Pyra seguía frente a mí, todavía con esas cosas que parecían pegatinas pegadas a lo largo de su cuerpo.
"?Amigos? ?Perdonar? ?Agradecer? ?Quién te crees que eres?"
"Eso mismo podría preguntarte yo".
"Te estás burlando de mí, ?no? Todo porque eres diferente a los demás humanos".
"No me estoy burlando ni nada parecido. De hecho, te estoy tratando con más respeto que vos a mí".
"Encima hablas raro..."
Se dio cuenta del voseo.
"Es que soy raro. ?No ves que puedo usar magia siendo humano?"
Su boca se torció en una mueca de molestia, pero no respondió.
Me tocó volver a tomar la palabra.
"A todo esto, ?vos qué sos? Porque parecés humana, pero tenés dos cuernos en la cabeza".
"Eso... Ni siquiera pienso decírtelo".
"A mí me parece que ni siquiera sabés que sos", dijo Lucía de repente, soltando una risa corta.
Pyra chasqueó la lengua.
"Qué molestos son los humanos. Siempre entrometiéndose en todo".
"Podemos llevarnos bien y ser amigos, Pyra. No hay necesidad de pelear más. Ya te dije que no somos enemigos".
Ella apretó los pu?os y desvió la mirada; su ego debía de estar luchando contra la situación, porque había un leve color rojo en sus mejillas. Era evidente que no estaba acostumbrada a que alguien le hablara con tanta calma después de un enfrentamiento, menos un humano, a los que ella parecía considerar como seres inferiores. Para colmo, salió perdiendo.
Mirella, aún flotando cerca, puso las manos en sus mejillas con fingido asombro.
"?Miren eso! ?Se está sonrojando? ?Qué tierna la mujer de fuego!"
"?CáLLATE, ESTúPIDA CRIATURA MáGICA INSOPORTABLE!"
De pronto, su ropa empezó a volver a la normalidad rápidamente. Se ve que todas las ropas que Sariah les da a sus creaciones son bastante extra?as y maleables para con la magia.
"?Te dije que soy un hada!"
Sonreí ligeramente después de tanto tiempo mientras volvimos a cruzar miradas con Lucía. Conocer a esta mujer podría ser un nuevo comienzo para todos.
"Bueno, se?orita Pyra. ?Podrías decirnos qué pasó que terminaste siendo encerrada?"
"?Encerrada? ?Yo? Nunca pasó nada parecido a eso, porque yo soy la más fuerte de este lugar".
Empezó a hacer una risa demasiado forzada, pero se terminó atragantando y tosió.
"S-Solo caí en una sucia trampa, nada más que eso".
"Básicamente, perdiste contra el Rey Demonio y él usó su magia de maldecir para encerrar tu alma".
"Claro que eso no sucedió", respondió, cerrando los ojos y levantando sus palmas a la altura de sus hombros.
"Además, no tengo por qué contarte todos los detalles".
Bueno, no había forma de ganarle.
Mientras tanto, la mayoría de la lava que la rodeaba antes empezó a deslizarse poco a poco hacia el agua, solidificándose en una superficie negra y rugosa. El lugar estaba hecho un desastre.
Pyra se cruzó de brazos, mirándome de nuevo con esa mirada altiva.
"Y para que lo sepas, ese tipo al que llamaban 'Rey Demonio' está muerto".
"?Ah, sí?"
"Al final no era tan fuerte, ?eh! Lo encontré muerto mientras caminaba hasta aquí, así que no debes tener más miedo de él, humano entrometido".
Mirella y yo nos miramos. Esto era inesperado. Aunque ahora tenía una oportunidad perfecta para hacerle entender algo.
"Bueno, debe ser porque yo mismo maté al maldito infeliz ese".
"?Eh?"
Pyra pareció quedarse petrificada ante nosotros por un momento.
"En serio".
La cara de Pyra se transformó en un gesto de burla.
"?Ja! No me hagas reír. Un humano como tú jamás podría hacer algo así".
"Te estoy diciendo que yo lo hice".
"Mentira".
"Te digo la verdad".
"?Es imposible!"
Mirella voló a su lado con una sonrisita burlona.
"?No será que no lo quieres creer porque te hace sentir menos poderosa? Después de todo, dices ser 'la más fuerte', pero resulta que alguien más ya hizo el trabajo por ti, guardiana de esta isla".
"?CáLLATE, HADA FASTIDIOSA!"
"Sabes que tengo razón, ?o no?"
Pyra chasqueó de nuevo la lengua y desvió la mirada, visiblemente molesta.
"Entonces... Si su cadáver estaba en el bosque y vos lo viste, decime, ?cómo estaba?"
"Se lo veía... bien. No sé por qué, pero no le vi ninguna herida en el cuerpo, sin contar el cuerno quebrado".
"Sí, bueno, en eso tenés razón. No fue una batalla normal, porque, como te dije antes, yo ahora ataco directo al corazón con mi magia de moldear los materiales".
Ella entrecerró los ojos.
"?Y pretendes que te crea? Solo porque lo dices con tanta seguridad..."
"?Por qué no? Si encontraste su cadáver de esa forma, entonces sabés que es cierto lo que yo digo".
Pyra apretó los dientes. Su orgullo la debía de estar frenando. Pero la duda seguro que ya se había sembrado en su mente.
"Bah. No me interesa. Muerto está, eso es lo que importa".
"Ajá. Aun así, al menos deberías reconocer que fui yo quien lo hizo".
"?Reconocer que un humano de aspecto común mató a un ser mágico que me venc...?"
Casi termina la frase, pero la cortó justo al final y nos dio la espalda.
"Ya no voy a hablar más con ustedes, solo estoy perdiendo el tiempo".
Aspecto común era lo que menos tenía yo.
Mirella se llevó las manos a la boca, ocultando una risita.
"Si lo reconoces, te hará más fuerte. Aceptar la realidad es bueno para crecer, ?sabías?"
"?Basta ya!"
Pyra pisoteó el suelo con frustración.
"Digan lo que quieran, pero yo no me voy a rebajar a aceptar algo así".
Mmm... Ya que estaba tan orgullosa, podía devolverle la jugada.
"Vaya, qué coincidencia, yo tampoco me quiero rebajar".
Ella se dio la vuelta y parpadeó varias veces seguidas.
"?Eh? ?De qué hablas?"
"Si no me creés, entonces hagamos esto de otra manera. Ya que me atacaste sin siquiera conocerme, deberías arrodillarte y pedirme perdón. ?No crees que es lo justo?"
El rostro de Pyra se endureció en un instante.
"??Arrodillarme?! ??Yo?!"
"Exacto. Si realmente sos la más fuerte, entonces deberías ser capaz de aceptar tus errores y disculparte cuando te equivocás. Porque hasta ahora, no has hecho más que insultarnos y tratarnos mal, y hoy yo no tengo mucha paciencia que digamos".
"?Eso jamás pasará!"
Mirella voló hasta posarse sutilmente sobre mi cabeza.
"Oh, pobrecita. ?Su orgullo es demasiado grande para admitir que se equivocó?"
"?No me equivoqué en nada!"
"Mirella, por favor, ya no la molestes más", dije para suavizar la situación, pero por dentro quería que lo siguiera haciendo.
"?Ohhhh! ?Pero, Luciano!"
"Si seguís diciendo esas cosas, no puedo hablar normalmente con ella".
No hubo respuesta de su parte. Aunque siguió parada sobre mi cabeza.
Volví mi mirada a la mujer de fuego.
"Entonces... ?Estás diciendo que estuvo bien atacarme sin motivo? ?Y si me hubieras matado?"
Por unos segundos, pareció estar atrapada en un conflicto interno. Sus labios temblaban un poco, como si estuviera a punto de decir algo y no pudiera terminar de decidirse. Su orgullo seguro que se batía en duelo contra algo más fuerte.
Y entonces ocurrió.
Casi sin darse cuenta, sus rodillas comenzaron a flexionarse hasta que una tocó la arena.
"Yo… lo sien…"
Se detuvo de golpe, como si algo en su interior sonara como una alarma. Sus ojos se abrieron grandes y sus mejillas ardían de vergüenza, y no precisamente por su magia de fuego.
Se enderezó y se paró de inmediato, retrocediendo un paso como si acabara de hacer algo malo. Luego se tapó la cara con ambas manos, aunque yo pude ver sus ojos rojos abiertos entre sus dedos.
Mirella soltó una carcajada a pesar de que le dije que no se entrometiera.
"?Uy, eso estuvo cerca! ?Por poco te arrodillas de verdad!"
"??Q-Qué me están haciendo hacer, idiotas?!"
Me fulminó con la mirada, aunque ahora parecía más avergonzada que furiosa.
Se acercó y se plantó a escasos centímetros de mí, elevando su rostro para sentirse más superior. Pude notar que emanaba un poco de calor de su cuerpo a pesar de no estar usando magia.
"Solo voy a disculparme si tú también lo haces", exigió.
"?Me encerraste en esa cosa sin darme la oportunidad de pelear de verdad! ?Eso fue una humillación total!"
Empezó a se?alar desenfrenadamente hacia donde estaba la lava.
Así que se sintió humillada...
"Es que ese es mi tipo de magia. ?Te parece demasiado poderosa o algo así?"
"?Discúlpate ya!"
"Está bien. Me disculpo por haberte atrapado sin previo aviso y por haberte dicho que podía matarte si quisiera".
Sus labios se expandieron con satisfacción, pero antes de que pudiera interrumpirme, agregué algo más.
"Pero no me arrepiento. En ese momento, no tenía otra opción. No podía arriesgarme a que me lastimaras a mí o a alguien más".
Su expresión ahora se torció con un poco de molestia. Parecía que esperaba otra respuesta, tal vez algo más sumiso o arrepentido. Pero lo único que le di fue la verdad de mis pensamientos.
"?Hmph! ?Qué fastidio!"
Apartó la mirada, cruzándose de brazos y mirando a Lucía, que estaba a mi lado.
"Está bien... Me equivoqué al atacarte sin conocerte".
Me miró de reojo y, aunque su tono sonaba orgulloso, lo que dijo a continuación tenía un matiz de sinceridad.
"Lo siento... ?Y se los digo a los tres!"
No se arrodilló, claro, pero conociendo lo terca que era, el hecho de que hubiera dicho eso era más que suficiente.
Antes de que pudiera responderle, sentí que mi mamá se movió. Bajé la mirada y encontré a Lucía abrazada a la pierna de Pyra con una expresión de adoración fingida, sus ojos brillando con una ternura exagerada.
"?Pyra es tan linda y tierna!" Exclamó, restregando su mejilla contra la pierna de la ególatra.
Pyra se quedó completamente rígida. Su rostro pasó de la confusión a la absoluta incredulidad, y luego al puro horror.
"??Qué estás haciendo?! ?Suéltame ahora mismo! ?Me está tocando un humano!"
"?Hasta tenés un short customizado y todo!"
"?Que me sueltes!"
"?No! ?Eres suavecita y calientita!"
Supongo que Pyra terminará siendo una muy buena amiga en un futuro. La haré cambiar y mostrarle que los humanos no somos seres inferiores.
Seguro que a Sariah también le gustaría que hiciera eso.
***
Estábamos yendo de regreso a la cueva. Ahora Pyra ya no estaba a nuestro lado, porque se negó rotundamente a seguir hablando con más humanos. Dijo que se iría a ver cómo estaba toda la otra parte de la isla, y nosotros aprovechamos para pedirle que incinerara el cuerpo del Rey Demonio, lo cual ella aceptó.
Todavía sigue siendo un misterio cómo se liberó, porque ahora que lo sigo pensando mejor, si ella hubiera sido liberada porque el Rey Demonio murió, como pensé antes, entonces yo ya no tendría esta maldición.
Sin embargo, podría llegar a haber sucedido que, al ser una maldición contra el alma y no contra el cuerpo físico, Sariah haya tenido algo que ver ahí, salvando su alma o algo así... Aunque bueno, sus cuerpos físicos también desaparecen, así que yo ya no entiendo nada.
The tale has been illicitly lifted; should you spot it on Amazon, report the violation.
Aproveché esta caminata para limpiar todo lo que estorbaba el avance del agua del arroyo mágico y que no se desbordara.
Pyra… Esa mujer era todo un personaje. Exageradamente orgullosa, temperamental y con un ego que rozaba lo ridículo, pero al mismo tiempo, era imposible ignorar su presencia. Su fuego, su lava, su ropa, su actitud desafiante, esa arrogancia que me sacaba de quicio y que, por algún motivo, también me hacía reír y querer seguir hablando con ella...
A pesar de que casi me mataba hace un rato, no podía decir que me caía mal del todo.
Era poderosa y tenía una magia que podría servirnos mucho. De eso no había dudas. Y eso era lo que más me interesaba.
Me di cuenta de que, en cierta forma, me había alegrado al conocerla. No sé si fue porque su personalidad contrastaba tanto con la mía y con la de los demás, o porque había algo fascinante en ver a un ser tan fuerte y orgulloso como ella. Pero lo cierto es que, a pesar de todo lo que había pasado, sentía algo de emoción.
Y ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba pensando. Anya había muerto hace unas pocas horas. Y, sin embargo, ahí estaba yo, sintiéndome emocionado porque había conocido a una nueva criatura mágica.
Tal vez era normal… Tal vez era un mecanismo de defensa para no derrumbarme después de todo lo que pasó. Pero no podía evitar sentirme un poco… ?Insensible? ?Egoísta?
Al llegar a la sala principal, pude notar que ya no había casi gente; parecían haberse dispersado por las otras habitaciones. Acá solo estaban Tariq y Tarún, en la misma esquina donde antes los acompa?aban mis padres.
Debía hablarle, y no solo quedarme contento por haber conocido a Pyra.
Miré a mis dos acompa?antes.
"?Quieren ir con los demás e irles avisando que ya es seguro salir fuera?"
"Está bien", respondió Lucía, y Mirella la acompa?ó.
Me acerqué a ellos, intentando no hacer contacto visual con Tariq. No tenía ninguna intención de dirigirle la palabra, porque todavía me hervía la sangre el recordar todo lo que le había hecho a Anya.
Pensar que yo en su momento creía que lo había perdonado... Qué tonto fui; al final siempre quedó ese rencor guardado dentro de mí.
Intenté centrarme en Tarún; el chico estaba sentado con la espalda contra la pared, los brazos envolviendo sus rodillas y la mirada perdida en algún punto del suelo. Ni siquiera pesta?eaba. No reaccionaba a nada de lo que sucedía a su alrededor, ni siquiera a mis movimientos.
Me agaché frente a él, tratando de captar su atención.
"Tarún", susurré.
No hubo respuesta.
Suspiré y me acerqué un poco más, apoyando una mano en el suelo para equilibrarme.
"Escuchame, sé que esto es difícil... Quiero que sepas que no estás solo en todo esto. No voy a dejarte solo, ?sí? Nadie de nosotros va a hacerlo, porque vamos a seguir a tu lado.
Sé que nada de lo que diga ahora va a cambiar lo que pasó, pero acá estoy. Estoy a tu lado, como siempre lo he estado desde que ustedes se mudaron con nosotros".
No respondió nada. Ni un solo parpadeo de su parte.
No quería presionarlo demasiado, aunque tampoco podía dejarlo en este estado.
"Todos ya pueden salir fuera, ?sabías?" Continué, viendo de reojo que Tariq apoyaba una mano sobre su pierna.
"Decidí que voy a reconstruir la casa cuando se seque la madera, porque con el desastre que hubo fuera se rompió todo... ?Te gustaría ayudarme a hacerlo?"
él seguía duro, sin hacer ningún movimiento.
"También estaba pensando en que podríamos hacer ropas nuevas para todos, como las que tengo yo. Podríamos hacerlo junto a Mirella, ?querés?
Primero debería conseguir un poco de pelaje de Aya... No creo que me lleve mucho tiempo si hablo con ella".
Nada...
"Vamos fuera, vayamos a buscar a Fufi para ver si él y su familia están bien".
Estiré una mano hacia él para ayudarlo a levantarse. Pero en lugar de tomarla, Tarún reaccionó como si lo hubiera quemado.
De repente, sus ojos se abrieron con un brillo rabioso, y su expresión se transformó en pura desesperación.
"?No quiero ir a ningún lado!"
?Qué carajos?
"?No quiero tu ayuda! ?No quiero nada de ti!"
Sus palabras me golpearon fuerte. Nunca pensé que me diría algo tan hiriente.
"Tarún… ?Qué te pasa? Si nosotros somos amigos, ?no te acordás? Sé que no te sentís bien, pero no me podés decir esas cosas".
"?Todo es tu culpa! ?Mi mamá murió porque quiso salvarte y tú no pudiste hacer lo mismo por ella!"
Sus ojos oscuros se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza. Era rabia. Rabia pura y desbordante.
"Hijo, no debes gritarle así a Luciano".
"?Pero yo se lo pedí por favor! ?él siempre salva a todos y no pudo hacerlo con mi mamá! ?Lo odio! ?Lo odio!"
Tarún me odiaba. No estaba molesto, no estaba triste… Me odiaba. Y su odio era tan profundo que su voz temblaba y sus ojos estaban llenos de un resentimiento que nunca antes había visto en él.
Podría seguir diciéndole que no tenía derecho a culparme, que no era justo. Pero no, esta vez me frené.
Respiré hondo; tenía que ponerme en su lugar por un momento. él había perdido a su madre hace solo unas horas. ?Era su madre!! Era la persona que lo había cuidado y protegido desde siempre. Y en su cabeza, yo era el responsable. No importaba lo que yo dijera, no importaba lo que realmente había pasado; en su corazón y mente, la culpa recaía sobre mí, y tal vez un poco en Lucía.
Quizás, si la situación fuera al revés, yo también buscaría a alguien a quien culpar.
"Tarún, yo intenté salvarla…" Mi voz salió serena, porque no podía permitir que su rabia me arrastrara con él.
"Intenté curarla con el agua mágica, pero… esta vez no funcionó".
él seguía mirándome con los ojos llenos de lágrimas.
"Si pudiera volver el tiempo atrás siempre que me equivoco y corregir todos los errores que he cometido a lo largo de mi vida, lo haría... Y me es duro decir que no puedo. Lo único que me queda es seguir adelante y hacer lo mejor que pueda.
Siempre intento dar lo mejor de mí, Tarún… Creeme... Vos lo viste todo este tiempo que vivimos juntos".
No sé si me escuchó. No sé si quería escucharme.
"Tarún, en serio... Yo lo intenté, y no quiero que me odies por eso".
Apretó los dientes con fuerza y empezó a taparse los oídos con las manos.
"?No quiero oírte! ?No quiero escucharte más!"
Su voz temblaba, su cuerpo temblaba. No era solo enojo, era dolor. Un dolor que no sabía cómo manejar.
Pero no podía dejarlo así. No quería que su odio hacia mí se quedara grabado en su corazón para siempre.
"Tarún, escuchame..."
"?No! ?Cállate!"
"Voy a reconstruir la casa donde vivíamos todos, para que podamos..."
"?No quiero tu casa! ?Ya no quiero nada de ti! ?No quiero verte nunca más!"
Me hice un poco para atrás, sorprendido. él me miró con los ojos rojos por las lágrimas, pero con una furia que parecía consumirlo por dentro.
"??No voy a estar más a tu lado!! ??No voy a ser más tu amigo!!"
Me quedé helado. Tarún no estaba teniendo ni un poco de piedad al hablar.
"???YO ME QUEDO CON MI PAPá!!!" Gritó demasiado fuerte, como cuando toda esta desgracia comenzó.
Me tomó un segundo entender lo que acababa de decir.
Me tomó otro segundo sentir cómo esas palabras me atravesaban el pecho.
?Tarún… se iba? ?Tarún iba a elegir a la persona que lo abandonó, la persona que su madre más odiaba en su corta vida?
?De verdad había elegido a Tariq antes que a nosotros? No podía creerlo. No quería creerlo.
Solté una risa nerviosa.
"Tarún... No podés decirme eso... No a nosotros, que te acompa?amos cuando estaban solos y desprotegidos".
"?Entonces hubiera sido mejor nunca haberte conocido!"
No... él no podía decir estas cosas. él no podía elegir a Tariq. No después de todo lo que habíamos pasado, después de todo lo que su madre siempre dijo.
Apreté los pu?os, sintiendo una furia fría recorrerme la espalda.
"Tarún… ?Me estás diciendo en serio que vas a traicionar los deseos de tu madre?"
No respondió nada, solo se tapó más los oídos, negando frenéticamente con la cabeza.
No me importó. No me iba a quedar callado.
"?Te olvidaste de todo lo que ella nos dijo? ?Anya siempre dijo que ustedes dos estarían con nosotros! ?Que todos éramos una familia!"
Al final, su rabia me terminó llevando consigo.
"?Cállate!"
"No, no me voy a callar, Tarún. No después de que hayas dicho algo así. ?Tariq se fue cuando naciste! ?No puedo creer que elijas a quien los abandonó y volvió recién cuando todo estaba bien!
??En serio ahora querés quedarte con él?!"
"?Papá ahora es bueno! ?No lo entiendes!"
"?Claro que lo entiendo!" Volví a gritar, ahora se?alándolo con el dedo.
"?Entiendo que estás cegado por el dolor y no querés pensar! ?Pero no me vengas con esto! ?No me hagas creer que realmente querés irte con ese tipo!"
él siguió con los oídos tapados y negando frenéticamente con la cabeza.
"?Quiero que te mueras! ?Muérete! ?Muérete!"
No...
Tariq, hasta ese momento, había estado observando con los labios fruncidos, con esa expresión de maldita incomodidad que alguien pone cada vez que no quiere enfrentar las cosas. Pero en cuanto la conversación empezó a escalar, levantó una mano con gesto de calma.
"Luciano… No es el momento de discutir esto. Está dolido, se siente mal. Hay que cuidarlo…"
Moví bruscamente mi mirada hacia él.
"?No me vengas con eso, Tariq! ?No me des lecciones de moral, porque no te queda para nada! ?No después de lo que hiciste!"
él tragó saliva.
"Yo…"
"?No te hagas el sorprendido!"
Me acerqué a él, con los ojos clavados en los suyos.
"Enga?aste a Anya con Yume cuando Tarún acababa de nacer. ??Sabés lo que significa eso?! ?Sos una porquería de persona!"
Por primera vez en todo este tiempo se lo había dicho.
Vi cómo la mirada de Tariq se endurecía.
"Eso ya pasó. Tarún me perdonó por todos mis errores".
"?Y eso lo hace menos repugnante?"
Me burlé con una risa corta.
"Hiciste mierda la confianza de la mujer que te dio tu primer hijo, la abandonaste cuando más te necesitaba, y ahora venís a hacerte el padre preocupado. ?Te creés que porque trabajás mucho y me ayudaste a hacer cosas te convertiste en una buena persona?"
Tariq respiró hondo, pero sus pu?os también estaban apretados.
"Luciano, ya basta. Te dije que eso quedó en el pasado para todos".
"??Para Anya eso no quedó en el pasado nunca!!"
Ya estaba descontrolado.
"?Y no voy a parar! Porque lo que más importa en esta vida no es qué tanto trabajes, ni cuántas cosas crees con tus manos. ?Lo más importante es tener principios, Tariq! ?Principios que vos nunca tuviste ni tendrás!"
Escuché que detrás de mí había bastantes murmullos.
Mientras tanto, Tarún seguía cubriéndose los oídos y negando con la cabeza con violencia.
"?Cállate ya!"
"?No!"
"?Cállate, cállate, cállate!"
"?No te voy a dejar hacer esto! ?Tu madre nunca querría esto, Tarún! ?Nunca querría que eligieras a este hombre en lugar de la familia que de verdad estuvo para ustedes!"
"??Cállate!!"
"?No me voy a callar, porque vos no entendés que esto no es lo que Anya quería para tu vida!"
Entonces, sentí que alguien me sujetaba por detrás.
"?Luciano, ya debes parar!"
Era Rin.
Sus manos me atraparon los brazos con firmeza, y a su lado, Rundia hizo lo mismo.
"?Suéltenme! ?Tengo que hacerle entender que se está equivocando!"
Rin y Rundia no aflojaron. Me arrastraron hacia atrás, apartándome de Tarún, de Tariq, de todo lo que estaba ocurriendo.
Vi pasar hacia la cueva a los hermanos y padres de Yume junto a mis abuelos.
No sé por qué, ya que no tenía sentido, pero en ese peque?o instante sentí como si todos estuvieran abandonando el lugar con algo de rencor guardado hacia mí. Tal vez solo era mi imaginación.
Tarún no me miró. No me dirigió ni una sola palabra más. Se aferraba con fuerza a su cabeza, tapándose los oídos, como si mis palabras fueran veneno. Como si ya no quisiera saber nada de mí. Pero yo no podía permitirlo.
"?Tarún…! ?No importa cuánto digas que me odias ahora! ?No importa si querés alejarte de mí, porque algún día vas a comprender lo que Anya quería para vos!"
él se movió apenas, pero no dijo nada.
Yo tampoco bajé la voz.
"?Yo no me voy a rendir, Tarún! No importa cuánto intentes alejarme… Yo seguiré cuidándote como pueda. ?Porque eso es lo que una familia hace!"
Rin me tironeó con más fuerza, y Rundia también. Pero antes de que me alejaran del todo para girar en una de las habitaciones, solté una última frase.
"?Sé que nunca me odiaste ni me odiarás! ?Algún día te vas a dar cuenta!"
Rin y Rundia no aflojaron hasta que estuve bien lejos de Tarún y Tariq. Me dejaron caer con cierta brusquedad contra una de las paredes de la habitación improvisada, donde me quedé sentado, respirando con dificultad. La frustración me carcomía por dentro, como si casi todas esas relaciones que había construido hasta ahora se estuvieran desmoronando frente a mis ojos y yo no pudiera hacer nada al respecto.
Rundia se puso de cuclillas a mi lado.
"Ya no hay forma de hacerlo entrar en razón, hijo", dijo con suavidad, aunque su tono dejaba en claro que era una verdad inquebrantable para ella.
"Lo entendemos… Entendemos por qué estás enojado, pero Tarún también nos dijo lo mismo a nosotros. Quiere quedarse con su verdadera familia, con su padre, por más que haya hecho cosas indebidas".
Rin se mantenía de pie mirando hacia la familia de Tariq, que se había empezado a movilizar, pasando por delante nuestro.
"No podemos obligarlo", murmuró.
"Y tampoco podemos hacer que vea las cosas como tú las ves. Es complicado".
"Pero papá... No es como yo lo veo, sino como Anya lo veía".
"Hay que esperar a que se calme para poder hablar mejor con él. Aunque no creo que cambie de opinión".
Cerré los ojos por un momento, dejando que sus palabras se hundieran en mi cabeza. No quería aceptarlo. No quería creer que, después de todo lo que habíamos vivido, Tarún realmente prefería apartarse de mí, de nosotros. ?De verdad pensaba que Tariq era su 'verdadera' familia? ?Después de todo lo que le hizo? Apenas vivía con él unos pocos días al mes y ya lo había perdonado; eso no tenía sentido.
Golpeé el suelo con el pu?o, sintiendo una impotencia horrible.
Pero antes de que pudiera perderme en algún pensamiento oscuro, sentí una presencia cálida acercándose rápidamente desde detrás de Rundia. Dos, en realidad.
Cuando levanté la vista, Suminia y Samira ya estaban justo en frente mío y a un costado, tan cerca que apenas podía apartar la mirada. Ambas se habían arrodillado a mi lado, con sus expresiones cargadas de una firmeza que no había visto hace un momento, cuando simplemente estaban perdidas.
"Nosotras no nos iremos de tu lado", dijo Samira en voz baja.
"Nunca", a?adió Suminia, mirándome fijamente, como si quisiera asegurarse de que entendiera lo que había dicho, porque no lo volvería a repetir.
"Chicas..."
Fue en ese momento cuando realmente las observé. No solo por sus palabras, sino porque algo en ellas… Algo en su presencia me impactó.
Las conocí cuando apenas eran unas ni?as, siendo yo más peque?o que ellas. Eran un par de ni?as de unos once o doce a?os que habían vivido la mayor parte de su vida en una cueva con su abuela. Recuerdo cómo Samira solía esconderse detrás de Suminia cuando algo la asustaba, y cómo Suminia siempre intentaba hacerse la fuerte, pero en realidad no sabía cómo reaccionar ante muchas situaciones. Aun así, se las arreglaban para cazar y sobrevivir en este mundo tan primitivo.
Y sí, también recuerdo cómo Suminia me golpeó contra el suelo hasta que me desmayara... Supongo que eso quedó en el pasado, como a Tariq le gusta decir.
Pero ahora… Ahora ya no había rastro de esas peque?as ni?as.
Tenían casi dieciocho a?os, y eso se notaba, no solo en la madurez de sus palabras y de su mirada, sino también físicamente. Habían crecido y mucho. Samira, aunque seguía siendo delgada, tenía un porte más prominente, con una figura estilizada pero bien definida. Su piel, siempre un poco bronceada, resaltaba aún más con su cabello negro cayendo sobre sus hombros.
Suminia, por otro lado, era un poco más robusta en musculatura que su hermana, con una presencia más fuerte, casi desafiante. Sus ojos negros brillaban con una intensidad distinta, más imponente.
Fue un choque darme cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. De lo mucho que habían cambiado.
?Por qué lo noté ahora? No lo sé. Tal vez porque eran pocas las situaciones en las que las dos me brindaban su cari?o al mismo tiempo.
"Tú nos cuidaste la mayor parte de este tiempo, a pesar de que eres alguien más peque?o que nosotras", continuó Samira.
"No solo tú, sino que tus padres también. Nos dieron un lugar donde vivir, donde sentirnos seguras… y donde no crecer solas".
Suminia se levantó, no sin antes decir algo más.
"Así que, aunque Tarún quiera irse con su padre, nosotras no somos como él. No vamos a irnos, porque..."
Intentó no hacer contacto visual.
"Porque tampoco tenemos a nadie más con el que irnos..."
De un momento a otro, su respiración se volvió irregular, y cuando parpadeó, vi el brillo húmedo en sus ojos oscuros.
Se giró bruscamente, como si ese movimiento pudiera evitar que notáramos lo que estaba sintiendo. Como si pudiera evitar que la viéramos en su momento de vulnerabilidad. Pero ya era tarde para ocultarlo.
"No nos queda nadie…" Murmuró en voz baja, apenas audible.
Mi mirada se desvió a su hermana, y pude ver que apretó los labios ante lo que estaba sucediendo, intentando mantenerse firme, pero en sus ojos también había un destello de tristeza.
Y entonces, escuché a Suminia soltar un leve sollozo.
No era un llanto fuerte, no era un desbordamiento de emociones. Era algo que no podía detener.
Rundia no dudó ni un segundo. Se acercó sin pensarlo y envolvió a Suminia en un abrazo fuerte, cálido, el tipo de abrazo que una madre daría sin necesidad de palabras.
La chica se quedó rígida al principio, como si no supiera cómo reaccionar. Aun así, se dejó llevar.
Su frente se apoyó en el hombro de Rundia, y sus manos se cerraron con fuerza sobre su propia ropa, temblando levemente.
Ver a Suminia así… Me dejó en silencio.
Ella siempre se mostraba fuerte, arisca; incluso antes era hostil conmigo en muchas ocasiones. Sin embargo, en este momento, esa coraza que siempre llevaba puesta se estaba resquebrajando frente a mis ojos y los de todo mi grupo.
Samira se levantó y dio un paso adelante, sumándose al abrazo.
No dijo nada. No hacía falta.
Yo observaba la escena en silencio, sintiendo algo en mi pecho que no podía describir con facilidad. Era una sensación extra?a. Algo cálido, algo que me hacía pensar en cosas que quizás antes no había querido aceptar del todo.
Desde que llegaron aquel momento a la cueva, luego de perder a su abuela, Samira y Suminia siempre estuvieron a nuestro lado. A pesar de la frialdad de una y la amabilidad de la otra, en el fondo, las dos habían encontrado un lugar en esta familia.
En algún punto, Rin y Rundia pasaron a ser figuras importantes para ellas. No sé si las veían como sus padres, pero era claro que las cuidaban de una manera que las hacía sentir bien.
Y yo…
Era un poco extra?o pensarlo, pero si lo veía bien, ellas eran mis hermanas, y esta vez no lo digo pensándolo a la pasada o como una broma, como lo hice una vez, lo digo en serio. No existía la adopción en este mundo, pero si existiera, no había duda de que lo serían.
Lo eran. Samira y Suminia eran mis hermanas adoptivas.
Y, a diferencia de Tarún, que ahora se iría con su padre, ellas no se irían a ninguna parte.
Las iba a cuidar. Las iba a proteger. No importaba lo que pasara, no íbamos a separarnos.
Sí, Tarún... La familia es lo primero.