La luz del cuarto iluminado era cálida y acogedora, un contraste absoluto con la oscuridad opresiva que había dominado el templo hasta ese momento. Jhon y Mysterio se detuvieron en la entrada, observando el espacio con cautela. Las paredes estaban adornadas con grabados dorados que reflejaban la luz, y el suelo parecía estar hecho de mármol pulido. Todo parecía tranquilo, demasiado tranquilo.
Jhon avanzó unos pasos, sus ojos recorriendo el cuarto con curiosidad. Fue entonces cuando la vio. Sofia estaba allí, de pie en el centro de la habitación, con su barriga pronunciada por el embarazo. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y tristeza. Jhon se quedó paralizado por un momento antes de correr hacia ella. "?Sofia! ?Qué haces aquí? ?Cómo llegaste hasta este lugar?" Su voz estaba llena de incredulidad y preocupación.
Mysterio, que había estado observando el cuarto con atención, giró la cabeza hacia Jhon con una expresión de desconcierto. "?Con quién estás hablando, Jhon?" preguntó, su voz cargada de inquietud.
Jhon lo miró brevemente, confundido. "?Qué quieres decir? Estoy hablando con Sofia. Está justo aquí." Se?aló hacia el centro de la habitación, donde Sofia permanecía inmóvil.
Mysterio abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, una figura emergió de la luz. Era una mujer de belleza deslumbrante, con una sonrisa seductora y ojos que parecían brillar con un misterio profundo. Se acercó a Mysterio con pasos elegantes y dijo en un tono suave y melódico: "Hola, cari?o. Te estuve esperando, tal como me pediste."
Mysterio se quedó inmóvil, su rostro reflejando un mar de emociones. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba procesar lo que estaba viendo. "No puede ser…" murmuró, su voz quebrada. "Te estuve buscando todo este tiempo. Te extra?o… pero sé que no eres tú."
Mientras tanto, Jhon seguía hablando con Sofia, su voz llena de desesperación. "Sofia, por favor, dime qué está pasando. ?Por qué estás aquí? ?Cómo llegaste hasta este lugar?" Sofia lo miró con una expresión que mezclaba dolor y resentimiento. "Tú siempre me dejas sola, Jhon. Dices que me amas, pero siempre me dejas sola. Por tu culpa, casi muero la última vez que me abandonaste."
Las palabras de Sofia golpearon a Jhon como un pu?al. Su mente estaba llena de confusión y culpa. "Lo siento, Sofia. Tienes razón. Te he fallado. Pero por favor, perdóname. Haré lo que sea para compensarlo." Su voz temblaba mientras se acercaba a ella, intentando consolarla.
Sofia le dio la espalda, ignorando sus súplicas. Jhon continuó acercándose, su corazón lleno de arrepentimiento. "Por favor, Sofia. No puedo soportar verte así. Perdóname." Pero cuando Sofia se dio la vuelta, lo que Jhon vio lo dejó paralizado. Su rostro estaba cubierto de lágrimas de sangre, y su cuerpo mostraba tres cuchillos enterrados en su vientre, una espada atravesando su pecho, y grandes raspones y quemaduras que cubrían su piel. Su mirada era vacía, pero su voz seguía resonando con odio. "Por dejarme sola otra vez, Jhon… mira lo que ocurrió."
Jhon retrocedió, su respiración acelerada y su mente incapaz de procesar lo que estaba viendo. "No… esto no puede ser real. Sofia, ?qué te hicieron?" Su voz era un grito de desesperación.
Mysterio, que había estado luchando con sus propias emociones, se acercó rápidamente a Jhon y lo sacudió por el hombro. "?Jhon! Esto no es real. Todo es falso. Es una ilusión, creada para hacernos rendirnos. No dejes que te controle."
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Jhon miró a Mysterio, sus ojos llenos de confusión y miedo. "Pero… se siente tan real. ?Cómo puede ser una ilusión?" Mysterio lo sostuvo firmemente, su voz llena de urgencia. "El templo está jugando con nuestras mentes. Quiere que nos rindamos, que abandonemos nuestra misión. Pero no podemos permitirlo. Recuerda por qué estamos aquí."
Jhon respiró profundamente, tratando de calmar su mente. Las imágenes de Sofia comenzaron a desvanecerse lentamente, y el cuarto iluminado volvió a ser solo eso: un cuarto vacío. Pero el impacto emocional de lo que habían visto permanecía, y ambos sabían que el templo no había terminado con ellos. Los verdaderos desafíos aún estaban por delante.Jhon y Mysterio salieron de la habitación con un peso emocional evidente en sus rostros. Habían logrado superar las ilusiones, pero el impacto psicológico aún los acompa?aba mientras avanzaban por un pasillo extenso y oscuro. Las paredes de piedra se estrechaban a medida que caminaban, y la luz que llevaban apenas alcanzaba a iluminar más allá de unos pocos metros. El eco de sus pasos resonaba inquietantemente, amplificando la sensación de vulnerabilidad que sentían en aquel lugar que parecía infinito.
Mientras ellos avanzaban, una sombra casi imperceptible se deslizaba detrás de ellos. Era Sombra, quien había logrado entrar al templo y avanzar por el mismo pasillo sin activar ninguna de las trampas que Jhon y Mysterio habían esquivado torpemente. Sombra movía cada uno de sus pasos con calculada precisión, como si conociera de antemano la posición de las trampas. Era como si la oscuridad del lugar le mostrara el camino.
Después de unos minutos siguiendo el pasillo, Sombra llegó a una habitación iluminada, similar a la que Jhon y Mysterio habían atravesado momentos antes. La luz era cálida y envolvente, iluminando el espacio con una serenidad enga?osa. En el centro de la habitación, Sombra vio tres figuras acercándose lentamente hacia él: una mujer y dos ni?os. Sus rostros eran familiares, dolorosamente familiares, y Sombra se quedó inmóvil, incapaz de reaccionar.
Los ni?os corrieron hacia él con una inocencia que le desgarró el corazón. "Papi," dijeron, sus voces llenas de tristeza, "?por qué nos dejaste morir? ?Por qué?" La mujer, con un rostro que reflejaba tanto belleza como una acusación silenciosa, se acercó y lo miró directamente a los ojos. "Mi amor," dijo con un tono frío y penetrante, "eres un inútil. No lo lograrás."
Sombra, que siempre había mantenido una fachada impenetrable, sintió cómo su melancolía lo consumía. Las palabras de los ni?os y de la mujer resonaban en su mente, desenterrando los recuerdos que había intentado olvidar durante tanto tiempo. Su respiración se volvió irregular, y sus manos temblaban mientras miraba a las figuras. "Juro que los vengaré," dijo con una voz quebrada. "Lo prometo…"
Pero Sombra sabía, en algún rincón de su mente, que todo aquello no era real. Aquellas imágenes no eran más que ilusiones creadas por el templo para desgarrar su alma y debilitar su resolución. Con una mezcla de tristeza y furia, extendió su mano y canalizó la oscuridad que llevaba dentro. Con un gesto violento, destruyó las figuras, haciendo que se desvanecieran en una nube de sombras. "No me rendiré," murmuró mientras las ilusiones se disipaban. "Nada me detendrá."
A su vez, Jhon y Mysterio habían llegado al final del largo pasillo. El corredor se abría a otra habitación iluminada, más grande y majestuosa que la anterior. La luz provenía de un altar que estaba en el centro de la sala, rodeado de pilares adornados con símbolos arcanos. En el altar descansaba un objeto encerrado en cristal: un brazalete que parecía vibrar con una energía oscura y poderosa.
Jhon detuvo sus pasos al borde de la habitación, estudiando el altar con una mezcla de desconfianza y curiosidad. "Mysterio," dijo con un tono bajo pero firme, "?es ese el artefacto?"
Mysterio, igualmente cauteloso, observó el altar y el cristal con detenimiento antes de responder. "Creo que sí. Tiene que serlo. La energía que emana de ese brazalete es increíblemente intensa."
Jhon asintió, pero no movió ni un músculo más. "Es lo más probable", dijo finalmente, "pero hay que tener cuidado. No sabemos qué trampas hay en esta habitación."
Ambos sabían que el siguiente paso sería crucial. La habitación parecía tranquila, pero en un lugar como ese, la tranquilidad solo significaba peligro oculto. La tensión se acumulaba en el aire mientras se preparaban para acercarse al altar, conscientes de que cada decisión podría determinar el éxito o el fracaso de su misión.