home

search

El Equilibrio prohibido

  El amanecer llegó sin canto de aves ni brillo dorado. Una niebla espesa cubría Altheria, como si la ciudad misma contuviera la respiración. Zephyr se despertó con el pecho oprimido, como si el sue?o —o la pesadilla— aún se aferrara a él.

  No había sido un sue?o común. El símbolo volvía a girar en su mente: dos espirales entrelazados, rojo y blanco, girando en direcciones opuestas. Pero esta vez, detrás de ellos, una sombra lo observaba con ojos humanos… y cuernos retorcidos.

  Se sentó al borde de la cama, sin aliento. El aire de la habitación se sentía más denso, cargado, como si respondiera a su agitación. Encendió la lámpara de aceite y respiró profundamente. Tenía que hallar respuestas. Hoy.

  En el salón de entrenamiento, Lyssara impartía una clase sobre el Núcleo Interno, una fuente de poder elemental más profunda que la afinidad superficial. Zephyr intentó concentrarse, pero su cuerpo vibraba con una energía que no entendía.

  —El Núcleo no se domina —explicó Lyssara, caminando entre ellos—. Se escucha. Se reconoce. A veces, nos susurra secretos que tememos escuchar.

  Los alumnos formaron un círculo. Zephyr cerró los ojos. Intentó buscar su centro, como lo habían practicado, pero algo más respondió. Algo que no venía solo del aire. Un calor subió por su espalda, y una presión giró en su pecho como un remolino.

  De pronto, el símbolo apareció frente a él. Con los ojos abiertos o cerrados, allí estaba: flotando sobre sus manos. rojo fuego y blanco viento. Giraba lentamente, como marcando un tiempo oculto. Emitía un zumbido que hizo temblar el suelo bajo sus pies.

  Kaela jadeó. Thalen murmuró algo. Algunos estudiantes se levantaron, retrocediendo. El símbolo no era una ilusión: lo sentían también. Kaela quiso acercarse, pero Lyssara alzó la mano.

  —?Atrás!

  La maestra invocó una runa de contención y un círculo de energía clara rodeó a Zephyr. El símbolo se deshizo con un estallido silencioso, como cenizas llevadas por el viento.

  —El entrenamiento ha terminado —dijo Lyssara, su voz baja pero firme—. Todos fuera.

  Los estudiantes salieron en silencio. Kaela lanzó una última mirada preocupada a Zephyr antes de ser empujada por Thalen hacia la puerta. Solo Zephyr quedó, temblando.

  Lyssara caminó hacia él. No dijo nada por un momento. Luego, lo observó con una mezcla de preocupación y… tristeza.

  —?Cuántas veces ha pasado? —preguntó con suavidad.

  —Dos… tres veces —respondió Zephyr—. Cada vez es más fuerte.

  Lyssara asintió, como si temiera esa respuesta.

  —Quiero que vengas a mi oficina esta noche —dijo finalmente—. Hay cosas que debes saber.

  Cuando la luna ya se alzaba alta, Zephyr caminó hacia la torre de los maestros, pero un presentimiento lo desvió. Sus pasos lo llevaron en silencio hacia otro lugar: la biblioteca.

  El aire allí siempre era distinto. Antiguo, cargado de polvo y secretos. Entre los pasillos de libros, una figura lo esperaba.

  Love what you're reading? Discover and support the author on the platform they originally published on.

  Ilyana, la bibliotecaria, emergió de las sombras como si supiera que él llegaría. Su túnica negra no hacía ruido al moverse, y sus ojos grises brillaban como los de un halcón.

  —No puedes dormir —dijo, sin sorpresa—. Buscas el símbolo.

  Zephyr asintió. Ella no preguntó más. Se giró y lo condujo a través de los pasillos menos transitados, hasta una sección olvidada de la biblioteca.

  Allí, tras un tapiz cubierto de runas apagadas, Ilyana recitó unas palabras en un idioma gutural. La piedra respondió: una puerta secreta se abrió con un crujido bajo. Un pasaje descendía en espiral hacia las entra?as de la tierra.

  —Ven. Lo que buscas no está arriba —dijo, y desapareció por las escaleras.

  Zephyr la siguió, sintiendo el eco de sus propios pasos como si descendiera al corazón de un secreto prohibido.

  La sala era circular, silenciosa como un santuario olvidado. En el centro, sobre un pedestal de obsidiana, reposaba un único libro. Era grueso, de cubierta negra, sin título. Sólo un símbolo grabado en plata decoraba su tapa: los espirales entrelazados.

  —Este texto está prohibido fuera de este recinto —dijo Ilyana con voz baja—. Lo ocultamos porque quienes lo han leído, han cambiado.

  Abrió el libro lentamente. Sus páginas estaban escritas en una caligrafía cuidadosa, antigua. Zephyr leyó:

  “El Equilibrio Prohibido. Fusión de fuerzas distintas: fuego y viento, muerte y vida. No deben coexistir. Donde los espirales se cruzan, el mundo tiembla.”

  —?Qué significa? —susurró Zephyr.

  Ilyana no respondió de inmediato. Luego, posó una mano sobre el texto y dijo:

  —Que no eres el primero en despertar esto. Pero quizás… seas el primero en sobrevivirlo.

  Zephyr tragó saliva. Una sensación de vértigo lo invadió.

  —?Hubo otros?

  —Uno. Hace a?os. Un aprendiz con tu misma marca. Lo vigilamos. Intentamos comprenderlo… Pero la energía lo consumió. Su mente se quebró. Su cuerpo no resistió.

  —?Murió?

  —No exactamente —dijo Ilyana—. Pero ya no era humano.

  Zephyr apartó la mirada del libro. La sala parecía girar lentamente, como si el símbolo mismo estuviera incrustado en las paredes.

  —?Por qué yo?

  —Esa pregunta, Zephyr… aún no tiene respuesta. Pero el símbolo no aparece por azar. Algo en ti ha sido elegido… o creado.

  En otro rincón de la escuela, Lyssara discutía con un hombre de túnica azul oscuro. Ambos estaban en la sala del consejo menor, una cámara adornada con estatuas de antiguos fundadores.

  —Es inestable —dijo el hombre—. Podría destruirnos a todos si no lo contenemos.

  —O podría salvarnos —replicó Lyssara—. No lo sabes.

  —?No sobrevivirá!

  —Tampoco yo lo habría hecho —dijo Lyssara, y su voz bajó—. Hace veinte a?os, alguien me protegió… cuando ni yo entendía mi poder.

  El otro guardó silencio. La mirada de Lyssara se endureció.

  —No cometeré el error de abandonarlo como hicieron conmigo.

  Esa noche, Zephyr regresó a su habitación. Pero el sue?o no trajo descanso. Solo más visiones.

  Se encontraba en una llanura vacía. Oscura. Infinita. En el cielo, el símbolo giraba como un reloj invertido, emitiendo pulsos de energía que sacudían el suelo. A cada rotación, el aire se hacía más denso, como si absorbiera el aliento del mundo.

  Y entonces, surgió.

  Una figura alargada, formada de sombras. Dos cuernos curvos emergían de su frente, pero sus ojos eran profundamente humanos. Lo observaban, sin emoción, sin odio. Solo una atención absoluta, como un espejo que lo desnudara por dentro.

  Zephyr intentó moverse, pero estaba paralizado. El símbolo flotaba entre ellos, girando más rápido. La figura extendió una mano negra… y sonrió.

  Zephyr se despertó con un grito contenido. Afuera, la niebla seguía cubriendo la ciudad. Pero dentro de él, algo se había encendido. Una chispa que no podía apagar.

  Y en la oscuridad de su habitación, sin que él lo notara, el símbolo volvió a aparecer. Grabado en la ventana empa?ada por su aliento.

  Girando y esperando.

Recommended Popular Novels