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Capitulo 7: La noble del símbolo del árbol

  La ciudad de Manantial Merino, o lo que se podría categorizar como ciudad en un mundo como este, era una impresionante vista de edificaciones que parecían estar en un punto medio entre la edad media y el renacimiento, donde se puede observar una mejora en los aspectos arquitectónicos y el estilo de las construcciones de las casas, la mayoría de 2 pisos. Muchas de piedra color rojo y madera (cuál seria no es algo que Isaac supiera identificar), y lo que parecía ser un engrudo similar al cemento que existe en la Tierra para pegarlo todo. Y si, había plomería, la casa de Crystal tenía un ba?o funcional en el segundo piso que no tenía mucho que envidiarle al de la casa de Isaac en Valparaíso más allá del tama?o. Este último hecho alegró a Isaac mucho más de lo que se podía imaginar.

  El asentamiento se encontraba situado contra una monta?a, en un valle enorme que iba de norte a sur. Hacia el Este y Oeste podían verse monta?as altas de una piedra de color rojizo, que tocaban las pocas nubes que se observaban en el cielo como si quisieran alcanzar la divinidad. Un gran rio serpenteante bajaba hacia el sur, la mayoría de los campos cerca de este. Gran parte de las viviendas se encontraban en los cerros, mientras que la parte comercial y campos se encontraban en el valle. En cierta forma, le recordó a Valparaíso, aunque sin mar o puerto, solo un valle con un río que cruzaba serpenteando a través de bosques entre las cordilleras.

  La gente del pueblo era variada, no solo en forma si no que razas. Había notado al menos 5 mientras caminaba a través del tumulto de gente, mientras que buscó evitar que notaran su mirada confundida y curiosa. Algunos tenían las mismas características que Ganil y Crystal, otros eran como Marcus, todos y todas de una altura sobre la de él. Igualmente, había gente que tenía una piel azul y peque?as antenas en la frente, y entonces estaban los humanos, que eran como él pero notó colores de cabello y ojos inusuales: verde, morado. Algunos llevaban tonos similares a los que vería en la Tierra.

  Isaac decidió que debía conseguir algunas respuestas de Helena, más que nada para rellenar unos cuantos espacios en la información que no tenía.

  —Ganil, Crystal y Kin son de una raza llamada Unerisen—dijo ella. Se encontraban en un callejón aislado, donde nadie podía verles—, y por lo que me describiste, ese tal Marcus es un Izzard. Los de piel azul se hacen llamar Profundos ya que vienen de las profundidades del mar Marinthio en el mundo de Cimarc.

  —?Mundo?—Su duda se movió hacia ese punto—?quieres decir que hay otros mundos?

  Helena asintió. —Cinco, de hecho. Al menos, así era la última vez que actualizaron la data.

  —?Qué hay de la Tierra? Dijiste que no estaba conectada.

  —No, no tengo registro alguno.

  Isaac miró con incredulidad a Helena. ?En serio había otros mundos? Ver para creer, era muy difícil de creer si no lo veía por su cuenta.

  —?Y cómo se viaja entre ellos?

  —Puede que por eso todo te apunte a la capital—Helena volvió a asentir—, en las ciudades principales de cada territorio, hay un portal que llamamos El Cruce.

  Isaac posó su mano en su mentón, intentando procesar cada pieza de información que ha recolectado hasta ahora. ?Sería realmente por ese portal que todo le apunta hacia allá? Eso implicaría que Roberto tenía completo conocimiento sobre la existencia de estos mundos y sus reglas, en lo más probable. O incluso Escondra, quién fue la persona que creó el portal que lo llevó a ese lugar.

  —Oye—dijo de pronto Helena, Isaac la miró y notó que su mirada estaba nuevamente lánguida, mientras que miraba al suelo. Luego, la enfrentó contra la de él—?No vuelvas a llamarlas ruinas! ?Me molesta que lo hagas!

  —Realmente no entiendo por qué te molesta tanto que lo llame así—respondió él mientras que sus brazos se cruzaban frente a su pecho—, esa sede está destruida y llena de esas criaturas

  —Solo no lo hagas—dijo, su tono de voz le pareció a Isaac mucho más serio de lo normal.

  Aún no lograba entender el por qué le importaba tanto él como llamara a la sede y su estado actual. Había sido destruida y estaba invadida por unas criaturas extra?as, después de todo. No es como que siguieran siendo útiles o se puedan utilizar aún. ?No es más fácil aceptarlo y avanzar? Entendía el por qué se sentía conectada o extra?aría el lugar, pero no tanto.

  —Isaac, necesito preguntarte algo.

  —?Dime?

  —?Por qué actúas cómo si nada de esto te estuviera afectando?

  —?A qué te refieres?

  Isaac notó que Helena estaba mirando a su mano izquierda. él la escondió en el bolsillo de su pantalón, no queriendo que ella viera el movimiento que estaba haciendo. Apartó su mirada y suspiró.

  —Vamos, necesito ver más de la ciudad.

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  Isaac le pidió a Helena que le guiara hasta donde se encontraban las Salas de los Buscadores, en que dirección se encontraba. Para su sorpresa y facilidad para ver problemas venir a la distancia, supo que el lugar se encontraba en medio de la ciudad, cerca de la plaza principal al final de una calle. Detrás suyo iba el trafico de gente y el ocasional carruaje mientras que su mirada observaba al fondo donde una gran puerta lo vigilaba y el símbolo de los Buscadores estaba encima. Una luna con un ojo abierto encima y una espada cruzando al cuerpo celestial.

  —Esa cosa sigue adentro—dijo Isaac mirando la entrada.

  —No pensarás entrar a buscar matarla, ?cierto?—preguntó Helena, quien solo apareció cuando él se adentró a la calle.

  —Según Ganil, debo evitar hacer mucho esfuerzo.

  —O sea que irías si estuvieras en mejor estado físico…

  —No, sería tan estúpido.

  —Entonces solo te haces el fuerte.

  Isaac la miró de reojo antes de darse media vuelta. No valía la pena, según el creía, discutir más del tema de si ir o no. La criatura pudo haberlo matado si no hubiera estado con ella para ayudarle, y se sorprende que aún esté con vida luego de eso.

  —Es solo que si llega a salir, va a ser un desastre—dijo mientras comenzó a caminar hacia el tráfico de gente.

  Helena desapareció.

  La ciudad no era tan grande si se comparaba con los estándares de la Tierra. Comparado con Valparaíso, la ciudad era muy peque?a. No debía serle sorpresa, no era como que existiera transporte público. Los carruajes existían, a veces veía vehículos tirados por una criaturas que parecían aves gigantes de distintos colores cálidos, otros con unos seres grandes delgados y repulsivos a la vista que tenían una trompa. Estos últimos llevaban carga de materiales y otras cosas más que nada, mientras que las aves parecían reservadas para transportar gente.

  Lo que le llamó la atención fue el tumulto de gente que se comenzó a reunir cerca de lo que parecía ser un edificio importante, muchos parecían seguir una carroza escoltada por varios guardias armados con hermosas armaduras y una cota de color azul con un intrincado símbolo que parecía un árbol. Las aves que llevaban al carruaje llevaban persianas rojas y tenían un hermoso pelaje dorado.

  Curioso, Isaac se acercó a ver que estaba pasando.

  —?Qué está ocurriendo?—preguntó a un humano que estaba mirando de forma curiosa.

  —Ah, llegó de visita la hija de los Vornia—dijo sin despegar la mirada del carruaje.

  “?Será una persona famosa?” se preguntó Isaac mientras que intentaba echar una mirada hacia el centro, curioso de tanto movimiento.

  —?Vornia? ?Son importantes?

  El humano lo miró con sorpresa, la pregunta le pilló desprevenido por completo.

  —Obvio que sí. Aunque no fueras de Sekith, es raro que alguien no sepa quienes son los de Vornia si no es un ignorante—Isaac le miró de vuelta al sentir el tono desde?oso de la persona.

  Cuando sus miradas se encontraron, Isaac frunció el se?o y entrecerró los ojos, indicando su disgusto por el tono con el que le respondió. Era una simple pregunta, después de todo.

  —Ah—la persona reaccionó cuando notó que le había hecho enfadar—Si, son la familia más importante de todo Sekith. Básicamente son los líderes de la federación. Se dice que es la hija única de la familia, Quini de Vornia, quien viene a visitar al conde. Es una belleza, quizás no quieras perderla.

  —Gracias—dijo Isaac, en parte agradecido por la información y con un tono sarcástico. No era tan difícil empezar por ahí.

  En la entrada habían varias personas, entre ellas uno mayor que vestía lo que aprecian ropas ostentosas seguido por un par de guardias sin cota de armas pero sin armaduras. Posiblemente alguien a cargo de la ciudad y, teniendo en cuenta lo que sabía hasta ahora, es muy probable que sea el conde en cuestión.

  La carroza se detuvo en frente de las escaleras. Uno de los guardias, el cual no llevaba casco y parecía tener una armadura algo más ostentosa que el resto, se acercó a la puerta del vehículo. Era un unerisen de pelaje café, era alto y grande de cuerpo. Abrió la puerta y se puso a un lado para dejar salir a la persona dentro.

  Y ahí fue la primera vez que Isaac vio a Quini. Igualmente era unerisen, pero su pelaje era de un tono que hasta ese momento no había visto en otro: sus orejas y cola tenían un hermoso color azul real con puntas blancas. Su cabello tenia el mismo tono de color y era largo hasta la mitad de su espalda. Bajó con cuidado y paso seguro las escaleras de su carruaje hasta que llegó al suelo mientras que su guardia le daba la mano y la ayudaba a bajar. Tenia un largo y hermoso vestido de color negro puesto.

  Debía admitir que era cierto lo que el extra?o le dijo. Era hermosa, como solían ser presentadas las princesas en los cuentos de hadas.

  —?Permiso!—se escuchó una voz detrás suyo que lo sacó de su peque?o trance. Una voz ronca que reconoció. Y antes de que pudiera reaccionar, lo empujaron.

  No alcanzó a moverse o a salirse, quien le había empujado no solo le hizo perder el equilibrio, también sintió que le tomó y movió hacia el frente de la gente y lanzándolo para pasar al lado suyo.

  —Dije que permiso, Isaac—habló nuevamente la voz.

  Miró a su agresor. Era Marcus, no quiso quedarse callado.

  —?Hey, tú ten más cuidado!—respondió y se puso derecho.

  Marcus se dió media vuelta y lo miró con una sonrisa en su rostro. Uno de sus acompa?antes, que era un guardia de la ciudad (piel azulada y 2 antenas en la frente, un Profundo según indicó Helena) con una armadura similar a la que llevaban las escoltas del conde, se acercó a Isaac.

  —?Eh! ?Ten más respeto!

  El guardia levantó la mano para darle una bofetada trasera a Isaac en la mejilla. Pero este no iba a dejarse amedrentar y humillar de esta forma. Fue solo un movimiento preciso y rápido el que necesitó para interceptar el brazo del guardia, torcerlo y forzarlo a darse vuelta. Afirmó su brazo con la mano contra la espalda del hombre, en una llave incómoda para quien la recibe y efectiva para detener a alguien.

  El guardia dio un grito de sorpresa que llamó la atención de todo el mundo, incluidos los guardias de la noble, quienes desenvainaron sus espadas y prepararon sus lanzas y sus miradas se fijaron en Isaac.

  Ese no fue su movimiento más inteligente.

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