Dentro de la cueva ya estábamos todos durmiendo tras el susto que nos llevamos hoy con el oso, solo que ahora parece que Mirella se quedó con un poco de ganas de pelear.
"?Tonto, Luciano tonto! ?Dijiste que era una mentirosa!" Dijo efusivamente ella en voz baja.
"Shhhh... Las cosas mágicas hay que mantenerlas en secreto, ?sabes? En estos días iremos a ver esa agua mágica que me mencionaste. Pero sí que te creo sobre eso, no pienso que sos una mentirosa".
Le di unos golpecitos en la cabeza con un dedo, haciendo que se tranquilizara.
Mirella bajó todavía más la voz.
"Bueno... Te haré caso solo si me consigues más de esas cosas brillantes que trajo tu mamá".
"Está bien, ma?ana vamos a ir a la costa a recolectar esas cosas brillantes, si es que ella me deja. Ahora andá a dormir, ?sí?"
Ella asintió y se fue a recostar sobre su peque?o lugar brillante, que combinaba espléndidamente con sus partículas que revoloteaban alrededor de su cuerpo. Su aura era diferente a cualquier ser que haya conocido.
Sin pensarlo con malas intenciones, mirarla es un deleite visual. Debe ser porque es la imagen viva de la fantasía.
Al intentar dormir, no pude evitar pensar en lo que Suminia había propuesto; ese viaje más allá del bosque me generaba curiosidad, claro. Sin embargo, había algo en su tono que me inquietaba. No era solo una sugerencia inocente, no de su parte... Era algo serio.
Aunque me gustaba la idea de descubrir más sobre este mundo, no podía dejar de pensar en los peligros que acechan más allá de lo conocido.
En todo caso, habría que intentar sortear al hombre pájaro, el cual no volví a ver desde aquella discusión que tuvimos en la cueva de la ya fallecida Kuri.
"Luciano", escuché la voz de Samira a lo lejos.
Pensé que estaba so?ando, pero no. La peque?a se acercó tímidamente; sus ojos estaban bien abiertos a pesar de que pensé que estaba durmiendo.
"?Qué es esa cosa de la que hablaba Mirella? ?Agua mágica? ?Qué significa ser mágica?"
Me removí en mi lugar, incómodo. Samira era curiosa, tal vez mucho más que su hermana, y eso me ponía en situaciones incómodas. No podía darle una respuesta sencilla sin revelarle más de lo que estaba dispuesto a contarle. Bueno, tampoco es que yo supiera mucho sobre esa agua, pero sí sabía sobre la existencia de la magia.
"Es... complicado, Samira", respondí finalmente, intentando que mi tono no sonara brusco.
"Ni siquiera yo sé qué significa. Todavía es un misterio".
"Y Mirella es mágica, ?verdad?"
"Sí, podría decirse que ella es mágica".
"?Y está bien que yo sea su amiga?"
"Sí, ella es buena".
Me miró con esos ojos negros, llenos de inocencia.
"Bueno, ya me voy a dormir".
"Sí, mejor andá a dormir, Samira. Ma?ana va a ser un día largo".
?Por qué iba a ser un día largo, no? Nada que ver. Ya estoy divagando.
"Hasta ma?ana, Luciano".
Al día siguiente, mis padres me dieron permiso para salir con Mirella hasta la playa. Se ve que ahora confiaban en que ella podría protegerme si sucedía algo.
Las olas se meneaban suavemente, como siempre, y desde lejos se veían algunos puntitos brillantes en la arena húmeda. Si bien había venido varias veces por acá para ba?arme, no había notado que hay tantas de esas; son tan peque?as que hasta pareciera que no se pueden recoger.
El clima era muy soleado, como casi siempre lo era en este lugar, el cual sigo suponiendo que es una isla.
?Todo este mundo será así o tuve la 'mala suerte' de nacer en medio de la nada? Aunque yo creo que si se lo cuento a alguien, pensaría que estoy viviendo en un paraíso. Si bien no se aleja mucho de eso de manera ficticia, la supervivencia acá no lo hace sonar del todo como un paraíso.
"Luciano, ?en qué piensas?" Preguntó Mirella.
"Este... Estaba pensando en si podríamos hacer una escapada hacia el lugar en el que dijiste que había agua mágica", respondí, sin filtro.
"Como quieras, yo te seguiré a donde tú vayas, ?pero primero quiero las cosas brillantes!"
Una peque?a sonrisa se formó en sus labios al adelantarse un poco hacia la costa.
?Tener más o menos casi cuatro a?os será suficiente para salir a explorar solos? Antes, cuando salía en secreto, al menos mis padres estaban por la zona y Kuri andaba siempre por ahí, pero ahora... todo se siente un poco solitario al salir de mi cueva.
Sé que un poco más allá está Anya, solo que no hay nadie más que ella y su hijo peque?o.
"Bueno, se supone que las cosas brillantes están aquí..."
Me agaché sobre la arena mojada y empecé a recoger las cositas, que tenían una forma rara, como de estrella.
El agua tibia subía por mis pies mientras estaba en cuclillas, provocándome una ligera sensación molesta en los dedos de mi pie izquierdo, haciéndome recordar lo incómodo que es no tener u?as.
'Debes soportar este dolor para recordar que tienes que hacerte más fuerte' fueron las palabras de Sariah aquella vez, o algo así había dicho. En cualquier caso, en estos meses no había pasado nada nuevo con respecto a mi avance en el objetivo principal. Tampoco me he hecho más fuerte.
Que sí, tal vez mantener a las gemelas dentro de nuestro grupo es un avance que no se notaría ahora, sino en el desenlace de acciones futuras. La idea es intentar a toda costa mantener con vida a todas las personas que voy conociendo... Tengo miedo de terminar quedándome solo o con alguien que no pueda cuidarme.
Mientras recogía las cosas, vi que mi cuerpo se reflejaba en el agua pura. Es cierto, casi que no le estuve prestando atención a mi nueva apariencia física en este mundo, en este cuerpo. Debe ser porque he estado tan absorto en lo que sucede a mi alrededor que olvidé detenerme a observar quién soy ahora.
Mi cabello casta?o caía desordenadamente sobre mi vista y, por un instante, un reflejo rojo en él brilló bajo el sol.
Me gustaría tener un espejo, aquel que rechacé del encargado de la morgue...
"?Querés mojarte los piecitos?"
"Está bien".
Mirella se paró sobre la arena mojada, esperando a que suba el agua. Por suerte, no llegaría más allá de sus rodillas.
"?Me quieres, Luciano?" Preguntó de repente.
La pregunta me sorprendió y, por un instante, no supe qué decir. Mirella se quedó allí, con los pies siendo mojados por el agua, con una sonrisa traviesa y sus ojos verdes brillando bajo la luz del sol, como si escondieran algo más detrás de esa inocente pregunta.
"?Por qué preguntás eso? Claro que te quiero mucho", dije, y al girar mi cuerpo para verla, dentro del bosque pude ver otra vez esa figura con orejas de gato escondiéndose detrás de un árbol.
Eran lo suficientemente grandes como para notarlas desde lejos.
"Mirella, alguien nos está observando desde lejos.
No te des la vuelta o se va a dar cuenta que lo vimos".
"??Nos están observando!?" Preguntó Mirella a los gritos y, sin hacer caso, se dio la vuelta.
?Hubiera sido mejor no decirle nada!
Inmediatamente, la figura comenzó a correr y desaparecer entre los árboles.
"?Espera!" Gritó Mirella.
Posicionó su cuerpo hacia delante y salió disparada como una bala, empezando a volar a toda velocidad.
Siempre pensé que sus movimientos en el aire eran bastante rápidos y precisos, pero esto... Nunca había visto algo volar tan rápido.
"?Mirella, puede ser peligroso!" Grité, aunque Mirella ya se encontraba lo suficientemente lejos como para no escucharme, y aunque lo hiciera, no iba a frenar.
De todas formas, empecé a correr hacia ella, tirando al suelo todo lo que había recogido.
Por un instante, algo de tonalidad verde cubrió una parte del exterior del bosque, como si fuera una barrera traslúcida posicionada en vertical. Mirella chocó contra ella y cayó al piso.
"?Magia?" Escuché que se preguntaba ella mientras se sobaba la cabeza.
"?Auch...! ?Esa tonta cosa!"
"?Vos también lo viste? Era como una barrera que no te dejó pasar... ?Estás bien?"
Le acerqué un dedo para que se agarrara de él y pudiera levantarse.
"Sí... y era alguien que no había visto hasta ahora. ?Deberíamos buscarlo? La magia ya desapareció".
"No, porque ya sabría que estamos yendo tras él y no sabemos qué tan poderoso sea o cómo podría reaccionar".
"Está bien..." Contestó Mirella de mala gana.
"Eso sí, deberíamos volver a la cueva para ver si no fue para ahí. Aunque no creo, pero por las dudas".
"Bueno".
"Tal vez lo volvamos a ver cuando vayamos al lugar del agua mágica".
Hablamos un poco más mientras volvíamos a la cueva.
"Entonces, ?no sabés quién era? Yo vi que tiene como unas orejas puntiagudas hacia arriba".
Hice un gesto poniendo mis dos manos abiertas sobre la cabeza, simulando dos orejas de gato.
"Solo logré ver que tiene mucho pelaje blanco y... Y... ?Esas orejas enormes!"
?Acaso se emocionó?
"Pero no caminaba a cuatro patas como un animal, eso significa que es alguien como nosotros, un ser inteligente y... mágico".
Para alguien que sea curioso, no le bastaría esa explicación, pero bueno. Es una conclusión racional al distinguir animales de humanos.
"Ya veo..."
Me impresiona verla cuando la situación se pone en un momento crítico, es como si se activara de repente y no le importaran las consecuencias. ?Será eso un instinto salvaje?
Sea como sea, me siento seguro estando a su lado.
***
Más o menos medio mes después, salimos junto a Suminia y Samira, aunque yo tenía planes distintos a los de ellas, ya que, en algún momento del camino, teníamos que separarnos ellas para investigar mejor con Mirella acerca del agua mágica que me había mencionado.
Llegando al claro en el bosque, nos encontramos con Anya y Tarún.
"?Hola, chicos! Me dijo Rundia que tuvieron problemas con un oso y que una mujer... mágica, o algo así, los salvó. Me alegro mucho de que estén todos bien".
Desvió la mirada un poco y parecía haberla encontrado.
"Ah... ?Así que debes ser tú! Menos mal que están todos bien".
Mientras tanto, Tarún miraba atento a su madre, casi como si quisiese decir algo y se contuviera.
Mirella, visiblemente más relajada al encontrarse con personas desconocidas, asintió.
"Sí, trato de proteger a Luciano y su familia lo mejor que puedo.
?Y me llamo Mirella!"
"Yo me llamo Anya, y él es mi hijo, Tarún".
"?Hola, Tarún!"
El ni?o se aferró a la pierna de su madre y solo la saludó con una mano.
Tomé la palabra para no demorarnos demasiado.
"Anya, te quería hacer una pregunta. ?No te gustaría venir a vivir con Tarún a nuestra cueva? Así estaremos todos más seguros y acompa?ados en caso de que suceda algo.
Seguro que a mis padres también les parecerá una buena idea. Total, nuestra cueva es bastante grande".
Anya es muy responsable, amable y hermosa; tenerla a nuestro lado sería algo bueno. Además, no quiero que le pase algo malo. Si Mirella puede protegerla, entonces sería mejor estar todos juntos.
Derrotar un oso no era para cualquiera. Eso debería ser suficiente para inclinar la balanza si quiere proteger a su hijo.
Ella sonrió, tal vez considerando la oferta.
"Eso suena bien, Luciano. Pero tendré que hablarlo con Tarún primero. Estamos acostumbrados a vivir solos desde que..."
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Su voz se cortó de un momento a otro.
"Creo que... vivir todos juntos podría ser mucho más seguro y divertido. ?Verdad, Tarún?"
Su hijo, que hasta ahora había estado observando en silencio, finalmente habló.
"Sí, mamá. Me gustaría conocer a Rirella, mamá", respondió, todavía abrazándola por la pierna y mirándola mientras se?alaba a la peque?a hada en el aire.
"?Oye, mi nombre es Mirella!"
Anya soltó una risita corta junto a las gemelas.
"Está bien, ya hablaremos con los padres de Luciano, ?sí?" Le dijo a su hijo.
Luego miró hacia nosotros.
"A mí también me gustaría vivir con ustedes. últimamente me he estado sintiendo un poco... sola".
Suminia fue y la abrazó por la cintura, refregando un poco la cabeza sobre su estómago mientras Samira también caminaba hacia ella.
"?Anya! No digas eso, sabes que siempre estaremos para ti. Ojalá vengas con nosotros".
Este era el momento perfecto para separarnos.
"Chicas, ?por qué no acompa?an a Anya a recolectar un poco de frutas? Además, podrían contarle todo lo sucedido cuando nos atacó el oso".
"?Sí! Voy a contarte lo genial que es Mirella", exclamó Samira mientras se metía entre Anya y Tarún y les agarraba las manos para empezar a caminar juntos.
Empecé a recoger algunas ramitas del suelo, intentando hacer tiempo y ver si Suminia también aceptaba.
"H-Hermana, ?espera!" Gritó Suminia y se giró hacia mí.
"?Qué estás haciendo ahí en el suelo, idiota? ?Vamos con los demás!"
"?Oye, no le grites a Luciano!"
Suminia se plantó frente a mí a pesar del grito de Mirella; estaba con los brazos cruzados y una expresión de desconfianza que ya se me hacía habitual.
Samira, por otro lado, ya se alejaba con los otros dos, charlando alegremente como si fuera el paseo más emocionante de sus vidas.
"Eh... Recolectando ramitas para la fogata de esta noche".
Hice una sonrisa incómoda, levantando otra peque?a ramita del suelo para reforzar mi excusa.
Suminia levantó una ceja, me miró de arriba abajo y me apuntó con el dedo.
"?Ramitas? ?En serio? ?Eso es lo mejor que se te ocurrió para zafarte de nosotras?"
Mirella, que estaba revoloteando cerca de m cuerpo, se posó sobre el suelo, frente a mí.
"Creo que nos atraparon, Luciano. Aunque me parece que a la tonta Suminia le interesa bastante lo que haces. Se ve que sí se preocupa por ti, aunque te diga cosas malas".
"?Cállate, Mirella! ?Y yo no soy una tonta!"
Suminia se sonrojó y giró la cara, refunfu?ando algo sobre hadas entrometidas.
"No me interesa lo que hace este idiota, solo quiero asegurarme de que no termine metiéndonos en algún lío como siempre. ?Así que no vayan a hacer nada raro o terminarán retándonos a nosotras!"
Con esas palabras, la gemela malvada se fue corriendo tras los otros tres.
"Bien hecho, Mirella. Así se habla".
Dejé las ramas contra la base de un árbol y me levanté del suelo.
Ella asintió, ya sabiendo sobre el plan secreto, y me llevó a lo más profundo del bosque, donde ya casi parecía volverse una selva.
"Era por acá", dijo, mientras volaba entre los árboles.
Por mi parte, me estaban empezando a doler un poco las plantas de los pies. Todavía está pendiente el tema del calzado.
"?Tan lejos te fuiste? Como se nota que estabas re al pedo antes de que te presentara ante los demás".
"?'Re al pedo'? ?Qué es eso?"
"Ah... No, nada. Quise decir rápida, o sea, que sos lo bastante rápida como para llegar tan lejos".
"?Es acá! ?Por allá se ve el agua mágica!" Gritó de repente, sin prestarle atención a lo que dije.
Me se?aló el lugar con su diminuto dedo mientras yo esquivaba las densas plantas del lugar.
Nos fuimos acercando hasta finalmente llegar al borde de lo que parecía ser un arroyo.
"Tenías razón, puedo ver que tiene de esas partículas mágicas que tenés vos. Este lugar es un arroyo".
Ver el agua con esas partículas brillantes era... fascinante.
El agua era cristalina y por dentro y encima estaban de esas partículas amarillas, las que yo llamo 'mágicas'.
Me arrodillé al borde del arroyo y estiré una mano para tocar el agua. En ese momento, se sentía acogedor el contacto, como si estuviera ahí esperando desde hace mucho tiempo a que yo llegara.
Cuando mis dedos se sumergieron más dentro del agua, algunas de las partículas comenzaron a subir por mi brazo poco a poco. Como si de una fila de hormigas se tratara, pero estas dejaban varios centímetros entre una y otra.
"Mirella, ?mirá lo que está pasando! ?Parece que yo también puedo tener de estas cosas en mi cuerpo, como vos!"
"?Es cierto!"
Mis pensamientos se dispararon en todas direcciones al sentir la energía mágica recorrer mi brazo. No podía creerlo, ?por fin había logrado lo que tanto había estado buscando! El agua del arroyo parecía ser una fuente de poder, y ahora una parte de ese poder fluía sobre mi cuerpo.
Una sonrisa se apoderó de mi rostro mientras observaba las partículas doradas que se movían como si tuvieran vida propia. ?Esto era el comienzo de algo enorme!
"Me encanta esta agua mágica, ?pero eso significa que ahora puedes usar magia?"
Las palabras de Mirella hicieron que mis pensamientos se revolvieran. Apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo y pensar en qué tipo de magia tengo me terminaría volviendo loco.
No era solo cuestión de poder, no... era una victoria personal. Contra este mundo, contra las limitaciones de mi vida anterior, contra la mismísima Sariah. Esa diosa me había traído aquí, dándome un propósito que nunca pedí, esperando que le rindiera cuentas. Pero esto... esto era algo que yo había conseguido por mis propios medios. Y con la ayuda de Mirella.
Empecé a reírme solo, todavía mirando fijamente al agua. Mi cabello me tapaba la cara, que podría decir que llegaba a rozar lo siniestro.
"Yo... lo logré, Sariah", susurré, lo suficientemente bajo para que Mirella no escuchara.
"?No querías que descubriera la magia? Ahí lo tenés. Estás escuchando y viéndome, ?no?"
"Luciano, te pregunté si es que ahora ya puedes usar magia".
De un momento a otro, las partículas dejaron de subir y yo me levanté bruscamente.
"?Y-Yo creo que podría ser una posibilidad! No...
Definitivamente sí, voy a usar magia, ya lo vas a ver".
Ahora las que ya estaban por mi brazo comenzaron a dispersarse por todo mi cuerpo, al igual que pasaba con el cuerpo de Mirella.
"?Eso es genial!"
"?Mirá! ?Mirá! ?Tengo partículas mágicas!"
De la felicidad comencé a dar peque?os saltos y cantar al lado del arroyo. Creo que era una de las primeras veces que verdaderamente me sentía como un ni?o peque?o.
"?Tengo partículas maaaagicas! ?Maaaaaaagia! ?Maaaaaaagia! ?Tututuru! ?Tututuru!"
"?Sí! ?Sí! ?Luciano es el mejor!" Gritaba ella, sumándose a los festejos, sobrevolando el agua.
"?Mira! ?A mí también me quieren!"
Vi que a Mirella también se le transferían estas partículas amarillas. Bueno, era algo obvio. Solo que parecía que no lo había descubierto hasta ahora.
"Bien, ahora estamos repletos de magia, ?no? Pero... ?Y si nos ba?amos acá?"
"?Sí!"
Mirella se metió con ropa y todo adentro del arroyo.
"?Hey, después vamos a tener que secar nuestra ropa!"
Me tiré al agua, aunque tampoco era como si lleváramos mucha ropa; los dos solo teníamos una prenda.
No pasó ni un minuto que ya estábamos jugando a tirarnos agua.
"?Tonto! ?Luciano tonto!"
Ella se enojó porque yo le tiraba mucha más agua que ella a mí. Claro, a pesar de ser un ni?o, mis manos eran mucho más grandes que las suyas.
"?Toma esto!" Gritó, dándose la vuelta y agitando sus alas a toda velocidad, salpicándome un montón de agua a la cara.
"?Ahhhh!"
Intenté taparme con las manos, pero igual me entró agua a la boca.
"Parece que no te gusta perder, ?eh?"
La miré, empapada y con el cabello pegado a la cara, pero aun moviendo sus alas. ?Cómo alguien tan peque?o y ligero podía cargar tanto entusiasmo? Su energía era contagiosa, y aunque me divertía mucho verla así, había algo en su mirada que me hacía recordar... recordar lo sola que debió haberse sentido antes de que nos encontráramos. ?Cómo fue su vida antes de que yo la liberara de esa piedra? A veces me pregunto si ella misma sabe la respuesta o me está mintiendo. Quise preguntarle algunas veces, pero nunca llegamos a ninguna conclusión.
De pronto, empecé a sentir un ligero escozor en el pie izquierdo, como si me estuvieran echando alcohol en una herida abierta.
Inmediatamente supe que tenía algo que ver con mis dedos sin u?as, así que me tuve que aguantar la sensación por unos pocos segundos para no alarmar a Mirella.
"?Eh?"
Mirella me miró fijamente, esperando a que yo respondiera su ataque tirándole más agua.
"?Y-Yo tengo ganas de orinar! Ya vengo".
Salí del agua y me escondí tras un árbol cercano.
Al verme el pie, ya no había ninguna cicatriz ni marca... Solo piel normal, sin u?as. ?Cómo es posible? No será que esta es la misma agua que...
?Qué deformidad, Dios mío!
"?Luciano, quiero seguir tirándote agua! ?Cuánto más te vas a demorar?"
"?Sí, ya voy!"
Me acordé de la herida de Rundia... Tiene que haber sido esta agua... No, es la misma agua, la misma agua mágica.
Ya veo... Esto es algo que tenemos que usar a nuestro favor. Esta agua podría llegar a sanar cualquier herida que nos hagamos. De hecho, hasta mis pies, antes algo callosos y da?ados por caminar descalzo, volvieron a su normalidad.
Este mundo cada vez me sorprende más y más.
Salí del árbol con energías renovadas y nos quedamos ahí, en el arroyo, un rato más. Yo aproveché para ba?arme.
"Ya debemos irnos".
"Está bien, sino tus padres nos retarán".
Ella salió muy mojada volando hasta el borde del arroyo; su vestido goteando al igual que mi ropa.
"Ahora debemos dejar la ropa al sol, ?sabes? Así ya no está mojada".
"?Sí! Me encanta la luz del sol".
Buscamos cerca del arroyo algún lugar donde entrara más luz solar de lleno, porque en esta parte la vegetación era bastante densa.
"Acá podemos dejar la ropa. A ver...
Mirá, voy a cerrar los ojos y vos vas a darme tu vestido así lo cuelgo en la rama".
"?Y por qué vas a cerrar los ojos?"
"Eso es porque no nos podemos ver completamente desnudos. ?Es una regla muy importante!"
Lo cierto era que ya había visto desnuda a Mirella y a todas las otras personas que me rodean, pero quería ver si lograba entenderlo.
"?Qué regla tan tonta!"
Pensé que preguntaría qué es una regla...
Cerré los ojos y estiré la mano, esperando a que me diera su vestido mojado. Mientras tanto, mi cuerpo se empezaba a enfriar un poco por la brisa que pasaba sobre mi piel mojada.
Cuando la tela mojada rozó mis dedos, la agarré, me di la vuelta y lo estrujé lo más que pude, para luego colgarlo en una rama baja.
"Ahora me voy a sacar la ropa detrás del árbol y vos te vas a quedar del otro lado mientras tu cuerpo se seca con el viento, ?sí?"
Ella no contestó, pero igualmente hice lo que le había dicho.
Al sacarme esta prenda primitiva hecha de pelaje de animal, seguí admirando las partículas que andaban alrededor de mi cuerpo.
Menos mal que no me andan por la cara; si no, empezarían a ser una molestia en el día a día.
Nos quedamos de espaldas al árbol esperando a que se secara un poco la ropa.
El silencio era incómodo, y más sabiendo que ella estaba molesta por algo que no lograba comprender. Yo tampoco sé cómo explicárselo, pero no me parece que sea algo para llegar a molestarse.
"Al final sí tenías razón con lo del agua mágica", dije, rompiendo el silencio.
"Hmmh".
"Y también nos divertimos mucho".
"..."
"Y tu descubrimiento fue muy bueno".
Se comenzó a escuchar un aleteo suave, de esos que hace ella instintivamente cuando está emocionada, pero la tonta quiere hacer berrinche.
"Y ma?ana podríamos venir de nuevo..."
El aleteo se hizo más intenso.
"?Ay, ya! ?Que se seque de una vez la tonta ropa!"
Ya llevamos como dos a?os desde que nos conocimos y ella sigue igual de pegadiza a mí. No puedo decir que me disguste. De hecho, me encanta que esté a mi lado... Todo es más divertido con ella.
Parado detrás del árbol, con la madera cálida calentando mi espalda desnuda, no podía evitar sonreír al recordar lo que acabábamos de descubrir. Este arroyo no era solo un lugar para refrescarse o cazar peces; era mucho más. Era una fuente de poder, de sanación, una pieza más en el complicado rompecabezas de este mundo en el que había sido lanzado sin casi aviso ni preparación. Pero hoy, por primera vez, sentía que tenía ventaja, que había dado un paso adelante, algo que ni siquiera la diosa Sariah podría haber anticipado... Bueno, en realidad, sí.
Igualmente, estoy lleno de un extra?o orgullo tácito que me hace sentir en control de la situación, al menos por un instante.
Al rato, nos vestimos con la ropa todavía un poco húmeda y nos preparamos para volver al claro para ver si por ese lado andaban Suminia y los demás, pero de pronto se escuchó un movimiento de hojas por la selva, como si alguien estuviera corriendo a gran velocidad... ?Un animal salvaje?
"Mirella, creo que hay algo o alguien por acá. Mejor escondámonos, no vaya a ser que sea el que nos espía u otro oso".
"Está bien, yo también lo escuché", susurró en respuesta.
Ella solo atinó a esconderse en mi pelo, esperando a que yo hiciera todo lo demás.
Me escondí arrodillado entre los árboles y plantas altas, esperando a que lo que sea que había pasara de largo, pero pasó a nuestro lado, saltando el arroyo.
"?Es la mascota de Anya!" Grité, haciendo que Mirella saltara inmediatamente de entre mi cabello para volver a volar.
"?Mascota?"
"Este... Es el animal que estaba en su cueva. Una vez lo vi, pero desde aquella vez no volví a encontrarme de nuevo con él.
?Y si lo seguimos? Tal vez esté cazando algo... Se supone que él no es peligroso para nosotros, porque vive con Anya y su hijo".
"?Sí! Y hay que avisarle a Anya, vamos".
Mirella se largó a volar, dejándome un poco atrás.
El animal en cuestión se parecía más a un peque?o monstruo que a un animal. Tenía pelo entre color azul y rojo, unas orejas más grandes que su cara, ojos amarillos y una cola corta, pero pomposa.
Este bicho podría llevarnos a algo interesante... Algo que se llama comida.
Es raro saber que los humanos no están interesados en cazarlo a él... Todavía no le pregunté a nadie sobre eso.
Empecé a correr, intentando llegar a él, pero Mirella lo alcanzó primero, sobrevolando su cuerpo.
"?Mirella, creo que vas a tener que seguirlo vos!" Grité, poniéndome las manos alrededor de la boca para que me llegara a escuchar.
"?Está bien!"
Mi cuerpo de ni?o no era ni rápido ni resistente, así que a los segundos me dejaron completamente atrás y los perdí de vista.
"Tal vez no fue tan buena idea dejar que Mirella se alejara de mí. Ya me perdí..."
En este momento, el arroyo parecía mi única guía en medio del caos, así que volví sobre mis pasos para llegar hacia él.
"Me parece que sería bueno seguir el rumbo del arroyo", pensé en voz alta, tratando de calmar mi creciente ansiedad.
"Qué idiota, ?para qué le dije que siguiera al animal ese? Era obvio que iba corriendo más rápido que yo".
Aunque estuviera caminando muy lento para comerme un par de minutos, el hambre me golpeó de repente. Gastar energías jugando en el arroyo me había dejado con un apetito inmenso. Mientras caminaba, buscaba en el entorno algo comestible. Encontré un árbol de na?as, pero estaban demasiado altas para mí, y tampoco iba a ponerme a intentar escalarlo.
El bosque se volvía más denso a medida que avanzaba. En realidad, ya no era un bosque, era una selva. El sonido del agua era relajante, pero no lo suficiente para calmar mis nervios. Cada crujido y sombra me recordaban que alguien nos espiaba y que el maldito hombre pájaro seguía por ahí, aunque hacía rato que no lo veía.
De pronto, vi algo negro y peque?o volando a mi izquierda... ?Mirell...? ?No, es un bicho!
"?Ahhhhhh!"
Mi primer instinto fue dar un paso atrás, pero cuando el 'bicho' negro y alado se movió hacia mí, mi cuerpo actuó por puro pánico.
"??Una avispa!!" Grité con todas mis fuerzas.
Sin pensar en nada más, salí corriendo como si mi vida dependiera de ello. Y, honestamente, en ese momento, estaba seguro de que sí. Mis piernas cortas apenas lograban mantener el ritmo de mi pánico. Las ramas y hojas me golpeaban la cara mientras me internaba más en la selva.
"No mires atrás, no mires atrás, no mires atrás", me repetía a mí mismo mientras el sonido de mis propios pasos era el único que podía oír.
"?Esto me pasa por decirle bicho a ese animal!"
Por un segundo, mi cerebro trató de razonar. ?Es eso siquiera una avispa? Tal vez no. Pero, ?y si lo es? No voy a arriesgarme a que me pique. ?Qué tan letales son las avispas en este mundo? ?Será diferente de la Tierra?
De pronto, llegué a un lugar nuevo que cortaba la selva. Me giré para ver si esa cosa me seguía, pero ya no parecía haber nada.
Di un suspiro largo al recomponerme, viendo que tenía una cueva enorme frente a mí.
"?Este es... el final del arroyo...? Supongo... No creo que una cueva sea el comienzo. No lo sé".
Mi corazón todavía latía fuerte por el susto.
"?Mirella! ?Mirella!" Grité, esperando que estuviera por la zona o tal vez dentro de la cueva donde el agua se adentraba.
Me senté en una piedra cercana y comencé a quitar las cosas que se me habían pegado a los pies.
Probé el agua del arroyo para ver si las peque?as marcas de la planta del pie que me hice al correr se iban. Luego de unos segundos, desaparecieron, dejando mi piel en perfecto estado.
?Cómo será que funciona esta agua? ?Tendrá algo que ver con retroceder en el tiempo?
?Creación de células?
?En qué estoy pensando? Ahora lo importante es encontrar a Mirella, o que ella me encuentre a mí, que seguro es lo que terminará sucediendo.
Tengo hambre...