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Capitulo 14

  Capitulo 14 una nueva meta

  Una vez dentro, Alexis se dirigió directamente a su escritorio. La habitación estaba iluminada solo por la luz de una lámpara de aceite, proyectando sombras sobre las paredes. Se sentó, colocó los documentos sobre la mesa y, con calma, desató el cordel que los mantenía juntos.

  Al abrirlos, comenzó a leer.

  Al principio, sus cejas apenas se fruncieron, su expresión manteniéndose neutra. Pero conforme avanzaba en la lectura, sus ojos se entrecerraron, su mandíbula se tensó ligeramente y su mano se apretó sobre el papel.

  La información que había solicitado no era poca cosa. Una vida entera documentada desde el nacimiento hasta el presente. Nombres, conexiones, alianzas, escándalos enterrados, favores concedidos y deudas pendientes. Cada línea contenía detalles que no cualquiera podría obtener.

  Cuando llegó a ciertos fragmentos, su rostro mostró una fugaz mueca de sorpresa. Luego, sus labios se curvaron en una sonrisa sin humor. Así que esto era lo que querían ocultar.

  Pasó una página tras otra, su mirada escaneando cada detalle. Cosas que los registros oficiales nunca mencionarían. Relaciones prohibidas, decisiones tomadas en las sombras, influencias compradas con sangre o con oro.

  Cuando terminó, exhaló lentamente y dejó caer los papeles sobre la mesa. Se recargó en la silla, mirando el techo con expresión pensativa.

  El sonido de la lámpara chisporroteando lo sacó de sus pensamientos. Se inclinó hacia adelante, tomó los documentos y los guardó en una caja cerrada con llave.

  Esa noche, no durmió de inmediato. Se quedó mirando por la ventana, con la mirada perdida en la ciudad oscura.

  Las piezas estaban encajando..

  La noche se extendía sobre la ciudad, silenciosa y pesada, mientras Alexis permanecía sentado en la penumbra de su habitación. La lámpara de aceite titilaba suavemente sobre su escritorio, proyectando sombras alargadas en la pared. Frente a él, la caja cerrada con llave contenía los documentos que habia recibido, documentos que pesaban más en su mente que en sus manos.

  Apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos frente a su boca. Cerró los ojos por un momento, dejando que los recuerdos de lo leído volvieran a él con una claridad inquietante.

  El Legado de los Yujran

  Alexandra Yujran.

  El nombre resonó en su mente con la fuerza de un eco distante. Hermana menor del difunto duque Yujran, un noble más en la vasta estructura del imperio, pero uno que, al parecer, no había sido lo suficientemente fuerte para sostener su linaje.

  La historia comenzaba como cualquier otra.

  El duque Yujran había heredado su título como correspondía por legitima herencia, con tierras fértiles, un ejército moderado y el prestigio de una familia que llevaba generaciones sirviendo al imperio. Pero, según los registros, no poseía talento con la espada, algo que, en este mundo, definía el respeto y la autoridad de un noble.

  En cambio, su hermana sí.

  Desde peque?a, Alexandra había demostrado habilidades excepcionales en combate, algo inusual en las mujeres nobles, que generalmente se relegaban a la política y la administración. Pero ella no solo superaba a su hermano, sino a la mayoría de los caballeros de su casa. Una prodigio con la espada.

  Sin embargo, a pesar de su talento, nunca fue considerada para heredar el título. El duque Yujran mantuvo su posición, quizás ignorando, quizás subestimando la ambición de su hermana menor.

  Y luego, desapareció.

  Durante seis a?os, Alexandra Yujran se desvaneció del mapa. Ningún registro oficial indicaba su paradero. No había reportes de su presencia en feudos aliados, ni rumores de su existencia entre mercenarios o caballeros errantes.

  Un vacío en su historia.

  Pero cuando regresó, no lo hizo como la joven noble que alguna vez había sido. Regresó con poder.

  Traía consigo el respaldo del imperio y una fuerza desconocida, una milicia bien entrenada que no aparecía en los registros oficiales del ejército imperial. Y atacó.

  Sin previo aviso, sin negociaciones, sin advertencias. En una sola noche, el Castillo Yujran fue arrasado por su propia hija.

  No dejó a nadie con vida.

  Los documentos eran fríos en su descripción:

  “Se dice que no mostró piedad, que cortó hasta el último de su familia, sin importar la edad, el rango o los lazos de sangre. Que los gritos resonaron hasta el amanecer. Que su espada no se detuvo hasta que todo lo que alguna vez fue su hogar quedó cubierto de cenizas y cadáveres.”

  Los registros oficiales la llamaban traidora.

  Los rumores la llamaban la hija de la venganza.

  Pero lo más inquietante no era lo que hizo. Era lo que no se sabía.

  Los Huecos en la Historia

  Alexis abrió los ojos y miró la caja con los documentos. En ellos había detalles que los registros comunes no mencionaban.

  If you spot this narrative on Amazon, know that it has been stolen. Report the violation.

  Por ejemplo, no había informes claros sobre quiénes eran exactamente sus aliados en el imperio. Nadie supo de dónde provenía la milicia que lideraba.

  Tampoco había indicios de por qué el imperio permitió esta masacre. En cualquier otra circunstancia, un ataque de este tipo habría sido considerado una rebelión contra la nobleza. Pero no hubo repercusiones. Ni castigos. Ni juicios.

  Solo silencio.

  Y lo más inquietante… nadie sabía qué hizo en esos seis a?os de ausencia.

  ?Dónde estuvo? ?Quién la entrenó? ?De dónde obtuvo su poder?

  Las preguntas sin respuesta zumbaban en la mente de Alexis como un enjambre de abejas.

  Apoyó la espalda en la silla y miró el techo con el ce?o fruncido. Había algo más en esta historia. Algo que los documentos no podían decir, pero que se sentía entre líneas.

  Alexandra Yujran no era solo una mujer con sed de venganza. Era alguien con un propósito.

  Y ahora, estaba viva.

  ?Qué hacía ahora? ?A qué aspiraba después de haberlo destruido todo?

  La lámpara titiló, proyectando sombras más largas en la habitación.

  Alexis cerró los ojos de nuevo y exhaló lentamente.

  No importaba cuánto se repitiera la historia en su mente, aún faltaban piezas en el rompecabezas.

  Pero una cosa era segura.

  Alexandra Yujran no había desaparecido de la historia.

  No aún. Entonces Alexis nuevamente saco los documento.

  El silencio de la habitación se sentía más denso a medida que Alexis releía la peque?a nota garabateada al margen de los documentos.

  “Joven, por su propia seguridad y por la mía, será mejor que no busque qué pasó en ese tiempo.”

  Un simple consejo, escrito con pulso firme pero apresurado, como si el escritor hubiera sentido la necesidad de advertirle antes de deshacerse de la información.

  Alexis presionó los dedos contra sus sienes y exhaló lentamente.

  Había encontrado información que pocos conocían, pero lo más importante seguía oculto.

  Durante seis a?os, Alexandra Yujran había desaparecido, solo para regresar con un ejército que no existía en los registros y con el favor del imperio.

  El anciano que había recopilado estos datos –un informante con experiencia en el bajo mundo– claramente había intentado averiguar más, pero algo lo detuvo.

  ?Qué había en esos seis a?os que incluso alguien como él temía investigar?

  Alexis chasqueó la lengua. No le gustaba dejar cabos sueltos.

  Pero antes de profundizar más en esa pregunta, debía enfocarse en lo que sí sabía.

  Apoyó los codos sobre la mesa y hojeó los documentos de nuevo, hasta encontrar las partes donde se hablaba de su ascenso al poder después de la masacre.

  Una Dama de Hierro

  La caída del duque Yujran dejó un vacío en su feudo, pero Alexandra no solo tomó el control, sino que expulsó o ejecutó a todos los nobles leales a su hermano.

  Sus acciones fueron brutales pero estratégicas.

  No dejó rastro de la antigua casa Yujran.

  De inmediato, el imperio legitimó su gobierno. Un movimiento inusual, considerando que la nobleza rara vez aceptaba un cambio de poder tan radical.

  Sin embargo, en los a?os siguientes, Alexandra demostró ser una líder excepcional.

  Fortaleció su ejército. Expandió sus dominios.

  Sus caballeros no solo eran temidos, sino respetados. Sus estrategias en batalla eran descritas como despiadadas, pero nadie podía negar su eficacia.

  Incluso nobles de mayor rango comenzaron a tomarla en serio.

  Para algunos, era una inspiración.

  Para otros, una amenaza.

  Alexis apartó la mirada de los documentos por un momento.

  Esto no era la historia de una simple venganza. Era la historia de una conquista.

  Pero lo que más llamó su atención no fue su ascenso en el imperio.

  Era lo que estaba haciendo ahora.

  El Nuevo Continente

  El sonido de las páginas al ser pasadas llenó la habitación. Alexis tomó el periódico que Mark habia traido hace un tiempo.

  Ahí estaba.

  “La gran duquesa Alexandra Yujran expandiendo su dominio en el Nuevo Continente”

  Su nombre resaltaba en los titulares, junto con ilustraciones de barcos y mapas detallando nuevas colonias establecidas bajo su estandarte.

  Las tierras del Nuevo Continente aún eran en gran parte inexploradas, un misterio lleno de riquezas y peligros. Pero ella no estaba solo explorando.

  Estaba colonizando.

  Reclamando territorio con el respaldo del imperio, estableciendo fortalezas y asentamientos.

  Construyendo un nuevo futuro bajo su propio nombre.

  Alexis sintió un escalofrío recorrer su espalda.

  Había algo aterrador en la forma en que todo encajaba.

  Una noble con un pasado borrado, con una fuerza militar inexplicable, con una ambición sin límites… y ahora reclamando un continente entero.

  ?Qué diablos estaba buscando Alexandra Yujran?

  Y lo más importante…

  ?Quién estaba realmente detrás de ella?

  Alexis se apoyó en su silla, cerrando los ojos un momento.

  Esto ya no era solo información interesante. Era un misterio peligroso.

  Y lo que más le molestaba…

  Es que ahora no podía apartar la mirada de él.

  La lámpara aun encendida, dejaba solo un débil parpadeo que iluminaba los papeles esparcidos frente a Alexis.

  Los documentos, las notas, el periódico… todo estaba ahí, como piezas de un rompecabezas que lentamente iban tomando forma en su mente.

  Pero aún faltaban piezas.

  Faltaba la respuesta a por qué.

  ?Por qué Alexandra Yujran destruyó a su familia?

  ?Por qué el imperio la respaldó tan rápido?

  ?Qué pasó en esos seis a?os que desapareció?

  Alexis se reclinó en su silla, pasando una mano por su rostro. No había dormido ni un segundo.

  Toda la noche su mente había estado trabajando, hilando posibilidades, descartando suposiciones absurdas y quedándose solo con los hechos.

  Y ahora, con la primera luz del sol entrando por la ventana, había llegado a una conclusión.

  “Venganza”

  Pero no una venganza impulsiva.

  Si bien le gustaría ir el mismo, y cortarle la cabeza a lo que una vez fue su tia, no podía hacerlo.

  Cuando tenia 13 a?os habia abandonado ese sue?o despues de no poder despertar el aura… pero no era la única forma de vengarse y ahora lo sabia luego de mucho pensar

  ?No!. él haría que su mundo entero colapsara poco a poco con otro tipo de fuerza.

  Una Venganza que lo llevara a el y ella, hara que se arrodille frente a el.

  No la mataría con su propia espada, pero haría que su orden dirija esa espada.

  No la desafiaría en un duelo honorable.

  La destruiría cuando menos se lo espere… tendria que ser paciente, pero algún dia lo lograria

  Le arrebataría todo lo que había construido.

  Le daría una muerte similar a como la de sus padres, cuando menos lo espere....

  Y Entonces la mataría.

  Una peque?a sonrisa apareció en sus labios.

  Pero no se trataba de una venganza ciega.

  él no tenía poder, ni ejército, ni dinero suficiente para enfrentarse a una duquesa respaldada por el imperio.

  Si quería destruirla, tenía que ser paciente.

  Tenía que ser inteligente.

  Y eso significaba empezar desde lo más bajo.

  Preparativos

  Se puso de pie con un solo movimiento, sin sentir el menor rastro de cansancio.

  El tiempo para la indecisión había pasado.

  Se dirigió al armario y sacó una camisa limpia, ajustándose las mangas con precisión.

  Si iba a empezar su plan, necesitaba aliados.

  Y aunque todavía no tenía un ejército, sí tenía amigos con contactos valiosos.

  Dorian.

  él era su primer paso.

  No le confiaría toda la verdad, no todavía. Pero le pediría consejos, lo tantearía, vería hasta dónde podía llegar con la ayuda de su amigo .

  Porque antes de construir su red de venganza, necesitaba poder moverse en las sombras.

  Necesitaba influencias. Información. Dinero.

  Y eso solo se obtenía en el bajo mundo.

  Antes de salir de su habitación, hizo una última pausa.

  Se giró hacia la ventana, observando el cielo te?ido de tonos anaranjados y rosados.

  El amanecer de un nuevo día.

  El amanecer de su venganza.

  Sin dudarlo más, se dirigió a la puerta y salió a encontrar a su primer eslabón en este gran plan.

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