Axel inhaló profundamente y alzó la mirada hacia el cielo estrellado, buscando respuestas que sabía que no encontraría allí. Un suspiro pesado escapó de sus labios. Con el dorso de la mano limpió las lágrimas que surcaban sus mejillas, mientras una débil sonrisa se formaba en su rostro, como si intentara convencerse de que todo estaba bien. Finalmente, soltó la mano de Jasmín con un movimiento vacilante.
El viento frío acarició su rostro y, tras un breve silencio, habló:
—So?é que estaba en un hotel... era triste, oscuro. Había humo por todas partes, cubriéndolo todo como una niebla espesa. Las paredes eran rojas, con un patrón extra?o de diamantes, y el suelo... pegajoso, como si estuviera cubierto de chicles. Caminaba por un pasillo interminabl; mis pies se quedaban pegados, y las puertas... no tenían sentido. Los números saltaban: del 9 al 12, al 1, luego al 0, al 13. Nada tenía lógica. Intenté abrirlas, pero ninguna cedía. Mientras más caminaba, el aire se hacía más denso, más pesado. Era como si algo no quisiera que estuviera allí.
Axel hizo una pausa, respirando profundamente. Sus manos temblaban y sus pensamientos parecían perdidos, atrapada en un recuerdo que lo aterrorizaba. Con voz entrecortada, continuó:
—De repente, lo sentí... una mirada. Eran unos ojos rojos, ardientes, como si tuvieran el infierno dentro. Me observaban desde la distancia, inmóviles. El humo se volvió más espeso, y esos ojos comenzaron a alejarse, pero no dejaron de mirarme. Entonces, vi una luz roja parpadeando al final del pasillo. Sabía que era un sue?o, lo sabía... pero tenía que llegar allí.
Nahuel permanecía en silencio, incapaz de encontrar palabras. Jasmín, con los ojos fijos en Axel, contenía las lágrimas. Quiso abrazarlo, pero algo en su expresión la detuvo.
—Cuando llegué a la habitación, había una mujer —Axel tragó saliva; su voz era casi inaudible—. Estaba de espaldas, inclinada sobre una cama, como si la abrazara. Llevaba un rebozo, pero... de entre los pliegues salían los ojos de unos ni?os.
El escalofrío fue inmediato. Jasmín se abrazó a sí misma, intentando protegerse del frío que la invadió. Nahuel, inmóvil, escuchaba cada palabra con la piel erizada.
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—Entonces todo cambió. —Axel cerró los ojos como si reviviera cada detalle—. El humo desapareció, y el hotel se llenó de luz. Podía oír risas, ver el sol entrando por las ventanas. Pero ella sintió mi presencia. Giró lentamente... primero la cabeza, después el cuerpo entero.
Axel cubrió su boca con una mano, luchando por controlar las lágrimas que ahora corrían libremente por su rostro. Cuando habló de nuevo, su voz era apenas un susurro:
—No tenía ojos. Solo había huecos, pero en ellos... brillaba una luz gris. Y su boca... su boca comenzó a abrirse de una manera grotesca, como algo que no era humano. Alcancé a escucharla susurrar... "ayúdame".
Axel respiró entrecortado, su voz quebrándose más con cada palabra.
—Atrás de ella, vi de nuevo esos ojos rojos; parecían estar sonriéndome.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jasmín y Nahuel.
Axel habló con un tono aún más bajo, tratando de controlar la creciente angustia en su voz.
—Entonces... agarró a los ni?os. Sus manos cubrieron sus caras y... simplemente les quitó la vida.
Jasmín no pudo contenerse más y se acercó para abrazarlo. Axel correspondió tímidamente, buscando consuelo en ese gesto. Nahuel se limitó a posar una mano en su hombro, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar.
—?Qué noticia te hizo recordar eso? —preguntó finalmente Nahuel, con un tono tenso que no logró ocultar su inquietud.
Axel soltó a Jasmín con lentitud. Su mano buscó el celular en el bolsillo, pero cuando lo desbloqueó, no fue capaz de sostener la mirada en la pantalla. Finalmente, giró el dispositivo hacia sus amigos.
El titular los golpeó como un mazazo:
“Tres cuerpos fueron encontrados en la habitación de un hotel de lujo en Cancún. Una madre y sus dos hijos, de ocho y cinco a?os, yacían sin vida en la cama matrimonial, cubiertos con una manta cuidadosamente arreglada. No había se?ales visibles de violencia: ni marcas en los cuerpos, ni desorden en la habitación. Las autoridades locales han comenzado una investigación exhaustiva, aunque las primeras inspecciones no revelaron indicios claros de qué ocurrió. "Es un caso extra?o", comentó uno de los oficiales, mientras forenses analizaban la habitación. Hasta el momento, el misterio se profundiza: ?fue un accidente, un acto premeditado, o algo más siniestro?”
El aire a su alrededor se volvió sofocante. Jasmín dejó escapar un leve jadeo y cubrió su boca con las manos, incapaz de contener las lágrimas. Nahuel intentó buscar una explicación lógica, pero su mente estaba en blanco.
Sin saber qué más decir, Nahuel apretó el hombro de Axel.
—Estamos contigo, ?de acuerdo? Sea lo que sea.
Pero incluso mientras pronunciaba esas palabras, una duda lo carcomía por dentro:
"?Y si esto... realmente es más que una coincidencia?".