Presionando su cuerpo contra la dura madera, el aspirante trata de calmarse, a pesar de todo lo que estaba sucediendo alrededor suyo, lo único que puede oír es el rápido latido de su corazón en sus oídos, peque?os puntos blancos, provocados por el intenso dolor que le recorría el cuerpo, adornaban su visión, haciéndole difícil ver. A pesar de esto, mirando en dirección de donde hasta hace unos segundos se encontraba su brazo izquierdo, puede notar cómo el mu?ón dejado por el destello de luz apenas sangraba, el extremo calor cauterizando la herida y haciendo que por lo menos no muera desangrado en unos pocos segundos, un lado positivo en lo que es, en general, una situación horrible. Levantando la vista, ve cómo Evergreen erguía una pared de zarzas que detenía el avance de un gran Golem, mientras que Talón se enfrentaba cuerpo a cuerpo contra un par de personas, de descendencia asiática y apariencia exactamente igual. Los gemelos, sorprendentemente, se enfrentaban de igual a igual al arcanista, luchando a velocidades que eran difíciles de percibir a simple vista.
No teniendo tiempo de buscar a los demás miembros de campo, pero intuyendo que se encontraban en una situación igual de precaria, John se concentra, utilizando Ether verde para entumecer su percepción del dolor dándole una oportunidad a su cerebro de pensar claramente, pero, a medida que el ardor de la herida iba disminuyendo otro se alzaba en la boca de su estómago, el de la ira, el sentimiento iniciado por el ataque inesperado había sido potenciado por los recuerdos que compartía con su abuelo haciendo que cualquier consideración por escapar sea borrada de su mente siendo reemplazadas por un plan de ataque que permita hacer el mayor da?o de la manera más rápida, tomando lo que queda de su manga lo utiliza como una cuerda improvisada y ata su mano a su cinturón, una vez hecho esto toma la pistola y empieza a canalizar la mayor cantidad de Ether rojo en su Enki mientras sigilosamente observa el campo de batalla en busca de la cabecilla de Opter, encontrándola del otro lado de la habitación, detrás de la silla en donde el cuerpo sin cabeza de Matthew todavía se encontraba, al lado de ella se podía notar otras dos figuras femeninas, la de la derecha era una mujer joven de tez blanca y pelo rubio que hablaba sin mucha preocupación en el medio del caos mientras observaba el campo de batalla con ojos dorados. La de la izquierda tenía una figura más muscular que le sacaba una cabeza a las otras dos mujeres, de pelo marrón corto y ojos ámbar; a John le parecía extra?o lo poco protegida que estaba en esta situación, exponiendo una gran cantidad de piel a los elementos. Por último, la misma mujer que vio manejando la van y en las fotos del PowerPoint, Anastasia Balsin, se encontraba mirando alrededor sin mucho interés mientras hablaba brevemente con la mujer a su derecha. Ella parecía aburrida, como si lo que pasa en estos momentos no fuera importante, como si estuviera esperando algo.
Si ya estaba enojado, la expresión de clara indiferencia lo lleva sobre el límite; colérico, tira la precaución al viento y, aumentando sus habilidades físicas con el Ether acumulado, descarga su pistola sobre el trío. Con cada detonación cuenta una tras otra las balas que eyecta el arma, pero justo antes de usar la última se detiene, mirando horrorizado como a unos pocos centímetros de impactar ya sea la cabeza o el corazón de Balsin, una barrera invisible las derrite, transformando los proyectiles en metal fundido que se esparce a su alrededor. Las balas que se dirigieron a las otras mujeres tampoco provocaron herida alguna, puesto que la de los ojos dorados se había movido incluso antes de que John pudiese disparar, colocándose detrás de una caja metálica y, si bien la munición impactó a la de pelo marrón, estas rebotaron en la densa capa de músculo como si estuvieran golpeando una capa de acero.
La mujer de pelo platinado mira al aspirante decepcionada y le dice algo a su compa?era que se encontraba detrás de una caja. John no llega a escuchar la conversación, pero cuando nota que la mujer sonríe ligeramente, todo se vuelve rojo; el sentimiento de cólera lo inunda y, de la nada, el fuerte sonido de un metal rompiéndose puede ser escuchado en el almacén, haciendo que la pelea se pare en seco, todos mirando en su dirección. Casi como si el Ether Púrpura se moviera por voluntad propia, entra a su Enki a una velocidad vertiginosa, calentando el órgano y provocándole un tremendo dolor al hombre, pero a este no le importa; solo tiene un objetivo en mente y, antes que se diera cuenta de lo que está haciendo, vuelve a apretar el gatillo, pero esta vez la bala no sale del ca?ón del arma, cuándo dispara, tan rápido como sucede la explosión, Balsin cae al piso, su ojo derecho y parte de su cuenca ocular destrozada por un pedazo de metal.
La expresión de la cara de la mujer de pelo corto se llena de preocupación y rápidamente se arrodilla a ver qué le pasó a su líder, mientras que la de ojos dorados empieza a correr de manera despavorida a la salida más cercana. Si bien debería haberse sentido mejor por lo que acaba de hacer, los instintos de John le gritaban que todavía estaba en peligro. Mirando alrededor, trata de encontrar la posible fuente de una nueva amenaza, pero la búsqueda termina rápidamente cuando un brillo que le hace parar los pelos de la nuca aparece directamente enfrente suyo, captando su atención. En donde estaba la capitana enemiga, flotando en el aire a unos metros del suelo, ahora se alza un círculo de color blanco; runas en un lenguaje desconocido se distribuyen por toda su superficie. A medida que pasan los segundos, el brillo va en aumento y el aire se distorsiona, haciendo que la imagen comience a ondular ligeramente.
John se encuentra sorprendido ante el extra?o espectáculo, no entendiendo exactamente lo que era ese dibujo flotante, pero sabiendo que claramente es algo mágico y que indiscutiblemente está apuntando en su dirección. Comprende que era peligroso y, antes de que supiera qué tanto, decide agacharse bruscamente justo a tiempo para esquivar el rayo de luz concentrada que vino de la runa. A pesar de que falló su objetivo, el ataque no se detiene y termina por cortar un tajo en el metal que formaba el almacén, dejando un camino de metal fundido a su paso. Levantándose, se da vuelta para observar horrorizado las secuelas del haz de luz, no teniendo que imaginar lo que se siente ser golpeado por uno de esos; escuchando un sonido de arrastre, vuelve a mirar hacia adelante y el color se drena de su cara al observar cómo la figura de Balsin se levanta lentamente del suelo. Con cada centímetro, un nuevo círculo se colocaba en el aire y, cuando se puso otra vez de pie, una pared de runas, como un semicírculo, cubría los alrededores de la mujer.
El aspirante ve la gran barrera enfrente de él y sabe lo que viene: si todos los haces de luz tienen la misma potencia que el último, no hay lugar para esconderse. Quedándose sin opciones, su cerebro empieza a rebuscar en su mente; tiene que haber una forma, algo que pueda hacer para poder escapar de esta situación, pero, ya sea por el pánico o la ira que todavía le hacía arder el estómago, no podía hallar ninguna solución a su dilema. A medida que pasan los segundos, el brillo de los glifos va en aumento hasta el punto de ser cegadores. Lo último que el hombre ve antes de que su mundo se llenara de blanco es la cara de Balsin. En la grieta dejada por el impacto de la bala, formaciones de cristal blanquecinas empezaban a formarse, clavándose en la piel circundante y haciendo sangrar a la mujer, pero a pesar de lo doloroso que pareciera esto, su cara portaba una sonrisa retorcida, parecida a la de un ni?o aburrido que inesperadamente encuentra algo interesante.
Lentamente, todo se vuelve blanco y el calor en el ambiente se vuelve casi intolerable. John se mantiene a duras penas de pie, no sabiendo qué hacer; piensa que su momento ha llegado, que la búsqueda de un significado a sus sue?os no solo lo ha matado a él, sino a las personas que lo acogieron en su momento de necesidad. Piensa en lo triste que es dejar atrás a Abi, siente culpa por no poder terminar de ayudar a Oliver y cómo, al final, por sus acciones, porque quiso cambiar, ya no ser más el peque?o hombre patético que era, terminó condenando a un grupo de gente buena. A estas alturas el calor se siente insoportable, puede sentir como la primera capa de su piel empieza a hervir el dolor superando la capacidad del Ether verde de aliviarlo, en ese momento cuando ya había perdido todas las esperanzas una voz de la nada se abre paso en su mente— Lo lamento ni?o no puedo dejarte morir, no aquí—luego de que John escuchara esto le empieza a doler la cabeza, como si alguien estuviera tallando su frente con un cuchillo ardiente, el dolor punzante comenzaba a bajar por el costado de su rostro al mismo tiempo que una cantidad absurda de Ether púrpura se abría paso hacia su Enki, el hombre cae de rodillas y se toma el costado, sentía como si alguien le hubiera metido un ascua en el vientre, lentamente pierde la conciencia no sin antes sentir que empieza a caer en caída libre junto a un repentino sentimiento de vértigo.
Stolen from its original source, this story is not meant to be on Amazon; report any sightings.
Esta vez la inconsciencia no lo lleva a momentos del pasado propios o ajenos. Cuando por fin puede ver de nuevo, puede notar cómo está en el pasillo que transitó aquella vez con Narciso, con la única diferencia de que las puertas colocadas a los lados se habían esfumado sin dejar rastro, mostrando una pared mitad de madera marrón y la otra mitad con un empapelado púrpura. Cada extremo del pasillo se extendía hasta donde su vista alcanzaba, continuando hacia una oscuridad abisal. Mirando alrededor, John busca algo, no sabe muy bien qué, tal vez la ayuda de la persona que lo trajo por primera vez a este lugar, tal vez una puerta que le permita salir de aquí y volver con sus aliados o simplemente encontrar algún indicio sobre el due?o de la voz que escuchó antes de encontrarse aquí. En ese momento cuando esa idea llega a su cabeza, puede sentir como el pasillo tiembla y cuando vuelve a mirar hacia donde debería haber negrura, encuentra una puerta cerrada con cadenas plateadas; de las 10 que había, ahora solo quedan 2 sobre la madera mientras que las demás colgaban del marco.
John se acerca, cada paso que da siendo más difícil que el anterior como si su cuerpo se negara a avanzar, una fuerza invisible empujándolo hacia atrás, luego de unos segundos de intenso avance puede sentir como empieza a sudar por el esfuerzo, gotas de sudor deslizándose por el costado de su cara y cayendo por su mentón, debido al conflicto que acababa de pasar le quedaban pocas fuerzas pero algo dentro suyo lo empujaba hacia adelante, claramente esa puerta tiene algo que ver con lo que está pasando, se siente seguro de que si la abre probablemente encuentre las respuestas a sus preguntas, así que apretando los dientes, continúa poniendo un pie adelante del otro hasta que por fin coloca la mano sobre la madera marcada, cuando lo hace la presión que le aplastaba el cuerpo desaparece como si nunca hubiera existido haciendo que el hombre caiga de rodillas respirando profundamente, tratando de recuperar el aliento.
La madera se sentía fría al tacto, los profundos surcos que recorrían su superficie tenían una textura rugosa, casi filosa, pero lo más extra?o de todo era la sensación de familiaridad y al mismo tiempo de extra?eza que emanaba de la abertura.
—Hola— susurra John al inanimado objeto con la ligera esperanza de que le responda con toda la información que requería para por fin entender qué carajo estaba pasando.
El hombre escucha por unos segundos, esperando una respuesta, pero lo único que oye es un silencio aplastante. Pareciera que,lamentablemente, la madera no estaba de humor para conversar y solo le devolvía la mirada al hombre sin la más mínima intención de devolverle el saludo.
—Hola — insiste el aspirante esta vez levantando la voz, pensando que tal vez no lo habían escuchado.
Otra vez vuelve a esperar y otra vez el silencio se impone, haciendo que la esperanza que había surgido dentro del hombre lentamente se vaya apagando como una vela en una tormenta, hasta que de pronto un golpe sacude las cadenas enfrente de él. Asustado, pega un salto hacia atrás, cayendo de culo al piso, estupefacto, observa cómo un golpe después de otro hace que las cadenas se agiten de manera espasmódica y luego de unos segundos la puerta se abre unos centímetros, siendo detenida por las cadenas que quedaban todavía en pie. Una mano se asoma de la hendidura, vieja y llena de cicatrices; agarra fuertemente la madera hasta el punto en que los dedos se tornan blancos, John no puede creer lo que ven sus ojos. Sea lo que sea que estaba detrás de esa puerta, estaba intentando salir y eso le generaba miedo, pero al mismo tiempo esperanza. ?Pudiera ser que toda la búsqueda terminara aquí? No más misiones peligrosas en busca de una persona que supiera lo que le está pasando, no más sue?os extra?os o visiones sorpresivas. ?Será que por fin puede continuar con su vida? John intenta levantarse al mismo tiempo que trata de preguntarle algo a la mano, pero sus cuerdas vocales, así como sus piernas, le fallan, algo no andaba bien, la mano que estaba empujando la puerta empieza a temblar y tan rápido como llegó es violentamente retraída de vuelta atrás de la madera, el hombre se arrastra hacia adelante mientras estira su brazo en dirección a la puerta, su oportunidad de terminar con el misterio escapándose de enfrente de él, pero antes de que pudiera hacer nada una ola de energía sale disparada en su dirección, algo que no podía percibir pero que por algún motivo sabe que se abalanza encima suyo, destrozándolo molécula por molécula hasta que no queda nada de él.
John se encuentra flotando otra vez en la oscuridad, pero esta vez un frío glaciar le recorre el cuerpo junto con un horrible gusto a tierra que asalta su lengua y algo cálido que le toca la mejilla de manera insistente. A lo lejos se escucha una voz que, con el paso de los segundos, se vuelve cada vez más fuerte.
—John, por favor despierta, no me dejes sola, por favor— la conocida voz de Abigail, casi al borde del llanto, podía ser escuchada.
El hombre abre los ojos y un peque?o mirlo de color verde se encontraba pegado a su mejilla, empujándolo suavemente.
— ?Abi? ?Qué pasó? —pregunta John, intentando reincorporarse, solo para ser detenido por un intenso dolor en el costado del cuerpo.
—No te levantes, usaste demasiado Ether para sacarnos del almacén, moverte no es una buena idea— explica Abigail a través del ave.
— ?Hice eso? — cuestiona el hombre, no comprendiendo las palabras de la mujer.
—Sí, solo una persona que estuviera especializada en el uso de Ether púrpura puede conjurar teletransportación en masa y la única persona en el almacén que cumple con los requisitos eras tú — afirma la mujer mientras el mirlo se para en el pecho de John.
El aspirante suspira, no sabiendo qué decir; no recordaba haber hecho eso, pero no es la primera vez que un portal se abre de manera espontánea alrededor de él, así que, ignorando el hecho mientras observa sus alrededores, dice— Ok, digamos que sí, por cierto, ?dónde estamos?
El ave ladea la cabeza ante el comentario del hombre y, luego de mirar alrededor mientras da peque?os saltitos, responde— No sé, eso te iba a preguntar; después de todo, eres tú el que nos trajo aquí.
John suspira otra vez y, apretando los dientes, se levanta, hundiendo la mano en el lodazal alrededor suyo. Al incorporarse, puede sentir como se encuentra completamente empapado y cubierto en lodo; un fuerte frío lo hace temblar y le hace casta?ear los dientes al mismo tiempo que entumece poco a poco el dolor que siente. Instintivamente, intenta frotar sus manos juntas para entrar en calor, solo para darse cuenta de que todavía le faltaba un brazo. Mirando para abajo, puede notar que el nudo improvisado que había hecho en el almacén se había desatado, haciendo que su brazo terminara en las profundidades de la helada agua o en el estómago de algún depredador.
Respirando profundamente, intenta calmarse, sabiendo que, si entra en pánico y cede ante el deseo de buscar su brazo, lo único que logrará es hacer que se muera de hipotermia. El hombre pausa, sorprendido por el pensamiento que acaba de tener; una persona normal estaría desesperada en este momento, ya sea buscando su extremidad perdida o entrando en un estado de catatonia, pero no él. Lo calmado que está le asusta un poco,pero, no teniendo mucho tiempo de rumiar este sentimiento, decide ignorarlo en favor de su supervivencia.
Girando sobre sí mismo, observa sus alrededores con más detalle y puede notar los cipreses que lo rodean junto al croar de ranas y el constante zumbido de insectos. Se ve que se encuentran en un pantano, nada raro puesto que Arkansas tiene varios de estos por toda la región; lo que le sorprendía es la reja de metal oxidado que se encontraba a sus espaldas y, detrás de ella, unos descuidados terrenos coronados con una derruida mansión se?orial. John observa la construcción, no pudiendo sacarse el sentimiento de que ya ha estado aquí antes, no físicamente, sino en sus sue?os. Empujando la reja, esta se abre unos centímetros, lo suficiente para poder pasar y, sin dudarlo, empieza a caminar en la dirección de la mansión, solo para que, luego de dar unos pasos, se frena en seco, llamando a Abigail mientras extiende su brazo para darle un lugar al ave para aterrizar.
—Abi, ?puedes hacerme un favor? Mientras aseguro la mansión, puedes ver si encuentras a los demás; no deben estar muy lejos, si los hallas, tráelos aquí— pide John luego de que el animal se posara en uno de sus dedos.
—Puedo hacerlo, pero ?tú te encuentras lo suficientemente bien como para andar por ahí solo? — pregunta la mujer con un tono preocupado, el ave mirando en el lugar donde antes se encontraba el brazo del hombre.
—Sí, la herida fue cauterizada y usé algo de Ether verde en el almacén para terminar de cerrarla, además, si estás tan preocupada por mí, ?no deberías estar buscando a Evergreen en estos momentos? — pregunta John esbozando la mejor sonrisa que puede en estas circunstancias.
—Sí, tienes razón, no lo había pensado, enseguida volveré con Evergreen, no te preocupes, John— dice Abi para luego rápidamente hacer que el ave se acurruque por unos segundos en el cuello del hombre y después salir volando en busca de sus demás amigos.
John mantiene la sonrisa hasta que el animal se pierde de vista; en el segundo que desaparece entre los árboles, la cara pierde todo indicio de jovialidad y se vuelve dura como la piedra. Lanzando un gran suspiro que se materializa en una columna de vapor, se da vuelta y empieza el camino colina arriba que lo lleva hacia la mansión.