home

search

La Trinidad (I)

  Aferrado a la moto con una expresión de desconfianza, Drake se sintió incómodo en aquella máquina que nunca le pareció tan confiable como un caballo. Aun así, el viaje fue breve, y pronto llegaron a la posada.

  Al entrar, se encontraron con Lance Fudo, relajado y con Kira acomodada sobre sus piernas. Apenas los vio, Drake soltó una risa exasperada.

  Llevaba una máscara negra de ojos blancos, visibles gracias a un hechizo de camuflaje, y un yelmo con el emblema del lobo, símbolo del gremio. Una bufanda negra ocultaba parcialmente una gargantilla.

  Vestía un peto negro reforzado a prueba de balas, con bordes platinados y un protector de inglés. Bajo la armadura, llevaba un traje azul ajustado. Hombreras segmentadas, codificadoras a juego, guantes negros y un cinturón táctico con armas arrojadizas, pociones y venenos completaban su atuendo. Botas de armadura ligera, con rodilleras y protectores de muslo, le daban movilidad sin sacrificar protección.

  Junto al equipaje de sus compa?eros descansaban sus espadas. Una de ellas, un sable Nyasthiano, combinaba la funcionalidad de un cuchillo militar y un machete, con empu?adura rojiza y guardia en forma de estrella. Su gruesa hoja estaba enfundada en una vaina negra. La segunda espada, más ornamental, tenía una guardia ancha decorada con símbolos rúnicos y reposaba en un estuche azul con detalles dorados.

  —?Tú te diviertes mientras unos locos casi me joden el contrato? ?Le han puesto precio a nuestras cabezas, Lance! —le recriminó en tono jocoso, aunque con un brillo de indignación en sus ojos.

  Lance levantó una ceja, dejando que Kira se levantara, antes de contestar con su característico tono frívolo—. ?Y qué hay de las veces que te he salvado el culo, hermano?

  Kira soltó una carcajada y bromeó, lanzando una mirada de complicidad a ambos—. Espero que no te pongas celoso.

  —Descuida, Kira, no tengo por qué —contestó Drake, de forma socarrona.

  —No importa cuánto me haya ofrecido tu amigo, no acepta tríos con super soldados, prefiero seguir viva... no importa que tan equipados tengan sus bolsillos —respondió Kira con un toque de ironía, antes de levantarse y dirigirse a la cocina.

  —Es Nyashtiano, ya sabes lo que dicen... son algo cortos en acero pero mucho oro si son de saco y corbata —dijo Drake.

  — Entonces ?te interesa el trío? Con unos tragos agarras valor —Lance apuntó expectante.

  —Nunca en esta vida, no quiero verte la verga y además no bebo.

  —?De nuevo? —siguió resguardando la risa.

  Drake le mostró el dedo de en medio sin borrar su forzada sonrisa. Alice, quien observaba la escena, se masajeó las sienes y murmuró, exasperada—. Ninguno de los dos tiene remedio.

  —No tienes idea de los problemas que tuve por tu maldita manía de pensar con la riata, Lance —protestó Drake—. Una cosa es andar con prostitutas o tener amoríos fugaces, ?otra muy distinta es meterte con se?oras casadas! ?Casadas! ?Qué tal un poco de amor por tu vida, o al menos algo de honor?

  —Lo dice el cliente frecuente del prostíbulo de Glory. Además, esa se?ora no me dijo nada. Soy tan víctima como tú —replicó Lance, sin perder su tono burlón—. Y no eres el único. Alice y yo también tuvimos nuestros propios encontronazos con mercenarios en la carretera.

  Lance se?aló las sillas vacías, haciendo un gesto para que se unieran.

  —Tranquilo, hermano. Prometo ser más precavido la próxima vez.

  Drake suspir mientras se dejaba caer en la silla, tratando de disimular su sonrisa.

  —Bien, supongo que te lo debo. Aunque la cuenta en Glory no es mía, la heredé de mi viejo; de lo poco que pude salvar antes de que el banco embargara todo. —Se encogió de hombros, resignado—. Pero ya sé que volveremos a metros en problemas por tus amantes. Para ser un Umbra, haces demasiado alboroto. ?No se supone que ustedes son las honorables hojas más afiladas y sigilosas de Nyastha?

  —Esos son estereotipos, hermano. ?Acaso por nacer en Trisary te hace un bárbaro violento? —replicó Lance, encogiéndose de hombros con una sonrisa contenida.

  —Admito que en algunas ocasiones sí... —respondió Drake con una sonrisa traviesa.

  Alice, que se había unido a la conversación mientras tomaba asiento, entornó los ojos y se cruzó de brazos.

  —La mayoría de las veces —intervino con tono mordaz.

  —?La voz de la razón ha hablado! —exclamó Lance, se?alándola con dramatismo—. Y Alice, no por ser de Bohemia significa que seas una fumadora y empedernida alcohólica.

  Dio una profunda calada y, mientras el humo escapaba de sus labios, sacó dos libros: El primero blanco adornado con detalles dorados, que rezaba "La Palabra" el cual abrió en una página que muestra la imagen de la ascensión vista por Drake en el bunker, con el número correcto de apóstoles.

  Drake se echó hacia atrás, agitando una mano frente a su rostro.

  —Ya me había acostumbrado al aire limpio —gru?ó, tosiendo y entrecerrando los ojos por el humo.

  —?Por qué llevas La Palabra del Viajero? —cuestionó Lance.

  —?No me vez la cara? —se?aló Alice—, tengo rasgos del LP y trabajo en tierras Templarias. Necesito esta cosa sin tener que andar coqueteando con los oficiales, y no me retrasen tanto. No todos tenemos un oficio del director de la Fortaleza Oscura para que no te quiten la máscara, Lance. Además... tiene que ver con nuestro siguiente trabajo. El cliente me lo regaló para recordar quien es nuestro verdadero aliado.

  Se?aló el segundo libro, el cual era de cuero negro de su bolso. Los cierres dorados, desgastados, destacaban junto a una runa carmesí en la cubierta, como si estuviera pintada con sangre fresca.

  Alice abrió el libro en una página marcada con un separador de tela roja. Un intrincado círculo de runas ocupaba la página, rodeando la ilustración de un árbol colosal que alzaba sus ramas hacia un cielo estrellado.

  De las ramas colgaban esferas resplandecientes, blancas como perlas divinas, mientras destellos dorados caían de ellas, ba?ando la escena en una luz tenue y celestial. Pero bajo esa belleza, las raíces del árbol se retorcían como garras, extendiéndose hacia un abismo negro, devorador de toda luz.

  —La Biblia de Sangre? —preguntó Drake con incredulidad, observando el libro con un leve escalofrío—. Ay, no me digas que vamos tras una secta de los Cuatro Grandes Dioses Antiguos. Estos tipos manejan la magia más negra y jodida que puedas imaginar. Hubiera preferido titanes elementales o elfos amantes de la hierba.

  This narrative has been unlawfully taken from Royal Road. If you see it on Amazon, please report it.

  —Puede ser —Lance se encogió de hombros—. Quizás solo sean anarquistas hedonistas, sacrificándolo todo por viajes astrales en los límites de esos dominios. Hasta que, claro, caen en la absoluta locura.

  —Y con esos conocimientos escriben estos libros de mierda —gru?ó Drake—. No me siento cómodo llamándolos dioses. Ni siquiera sabemos si tienen conciencia como tal.

  Alice ascendió con gravedad.

  —Son fuerzas tan abstractas como peligrosas. Hechiceros antiguos descubrieron su existencia y les dieron nombres para tratar de comprenderlas.

  —Entidades que el hombre no pudo imaginar, sino que moldeó con relaciones y símbolos a lo largo de los siglos —a?adió Lance—, demonizados por la iglesia y por la historia de que el Viajero expulsó a estas entidades de la Ciudad de los Dioses para convertirlo en el Paraíso.

  Alice recorrió las runas con el dedo, se?alando una a una mientras leía las anotaciones que identificaban a distintos dioses y las páginas donde se desarrollaban sus descripciones.

  —Aunque no está bien visto, en Santus, al ser dominados por hechiceros y con los Templarios debilitados, hay cierta libertad de culto... —explicó Lance—, siempre y cuando sigan las leyes del Archivo respecto a las artes arcanas y la moralidad establecida.

  Alice ascendió, cerrando el libro con firmeza.

  —Exacto. Pero lo preocupante es que estos cultos están cruzando la línea. Han ganado popularidad, incluso entre la élite. Hay rumores de prácticas ocultistas cada vez más peligrosas. Este trabajo viene directo de la Inquisición al creer la presencia de una célula que ha estado desapareciendo gente en Ludwick. Nos prometieron asistencia, pero debemos ser rápidos y contundentes.

  Hizo una pausa, observando a ambos con seriedad.

  —La paga es buena, pero enfrentaremos cosas grotescas e impredecibles. Cada vez que logran abrir una grieta, ocurre algo completamente nuevo. Es como caminar sobre brazas, a ciegas. Díganme la verdad, mis hermanos: ?están listos para lo que se avecina?

  Lance llamando, chocando su pu?o contra la palma de su otra mano.

  —Estará buena la pelea. Me gusta el reto, si vamos a tener asistencia.

  —No es como si pudiera hacer esto sin mí —dijo Drake sin un ápice de miedo.

  —Por cierto, antes de que se te suba a la cabeza todo eso de enfrentarte a los dioses. —Alice se acercó con los brazos cruzados—. Drake, no ha pagado la cuota anual del clan. Llevas dos meses de retraso y los intereses suben. ?Cómo crees que se mantiene el barco? O pagas o das las nalgas. No voy a cubrir más. Ten el dinero o nos meteremos en problemas con la administración.

  —Sabes qué? —Drake lanzó una mirada maliciosa hacia Lance, quien comenzó a sudar frío—. Creo que, dadas las circunstancias, será mejor que tú me cobras.

  — ?Qué alternativa me queda? —Lance bufó, encogiéndose de hombros—. Todavía Alice no termina de rega?arme.

  —?Créeme que no! —Alice fulminó a Lance con la mirada—. Se supone que uno de los dos siempre debe acompa?arlo. ?Te imaginas si algún alto mando se enteraba?

  —No es para tanto... —Drake desvió la mirada, visiblemente incómodo—. Todo está bien. Estoy mejor y eso no volverá a pasar.

  —?Me dejaste al ni?o solo! ?Sabes que pudo morir como un pollito de colores? —Alice lo rega?ó con un tono que mezclaba reproche maternal y de hermana mayor—. Nos necesita para mantenerse en una pieza.

  —Jódete, que pude apa?ármelas solo —protestó Drake, frunciendo el ce?o.

  —Bueno, ya hablando en serio, lamento no haber llegado a tiempo para ayudarte con el contrato —dijo Alice, rascándose la nuca. Su expresión se suavizó, pasando de diversión a una sonrisa apenada—. Me concentraré en borrar nuestras huellas, mandar pistas falsas y usar a mis contactos para crear avistamientos en lugares apartados.

  Drake dejó escapar un suspiro aliviado mientras se rascaba la mejilla, esbozando una sonrisa tranquila.

  —Te debemos una, Alice —admitió.

  —?Solo una? —replicó Alice con una sonrisa cómplice, alzando una ceja.

  —Te lo debo hasta la próxima vida —remató Drake entre carcajadas, una chispa de audacia brillando en sus ojos—. Entonces, dime, Alice, ?a cuál de estos dioses vamos a enfrentar?

  ...

  El sol te?ía el horizonte con tonos anaranjados y rosados ??mientras Wallace y Kira limpiaban las mesas de la posada. Las sombras se alargaban lentamente, y el aire traía un aroma a madera vieja mezclado con una brisa cálida que anunciaba la noche.

  Wallace, con el delantal sucio y una sonrisa cansada, pasaba un trapo por las mesas. Kira, concentrada, apilaba los platos limpios en una esquina. La rutina, sencilla pero reconfortante, les ofrece un respiro de las dificultades que cargaban.

  El sonido de unas botas resonó en la entrada. Ambos levantaron la vista. Era Drake. Su figura se recortaba contra la luz crepuscular, revelando un rostro cansado, pero con una chispa de determinación que antes no estaba ahí.

  —Ya se cansaron de verme o qué? —Drake sonriendo de lado mientras se acercaba al mostrador.

  Wallace soltó una breve risa. —Pensé que ya habías olvidado este lugar.

  —Olvidar este tugurio sería como olvidar la primera vez que me rompí una costilla... inolvidable —bromeó, dejando caer una maleta negra sobre la mesa más cercana.

  Kira arqueó una ceja, curiosa. — ?Qué es eso?

  Drake alzó una mano, cortando cualquier pregunta. —No digas nada, viejo —se?aló a Wallace—. Ni tú, aspirante a actriz. Esto no se abre hasta que me haya ido, ?entendido?

  Wallace cruzó los brazos, desconfiado. — ?Qué traes entre manos esta vez?

  Drake sonoro despreocupado, dándole una palmada en el hombro. —Lee la carta que está dentro cuando ya no me ve el rastro.

  Aunque la curiosidad le carcomía, Wallace asintió. Drake dio media vuelta y se dirigió a la puerta. Antes de cruzarla, se detuvo sin mirar atrás.

  —Cuídense, siguen rompiéndose el lomo por este lugar. Y, Wallace... no rompas nada, dale su bono a Kira o volveráé a patearte el trasero. —Con esas palabras, desapareció en el ocaso.

  Wallace soltó una carcajada y le dio una palmada en el hombro a Drake antes de que este se girara para marcharse.

  —Oye, Guardián. No vayas a dejar que te maten.

  Drake se detuvo un instante y miró por encima del hombro con su sonrisa ladina habitual. Sus ojos reflejaban una determinación inquebrantable.

  —La Parca puede esperar, yo no. —Sin decir más, se ajustó el sombrero y desapareció en el ocaso, dejando tras de sí solo el eco de sus palabras.

  Wallace y Kira intercambiaron una mirada. Finalmente, Wallace se acercó a la maleta y la abrió con cautela. Sus ojos se agrandaron al ver el contenido: pilas de coronas de oro, más de lo que jamás había imaginado.

  —Por todos los dioses... —murmuró, atónito.

  Al lado del dinero, una carta doblada y cuidadosamente colocada esperada. Con manos temblorosas, Wallace la tomó y empezó a leer en voz baja.

  "Para que Kira se ponga unos nuevos implantes"

  Wallace miró hacia la puerta por donde Drake había salido.

  —Esto es suficiente para que todas las chicas de la taberna se hagan una tuneada. —Soltó una leve risa, antes de doblar la carta con cuidado y guardarla en el bolsillo de su delantal.

  Kira, aún con la sorpresa reflejada en su rostro, miró a Wallace. —Crees que lo volvamos a ver?

  Wallace negó con la cabeza, aunque la sonrisa seguía en su rostro. —Ese bastardo es como el viento... siempre está de paso.

  


  


  


  


Recommended Popular Novels