar cuando una mujer llora al frente mío.

  "Lo siento tanto, chicas..." Repitió mamá, acariciando sus cabezas con ternura mientras ellas lloraban sin consuelo.

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  No había palabras que pudieran cambiar lo que estaba ocurriendo.

  Suminia, con el rostro lleno de desesperación, intentaba sacudir suavemente a Kuri, como si de alguna manera pudiera devolverle la vida.

  "Abuela, no te vayas... No nos dejes..."

  "Nuestra abuela no va a volver, ?verdad?" Dijo su hermana, tirándose a abrazar a Rundia.

  "No se preocupen, ni?as, Adán le dará su bendición para que ella las cuide desde el cielo".

  Rin se quedó caminando de un lado a otro, observando con una mezcla de tristeza y preocupación. Luego se fijó en mí.

  "Luciano, es feo que te toque ver esto... Solo puedo decirte que es parte de la vida. A veces, las personas que amamos se van, y debemos ser fuertes por los que quedan".

  Después de oír sus palabras, me arrodillé al lado de las gemelas, intentando consolarlas de alguna manera.

  "Es una pena... Lo siento mucho. Quiero que sepan que estamos acá para ustedes, para lo que necesiten".

  Las gemelas apenas podían escucharme a través de sus sollozos. Rundia siguió abrazándolas con fuerza, intentando darles un poco de consuelo en ese momento de dolor.

  Suminia me miró muy enojada por encima del hombro de mi mamá, pero esta vez no me dijo nada. En este momento ya no había rivalidades ni espacio para discusiones tontas.

  Rin se acercó a ver el cuerpo.

  "Nosotros vamos a ayudarles en lo que necesiten. Ahora debemos dejarla descansar, ?entienden?"

  Luego de eso, alzó el cuerpo de la mujer entre sus brazos.

  Las dos asintieron mientras se secaban las lágrimas. Lo aceptaron de una manera como si ya hubieran pasado por esto antes. No debería ser su primera pérdida.

  Seguimos a papá mientras el sol empezaba a caer sobre nuestras caras largas.

  Durante el camino, decidí no decirles nada. Hice que el silencio se hiciera cargo de la situación. Pero ese silencio se hizo largo y tedioso.

  Los pasos de todos eran pesados, como si cada uno estuviera lidiando con la tristeza a su manera. Al mirar a las gemelas, supe que desde ahora todo sería diferente para ellas.

  Me sentí impotente ante su sufrimiento; había querido hacer algo más...

  Llegamos a la costa. El agua estaba calmada y mis padres empezaron a juntar ramas para luego encender una fogata. ?Acaso iban a...?

  Las gemelas se quedaron sentadas llorando en silencio mientras veían la cruel escena.

  "Es una pena", murmuró papá, con la mirada perdida en el fuego que ardía sobre la arena.

  "Su sabiduría y experiencia serán extra?adas. Que en paz descanses, Kuri".

  Su 'velorio' terminó siendo ser incinerada al aire libre. Dios mío...

  "Mamá, ?por qué queman a los muertos?" Pregunté, fingiendo ser un ni?o inocente.

  Aunque la realidad era fuerte, en la Tierra no estábamos muy alejados de lo que estaban viendo mis ojos, solo que acá no tenemos los recursos suficientes como para hacer la situación más amena.

  "Es una forma de honrar su memoria y permitirles seguir adelante en paz. Aunque puede parecer extra?o para ti ahora, es parte de nosotros y respetamos profundamente esta forma de despedirnos.

  Es mejor que vayas de vuelta a nuestra cueva, ?sí?"

  Asentí con la cabeza mientras me alejaba del intenso humo que envolvía el tenso ambiente.

  De pronto, un día hermoso, en el que recogíamos frutas en familia, se transformó en uno horrible y pesado. Si ya de por sí éramos pocos en esta zona, ahora no queda casi nadie. Al menos yo no conozco a más personas.

  Mientras caminaba hacia la entrada del bosque, donde estaba nuestra cueva, vi de reojo a Mirella oculta entre los árboles, esperando a que yo llegara. Seguro que de alguna manera nos estuvo siguiendo todo el tiempo, pero no me di cuenta.

  "?Luciano! ?Qué fue lo que pasó? No entendí lo que estaban haciendo".

  No se movió de la rama del árbol hasta que crucé hasta dentro de la cueva.

  Me senté en mis hojas de siempre antes de responderle.

  "Nada, es que... falleció una mujer que era de la zona, alguien muy querida por mis padres".

  "Ah... entiendo", respondió, aunque no sé si realmente lo entendía del todo.

  Se quedó abrazada a mi brazo, intentando darme un peque?o consuelo al verme triste.

  "Lo siento por no estar hoy a tu lado... Ahora ya deberías irte fuera o te descubrirán.

  Sé una hadita buena, ?sí? Ma?ana intentaremos hablar más".

  Acaricié su cabecita y ella sonrió mientras se iba.

  Es tan inocente...

  Me sentí agradecido por su compa?ía y por la forma en que intentaba hacerme sentir mejor, aunque sabía que no podía hacer mucho para cambiar la situación. Tampoco había tiempo para hacer mucho.

  Unos minutos después, mis padres volvieron junto a las gemelas, que tenían los ojos llorosos y casi ni querían verme a la cara.

  Rin tomó la palabra.

  "Luciano, ellas son Suminia y Samira. Por ahora se quedarán a vivir en nuestro hogar porque no tienen familia con la que vivir. Espero que puedan conocerse mejor".

  Así que Samira... Son bastante parecidos los nombres. Eso lo hace más complicado.

  Las se?aló a cada una al nombrarlas, como para que no me confundiera. Pero eran fácilmente reconocibles por la forma de actuar de cada una.

  De todos modos, las dos tienen pelo negro y lacio hacia los costados, ojos negros, piel blanca, pero con un tono bronceado, y visten ropas de pieles de animales bien perfeccionadas tanto arriba como abajo. Sin embargo, la única distinción física reconocible es que Samira se pone el cabello detrás de las orejas. En cambio, Suminia lo tiene así nomás.

  Otra peque?a distinción es que Suminia tiene atada una pluma del hombre pájaro en el cabello.

  Ellas siempre fueron chicas lejanas del bosque. Ahora hay algo raro en sus ojos. Miradas que inducen temor, y también melancolía de esperar... De esperar...

  Me acerqué a ellas, como si antes de este día nunca nos hubiéramos hablado.

  "Hola, yo soy Luciano. Espero que seamos buenos amigos".

  "Sí, ya sabemos tu... nombre..." Murmuró Suminia mientras intentaba tapar su rostro con su cabello.

  Seguramente tuvo que comerse una palabra entre 'tu' y 'nombre', algo como 'tonto'. Con ella tengo que tener paciencia infinita.

  Ellas se quedaron sentadas en un rinconcito de la cueva; se las veía muy tristes.

  ?Será que sus padres también murieron? Bueno, Rin dice que no tienen más familia...

  Me da mucha pena a pesar de lo que me hicieron. Aunque lo cierto es que solo Suminia me trató mal.

  El silencio se encargó, de nuevo, de cumplir función literaria. Escribiendo palabras en el aire para llenar el vacío entre nosotros.

  Esto que acaba de ocurrir, y lo que yo hasta ahora he padecido, me hizo pensar que la muerte es terrible para cualquiera. Joven o viejo, bueno o malo, todo es lo mismo. La muerte es imparcial. No existe una muerte especialmente terrible. Por eso la muerte es tan temible. Tus obras, tu edad, tu personalidad, tu riqueza, tu belleza... Todo ello no tiene sentido ante la muerte.

  He muerto antes, varias veces, y en cada una de esas malditas ocasiones, he aprendido lo mismo: no importa cuántas veces cruce ese umbral, su frialdad siempre es la misma. Es ese vacío sin prejuicio, que no distingue entre los poderosos y los débiles, ni entre los que tienen sue?os y los que se han resignado a sus pesadillas.

  Es por eso que pido al universo que su alma pueda reencarnar y poder vivir una mejor vida.

  ***

  Han pasado varios meses desde que Suminia y Samira empezaron a vivir con nosotros. Las cosas han cambiado para bien en nuestra supervivencia del día a día. Pero eso no es lo único que cambió, sino que todos lo hicimos físicamente porque, aunque parezca extra?o decirlo, los cinco seguimos en etapa de crecimiento.

  Ellas son las que regularmente se encargan de cazar y recolectar frutos del bosque, por lo tanto, mis padres están más días en la cueva y, en consecuencia, no he estado pudiendo hablar con Mirella.

  Justo ahora pareciera que se están por ir.

  "Luciano, nos vamos con Rundia a ver a Anya. Dice que su hijo Tarún va a salir por primera vez afuera, así que vamos a acompa?arlo. Pórtate bien, ?sí? En un rato ya deben estar por venir las chicas".

  Tocó mi cabeza suavemente y se fue contento junto a mamá.

  ?Cómo es que recién sale ahora? ?No era que el cabello a la altura de los hombros y coso? Al parecer, no todos tienen el mismo pensamiento... O el ni?o no es de tener el pelo muy largo.

  Mirella entró volando inmediatamente, aprovechando que ya no había nadie.

  "?Luciano, eres muy malo! Ya no me hablas. ?Es porque ya no me quieres?"

  Le sonreí a Mirella, levantándome del suelo.

  "Claro que te quiero, Mirella. Lo que pasa es que ahora mis padres pasan más tiempo en la cueva. Pero siempre sos importante para mí.

  Si vos ya sabés la situación, no hace falta que busques pelea".

  Mirella hizo un puchero, cruzando los brazos mientras volaba a mi alrededor.

  "Bueno, más te vale. Porque me estoy sintiendo muy solita".

  Me acerqué y extendí mi mano para que se posara en ella.

  "Lo siento por decirlo de esa manera.

  ?Por qué no aprovechamos este tiempo para ponernos al día? Contame, ?qué haces en tu tiempo libre?"

  


  


  Movía sus peque?os bracitos mientras me hablaba. Pareciera que lo más interesante de su día era estar a mi lado, hablar y que yo de alguna manera la halague.

  "?...y así es como terminé encontrando agua mágica!"

  "?Agua mágica? ?Por qué decís que es mágica? No sabía que estabas explorando el bosque".

  "?Es por tu culpa!" Gritó enojada, dándose la vuelta.

  "Ya, ya. ?Te gustaría que vayamos a ver esa agua mágica juntos?"

  Volvió a darse la vuelta hacia mí y, completamente feliz, saltó hacia mi cabeza.

  "?Siiiiiii! ?Voy a explorar con Luciano!"

  Nos quedamos charlando un rato hasta que, al estar por salir de la cueva, justo llegaron las chicas.

  De un susto, Mirella se metió rápidamente como pudo entre mi pelo.

  "Hola, Luciano. ?Estabas por salir?" Preguntó Samira mientras Suminia entraba a la cueva cargando algunas frutas y lombrices.

  Por suerte a mis padres no les gustaban las lombrices, así que solo se las comían ellas.

  "Eh... Sí, es que pensé en ir a ver si estaban bien", titubeé al final, soltando una risita corta que se parecía más a un 'je'.

  Suminia se metió en la conversación.

  "Ni que pudieras ayudarnos, tontito".

  "?Hermana! ?Por qué siempre le dices esas cosas al peque?o Luciano?"

  Estiró su mano; había una na?a sobre su palma.

  "Toma, por ahora come esto hasta que vuelvan tus padres".

  Extendí la mano para agarrar la fruta.

  "Gracias, Sami".

  Su cara se ti?ó de un ligero rubor.

  "No... No es nada, solo cuidamos de ti".

  "Así que te crees muy listo, ?no? Idiota..." Murmuró Suminia mientras me tiraba una na?a por la cabeza.

  Casi que no le presté atención al golpe en mi frente por culpa de que Mirella no paraba de hablarme cosas al oído. ?Por qué se pone tan celosa esta hada? Solo fue una forma más amistosa de llamarla. Sami... Sumi... ?Cómo iba a decirle a ella, Mire? No pegaba.

  "?Te crees listo por llamarla Sami? ?Qué tonto! Si no fuera porque tengo que esconderme, ya les habría mostrado quién es la mejor amiga de Luciano", susurraba, claramente celosa.

  No había motivo, pero ella lo estaba.

  No pude evitar sonreír, aunque era una situación un tanto incómoda. Por un lado, tenía a Mirella haciéndome sentir su peque?a furia, y por otro, a Suminia lanzando insultos con una facilidad que podría hacer que cualquiera explotara.

  "?Bueno, adiós...!"

  Me hacía el tonto mientras caminaba hacia fuera.

  "Idiota, sabes que no puedes salir solo. ?Acaso quieres que te dé una paliza de nuevo?"

  Me di la vuelta, mirándola.

  "Mirá, no creo que te sea conveniente darle una paliza a un miembro de la familia que te acogió en su hogar, ?sabes? Hasta diría que somos como hermanos en este momento, así que golpear a tu hermano menor no sería algo apropiado".

  Ella no contestó. De hecho, las dos comenzaron a verse con caras aterrorizadas mirando detrás de mí.

  "?Pasa algo?"

  "L-Luciano... ?Sal de ahí!" Gritó Suminia, se?alando a mi espalda.

  Apenas escuché un rugido, me di la vuelta y vi que había un enorme oso de pelaje denso y oscuro parado en la entrada de la cueva. Comencé a retroceder rápidamente.

  Por favor, no... No quiero sufrir de nuevo.

  Por un momento, mi mente se quedó en blanco. El aire se sentía pesado, como si cada sonido se multiplicara en eco. Mis pies, casi torpes, retrocedían a la misma velocidad con la que mi corazón latía.

  "?Vayan al fondo, rápido!" Grité a las gemelas, que se movieron rápidamente detrás de mí.

  "Luciano, ?qué está pasando?" Preguntó Mirella en un susurro.

  Ni siquiera pude pensar qué responderle. Por un lado, podría ser de mucha ayuda si hago que ataque al oso, pero todos la terminarían descubriendo.

  Mis ojos seguían fijos en el oso. Era inmenso, su pelaje grueso y oscuro brillaba bajo los rayos de luz que entraban desde la entrada de la cueva, y cada movimiento suyo parecía más una advertencia que una amenaza. Sabía que, si lo provocaba, sería mi fin. No... No haría falta ni provocarlo, él se abalanzaría en cualquier momento hacia mí y me comería.

  "?Y ahora qué...?" Murmuré, buscando desesperadamente una salida con la mirada.

  El fondo de la cueva no parecía lo suficientemente estrecho como para que el oso no cupiera.

  "?Luciano! ?Luciano!" Se comenzó a escuchar desde fuera; era la voz de papá, que comenzó a atacar al oso con la piedra con la que salía de caza, atrayendo su atención.

  "?Papá, no hagas eso!"

  Justo cuando el oso se dio vuelta para atacarlo, una enorme ráfaga de luz se disparó hacia el oso, reventando su cabeza en mil pedazos.

  El cuerpo del oso cayó al suelo con un golpe sordo y el silencio que siguió fue brutal.

  Me quedé completamente inmóvil, con los ojos aún fijos en el lugar donde la cabeza del oso había estado un momento antes.

  Rin, con la piedra en la mano y todo el cuerpo cubierto de sangre, miró alrededor, desconcertado.

  "?Q-Qué... qué fue eso?"

  Por el miedo, sentí como si el mundo hubiera dejado de moverse. Finalmente, el ruido de las pisadas lentas de mi padre me devolvió a la realidad. Se acercaba con la piedra aún en la mano, pero su mirada estaba puesta en el cadáver del oso.

  "?Estás bien?" Su voz sonaba tensa, casi ronca.

  Asentí, pero no pude despegar la vista del desastre frente a mí. No solo porque acababa de ver a un oso morir de la manera más violenta posible, sino porque sabía perfectamente quién lo había matado... Mirella.

  "Lo siento, Luciano... No podía dejar que les pasara nada", susurró en voz baja, apenas audible. Aunque su tono era suave, estaba cargado de determinación, la misma que la había llevado a disparar esa ráfaga de luz.

  Tragué saliva, pensando en si debía responderle y decirles a todos la verdad, la que ocultaba desde hace bastante tiempo.

  Desde el fondo de la cueva, Samira se acercó corriendo.

  "Rin, ?estás bien? No puede ser... ?Qué fue eso?"

  Rin asintió lentamente, limpiándose la cara con la mano, aunque apenas podía quitarse la sangre en la parte de los ojos y la boca.

  "Sí, estoy bien.

  Creo que algo nos salvó del oso. Fue como algo brillante que apareció de la nada".

  Suminia salió detrás de Samira, mirando hacia donde yacía el oso decapitado.

  "Luciano, ?tú hiciste eso?"

  Mientras intentaba pensar qué responder, mamá llegó corriendo, muy agitada, y se apoyó en la entrada de la cueva, directamente sin poder hablar.

  "Claro que no, bueno... no sé cómo explicarlo sin mostrarles".

  Ya no había forma de ocultar al peque?o ser que se escondía entre mi cabello.

  "Mirella, ya podés salir", dije, estirando la mano delante de mí para que se posara sobre ella.

  Ella se posó tímidamente y esperó a que yo hablara.

  "Ella es un ser mágico, un hada, y me acompa?a en secreto desde hace un tiempo.

  También quiero pedirte perdón a vos, Mirella. Te mantuve oculta todo este tiempo solo por un capricho mío".

  Agaché la cabeza, esperando la respuesta de todos.

  "H-hi...jo, ?e-est-ás bien?" Balbuceó mamá, al parecer sin escuchar lo que dije.

  Se tambaleaba en la entrada de la cueva, sus ojos aún desorbitados por el horror que acababa de presenciar. La sangre del oso manchaba las piedras alrededor, y el aire olía a muerte y magia, por decirlo de alguna manera.

  Rin estaba tan sorprendido que parecía costarle procesar lo que yo había dicho. Samira y Suminia intercambiaron miradas incrédulas.

  La que tomó la palabra fue Samira, acercándose lentamente a Mirella.

  "?Un hada, dices? Nunca había visto... a alguien así".

  Mirella se intentó esconder en mi cabello de nuevo al caminar por mi brazo, pero la detuve y la devolví a mi palma.

  "Tranquila, Mirella, todo está bien, ?verdad?" Dije al aire, mirando a los demás.

  "Debes ser buena y presentarte".

  Rundia finalmente encontró su voz.

  "H-Hijo, esto es... increíble. No sabíamos que estuvieras con alguien así".

  Papá se acercó lentamente a mamá, aun sosteniendo su arma improvisada. Su mirada iba y venía entre Mirella y yo, tratando de procesar lo que acababa de revelar.

  "?Desde cuándo está esto contigo, Luciano?" Su tono era severo, pero la preocupación estaba ahí, apenas oculta bajo su firmeza.

  "Hace ya un tiempo... Bastante".

  Mirella finalmente se mostró más abierta y empezó a volar lentamente, manteniéndose en el aire mientras quería comenzar a hablar.

  "B-Bueno, yo... Yo me llamo Mirella y estoy junto a Luciano porque él es el mejor y me liberó".

  Mamá se le acercó.

  "Entonces tú salvaste a mi familia, ?cierto? Todos estamos eternamente agradecidos contigo, gracias. Mi nombre es Rundia y soy la mamá de Luciano. A partir de ahora eres parte de la familia".

  Rin también se acercó, todavía sacudiendo la sangre del oso de su ropa.

  "Yo también te agradezco por salvarnos, querida Mirella", comenzó diciendo, sin presentarse.

  "?Liberó, dijiste? ?Cómo fue eso, Luciano? ?Qué pasó?"

  "Sí, estaba atrapada en una piedra. Luciano me encontró y me liberó, y desde entonces estoy con él", contestó, comenzando a ganar confianza.

  "?Y somos mejores amigos!"

  Suminia, que había estado en silencio desde que Mirella apareció, se cruzó de brazos y soltó un suspiro.

  "Así que nos ocultabas cosas... ?Qué más nos estás escondiendo, Luciano? Pero bueno, esto explica muchas cosas. Solo que... sigue siendo peligroso que salgas solo, con hada o no.

  Y-Yo me llamo Suminia, por cierto".

  Sin agradecer, se fue a ver el cuerpo del oso.

  "Parece que vamos a tener bastante comida estos días, ?no?" Comentó Rin.

  Rundia, algo emocionada, fue a hablar con papá y salieron en dirección hacia el océano. Seguramente para darse un ba?o.

  "?Ya volvemos!"

  Samira sonrió suavemente al acercarse más a Mirella; sus ojos estaban bien brillantes.

  "Entonces, ?te quedas con nosotros? ?Vas a protegernos? ?Qué es 'magia'? ?De dónde sacaste esa ropa?

  Yo soy Samira".

  Se quedó tocando con los dedos el vestido celeste de Mirella.

  "?Siempre estaré al lado de Luciano y de su familia y amigos!"

  Realmente Mirella obvió responder todas las otras preguntas, por ahora era mejor así.

  "Es muy tierna, ?no?" Comenté.

  "Sí... Mirella es alguien increíble. ?Quiero saber todo sobre ella y también ser su amiga!"

  "?Sí! Tú eres muy buena con Luciano, así que vamos a llevarnos bien. Seremos buenas amigas".

  Empezó a volar hasta sentarse sobre la cabeza de Samira.

  Samira salió corriendo afuera de la cueva con Mirella en su cabeza; las dos se pusieron a corretear por ahí, como si se conocieran de toda la vida.

  Bueno... Al final todo salió mejor de lo pensado. Tal vez podría haberla presentado antes, pero bueno, ya fue.

  Mirella parece ser bastante fuerte. Esta es la primera vez que la veo usar su magia para atacar a alguien, y vaya si lo atacó... No dudó ni un segundo en matar... para proteger a alguien.

  Sí, fue por eso, si no, papá iba a ser el que muriera.

  Si Mirella no hubiera intervenido, papá... papá habría muerto. No podía dejar de pensarlo. ?Qué habría hecho yo después? ?Habría sido capaz de enfrentarme a una pérdida en una familia tan peque?a? No lo sé. Pero... por suerte no tuve que descubrirlo hoy. Mirella nos salvó, y eso no lo olvidaría jamás.

  Debo decir que, por alguna razón, me dolía el orgullo, lo admito. Debe ser porque últimamente no pude defenderme por mí mismo de todo lo que me sucede. Sariah busca que me haga más fuerte, pero... Es imposible si no tengo el físico para hacerlo. Debe darme más tiempo.

  Lo importante es que todos seguimos vivos.

  El aire fresco de la tarde me ayudó a calmarme un poco después del susto del oso. Todavía estaba en la entrada de la cueva mientras Samira y Mirella daban vueltas por ahí y mis padres estaban fuera.

  De repente, Suminia se acercó.

  "Luciano, ya que tienes a esa chica, creo que deberíamos explorar más allá del bosque. Con su ayuda, tal vez podríamos encontrar nuevos lugares y comida".

  ?Suminia hablando de forma normal conmigo? No, imposible.

  "Tal vez, depende de lo que digan mis padres".

  Samira escuchó esto y se detuvo, mirando a su hermana.

  "?Más allá del bosque? ?No es peligroso? Aunque con Mirella, tal vez podamos hacerlo.

  Lo que no sé es qué es la magia. ?Podrías decírnoslo?"

  Mirella, aún posada en la cabeza de Samira, dio un peque?o salto de alegría.

  "?Sí, me encantaría! Mientras estaba sola... " Comenzó a toser, claramente una indirecta hacia mí.

  "Estuve viendo un poco el lugar y ?encontré agua mágica!"

  ?Tonta, no se supone que le debas contar esas cosas a ellas!

  "?Ah! Sí, es que Mirella no toma agua, por eso dice que es mágica", dije, riendo tontamente, intentando cortar la conversación.

  "Lo de la magia tampoco sabemos muy bien qué es. Todo todavía es un misterio".

  Mirella saltó de la cabeza de Samira y, justo cuando estaba por decir algo con cara enojada, llegó mamá para salvar esta situación.

  "?Mirella! ?Mirella!" Gritó con las manos llenas de esas cosas brillantes que dejaba al rezarle al tal dios 'Adán'.

  Se arrodilló, agachó la cabeza y las dejó esparcidas en el suelo.

  "Acepta esto como agradecimiento y como regalo por unirte a esta familia. Gracias por salvar a mi hijo".

  Mirella, sorprendida y emocionada, voló alrededor de Rundia y se posó delicadamente en el piso.

  "?Son hermosos! Gracias, mamá de Luciano. ?Me encantan! Nunca había recibido algo tan bonito".

  Luego se recostó encima de las cosas. Investigándolas de más cerca.

  Y así, Mirella se hizo de un peque?o lugar en la cueva y todos la aceptaron a pesar de ser un ser que nunca antes alguien había visto.

  Esta noche y las siguientes comeremos mejor que nunca. Era la primera vez que conseguíamos carne de un animal tan grande. Esto es bueno para el crecimiento en altura, lo afirman las investigaciones históricas. Es necesario comer carne y no tantas frutas, si no terminamos siendo enanos.

  Y sí, lo digo porque hace un buen tiempo que no me veo crecer en altura.

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