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Capitulo 12

  Capitulo 12 La arena y esclavos

  La noche transcurrió entre risas y charlas con Dorian, pero cuando Alexis y su hermana finalmente regresaron a su hogar, algo en el aire cambió. A pesar de la compa?ía, Alexis no pudo evitar sentir que algo estaba fuera de lugar. Ya en la entrada de su casa, mientras se quitaba la capa y se dirigía hacia la cocina, comentó casualmente:

  -Parece que marta y pablo ya están descansado ?quieres algo para cenar? Y hacerlos despertar-pregunto Alexis

  -ah no no… me llene con los bocadillos de la fiesta-contesto Julie

  -Por cierto, en la tarde me llegó una carta rara, pero parecía una broma. No entendí lo que decía, así que la dejé en la cocina.-

  Julie, que hasta ese momento había estado sumida en sus propios pensamientos, reaccionó de inmediato. Sus ojos se agrandaron y una chispa de emoción apareció en su rostro. Sin pensarlo, se apresuró hacia la cocina, pasando por Alexis a toda velocidad.

  -??Qué?! ?Dónde está? ?La carta?- su voz se elevó en una mezcla de sorpresa y urgencia.

  Alexis, algo confundido por la repentina reacción de su hermana, la observó en silencio. No entendía qué tan importante podría ser una carta que ni siquiera él había considerado digna de su atención. Solo la vio correr hacia la cocina, como si estuviera buscando algo muy preciado.

  Julie llegó a la mesa donde había dejado la carta, y sin dudarlo un segundo, la recogió. Con una sonrisa nerviosa en el rostro, miró el papel y la abrió con manos temblorosas, leyendo el contenido rápidamente. Un brillo de emoción recorrió sus ojos al entender lo que había en ella. Sin decir nada, salió corriendo hacia su habitación, y Alexis la vio alejarse, completamente sorprendido.

  -?Qué pasa ahora...?- Alexis murmuró para sí mismo, sin entender qué había provocado semejante reacción en su hermana.

  La sorpresa lo dejó pensativo, pero al no obtener respuesta inmediata, decidió no darle más importancia. Ya estaba cansado y solo quería descansar. Caminó a su cuarto, se despojó de su capa y se tendió en la cama.

  La ma?ana comenzó tranquila, como un sábado cualquiera. En la cocina, Alexis vio que el desayuno ya estaba preparado. Marta su esclava, una mujer de treinta y tantos a?os que habia comprado cuando llego a la ciudad era una mujer de trato sencillo, amable, y con una dedicación especial al trabajo que Alexis siempre apreciaba.

  -?Está todo listo?- Alexis preguntó mientras se sentaba en la mesa y veía el desayuno bien preparado.

  -Sí, se?orito. Aquí tiene su leche y el pan, como siempre… y en un rato estará sus huevos con patatas- la mujer le respondió, sonriéndole. Sabía que Alexis era amable y justo con ella, algo raro en su situación, pero ella apreciaba trabajar para tan buenas personas

  Mientras tomaba el café, miró a su hermana, que ya estaba lista para salir.

  -Hoy iré al coliseo, hay luchas interesantes. Será divertido.- Alexis comentó mientras se servía el desayuno. A pesar de saber que a su hermana no le gustaba estos actos tan brutales.

  Julie, como siempre, no mostró mucho interés en esas peleas. Sabía que su hermano disfrutaba de las luchas, pero para ella, todo eso le parecía algo primitivo y sin sentido. Sin embargo, no dijo nada, simplemente le dio una peque?a sonrisa y le dijo:

  -Está bien, cuídate.

  Aunque le disgustaba, prefería no discutir sobre esas salidas de su hermano. Ya se había acostumbrado a no involucrarse demasiado en esos gustos.

  Después de desayunar, Alexis se despidió de su hermana, quien se quedó en casa. él salió para encontrarse con Dorian, que lo esperaba cerca de la entrada principal. Cuando se encontraron, ambos se dirigieron al coliseo, donde las multitudes ya empezaban a llenarlo. El bullicio, los gritos y el ruido del ambiente llenaban el aire, mientras que el coliseo se preparaba para albergar uno de los eventos más esperados de la semana. Alexis, con una sonrisa en el rostro, no pudo evitar sentirse emocionado por la pelea, aunque la multitud y la atmósfera le parecieran un tanto caóticas. Para él, las luchas eran una forma de entretenimiento, una distracción que le permitía escapar por un rato de la rutina diaria.

  Al llegar, las enormes puertas del coliseo se abrieron, y el rugir de la multitud se hizo más fuerte. El aire estaba cargado de emoción. Sin embargo, Alexis, con su carácter tranquilo, caminó con paso firme entre la multitud mientras su mente comenzaba a divagar, aunque por un momento se olvidó de todo lo que había ocurrido en la ma?ana. Se sentó en su asiento, listo para disfrutar del espectáculo, mientras las luces del coliseo se apagaban y las primeras peleas comenzaban.

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  El rugido de la multitud era ensordecedor. La sangre ya había te?ido la arena, y la emoción en el coliseo estaba en su punto más alto. El evento principal del día era una serie de combates entre humanos y bestias, aunque también habría enfrentamientos entre enanos y criaturas salvajes. Alexis observaba la arena con calma, sin mostrar demasiada emoción, mientras que su amigo Dorian estaba completamente inmerso en la adrenalina del momento.

  -?Vamos, acaba con él de una vez!- gritó Dorian, golpeando la baranda con emoción. Había apostado dinero en contra del gladiador, y la tensión del momento lo tenía al borde del asiento.

  Alexis, en cambio, sonrió con calma. No era alguien que se dejara llevar por la emoción de las apuestas, pero sí disfrutaba analizando las peleas. Su mirada se centró en la criatura que se preparaba para atacar. Una bestia enorme, una mezcla aterradora entre león y escorpión: una manticora. Su cola se agitaba amenazante, el aguijón goteaba veneno, y sus ojos brillaban con una inteligencia oscura.

  El gladiador, un hombre corpulento con varias cicatrices en el cuerpo, sostenía una lanza con firmeza, pero Alexis no le dio muchas esperanzas. Calculó en su mente cuánto podría resistir antes de caer.

  -?Cuánto le das?- preguntó Dorian sin apartar la mirada de la arena.

  -Menos de cinco minutos si no es lo suficientemente rápido.-Alexis respondió con indiferencia.

  El combate comenzó, y la manticora rugió antes de lanzarse sobre su presa. La multitud gritó con emoción mientras el gladiador intentaba esquivar los primeros ataques. Alexis observó la escena sin mostrar muchas emociones, mientras Dorian estaba completamente atrapado en la adrenalina del momento.

  Tras varias luchas, el sol ya comenzaba a ocultarse en el horizonte, ti?endo el cielo con tonos naranjas y rojizos. Alexis y Dorian decidieron dejar el coliseo y dirigirse a la zona comercial de la ciudad.

  -Bien, ahora necesito ir por un par de esclavos para la tienda.-Dorian dijo con normalidad, como si fuera una simple compra.

  -?Ya pensaste en qué tipo de esclavos necesitas?- Alexis preguntó con curiosidad mientras caminaban por las calles.

  -Sí, necesito al menos un par de personas que sepan leer y escribir, quizás alguien que ayude en la cocina.

  Ambos llegaron a la tienda de esclavos, un edificio con una gran entrada y varios guardias en la puerta. Adentro, el ambiente era más silencioso, pero la tensión se podía sentir en el aire. Esclavos de diferentes razas y edades estaban encadenados, algunos con expresiones resignadas, otros con miradas vacías. Alexis ya había estado en estos lugares antes, pero nunca dejaba de llamarle la atención la brutalidad del negocio.

  La tienda El Dragón Encadenado era conocida en toda la ciudad por la calidad de sus esclavos. No solo vendían trabajadores comunes, sino también sirvientes bien educados, asistentes capaces e incluso tutores para nobles de menor rango. Dorian, al necesitar esclavos que supieran leer y escribir, no podía conformarse con cualquier mercado, así que llevaron sus pasos hasta allí.

  Una vez adentro del establecimiento, fueron recibidos de inmediato por un hombre de mediana edad, vestido con un elegante traje oscuro. Su cabello estaba cuidadosamente peinado hacia atrás, y su porte era el de un comerciante experimentado. Con una sonrisa profesional, los invitó a pasar a un área más privada.

  -Bienvenidos, se?ores. Es un honor tenerlos en El Dragón encadenado. ?Les gustaría una copa de vino o quizás un jugo de frutas mientras les muestro nuestra selección?

  Dorian, siempre con su actitud despreocupada, sonrió y aceptó el vino. Alexis, por su parte, tomó la copa de jugo de frutas más por educación que por verdadero interés.

  -Buscamos esclavos que sepan leer y escribir, y que tengan la capacidad de atender una tienda en mi ausencia.- explicó Dorian con confianza.

  El comerciante asintió con un gesto de satisfacción.

  -Una excelente elección. La alfabetización no es algo común en todos los esclavos, pero contamos con varios productos que cumplen con esos requisitos. Por favor, síganme.

  El hombre los guió por un pasillo alfombrado que los llevó hasta una sala bien iluminada. A diferencia de los mercados de esclavos más básicos, aquí los esclavos no estaban encadenados ni enjaulados. En su lugar, estaban de pie o sentados en filas, vestidos con ropas decentes, aunque sencillas. Cada uno tenía una placa con su nombre, edad y habilidades.

  -Aquí tenemos a algunos de nuestros mejores sirvientes alfabetizados.- explicó el comerciante, se?alando a los esclavos frente a ellos.

  Alexis observó a los presentes con calma. Algunos tenían miradas apagadas, otros parecían más nerviosos, pero todos mantenían una postura correcta, entrenados para mostrarse como buenos productos.

  -Si tienen algún requisito adicional, puedo ayudarlos a encontrar el mejor candidato.- agregó el comerciante con una sonrisa calculada.

  Dorian cruzó los brazos, pensativo.

  -Veamos qué tienen.

  Alexis, aunque no estaba allí con la intención de comprar, sintió que algo llamaba su atención en un grupo, habia hombres bestias. Esta raza siempre le habia causado curiosidad a Alexis, pues mayormente los habia visto en la arena y eran fieros combatientes.

  Mientras Alexis inspeccionaba a los esclavos, Dorian ya habia hablado con el comerciante y luego de regatear un poco habia escogido a dos esclavos.

  Dorian seleccionó a un hombre y una mujer en sus veintes que sabían leer y escribir, habia pagado 100 monedas de oro por cada uno, pues ambos sabian leer y escribir. Alexis no pudo evitar comparar con los esclavos que tenia en casa, pues pablo y marta junto a su ni?o no le habia costado mas de 20 monedas de oro en aquel entonces.

  En comparación con los esclavos comunes, cuyo valor rondaría entre 10 y 30 monedas de oro dependiendo de su salud y edad, los esclavos educados parecian costar entre 80 y 150 monedas de oro cada uno, dependiendo de su formación y experiencia.

  Alexis solo tomo una ligera nota mental antes de salir con su amigo y despedirse

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