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Capítulo 8: Juegos de noble

  Cada guardia y soldado se preparó, cada uno sacó su arma o la alzó. Espadas, lanzas, y arcos fueron apuntados en su dirección. Algunos avanzaron hacia Isaac mientras que otros se prepararon para proteger a la noble y al que Isaac creía el duque. La gente que observaba guardó silencio como si contuviera el aire al unísono, expectantes a lo que ocurriese.

  Isaac decidió soltar al guardia y tomar un paso hacia atrás.

  —Supongo que las disculpas están en pie—dijo, sonriendo y levantando ambos brazos.

  —No serán suficientes—dijo una voz anciana.

  Se acercó el hombre mayor desde las escaleras, mirando a Isaac con desdén. Parecía molesto e irritado, su calva brillaba con la luz del sol y sus canas parecían ya secas. Llevaba una túnica muy hermosa, elegante y vistosa, clara se?al de su estatus de noble.

  —No sea tan así, duque Loffrey—dijo Marcus, con lo que Isaac supuso una sonrisa burlesca en su boca—, si pide disculpas, quizás hasta le dije salir del calabozo ma?ana.

  —Me malentienden, caballeros—respondió Isaac, aún con las manos levantadas y con su propia sonrisa —, a quien empujaron y luego agredieron fue a mi, espero mis disculpas.

  Isaac comenzó a trazar distintos planes en su cabeza mientras veía la ira tomar forma viva en las expresiones de ambos hombres. Ponerse a pelear era mala idea, pero tenía a la gente atrás detrás de sí, perderse entre ellos podría ser una buena manera de desaparecer. Aunque hacer enfadar a un oficial de la ley de alto rango a la cabeza de la ciudad en la primera interacción no es su mejor idea de acción.

  —?Insolente!—exclamó el duque, su mano izquierda tomó la forma de un pu?o—?Guardias! ?Atrápenlo!

  Los guardias y soldados comenzaron a caminar hacia él al recibir la orden, y Isaac ya estaba dispuesto a dar media vuelta y correr entre el público. Dio un paso hacia atrás y cuando estuvo al borde de darse media vuelta, una voz femenina causó el silencio total.

  —?En nombre de Valrih, todo el mundo deténgase!—La voz fue fuerte, con una potencia demandante y autoritativa que haría que hasta un río redujera la velocidad de su corriente.

  En el momento en que se escuchó la orden todos los guardias se detuvieron y bajaron sus armas. El silencio quedó mucho más grave, la voz se volvió el centro de atención. Incluso Isaac, que sabía que ese era buen momento para escapar, se detuvo y esperó a ver que salía de esta interrupción.

  De a poco, caminando con ligereza que contrastaba con una autoridad indiscutible en su semblante, la noble de nombre Quini se acercó junto con el unerisen que le ayudó a bajar, estaba cerca suyo.

  Ahora que la vió de cerca, Isaac pudo ver que era realmente hermosa con un toque de mujer de la realeza. Una peque?a sonrisa de cortesía estaba en su rostro, mientras que sus ojos, de un color azul al igual que el pelaje de sus rasgos de zorro, lo observaban con detención, de arriba a abajo.

  “Solo le falta tener la sangre de color azul de forma literal” pensó mientras la observaba.

  Su seguidor, que parecía ser un guardia personal, casi de la altura de Isaac, parecía haber sido construido como una camioneta. A menos, claro, que la armadura ayude a que parezca más fornido, era un hombre muscular y de cuerpo grande. Sus ojos eran verdes y mantenía una mirada estoica y contemplativa, puso ambos brazos detrás suyo, y se plantó firme al lado de su dama.

  —No es necesario que se moleste, mi dama—dijo el duque—, ya nos ocuparemos de este asaltante.

  —Yo soy Quini de Vornia, hija de Markhee de Vornia y Janiel de Vornia—hizo una reverencia hacia Isaac, la cual lo descolocó, pero respondió haciendo una con su cabeza—, ?Puedo conocer su nombre y profesión?

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  La formalidad se le hacía rara. Aunque entonces vio el rostro de Marcus y el duque, los cuales estaban anonadados por la cortesía que le estaba mostrando la joven noble. ?Qué podía hacer más que responder como corresponde?

  —Isaac—dijo cruzando sus brazos—, ahora mismo solo me preparo para viajar, no tengo profesión.

  —?En serio? ?A dónde se dirige?

  —Eehh… mi dama, disculpe—Intercedió Marcus. Tanto el guardia de ella como Quini giraron sus miradas hacia él—, tengo que arrestarlo… asaltó a un guardia, ya sabe.

  —?De qué me está hablando, Inquisidor Marcus?—preguntó ella manteniendo su sonrisa cortés y su posición recta—Si el que le empujó fue usted y quien escaló la situación fue su guardia. Si me pregunta, ustedes deberían disculparse con él.

  Fue una sorpresa total que la noble se pusiera de lado de Isaac. Marcus y Jaffrey no pudieron evitar retroceder un paso.

  —Pero mi se?ora—dijo el duque—, si hacemos eso, mostraría debilidad.

  —?Debilidad?—Isaac preguntó, sacudió la cabeza y continuó con su sonrisa burlesca—, creo que es mejor cuando alguien sabe cuando se equivocó, ?No lo cree así, se?orita Quini?

  —?Tú te referirás a ella cómo Dama, viajero!—el duque dijo, apuntando a Isaac.

  Isaac respondió con manteniendo su sonrisa burlesca, esta vez mostrando los dientes, y mirando al duque a los ojos sin responder. Si cualquier cosa, no se molestaba en ser educado con la gente de la alta sociedad. Sin embargo, Quino solo mantuvo su sonrisa de cortesía mientras que ladeaba su cabeza.

  —Usted es interesante, se?or Isaac—dijo ella—, espero que pueda disfrutar sunestadia en esta ciudad. Los manantiales de aguas termales que se encuentran en la parte alta de la ciudad son deliciosos. Le recomiendo que vaya a uno de ellos hoy mismo, justo antes del anochecer.

  —Ah, consideraré su propuesta—respondió Isaac.

  La propuesta se le hizo rara. Algo en el tono de voz de la noble le sonó a urgencia, sobre todo al escuchar el horario a la que le propuso ir. Era muy específica.

  —Puede retirarse—dijo Quini—, le deseo un buen dia y estadía. Qué Valrih le guíe.

  —Muchas gracias—Isaac mantuvo la falsa cortesía de pie—, ustedes también—dijo hacia Quini y su guardia.

  El guardia asintió con su cabeza en respuesta.

  Antes de irse, Isaac alcanzó a ver que Marcus hizo una se?al con su mano dirigida hacia unos guardias. Hizo como que no vio nada, pero sabía que el juego estaba comenzando.

  Si bien Quini ya había aprendido a mantener su papel como la hija noble de la familia más importante de toda la Federación de Sekith, no resultaba ser menos cansador tener que colocar su frente ante el público y el resto de las familias nobles. Y por muy hermosos que los vestidos y zapatos que llevase puestos ese día fueran, tener que usar tales cosas era un estorbo para su movilidad. Especialmente ya que debía estar tomando la mano de Kinory para hacer los más básicos movimientos para no caerse o hacer el ridículo ya que aún no se acostumbraba por completo a andar con tacones.

  —No aguanto llegar a mi habitación y quitarme todo esto—dijo en un susurro a Kinory, su guardia personal, mientras entraban al edificio de gobierno de la ciudad. Como protocolo, durante visitas de la naturaleza que la trajo a Manantial Merino, tanto el duque como el inquisidor debían evitar interactuar innecesariamente con ella. Eso la relajaba.

  —No vayan a escuchar que digan tal cosa, mi dama—dijo en respuesta Kinory, susurrando—, pero veremos que pueda ir a descansar pronto.

  —Eso espero—suspiró—. Dime, ?Qué piensas sobre nuestro visitante, Isaac?

  —?Qué debería pensar de él?

  Quini puso la parte trasera de su mano en sus labios, buscando suprimir una risa que salía de su boca.

  Comenzaron a caminar por los pasillos de la sala. Le molestaba saber que nada más llegar de ese maldito viaje tendría una reunión oficial con los miembros de la corte del Duque y el Inquisidor. Se iba a hablar de política, leyes y la investigación que debía iniciar. Que fastidio.

  Alfombras caras, vasijas, cerámica, todo de un precio incalculable. En distintas partes veía inciensos encendidos, llenando el interior del edificio con un aroma dulce de alguna planta. Una ostentación innecesaria en un edificio que pertenece a la ciudad.

  —?No notaste sus ojos? ?La intensidad en ellos?—dijo ella mientras mantenía la mirada al frente.

  —?Disculpe?—Kinory estaba confundido—No me diga que le quedó gustando un desconocido.

  Quini le golpeó en la pierna en el punto donde su armadura no le cubrió. él intentó hacer lo mejor posible para ocultar el dolor.

  —No es eso—dijo manteniendo su máscara y mirada al frente—, supongo que no lo notaste. Y el otro detalle que llevaba encima.

  —Disculpe—respondió—, no sé a qué se refiere.

  —Lo más probable es que lo harás cuando vuelvas a verle—se detuvieron frente a una gran puerta, el salón donde se solía realizar este tipo de visitas estaba del otro lado. Entonces giró su mirada hacia Kinory—, esta visita será interesante.

  Una de las orejas de Kinory se aplastó mientras que la otra se levantaba en un gesto de confusión y curiosidad. Quini, que tenía las orejas y cola levantadas de la emoción, aprovechó que no les miraban para gui?ar con el ojo de forma juguetona y luego se giró de nuevo al frente volviendo a su persona seria y amable.

  Quizás, y solo quizás, su trabajo en Manantial Merino seria más interesante de lo que creía.

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